3. Porsche
—Te ves fatal. —Tem miró de arriba hacia abajo a su amigo.
Porsche simplemente alzó sus hombros en respuesta y se adentró al departamento. Entendía que una opción era volver a su casa, pero ciertamente evitaba permanecer solo. Le temía a sus pensamientos, a ese dolor que iba creciendo en su pecho.
"¿Por qué tuvo que enamorarse de Kinn tan fácilmente?".
La cabeza de Porsche era golpeada por el remordimiento, por los constantes reclamos al haberse vinculado fuertemente con él. Tuvo varias novias antes; sin embargo, nunca imaginó que amaría a alguien tan fuerte como a él. Incluso su propio cuerpo se sentía extraño, alterado por saberse traicionado e insignificante para Kinn. Que los mareos no lo abandonaban, a Porsche le costaba mantenerse de pie. Así que, cayó en el sillón de su amigo, cubrió su rostro con ambas manos y soltó un profundo suspiro.
"¿Acaso verdaderamente iba a enfermarse?".
—Porsche, ¿qué ocurre?
— ¿Puedo dormir aquí esta noche? —Porsche contestó con otra pregunta. No quería volver a la mansión, lidiar con Kinn y el conflicto en su corazón. Estaba agotado y posiblemente a punto de enfermar. No pretendía darle lástima a Kinn ni a nadie de allá.
Su malestar era evidente, Tem tomó las manos de su amigo. Le obligó a que lo viera, y su expresión pálida solo lo preocupo más. —No estás bien.
Porsche se quedó callado y volvió a cubrir su rostro. No deseaba mentirle a su amigo, tampoco explicarle lo que le ocurría. Porque no sabría por dónde empezar. Estaba confundido y derribado por sus sentimientos. El dolor se mezclaba con decepción, con tristeza y también con enojo.
No tenía fuerzas, ciertamente.
Tem lo entendió, se levantó y cubrió a su amigo con una manta. —Ponte cómodo, iré a poner a secar la ropa.
Porsche asintió, se esforzó por quedarse dormido. La cabeza seguía dándole vueltas, el que se recostara no le ayudaba. Tampoco removerse de un lado a otro, empezaba a irritarse consigo mismo.
Sacó su celular del bolsillo con el fin de distraerse, revisó el buzón de mensajes. Le avergonzaba reconocerlo, pero esperaba que Kinn hubiera intentado contactarse con él. No fue así, solo tenía textos de Porchay. Por lo menos, su hermano se encontraba bien y lejos de todo esta mierda en la que él mismo los metió.
"¿Qué debía ser ahora?".
No quería volver a la mansión, toparse con Kinn. El simple aroma de su recuerdo lo enfermaba más, se sentía traicionado con él y consigo mismo. Sin embargo, su intención no parecía ser posible.
No a menos que vuelva a endeudarse y a someter a una vida peor a su hermano.
"Estoy jodido", Porsche bufó resignado. Se levantó del sillón de golpe, cerró los ojos fuertemente y mordió sus labios, resistiendo otro mareo. No iba a caer enfermo por un corazón roto, no sería de las personas que él alguna vez se burló.
No se lo permitiría.
— ¿Te gustaría embriagarte?
Tem miró confundido a su amigo, notó su malestar. No creía que fuese lo más conveniente. —No luces bien, Porsche. ¿Crees que salir a beber te ayudará?
—No, no quiero salir.
— ¿Entonces quieres beber acá? —Porsche asintió, Tem inseguro hizo una mueca. —. Entiendo, llamaré a Jom y le pediré que venga con bebidas.
—Gracias. —Porsche volvió a suspirar y a recostarse en el sillón.
Los mareos eran insoportables, su cabeza daba vueltas y le pesaba. En la última semana, no sintió los mareos tan fuertes. Incluso pasaban desapercibidos por él, simplemente los tomaba a causa del cansancio físico y estrés que le provocaba la situación con Kinn. Sin embargo, parecía que cuánto más se alejaba de él, su cuerpo enfermaba proporcionalmente.
Ese era el precio del vínculo tan fuerte con él, de su corazón empecinado.
Porsche quería golpearse, se odiaba en estos momentos. Porque detestaba saberse débil y desprotegido; esta horrible sensación ya lo experimentó y fue por la muerte de sus padres. Se prometió ser fuerte, no necesitar a nadie y... Falló.
Sus lágrimas estaban por traicionarlo, de no ser por la llegada de Jom. Su amigo entró al departamento, gritando una canción y moviendo las botellas de licor al son de la letra. La alegría del alfa debería bastarle para contagiarse, pero lo desconcertaba. Tanto que no reaccionó cuando Jom se acercó a saludarlo, su fuerte aroma a menta lo hizo sentirse incómodo.
—Realmente, estás mal. ¿Eh? —Porsche resopló, se levantó y permitió que Jom se sentara a su lado. El aroma de su amigo lo sentía más fuerte de lo usual, era un alfa y nunca lo había incomodo.
Hasta ahora.
—Ya regreso. —Porsche corrió al baño, a lavarse la cara.
Mientras que, Tem y Jom permanecieron confundidos. Ambos conocían perfectamente a Porsche, así que sospechaban por su comportamiento. Tem asumía que se trataba de problemas del corazón, pero Jom temía otro motivo. Por su casta de alfa, podía distinguir los cambios en los aromas, a diferencia de Tem que era un beta.
— ¿Será posible? —Jom susurró para sí mismo. Pero Tem logró escucharlo.
— ¿Qué cosa? —Para cuando Jom pensaba responder, Porsche regresó del baño. Se sentó en el sillón del frente y sostuvo una sonrisa a medias.
— ¿Empezamos? Muero de sed.
Tem y Jom volvieron a verse, no estaban seguros de nada. Así que, ambos accedieron. Tem sacó los vasos y sirvió de una de las botellas de que Jom trajo.
—Ten. —Tem ofreció a Porsche primero. Él lo aceptó, llevó el vaso hacia su boca y lo apartó rápidamente. El olor del licor era fuerte, asqueroso para su gusto. Apartó el vaso de inmediato.
—Dame una copa de Sangsom. Que esta mierda apesta horrible. —Porsche se quejó.
Jom arqueó una ceja, la cerveza que trajo era de las favoritas de su amigo. Sus dudas aumentaban conforme observaba a Porsche.
— ¿Mejor? —Jom preguntó, Porsche hizo una mueca. Ahora tenía en la mano la copa que pidió, trató de llevársela a la boca. Pero, no pudo. El asco empeoró y lo obligó a correr nuevamente al baño.
Jom resopló, bebió de su vaso. No tenía dudas, el cambio dulzón en el aroma de su amigo era por una sola razón: un posible embarazo.
—Es seguro que va a enfermar. —Tem comentó, Jom se giró a verlo. —. ¿Será conveniente dejarlo beber?
—En lo absoluto, tráele una botella de agua.
— ¿Agua? ¿Acaso quieres que nos golpee?
Jom rio. —Seguro que nos los agradece después.
—Bien, si tú lo dices. —Tem fue a su cocina, desconfiado.
Porsche regresó nuevamente del baño, miró con vergüenza a Jom. Quería excusarse. —No comí nada, mi estómago está resentido.
—Oye, si quieres contarnos qué pasa, estamos listos para escuchar.
—Yo... —Porsche se calló, recibió un mensaje en su celular. Lo abrió y se quedó congelado.
No sabía cómo actuar, qué decir. El mensaje que recibió era un video de Kinn y Tawan, ambos estaban en el bar de la mansión. Tawan le preparaba un coctel y Kinn lo observaba, podía sentir un dejavú con la escena. Si le quedaba dudas sobre lo que significaba en la vida de Kinn, ahora ya no las tenía.
Era claro, fue solo un reemplazo.
Porsche miró a sus amigos, luego las botellas de licor. De inmediato, recordó sus noches como barman. A menudo, atendió gente que buscaba emborracharse por problemas amorosos. En esas noches, no lograba empatizar con ellos. Menos, imaginar el dolor que podían sentir. Incluso, le llegó a parecer ridículos por creer que morirían de amor.
Sin embargo, ahora se sentía cómo ellos.
"Una jodida mierda".
Porsche llegó a su límite, la furia y la decepción dominaban su corazón. Quería ahogar esos sentimientos en alcohol, obligar a su mente a no pensar más en Kinn y a su cuerpo no extrañarlo. Quería detener el tiempo, y el licor era ese camino. Así que, se apuró en tomar su copa de SangSom.
Pero, Jom fue más rápido que él.
—Bastardo, devuélveme mi copa.
—No. —Jom habló determinado. —. No puedes beber, no hasta que desaparezcas mis dudas.
—No debo hacer ni mierda. ¡Dame la copa, Jom!
—Dije que no. Tem, ve por una prueba de embarazo.
Tem miró a Porsche, él tragó saliva. Parpadeó tantas veces, tratando de procesar lo dicho por Jom.
"¿Acaso escuchó bien? No podía ser cierto, él no podía estar en cinta. No ahora".
— ¿Qué mierda dijiste, Jom?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro