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22. Porsche

—Big, ¿podemos hablar? —El beta se levantó de inmediato al divisar a Porsche entrar a su habitación. Eran pasada las once de la noche, creía que todos estaban durmiendo. Que no esperó recibir a Porsche, pero suponía que su visita iba a darse en cualquier momento.

Big ya solicitó su traslado al servicio de Porsche, Khun Korn y Khun Kinn accedieron. El beta era el segundo guardaespaldas más leal que tenía la primera familia, confiaban en él para el cuidado de Porsche y del bebé que esperaban. Aunque hubieran querido primeramente designarlo a Pete por su cercanía y porque ambos eran omegas, Pete no volvía de sus vacaciones.

Porsche no podía seguir sin protección, esto aunque no le gustara al mayor.

—Sí, Khun Porsche. —El omega hizo una mueca al escuchar el honorifico acompañando su nombre. —. ¿Qué necesita?

—Primero, que dejes de llamarme así.

—No puedo, usted ahora es el omega de Khun Kinn y debo mostrarle respeto. Espero que me entienda.

Porsche resopló, lo hacía. A diferencia de él, Big siempre fue un hombre respetuoso y pegado a las reglas. Y a pesar de que para Porsche nada cambió, pareciera que sí para Big y no insistiría. Se lo dejaría pasar frente a los demás, no solos.

—Bien, pero solo hazlo cuando estemos con el resto de la primera familia. No solos, es estúpido.

—Pero...

—Lo digo, en serio. —Big asintió resignado, Porsche terminó por adentrarse en la habitación y sentarse en uno de los sillones. Se percató de la cama vacía de Ken, no tuvo oportunidad de hablar con Big sobre su compañero de cuarto. Tal vez, tampoco quisiera hacerlo. Entendía que Ken fue su amigo, el más cercano que tenía y ahora debía vivir con el recuerdo de que ese amigo fue un traidor por razones que jamás sabrían. —. Quiero seguir creyendo que somos compañeros.

—Lo somos, Porsche. —Big se sintió raro de llamarlo así, el omega no tenía la misma posición que antes. Era su jefe, la persona que Kinn amaba y a la que respetaba por hacer feliz a Kinn.

—Entonces serás sincero, ¿cierto? —Big asintió, Porsche tomó aire profundamente. —. Bien, porque necesito saber cuál es tu razón de abandonar a Kinn.

—Yo...

—Big, accedí a dejar de trabajar como guardaespaldas porque confiaba en que tú volverías a tu puesto y cuidarías de Kinn por los dos.

—Esa era mi intención inicial, Porsche. Pero ayer entendí que Khun Kinn me necesita contigo, tener la seguridad de que estarás a salvo.

Porsche no se convencía, quería que Big regresara con Kinn porque sabía que lo cuidaría como él lo haría -sobre todo, en las reuniones que no pueda acompañarlo, o negocios y entregas a los puertos a los que seguramente no lo dejarían ir. Después de todo, Big cuidó de Kinn por varios años, y su alfa seguía con vida. Pues, el amor del beta era su garantía.

—Te lo dije una vez y ahora lo repito: Eres su corazón, Porsche. Si tú estás a salvo y esperando por él, créeme que Khun Kinn no se detendrá. Regresará siempre a ti, sin importar a lo que se enfrente.

—... —.

—Déjame cuidarte a ti y a tu bebé, Porsche. Dale el consuelo a mi corazón de que podrá velar por quienes representa la felicidad del hombre que ama. —Porsche se quedó sorprendido, el amor que Big le tenía a Kinn era realmente puro. Tanto que esperaba que existiera una persona para Big, que pudiera amarlo de esa manera y corresponder a su nobleza.

Pero, hasta que no llegara, cedería a sus peticiones. Le daría ese consuelo de saber que hacía lo correcto, que su corazón podía revindicares. —Bien, no protestaré. Solo no esperes cuidar a alguien indefenso, sé defenderme.

— ¿Cómo podría olvidarlo? Si el día de tu llegada, lograste quitarme mi arma con tanta facilidad.

—Y sin recibir tu entrenamiento, eh. —Ambos sonrieron, Porsche se levantó y caminó hasta Big. Puso su mano en el hombro del beta y lo apretó, realmente estaba agradecido de contar con él. Kinn ni su bebé nunca estarían desamparados, tendrían a Big para cuidar de ellos y eso le tranquilizaba. —.  Duerme bien, mañana saldremos al bar de Yok.

— ¿A escondidas de Khun Kinn?

—Deberíamos, se lo merece por irse sin avisar.

—Enloquecerá, Porsche. —El omega rio, y aunque quería devolverle la preocupación, no lo haría. No buscaba que Kinn estuviera encima de él -más de lo usual.

—Lo sé, así que ya está enterado. Iremos a visitar a Yok porque se operó.

— ¿Así? —Porsche le guiñó como respuesta, Big lo entendía y se despidió de Porsche.

El omega se regresó a la habitación de Kinn, lentamente se adentró a la cama y no tardó en ser envuelto por los brazos de su alfa. Kinn lo pegó a su cuerpo, escondió su rostro en su cuello y le murmuró que a la próxima que se fuera, lo encadenaría. Porsche lo maldijo y rio bajo para después acariciar los cabellos de su alfa. Le gustaba ver cómo sus manos se perdían en la frondosa cabellera de Kinn, era tan suave y cálida. Que este gesto se volvía de sus favoritos, podía sentir con mayor intensidad el aroma de su alfa. Su lado omega se removía cómodo y hasta feliz como satisfecho, sus días sinceramente mejoraron.

A pesar de que volvieron a la mansión y que ahora formalmente pasaba a ser la pareja de Kinn, no estaba abrumado. No tanto, solo le desconcertaba el ser tratado con tantas distinciones. Seguía siendo el mismo idiota que puso de cabeza la mansión de la primera familia en su primer día de trabajo, pero debía acostumbrarse. O eso fue lo que Khun le advirtió, ese loco bastardo no lo soltó en estos días. Lo tenía pegado a él, jalándolo de arriba hacia abajo, llenándolo de ordenes de compras para su sobrino y también de cómo estaba organizando una fiesta para conocer el sexo de su bebé.

Porsche iba a enloquecer con Khun, estaba seguro y aquello le hizo extrañar a Pete. Quería a su amigo a su lado, quería volver ver esa sonrisa tan resplandeciente y sincero -aun cuando, estuviera sufriendo con un dorama trágico de Khun. Añoraba a su amigo y a su fascinación por la comida como por el boxeo, lo necesitaba, y sabía que podía pedirle a Kinn que le ordenara volver. Pero no podía ser egoísta, Pete realmente necesitaba descansar de todos estos locos en la mansión. Así que, su hermano Porchay debía salvarle de Khun.

Esto como castigo del por qué se niega a hablar con él.

Porsche hizo una mueca, su hermano le ocultaba algo y estaba decidido a descubrirlo -de no ser por la conversación con Arm. Lo correcto era esperar, y prepararse para partirle la cara a alguien porque apostaba que su hermano sufriría de un corazón roto. De solo imaginarlo, se llenó de rabia y refugio en el cuerpo de su alfa. Su calor bastó para que se calmara y pudiera sentir todo el cansancio del día, el mismo que fue culpa de Kinn por desaparecerse.

Porsche sonrió de lado, tenía un plan para cobrársela a su alfa.

— ¡Mierda! —Kinn gritó cuando cayó al suelo, se levantó con un dolor en el trasero. Estaba confundido, Porsche dormía plácidamente en toda la cama. No tardó en entender que lo había botado, pero dudaba que fuera adrede. Su omega no estaba enojado con él, así que se devolvió a la cama.

Kinn volvió a tomar por la espalda a Porsche, nuevamente se rindió ante el sueño.

Y volvió a sentir la dureza del suelo, Porsche se removía de un lado a otro y pateaba. Kinn bostezó cansado, pero no se dio por vencido. Fueron cinco veces las que se cayó al suelo, su omega se detuvo por completo. Ahí se devolvió y aseguró de no volver a besar al suelo.

— ¡Kinn! —Las voces de Tay y Time resonaron en toda la habitación. Kinn despertó al instante para tirarles una patada. Le costó poder dormir, y que Porsche no lo botara de la cama. Solo le dieron horas de eso, iba a matarlos -de no ser porque Porsche aprovechó para escabullirse.

—Ah, no. Tú no te vas. —Kinn le susurró a Porsche, lo obligó a recostarse nuevamente. No se le escaparía, lo quería cerca.

—Ya es tarde, Kinn. Tengo que despertar a Ché. —Porsche mintió, trató de escaparse. Pero Kinn lo volvió a jalar, y esta vez, lo abrazó con fuerza. Tanto con sus brazos y piernas, se aferraron a Porsche. El omega estaba avergonzado con Time y Tay.

—Hoy Ché no va a la segundaria, mentiroso. —Kinn respondió para después besarle en la mejilla y restregar su rostro en el hombro de su omega. No lo quería soltar nunca. —. Ya no deberías sentir vergüenza, todos saben que eres mi omega y que esperas a mi hijo.

Time y Tay gritaron emocionados por lo que escucharon.

Porsche estaba inmóvil, no sabía si sonreír o codear a Kinn para sacárselo encima. No tenía duda de que su alfa se la estaba cobrando por botarlo de la cama tantas veces en una noche.

—Sabía que lo conseguirían. —Tay aseguró, Porsche sonrió en respuesta. Debió armar su nido, así Kinn no dejaría que nadie entrara a su habitación y los encontrara en esta situación.

—Por supuesto, Kinn no lo dejaría ir. —Time reforzó a lo dicho por su pareja, Porsche realmente quería enterrar su rostro en la tierra o a Kinn por obligarlo a seguir aquí y teniéndolo abrazado y dándole besos.

—Tenemos que celebrarlo. —Tay propuso, Time apoyó y Kinn asintió como confirmación. Los dos amigos de su alfa se retiraron de la habitación animados, no sin antes volver a molestarlos.

Porsche suspiró, aún sonrojado.

—Tú quieres dormir solo, ¿cierto?

Kinn besó nuevamente la mejilla de Porsche. —No. Así que, si debo soportar vientos despiadados, infernales desiertos y escalar hasta el último maldito cuarto de la maldita torre más alta solo para tenerte en mis brazos, entonces no lo dudes: ¡Lo haré!

—Idiota, no soy una princesa. —Porsche terminó por reírse, no volvería a dejar a Kinn con Khun solos como castigo. No si le citaría los diálogos de cada película que vean.

—Pero, sí eres mi razón de ser. No lo olvides.

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