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18. Vegas

—Pete, ¿podrás prometerme que no comerás fideos instantáneos en mi ausencia? —El omega rodó los ojos y le dio la espalda como respuesta. Vegas resopló cansado, no conseguía que su omega le hablara.

Hace unas horas, Pete estaba emocionado ayudándole a empacar sus maletas. Apostaba que esa felicidad era porque su omega se sintió victorioso, porque había conseguido sacarlo de la habitación. Y tal vez lo mejor hubiera sido que lo creyera, pero no quería mentiras. No con Pete, tampoco que se imaginara que lo olvidada al no venir a verlo. Por esa razón, le avisó que se regresaba por unos días a la mansión principal de la segunda familia -aunque ahora se arrepentía.

Apenas Pete se enteró, borró esa sonrisa que lo enloquecía. Él corrió a sentarse en la esquina de la habitación, esto para abrazarse a sí mismo y mantenerse en silencio. Evitaba cualquier intento suyo por empezar una conversación, no necesitaba que se lo preguntara. A su omega no le agradaba la idea de que volviera, que trabajara nuevamente con su padre. Y aunque la aparente preocupación de su omega conmovió su corazón, no podía negarse a la orden de su padre.

Vegas no lo quería en esta casa, ni cerca de Pete. No cuando su padre estaba seguro de que lo asesinó, no quería imaginarse el peligro al que expondría a Pete si su padre se enterara que no lo obedeció.

Este viaje era por Pete, por Macao también.

—Volveré en tres días, pero realmente espero poder hacerlo antes. —Vegas aprovechó que Pete estaba de espaldas para poder acercársele y sin ponerle en sobre aviso. —. No quiero enloquecer por tu recuerdo.

—Búfalo tonto y ciego, ya estás loco. —Pete susurró despacio, creyendo que Vegas no lo escucharía. Pero estaba a centímetros de él, pudo escucharlo. El alfa sonrió de lado, se tentó a acariciar los cabellos de su pareja.

—Oh, si crees que estoy loco, debe ser por ti. Porque apareces en mi cabeza día y noche.

Pete sorprendido se giró, lo había escuchado. Sus mejillas se enrojecieron, pero su mirada seguía endurecida. A Vegas le resultó tierno verlo enojado y también avergonzado, dándose cuenta de que Pete tenía gran poder sobre él. Porque de ser otra persona, se hubiera aburrido de intentarlo e incluso se hubiera marchado sin avisar.

— ¿Qué debo hacer contigo?

—Claramente, es dejarme.

—Puedo quedarme si quieres. —Vegas ofreció, molestando a su omega. Se atrevió a acariciar sus cabellos, eran tan suaves que sus dedos se perdían en ellos. Por las noches y teniendo a Pete profundamente dormido, acariciar su cabello era de sus pasatiempos favoritos junto con velar su sueño -tranquilizaba a su caótica cabeza. —. Solo debes pedirlo.

Pete abrió y cerró su boca, tuvo toda la intención de pedírselo. Su corazón temía que el reencuentro con su padre lastimara a Vegas, que volviera a hundirlo en esa miseria que el alfa consideraba su única fortuna. Pero, se negaba a creer que se preocupaba por Vegas, que sinceramente buscaba salvarlo. Tontamente, se empeñaba en atribuir todos esos deseos al enlace que compartían -solo así se le hacía más sencillo comprender a sus tan confundidos sentimientos.

—Adiós, Vegas. —Pete apartó su cabeza, volvió a darle la espalda al alfa.

Vegas sonrió de lado, sus palabras no bastarían para esperar alguna despedida de su pareja. No lo pensó más, lo jaló del brazo y lo obligó a pararse. Antes de que Pete le reclamara, se aferró a él en un fuerte abrazo y escondió su rostro en el cuello de su pareja. Pudo sentir de cerca el aroma tan dulce y adictivo de su omega, liberó instintivamente sus propias feromonas para impregnarlo con su propio aroma. A lo que Pete iba a apartarlo, de no ser por el tierno beso que dejó en su marca. Su omega cedió a su instinto y terminó correspondiendo el abrazo de Vegas.

Pete se permitió embriagarse con el aroma de su alfa, disfrutar de la calidez y sensación de protección que tanto añoraba en secreto. Mientras que, Vegas se perdía en la plenitud de su corazón. Él no quería dejarlo, su instinto le gritaba quedarse y cuidarlo. Aún le preocupaba las náuseas y dolores de cabeza que Pete sufría, pero no tenía mayor opción que regresar. Debía conformarse con el cuidado de tía Pak y de Nop que harán sobre su omega, o por lo menos, contenerse a sí mismo de que estará bien.

O verdaderamente enloquecería.

—Ordené a Nop que su celular está a tu disposición, así que podrás llamarme las veces que quieras.

—No lo haré.

—Lo harás, porque vas a extrañarme. —Vegas no le dio oportunidad a Pete de contradecirlo porque le robó un beso. Al inicio Pete puso resistencia, pero terminó cediendo e intensificándolo.

Si no fuera por la interrupción de Nop, Vegas no hubiera soltado a Pete. Tampoco se hubiera atrevido a salir con sus maletas, su lobo no quería dejar a su pareja sola. Y no entendía la razón, Pete iba a estar bien cuidado y también esperándolo. Él no se iría de su lado, pero aquello no bastaba para convencerlo. Por lo que, todo el viaje de regreso a la mansión principal fue una odisea consigo mismo.

Fueron muchos los momentos en los que se tentó en devolverse a la casa de seguridad, e ignorar el llamado de su padre. Sin embargo, las consecuencias podrían alcanzar a Pete o a Macao. El deber se imponía sobre sus propios deseos, y nuevamente tenía que ceder a ser la marioneta de su padre.

Vegas suspiró pesadamente cuando divisó la entrada de la mansión de la segunda familia, ya no tenía oportunidad de retractarse. La puerta de la camioneta se abrió por uno de sus hombres, se tomó unos segundos antes de bajar. Cerró los ojos, recordó la sonrisa de Pete e inevitablemente sonrió. Estaba aquí por él y por su hermano, debía seguir. Sin más, Vegas se bajó de la camioneta, recibió las reverencias de sus hombres y finalmente cruzó el mercado que la mansión de la segunda familia usaba para encubrirse.

Su padre lo estaba esperando en su oficina, iba por su segundo cigarrillo. Vegas tragó saliva, cruzó el umbral de la puerta y se colocó delante de él. —Ya estoy acá, padre.

—Bien. —Khun Kan respondió indiferente, no se dignó ni siquiera a ver a su hijo. Menos, tenía la intención de preguntarle sobre su viaje de regreso. —. Alístate, te espera una cena con P' Tabaah.

—No he escuchado sobre él.

—No lo has hecho porque es un pobre diablo, pero el único que está dispuesto a invertir toda su fortuna en el negocio de la mina de oro que arruinaste.

—Entiendo.

—Eso espero, Vegas. No quiero que la vuelvas a joder, este bastardo será de mucha utilidad. Así que, haz lo que sea necesario para que se decida firmemente a invertir con nosotros. —Khun Kan aplastó la colilla de su cigarrillo con el cenicero, fue ahí que se dignó a mirar a su hijo.

Vegas tenía un aspecto distinto, y un aroma extraño sobre él. Los ojos afilados de Khun Kan demostraron sus sospechas; por el bien de Vegas, esperaba que no se hubiera enredado con un omega o beta cualquiera. Sería lo último en su larga lista de estupideces.

—Tengo entendido que prefiere la compañía masculina, otro dañado más al que podrás enredar y convencer. ¿Cierto?

Vegas bajó al cabeza, pudo sentir cómo todo esa furia e impotencia del que había sido ajeno en estas semanas regresaba a dominarlo. Se rompió la burbuja en la que estaba, volvía a su asquerosa realidad. Esa en la que se veía obligado a venderse por su padre, por concretar o salvar negocios que le importaban una mierda.

La miserable sensación de volver a ser una marioneta de su padre lo enfermaba, su corazón ardía nuevamente en el odio de nacer segundo, de tener que hacer estas mierdas para satisfacer a su padre.

—No me acostaré con él. —Las palabras salieron por sí solas, Vegas no estaba dispuesto a encamarse con otro. No podía ni siquiera imaginarse estar en brazos de otro, en soportar las caricias de alguien más.

Khun Kan sonrió de lado, se levantó y avanzó hasta su hijo. Sus sospechas se incrementaron, Vegas jamás se negó a acostarse con su cliente. Desde que cumplió los dieciocho, fue obediente y predispuesto. Esta reciente renuncia podía deberse a alguien en la cabeza de su hijo; más le valía que no fuese así. Porque el mismo se encargaría de desaparecer a la persona que distrae a su hijo de sus metas.

Khun Kan era capaz de eso y más, se lo recordaría. Una fuerte bofetada se escuchó en la oficina, el rostro de Vegas se giró con violencia. — ¡Te acostarás con ese bastardo las veces que sea necesario! Porque tú fuiste quien jodió ese negocio y...

—No, no lo haré. —Vegas enfrentó a su papá, su mejilla derecha estaba roja y tenía marcada la mano de Khun Kan en ella.

—Bien, Vegas. Entonces Macao lo hará, es momento de que empiece a ser de utilidad.

Vegas dio un paso adelante, sus puños se cerraron y sus uñas se enterraban en las palmas de sus manos. Su fuerza amenazaba con hacerlo sangrar, pero no sentía algún dolor. Solo furia, odio y tanta frustración que estaba dispuesto a destruir toda la oficina.

Era la marioneta de su padre, él tenía los hilos sobre su jodida vida.

— ¿Dónde lo veré? —Vegas preguntó vencido, Khun Kan sonrió victorioso.

—En el hotel Yel, a las ocho.

Vegas se devolvió al umbral de la puerta, si permanecía en la oficina con su padre, se iba a desconocer. Y no quería que Macao fuera víctima de su padre, lo tenía a él para eso y sus juegos.

—No le gusta que lo hagan esperar, recuérdalo. —Fue lo último que Vegas escuchó, el menor quería destruir todo a su paso.

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[•] ¿Ustedes creen que Vegas logre acostarse con otro que no sea Pete? 👀🔥

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