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Capítulo 35

Dos días después...

Narrador

—Lo siento mucho mi señor, pero regresó a casa, está en sus dominios y allí es imposible llegar. —habla la mujer en un español perfecto.

Su interlocutor pasa sus manos por el rostro, para luego soltar una de ellas en la mesa. Baja apenada al ver que no lograron su objetivo. El reo, con su uniforme naranja y esposado de las manos, se acerca a la mujer que tiene frente a él de visita ese día.

—Ese hombre debe pagar lo que hizo, dañó a tu hija, la puso en contra nuestra. Mató a tu señor e hizo que Brianna se culpara, es el demonio mismo. —le habla con calma —mi hija corre peligro, él y su esposa son el mal mismo. Todo el que niega al hijo de Dios es el anticristo y deben morir, solo alguien sin pecado puede hacerlo, tu eres la única que puede hacerlo.

—Es arriesgado —le dice y el hombre asiente.

—Nada es imposible para el que cree en Dios.

La latina baja el rostro con el corazón a punto de estallar, se le encomendó una misión importante para su congregación, una que no sabe si es digna de realizar. Mientras escucha lo que tiene que hacer, los caminos que debe tomar, piensa en el paraíso y que abrirá paso, para que su esposo e hijos lleguen allí.

—¿Cree que Dios perdone a Montserrat? —le pregunta luego de escuchar a su señor darle los últimos detalles de su plan.

El individuo sonríe y apoya una mano en las que ella tiene juntas, diciéndole que Dios ama los sacrificios y tiene a bien a todos aquellos que lo han obedecido sin juzgarlo. Que recuerde a todas las mujeres que con su valentía han hecho historia, profetas como Jesús y todos aquellos a quienes Dios apareció y le encomendó planes casi imposibles.

—Nada es imposible para Dios—concluye.

Sale de prisión con la firme convicción que hará lo que Dios le ha pedido hacer, a través el nuevo Iluminado. Desde el inicio de los tiempos, han existido personas como Dewand que han llevado a pecar a multitudes, no obstante, y gracias a un dios amoroso, y quien envía mensajeros para traer la buena nueva. El limpiaba a sus fieles del pecado a través de la sangre derramada de los pecadores.

Llega hasta el hospital y cruza directamente hacia el sitio de los auxiliares, se viste con su uniforme y toma los utensilios de aseo. Avanza lentamente y saluda a todos a su alrededor con la amabilidad que la caracteriza. El hospital inicia su jornada normal, a esa hora pacientes y personal de salud, entran a sus labores o citas previas. No tiene que hacer mayor cosa, solo dejar abierta la zona de emergencias por donde escapará su señor.

Su cielo e infierno, lo dividía olvidar cerrar una puerta, todo volvería a ser como antes. Su hija regresaría a casa, sus hijos la perdonarían y ellos retomaran el control de su hogar.

Su trabajo impecable y responsable, la habían hecho una mujer de confianza en ese lugar. No siempre fue una mujer bendecida, tuvo años en donde estuvo por caminos oscuros, fue gracias a David Gales, quien le dio ese empleo y una vida en Dios como único salvador, que su vida cambió. Tenía muchas cosas que agradecer a la iglesia, no sólo su empleo, el de su esposo, también recuperar a su hija mayor. Aunque, hoy día Montserrat y sus hijos de 17 y 18 años renegaran de sus padres, por su religión.

Su labor abarcaba casi toda la clínica, por lo que tenía las llaves de todo el lugar, aunque sectorial, pues no siempre hacia todo. En esa ocasión estaba en la zona de urgencias, un lugar que rara vez le tocaba. Cambiar las sábanas, desinfectar pisos, paredes, baños, etc.

Poco a poco y conforme las horas pasan, su nerviosismo aumenta y con él las preguntas obvias ¿Está haciendo lo correcto? ¿En realidad era lo que Dios quería que hiciera? Jamás había visto a Dios como asesino y este que le mostraban lo era.

—¿Falta mucho para acabar? —la voz detrás de ella la hace saltar y se encuentra de frente con Gabriel, el sacerdote.

—Buenos días Gabriel — saluda por su nombre de pila, porque no pertenece a su religión y no tiene por qué llamarlo padre, o sacerdote, no era nadie en su religión, salvo un protestante.

Al hombre de unos 30 años, mucho menor que ella, no le importa que lo llamen por su nombre. Decía siempre, que era un ciervo de Dios y que respetaba los diferentes cleros, le quita de las manos la escoba con la que barre la última habitación y le indica sentarse.

—Te vez mal Rachel, permíteme ayudarte —no le da tiempo a negarse, en segundos está en su labor, que parece disfrutar. —¿Luis Carlos está bien?

—Dentro de lo que cabe, si —le responde y lo ve tomar el recolector e ir por la basura acumulada. —¿Siempre quiso ser sacerdote?

No siquiera sabe porque hizo la pregunta, supuso que era la confianza que le daba el hombre, al igual que los otros pastores de las diferentes iglesias que solía ver en su lugar. Sonríe un instante y sus ojos color miel se iluminan al verla antes de hablar.

—No, fui a la universidad, tuve novia, fui a discoteca, en fin. Todo lo que un adolescente suele hacer, no cruzó nunca por mi mente serlo, ni siquiera en casa son creyentes en algo, más que en sus bolsillos. —ríe aún más y vuelve a barrer el salón. —una vez me sentía agobiado, mi padre estaba enfermo y yo quise orar por él —alza la vista y la mira deteniendo su labor —no tenía idea de cómo hacerlo, así que me dije que alguien tenía que enseñarme. Salí de casa y caminé por algunas horas hasta que llegué a una iglesia, en donde un sacerdote, recogía el altar luego de la ceremonia de 10 de la mañana.

—¿El té enseñó?

—Sí, tenía 20 años cuando me bauticé, ante el alboroto de mis tíos porque nadie en su familia lo había necesitado. Seguí yendo a ese lugar y ayudaba al sacerdote con el servicio, una vez me dijo que había un viaje a Ruanda y que si quería ir. Dije que si sin dudarlo, allí supe que no quería hacer nada más en toda mi vida, salvo servir a Dios —pasa la escoba dos veces más y siempre hay mugre en las baldosas blancas cada que lo hace. —¿Se ve limpia verdad? —le pregunta y ella asiente —Pero has notado que no está, he pasado la escoba cuatro veces y siempre sale polvo, lo mismo sucede con las personas.

—¿Qué me quiere decir? —sonríe y me toma de las manos, va hacia un lugar que he limpiado y cuyos pisos lucen relucientes.

Saca de su bolsillo un pañuelo, se arrodilla ante un pañuelo que frota en el piso y me muestra el mismo. Una mancha negra pequeña está en medio de lo blanco de la tela.

— Que no te deslumbre la hermosura del ser humano, algunos están ante ti limpios e impolutos, pero no es así —se levanta ante ella, besa sus manos y le sonríe —Dios te ama Rachel, nunca lo dudes.

Se va dejándola con la sensación que esa visita es una señal de no seguir. Ha dado su palabra de dejar esa puerta abierta y eso hace, solo eso. Al salir el turno esa mañana casi a las once de la mañana apaga los móviles y no va a su casa.

Casi a la misma hora de su salida, Rogers encuentra la puerta abierta, se ha valido de un descuido del guardia para tras pedir un baño se escapó por la rejilla que su suegra le dijo estaba dañada. Pasa al sitio donde la otra mujer ha dejado la ropa y el móvil, también la documentación falsa y las llaves del auto que lo llevara al lugar en donde lo espera un helicóptero.

—Siempre supe que serias la mejor —le dice al verla en pie ante él con una sonrisa.

—Te dije que dejaras de estar con niñas... yo hice mi parte completa. Falta que hagas la tuya...

—Valdrá la pena te gustará el sitio que compré— murmura cerca a sus labios.

—¿Qué pasará con las demás?

—Un paso a la vez —le responde terminando de vestirse. —toma el vuelo y espérame en el lugar.

La mujer asiente dándole un beso fugaz y perdiéndose por los pasillos de la clínica. Las bondades de tener una mujer madura y entrenada, piensa sonriente.

Shark

Lanzo la foto en las piernas del hombre que yace sentado en el porche de su casa observando el amanecer y me siento a su lado. Toma la fotografía con dos de sus dedos y mis ojos captan el leve temblor en sus manos. No quiero humillarlo, me gustaría decir que mi único deseo es buscar respuesta, pero el vio a mi madre morir día a día y no impidió su sufrimiento.

Asi que el deseo de justicia crece en mí, porque él pudo ser el alivio que mi madre buscaba. La voz de aliento que necesitaba para cruzar sus tierras e ir con el hombre que amaba, sin tener que ser despreciada por los suyos. Koda dijo una mentira, que le impidió a mi madre decir la verdad, sin que el hombre fuera humillado doblemente por los suyos.

Ser despreciado por una de los suyos, al escoger a un blanco como pareja y pasar por mentiroso al culpar a un inocente de un acto, que jamás sucedió. No solo dijo que Kendal forzó a mi madre, también que la obligó a casarse, estaba embarazada d y por eso no podía desposarla.

Podía entender su molestia, pero no lo que hizo tiempo después y todos estos años.

—Abrigue la esperanza que tu odio hacia él te impidiera escucharle —es lo único que dice. —eres como él, testarudo y e insistentes.

Recuerdo lo que mis abuelos me dijeron aquella vez que pedí su ayuda, dijeron que llevaba la mala sangre de mi padre. El quizás era el hombre que todos decían, pero hasta las almas más oscuras aman y Kendal, no fue la excepción.

—Con una sola palabra, pudiste cambiar las cosas. Esperaba tu perdón Koda, sin eso ella no podría irse—confieso y observo la camioneta de vidrios polarizados que cruza la carretera —me hiciste odiar a la única familia que me quedaba, alejaste a mi madre de su esposo y a un niño de la posibilidad de tener un hogar.

—Lanzó a la calle a su prometida embarazada Shark, no quería lo mismo para tu madre. Es un asesino, sus manos están manchadas de sangre, no quería eso para ti —se defiende —llegué y la encontré vestida como uno de ellos, ropas finas y joyas ¿De dónde crees que era su dinero?

—Eso no era tu problema Koda, ella había decido casarse con el que creía era su amor. Tu solo actuaste en mala ley, porque si conoces bien a un Benally, no se tuerce, no se acobarda, no se arrodilla y no sede —proclamo las palabras que por años me han identificado.

Kendal Dewand, fue un miserable con su primer hijo y su prometida, pero tendría sus razones para no creer que fuera hijo suyo. Que se acostara con su hermano, en la misma cama que compartían juntos hace enojar a cualquiera.

—Pagué el precio de mi orgullo con Agatha y mis nietas —habla y eso me hace verlo.

Una lagrima baja por sus mejillas y la limpia rápidamente al narrar lo que sucedió días previos a la muerte de mi esposa e hijas. Kendal tocó su puerta una noche de un 29 de noviembre y le dijo que tenía la certeza que mi familia y yo corríamos peligros. Un supuesto hijo suyo, a quien se había negado a registrar estaría detrás de mí para dañarme. No lo conocía y los investigadores, le había sido posible tener una foto suya, pero le rogó que me convenciera para trasladarme a sus terrenos.

—No le creí, en los 24 años anteriores se valió de todo para robarte a ti o a tu madre, atacó a mis hermanos en muchas ocasiones, lesionó a papá y hasta incendió los corrales con mis animales dentro. Me dijo que no descansaría hasta recuperar lo que le pertenecía, no importaba el tiempo que le llevara, tu sabrías la verdad. No le creí y redoblé la seguridad en los terrenos limítrofes...

—Descuidaste la casa grande —digo —el lugar que debiste custodiar.

Me levantó de la silla sin mirarlo, descubro que he llegado a mi límite de lo soportado y no necesita que le insulte o le diga lo pésimo ser humano que fue. Ha cargado todos estos años con la muerte de mi madre, de su hija y nietas. Señalarlo no hará volver el tiempo atrás, no mitigará mi dolor, o eliminaré el odio que he tenido por Kendal todos estos años. Monto al caballo y me voy al lugar, en donde solía encontrar a mamá llorando. Es un riachuelo, con enormes piedras en límites con las tierras de Kendal y varios sauces a su alrededor, al igual que en la casa grande. El galope hace que mi corazón se calme y que de alguna manera mis emociones se controlen.

Una vez en el sitio y antes de bajarme observo el lugar con otros ojos. Me parece estarla viendo sentada en ese sauce que los años lo han hecho más grande y frondoso. Limpiándose las lágrimas rápidamente al verme a mi llegar y decirme que no tiene nada, que solo la atacaron los recuerdos. Su imagen es tan vivida que parpadeo varias veces para poder darme cuenta que es una alucinación.

—Solía esperarla aquí. —escucho su voz y lo veo al pie del enorme sauce —me hizo sembrar este árbol, diciendo que era sagrado y nadie debía pasar por el mundo sin por lo menos sembrar un árbol.

Sonrió porque son cosas que mamá diría y entiendo por qué las casas de Kendal están rodeadas de sauces. Me bajo del caballo y lo veo con la mirada puesta en el tronco. Me acerco a para detallar aquello que lo ha dejado sin palabras y veo una inscripción en su tronco.

"Aquí se plantó y creció una promesa" tenía inscrito el árbol con las iniciales de D. B y K. D.

—"Prometo amarte en el silencio de mi ser, en lo profundo de mis sueños divagantes en los latidos intensos de mi corazón, te amaré sí, como la inmensidad del espacio te amaré sí, como la lava arde en un volcán te amaré insaciablemente, apasionadamente, sólo si tú me lo permites amor mío."—Lo escucho decir y reconozco en esas letras el poema que le gustaba—lo encontré en un libro que leía y me parecieron tan certeras en lo que sentía por tu madre que se lo mostré. Tenía solo por nombre, Isolda.

—Me gustaría poder calmarte y decir que te odio menos, pero pudiste luchar por ella. —hablo dolido — hacer su vida menos miserable.

—Lo intenté, en verías ocasiones ataque a empleados, boicoteé sus cultivos, maté reses, llegué a pensar en secuestrar a Agatha sólo para intercambiarlos con ustedes —esto último me hace alzar la vista y lo veo mirar el riachuelo —tu abuelo murió y meses después lo hizo tu abuela, todos me culparon de su muerte. Jamás se recuperaron de lo sucedido a su hija y el supuesto rechazo de su prometido. Nos vimos por última vez aquí, escribimos esta promesa y juré dejarla en paz.

Por eso se fue lejos y mamá empezó a enfermar cada vez más, pienso al verlo apoyar en el tronco del árbol. No me pide que lo quiera, ni siquiera que le perdone, solo desea estar en el crecimiento de sus nietos. Dice que es la manera más sencilla que ha tenido la vida de reivindicarse con él.

—No puedo negarte eso, April te quiere y sospecho que los que vienen Jade se encargara que también lo hagan —sonríe, sin embargo, la tristeza sigue en él. —¿Por qué nunca registrarte a Rogers?

—Hice los tramites cuando supe estaba buscándote, fue antes de la muerte de tu familia. Nos hicimos una prueba de ADN, siempre pensé que era hijo de Rogelio, mi medio hermano y por eso su nombre. Cuando estaba todo listo, y tras comprobar que era mi hijo, dijo que solo quería que yo lo supiera. Para que lo que seguiría tuviera sentido, así que tenía a un hijo que me culpaba de la muerte de su madre y a otro que me acusaba de la ruina de la otra —se limpia las lágrimas con violencia y luego me mira con rabia —me largué lejos de nuevo e intenté alejarme de ti, me dije que quizás eso lo haría alejarse, pero no fue así.

Buscó a Jerry el amigo de Klain, quien sabía tenía a cargo mi salida de prisión, costeo toda la investigación y los viajes del agente. Gracias a esa investigación salí libre antes de tiempo, pero me perdió el rastro al irme de las tierras y viajar a New York.

—¿Quieres ver a April? —le pregunto luego de unos minutos de silencio y su rostro se ilumina al asentir —pues me alegro que quieras porque —señalo a la personita que se abre paso entre el campo y su tío Fabián seguirla a unos pasos de la mano de Jade.

—Abuelo —le grita al verle y lo veo arrodillarse para recibirla —¿Te quedarás a comer? —en respuesta me mira y asiento.

—Siempre hay un espacio de más en la mesa —respondo recibiendo a Jade en mis brazos —tenemos que hacer un viaje largo, así que disfruta a tu abuelo hoy.

Horas después...

Los ruidos de los autos me hacen levantarme a mí y a Kendal, son las voces de los hermanos de Agatha, corro apresurado y les abro la puerta.

—La casa del abuelo se incendia, él está dentro —habla Fabián. —los bomberos no llegaran a tiempo.

Entro a la casa y me encuentro a tres pares de ojos observándome preocupado. Por más que desee no puedo ver a Kendal con sospecha y el parece notarlo.

—Iremos contigo —habla Jade y estoy por negar cuando se apresura a decir —no te estoy pidiendo permiso Dewand —ruje lo que hace a mi padre reír y a mi mirarla con una ceja alzada.

—Es peligroso será mejor...

—Iré con ustedes, mis hombres pueden ayudar, cada segundo que pase es un tiempo que se pierde —ordena y todos estamos de acuerdo en ese punto.

La casa del abuelo está a diez minutos de la mía, pero el tiempo se redujo a la mitad al estar Fabián detrás del volante. Una vez en el sitio descubro que es un infierno, el fuego ha alcanzado un 70% de la cabaña, no quiero ser de mal agüero, pero dudo que haya sobrevivido alguien de allí.

—No hay nadie dentro —habla Koda, al verme en pie y mira a Kendal con molestia.

—¿Hablaste con tu padre? —le pregunto y niega —Pues deberían, tampoco es que hallamos limado asperezas... es por la niña.

—No me debes explosiones...

—No te las doy, en cuyo caso es tu padre quien tiene que darlas. —sentencio buscando a Jade, quien se ha quedado dentro de la camioneta con la niña y los hombres de Kendal a un lado custodiándola.

Los siguientes minutos, fueron de aliviar el fuego, los nietos de Noshua buscaban al anciano en los alrededores, ante la posibilidad que estuviera herido en algún lugar. Las personas iban y venían con tanques de agua que iban de mano en mano hasta llegar al sitio de la conflagración. Me encuentro en medio del infierno que se convierte el lugar, recibiendo tanques de agua de las manos de Kendal, que sin chaqueta y con su camisa blanca sucia por el carbón, está lejos de ser el hombre con el que compartí segundos antes.

El fuego consume rápidamente la vieja cabaña y el calor que despide es casi infernal, las llamas alcanzan gran altura, sin duda el material de la casa a contribuido en ello. Los tres hermanos vuelven con la noticia que no hay rastros del abuelo, pero que han encontrado su bandana a metros de la laguna.

De la vieja cabaña, no quedan más que cenizas y todos observamos con algo de tristeza, el sitio que por años visitamos en búsqueda de información o de historias que el abuelo solía contarnos. Kendal está al teléfono y habla con alguien, al colgar se acerca a nosotros y su rostro muestra turbación.

—Rogers fue ingresado ayer en la mañana al hospital, fue herido por otro recluso... se escapó —lo primero que miro es a Jade quien sigue dentro del vehículo y me mira sin entender lo que sucede. —tienes que llevarla a casa.

—Él tiene al abuelo —habla Koda—¿Es tu hijo alguna idea de donde pueda estar?

—No —responde entre dientes —jamás hablé con él más de lo necesario.

—¿Me prestas tu móvil? —le pido a Kendal y lo entrega rápidamente.

Marco y espero que no sea de los paranoicos que no responde llamadas de números desconocidos. Encontrándome que no solo me contesta, sino que idéntica el número.

—Kendal amigo mio ¿Qué puedo hacer por ti?

—¿Por qué no me extraña Giacomo? —pregunto y la risa que escucho me hace alejar el móvil de la oreja —Rogers se escapó ¿alguna idea de donde pueda estar? El abuelo está desaparecido y su casa fue incendiada.

—Creo que si —diciendo esto cuelgo la llamada y me encuentro un mensaje recibido hace unos segundos.

¿Qué tanto quieres abuelo y a Jade?

Le doy marcar al número y me alejó unos metros del grupo que observa las ruinas de la vieja cabaña. Observo a mi alrededor porque él debe estarme viendo, ha visto que he pedido el móvil al hombre.

—Eres rápido...

—Hueles a cadáver Roy, debiste quedarte en prisión porque solo allí estarás a salvo —escucho su risa fuerte y empuño las manos. —¿No me crees?

—No, si te creo Shark, tanto que te invito a venir por mí—dice sin dejar de reír — rescata a tu abuelo... pero me traes a April, solo así te dejaré en libertad y puedes educar a tus propios hijos.

Cuelgo la llamada antes que diga algo más al reconocer el ruido que hay detrás de él. Elimino el mensaje y la llamada hecha, no sin antes registrar en mi mente el número del que me ha llamado.

—¿Y bien? —pregunta Fabián.

—Necesito que cuides a April y a Jade —le pido a Fabián —No hagas preguntas, solo dile que iré al pueblo a poner la denunciar el incendio.

—¿A dónde iras? —habla Kendal detrás de mí —¿No esperas hacer esto solo?

—No hay opción, esto se acaba hoy cuida a mi familia. —ordeno a los hermanos y al hombre que me observa en silencio.

No espero que Jade salga, le quito el revolver a Fabián y me adentro en medio del bosque. Conozco estos lugares como la palma de mi mano, hasta los más recónditos y solo hay un lugar que es especial para Rogers O'Higgins y que lastimaría al abuelo... el sitio en donde asesinó, y dañó a mi familia.

Todos tenemos un destino trazado algunas veces ese camino es amplio y otras veces angosto. El que yo caminaba en ese instante se hacía cada vez más estrecho, era necesario. En este mundo no podíamos vivir ambos, uno de los dos tenía que morir, solo tenía que asegurarme no fuera yo.

Una hora de camino después cruzó el cementerio de mi familia y avanzo hacia la pequeña colina. Justo en el sitio en donde las encontré el abuelo sembró un árbol, estaba al pie de una colina, al lado de ella construyó una casa pequeña.

Una vez encontró en ese lugar un águila cola roja, herida y le construyó ese hogar, alejado de nosotros, para evitar que la dañaran. Ya recuperada y pese a poder volar, el animal anidó en ese lugar y se convirtió en su hogar por años.

—¿Cuál es tu última voluntad Rogers? —grito al ver la fogata en un lado del árbol y lo veo mirar a todos lados.

El abuelo está apoyado en el árbol y por lo poco que veo se encuentra bien, atado de manos y pies. Mira el fuego con tanta concentración que me hace pensar que realmente no está allí. Roy parece mirar en todas las direcciones y sacudir el arma en el aire y sonrío. Hasta que mi sonrisa se desvanece al ver a la mujer que sale detrás de un árbol.

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