Capítulo 3
Esa mañana en particular, tenía muchos pendientes uno de ellos y quizás el que más me inquietaba era visitar a Klain, quien decía tener algo de suma importancia que decirme. Solo que mi ruta se vio truncada por una patrulla que me detuvo, una vez más y por enésima vez en lo que iba del año.
—¿Puede bajarse un instante? —me pregunta el policía que minutos antes se ha bajado de la patrulla.
—No excedí la velocidad, creo que voy en la permitida —me defiendo y el uniformado me ignora.
Suspiro al saber que de nuevo estoy en la misma situación, pensé que todo había quedado claro desde la última vez, pero es obvio que no es asi. Solo espero que esta vez, no necesite llamar a Klain y que el documento que me ha entregado sea suficiente para estos dos.
—Shark Dewand Benally —empieza a leer mis documentos, mientras que por radio da mi número de identificación. —al auto por favor — me señala un lugar y obedezco, no sin antes notar que el otro oficial lleva su mano a la pretina en donde tiene el arma.
Me apoyo en el capo, abro las piernas y estiro las manos en el techo del auto, no sé si es mi apariencia que les resulta sospechosa o era ya parte de su rutina, esos infelices hacen siempre lo mismo, saca del bolsillo de mi chaqueta el móvil y las llaves de la clínica y las deja en el capo.
—No me ha dicho que he hecho...
—Rutina señor ¿Tiene mucha prisa?
—¿Algo que ocultar? —habla un segundo y mira mi camioneta, niego mientras me alejo de ella.
—Es la segunda vez en menos de una semana, estoy empezando a preocuparme... Y pueden revisar —señaló mi camioneta y miro mi móvil —¿Puedo hacer una llamada? —los oficiales sonríen y se miran entre sí.
—No está bajo arresto señor... Dewand —me responde entregándome mi móvil y le envío la dirección a Klain, junto con la nota de siempre.
"Otra vez".
—Se cómo acabara esto, solo me estoy adelantando a los hechos — respondo y recibo como respuestas un emoticón sonriendo.
Revisan el auto y luego me miran un instante, la radio le dice que estuve preso por el asesinato de mi esposa e hijas pero que salí en libertad por falta de pruebas. Algo que no escuché, pero que ellos fueron muy amables en repetirlo. Las faltas de pruebas no es lo mismo que ser inocente y recibo una pequeña clase de leyes, que escucho en silencio y sin refutar, la experiencia me dice que de esa manera saldré más rápido de esa situación. Una vez deciden callarse, busco en la guantera del auto el documento que Klain me entregó días antes y el que dice soy un hombre inocente, que el asesino de mi esposa confesó antes de suicidarse en prisión. La leen rápidamente y me la entregan doblaba de la misma manera que la recibieron.
—Espero logre solucionar esto, no es nada fácil para uno que alguien ande por allí con tu mismo rostro y sea delincuente —ignoro esto último y lo tomo como las escusas de esos dos para evitar aceptar que me detuvieron injustamente.
Llevaba años en la ciudad, no me hacía acostumbrado a ella y dudaba que algún día lo hiciera. El ruido incesante de los vehículos, la contaminación, el esmog, la violencia diaria, muertes, asesinatos y demás, hacían que mi corazón se arrugase a un más. Ese sábado en particular, fui solo para pagar los sueldos a los empleados y visitar a Klain. Tenía ingresos, no para vivir de ellos, pero si para que la clínica se mantuviera y algunas personas hacían aportes mensuales, lo que ayudaba para pagar a empleados. La venta de algunos animales, comida y objetos, para mascotas, ayudaba en gran medida a mantenerse a flote.
—Doctor, pensé que era su día de arquitecto —la voz de Mont me detiene en la puerta de la clínica y asiento.
—¿Cómo sigues? —le pregunto pues hace unos días estaba bastante apagada.
—Bastante mejor, doctor ¿Puedo ayudarle? —insiste y niego divertido, mientras le muestro la planilla de pago y sus ojos se iluminan.
—Es treinta, día de pago, tengo que comprar algunas cosas y aproveché para traerles los sueldos. —le muestro el paquete de doce sobres y la chica las tomas, apresurada.
—Dios, esto es mejor que ver a Henry Cavill desnudo...
Sonrió ante su emoción al recibir su primer pago. He descubierto mucho este mes que ha trabajado con nosotros, como que, tiene 19 años, mexicana, su familia acude a esa iglesia, ella es católica, por lo que tiene muchas discusiones con ellos porque no quiere asistir. He logrado recaudar mucha información sobre El Iluminado, gracias a la chica. Es bastante parlanchina y muy dada a pedirme consejos, por eso he aprendido un poco sobre ese lugar.
Le doy la planilla y se pierde dentro de la edificación con los papeles en la mano y los sobre en otra, gritando a todo pulmón "Llegó mi liberación". El comentario me hace reír, algo que tengo muchos años que no hacía y que, con ella, lo hago seguido. Sé que ese sueldo le ayudará a salir de casa, pues ya no soporta la presión de la familia. Ingreso a la pequeña oficina, dando tiempo para que entregue todo y me devuelva la planilla. Firmo algunos documentos y respondo emails, envío pedidos a los proveedores, estoy firmando los últimos documentos cuando ella entra.
—Creo que se equivocó doctor —me muestra su sueldo que me extiende —los chicos me dicen que usted jamás se equivoca... Pero errar es de humanos.
Tomó el cheque que ella me extiende, leo la cifra y niego devolviéndole. Es el valor correcto, la contraté medio tiempo, pero en esas horas trabaja lo que haría si lo hiciera la jornada completa. Era tan diligente y meticulosa e incansable, que, en algunos momentos, tenía que mandarla a que se sentara porque temía que se fuera a desmayar. Algo que ella negaba y decía que estaba acostumbrada al trabajo duro.
—Es tu sueldo, has trabajado duro por ello y este mes nos fue bien... A todos les di una bonificación extra —sus mejillas se sonrojan y me da la razón segundos después.
—Todos están felices… pero siento que no merezco —niego sin prestarle atención.
Recuerdo a mi Ágata, suspiro y miro la imagen de ellas en mi escritorio, la tomo entre mis manos y la observó un instante. Por un momento, me olvido de la chica que está frente a mí y solo soy consciente de ello cuando se sienta en la silla y apoya sus manos en el escritorio.
—La abuela dice que nunca se muere el que se recuerda a diario.
Alzó la vista y me encuentro con un par de ojos color miel que me observan con ternura. No hay lástima en ese rostro redondeado, ese que lo cubre una larga cabellera negra y que tiene en ese instante sus ojos tienen un brillo más intenso del común.
—El que se va antes de tiempo, se recuerda con dolor —murmuro—pero tu abuela tiene razón ¿Ya tienes en donde vivir? —el cambio de conversación es brusco, porque no quiero que ella haga preguntas que no se si quiera responder.
Se acomoda en la silla y parece preocupada, mira el cheque nuevamente y luego alza la mirada hacia mí. Por primera vez, veo terror en sus ojos, ella es muy dada a reír y pocas veces está de mal humor, ni siquiera cuando discute con sus padres.
—Ese hombre... Dice que Dios le dijo que debía asistir a esa iglesia —mi cuerpo se tensa y acerco la silla hacia ella, tomando sus manos en el proceso — si no me bautizo, mi familia se irá al infierno, mi padre será expulsado y ellos le creen... Tengo dos días durmiendo casa de una amiga.
—¿Qué piensas hacer? — preguntó y recuerdo el aparta-estudio arriba de la clínica —Podrías vivir en el apartamento de arriba. Pero eso no soluciona lo de tu familia.
Su rostro se ilumina mientras se levanta apresurada y rodea el escritorio, se cuelga de mí cuello, besando mis mejillas una y otra vez. Eso me hace reír (otra vez), no hay morbo en su gesto, ni en el mío, es como el abrazo y el beso de una hermana pequeña, una que nunca tuve. Mi deseo de formar un hogar, murió con mi esposa y mis hijas, no siento atracción por el sexo femenino de ninguna clase, con la chica, mi sentimiento es de una hermana pequeña.
—No me importa lo que ellos digan —dice segura y alejándose de mí, sus ojos son dos orbes oscuros. —no haré parte de esa monstruosidad, ese elfo no me dirá con quién tengo que casarme o nada que se le parezca.
Sus pupilas se han dilatado y su rostro se ha tornado rudo, eso me hace verla con curiosidad. El apodo a David, le viene al dedo, el tipo es de baja estatura, de piel clara y muchas pecas. Tiene ese color de cabello en un tono cobrizo, que le da ese toque de esas criaturas.
—Sabía que si "Recibe la orden de su Dios" ¿Puede casarse con sus hijas? —abro los ojos ante la sorpresa que me produce esa confesión y solo logro negar —Pues es así, está casado diez veces, tiene en al rededor del país, la misma cantidad de iglesias y en cada uno hay una esposa. Aquí, en la ciudad, fue la primera iglesia formal que existió, por lo que sus hijos son más grandes que los otros... Tiene una hija, la mayor de todas Paola Gales, hija de él y de Briana O'Higgins, con quince años, ya tiene que sufrir las penas de saber que a los 19 se casará con esa bestia.
Su voz se rompe y aprieto sus manos una vez más, mientras que la veo intentar contener las lágrimas, algo que no está logrando.
—Quizás ella lo quiera, tengo entendido que esas personas tienen un gran poder de persuasión —recuerdo haber leído algo al respecto y me cruzó de brazos, al tiempo que ella se apoya en el escritorio a mi lado y hace lo mismo, mientras niega enérgica.
—Paola es diferente a sus hermanos y familia, es rebelde, su deseo es ser cantante y tiene una hermosa voz —me confiesa y encuentro en esas palabras una luz de esperanza. Esa chica podría ser la que me acerque a su padre. —debería escucharla, está en el coro de esa endemoniada iglesia, le prometí ayudarla a salir cuando tuviera la mayoría de edad, ahora es imposible, es menor de edad.
Apoyo mi cuerpo en la silla, pensando en esa promesa que muy seguramente Mont, no podrá cumplir, no si ese hombre tiene los ojos fijos en su hija. Rebusca dentro de la bata que tiene bordado el nombre de la clínica en uno de su bolsillo y saca un móvil. Revisa rápidamente, pasando su dedo pulgar por la pantalla y luego me muestra una foto de una chica.
—Paola Gales O'Higgins... —me la presenta y puedo ver a una adolescente que aparenta mucha más edad, eso y contando que es más hermosa de lo que imaginé.
—Es hermosa —confieso —creo que ese llamado de Dios, va por el físico de su hija —asiente, retirando el móvil y observando la imagen de la pantalla del celular.
Su rostro se ilumina al ver a la chica, lo que me hace mirarla con inquietud, sonrío pues entiendo por dónde va el enojo de ella y el deseo de liberar a la chica de las garras de esa secta. No le conozco novio y el rumor dentro de los chicos es que gusta de las gusta de las chicas. Mi móvil suena y es un mensaje de Klain pidiendo que vaya a su casa, ya mismo, le respondo que en minutos estoy allá y miro a Montserrat, quien observa mis movimientos en silencio.
—Debo ir a una reunión, pero prometo regresar y arreglamos todo —digo levantándome de la silla y ella sonríe.
—Bien, lo espero —habla segura y tomo la chaqueta, al pasar junto a ella beso su frente.
—Ya verás que todo se solucionará, algo se me ocurrirá —total, faltan cinco años para esa boda.
Quince minutos después, estoy tocando la puerta de la lujosa casa de Klain, al ingresar me encuentro con la sorpresa que esta solo el día de hoy, no está Susana o los niños, algo que es muy extraño para ser sábado, normalmente todos están revoloteando a su alrededor. Una de las empleadas me invita que la acompañe a la piscina y avanzó hacia allá. Lo encuentro sentado en una tumbona con una bebida en sus manos y niego divertido.
—¿Diez de la mañana y ya tomando? —gira al escuchar mi voz y me observa serio, me señala sentarme en la de al lado y toma unos documentos de la mesa que me entrega.
—Su nombre real es David González Castro, colombiano, tiene 50 años y antes del llamado de Dios era un vulgar delincuente —guardo silencio, porque ya conocía esa información, el me lo había dicho
—Eso ya lo sabíamos y que todos aman a ese hombre y sus fieles aseguran que es el verdadero hijo de Dios — asiente mientras yo rebusco en los documentos que me ha entregado, una imagen llama mi atención.
Logró distinguir a David dentro del grupo de cuatro hombres, tiene quizás 32 años todos, pues parecen de la misma época. Sonríen a la cámara, son de esas fotos de cámaras instantáneas. Están en lo que parece ser un bar y tienen cada uno en sus piernas a una mujer, semi desnudas, por lo que intuyo es un bar desnudista.
—Era una banda muy organizada de cinco hombres, entraban a los ranchos, buscaban los más alejados, los que no tenían seguridad y lo vigilaban por mucho tiempo. Hasta que las esposas o las mujeres quedaban sola en el lugar. Las violentaban, filmaban, las obligaban a dejarles audios a sus familias, diciendo que ellos eran mejores amantes...
—¿Cómo sabes todo esto? —interrumpo y se levanta.
—Ven conmigo —avanza hacia la zona de su consultorio.
Tiene en su casa, lo que podría decirse una clínica privada, en donde atiende a personal muy influyente que no quiere acudir a una clínica para no hacer pública su condición. Busca dentro del bolsillo de su fino pantalón una llave que introduce y hace girar, abre la puerta de vidrio, me quedo un instante esperando que encienda las luces.
—Entra —ordena y aún tengo en mis manos los documentos y el escozor en mi cuerpo, que me dice algo importante va a ocurrir.
—¿Debo preocuparme? —preguntó y soy consciente que lo descrito minutos antes, fue lo sucedido a mi familia.
Se sienta en el escritorio y me indica sentarme en la silla frente suyo, rebusca en sus cajones de dónde saca la copia de una historia clínica que deja en el escritorio de forma despreocupada. La tomó entre las manos, lo primero que leo el nombre del paciente...
Shark Dewand Benally, 32 años, alergias... Ninguna, entre a la clínica por herida de bala en el brazo izquierdo, producto según mi declaración de un asalto. Alzó la vista hacia mi amigo y sonríe ampliamente, mientras saca varios documentos de su escritorio que va acomodando ante mí, son dos fotos del mismo hombre, muy parecido a mí.
—Su verdadero nombre es Roy O'Higgins, Teólogo, experto en religión... Es el hermano de Briana O'Higgins. Tuve la dicha de estar allí, el día que llegó a esa clínica y se hizo pasar por ti. —empieza a decir y observo la foto —Esta es la razón por la cual estas siendo arrestado y no por ser nativo o por lo que sucedió con tu esposa... Aunque tiene que ver de alguna manera.
—¿Cómo sabes quién es en realidad? —preguntó y Klain me observa en silencio.
—Acudí a alguien que me debía un favor, fui claro con él, le mostré esta foto y luego esta —saca otra foto y esta vez sí soy yo. —tiene hasta tu tatuaje, en el brazo derecho, cicatrices y demás... Pero no eres tú y el que te haya tratado se dará cuenta de ello. Investigaron un poco y encontraron a este hombre.
Saca una última foto, es de un hombre de rasgos parecidos a mí, pero con el tono de piel más pálido, se dicen que todos tenemos a por lo menos siete personas iguales en el mundo, yo estaba frente a una de ellas. Con el tono de piel más pálido y más escuálido, podría ser yo. Me dice que es la persona detrás del éxito de David, él y su hermana fueron los creadores de esa falsa religión, que hoy tenía a todos engañados.
—¿Por qué alguien se esfuerza en parecerse a ti? —me pregunta y observó las fotos —esa fue mi primera pregunta y la respuesta parece muy obvia —señala la foto antes del cambio y luego me mira —así lucia meses antes de la muerte de tu esposa, mi fuente cree que necesitaban limpiar su nombre y de alguna manera se entraron de tu existencia.
Solo que no ha podido controlar el vicio de dañar a los demás, tal parece que el parecido conmigo le ha ayudado para despistar y salirse con la suya.
—Por eso las mataron —le digo y mi voz se rompe, lo que hace que Klain alce su la mano y apriete la mía.
—Él se ha esforzado por ser como tú, su nombre está limpio... sé que te he dicho que no hagas nada y lo dejes a las autoridades. —Asiento y retiro las manos y Klain me observa con pesar —me tome el atrevimiento de llegar esto a la policía y ninguno creyó en lo que decía... No hay como probar que ese hombre se está haciendo pasar por ti, todos ellos te creen a ti culpable, y con tu rostro esta asesinando a los ex miembros de esa religión, lleva una doble vida... Algunas veces es Shark y otras Roy, este último está limpio.
Me levanto de la silla y observó las fotos una última vez, ellos tienen que pagar, ya no se trata de mi familia, quieren destruirme y lo están logrando así.
—No te meteré en problemas, lo mejor será que dejemos de vernos —saca una última cosa de su cajón y me lo extiende.
—Esto te servirá para empezar, atendí a esa chica hace unos días, fue por casualidad. —tomó el sobre y veo que hay una dirección. —se cauteloso.
Camino rumbo a la salida y parece que lo hiciera sobre brazas ardiendo, todo mi cuerpo parece arder, el descubrimiento me emociona tanto como me enoja. Entiendo que tengo la solución en mis manos y que puedo salir bien librado, total, mi deseo fue morir luego que ellas fueran vengadas. Saco lo que sea que está dentro de ese sobre y observó que es una historia clínica de mi garganta sale solo un sonido lastimero al leer lo que decía el documento y el nombre del paciente.
(...)
Una hora después y luego de calmarme un poco, parqueo el auto frente a la veterinaria. Suelto el aire y guardo todo lo que Klain me ha dado en la guantera y me bajo del vehículo, en adelante, nadie tiene que saber que él y yo fuimos amigos, es la única manera que salga limpio de eso.
—¿Cómo le fue? —me pregunta los chicos y suelto el aire.
—No muy bien—confieso —esperé por horas a la persona y no llegó — mentí y caminé rumbo a la oficina.
—Mont lo espera.
—Gracias —camino en dirección a mi consultorio y mientras lo hago, intento sacar de mi mente las palabras escritas en el documento de Klain.
Está de pie, mirando hacia la puerta y al verme baja el rostro, es como si se alguna manera ella supiera que leí esa maldita historia clínica. Ni siquiera pregunté porque Klain tenía eso en su poder, si ni siquiera fue en las clínicas que él trabaja.
— Ella no siempre fue rebelde…—empieza a decir y sé que se refiere a la hija mayor de David. Paola.
—¿Qué la hizo cambiar? —pregunto avanzando hacia ella e instalándome frentes suyas. —¿Montserrat? Si has esperado por mí, estás dos horas es por algo ¿Me equivoco? —asiente y observa el móvil que tiene en su mano y lo guarda en el bolsillo de su uniforme mientras me mira.
Extiende sus manos hacia mí y las toma y aprieta, las mira un instante, luego la mirada viaja la fotografía que tengo con mi familia, regresa la vista a mí y asiente. Pasa saliva, sé que lo que está por decirme no es nada fácil para ella, es muy delicado. Por lo que suelto sus manos y la dejo calmarse hasta que encuentre el valor de hablar y me siento tras el escritorio.
—Hace dos meses la castigaron, le contrataron… una biblia, la común que todos conocen, la de ellos. Es diferente, es en apariencia la misma, pero algunas cosas han sido modificadas según su conveniencia, es un podo de todas las religiones —asiento porque he leído el informe de Klain muchas veces, en búsqueda de algo que me ayude a entrar a esa casa. — La enviaron a limpiar las bodegas de la mansión y allí encontró una caja, con muchas fotos, audios y lo que ella dice es un diario —se aprieta sus manos y guarda silencio de forma abrupta, el temor está en sus ojos puedo verlo. —En ese diario registraban todo los que hacían, con lujo de detalles, unos eventos más que otros. Tiene el tamaño de una biblia, es grande... —abre sus manos y me muestra un tamaño y acepto que tiene razón.
Es más, el tamaño de lo usual.
—¿Lo tienes? —niega y sigue en silencio —¿Qué deseas de mí? ¿Cómo te ayudo?
No puedo evitar que mi voz, salga llena de anhelo, pero lo que me dice es la respuesta a mis ruegos y suplicas.
—Ella necesita trabajo... No ahora, cuando tenga la mayoría de edad. Le dan permiso para trabajar, donde desee. —empieza a decir.
—¿No importa que yo no sea de la misma religión o que tú te hayas ido del rebaño? —cuestiono.
—Jamás fui uno de los suyos, Paola y yo necesitamos dinero para irnos a México —baja el rostro y suelto el aire, hay mucho más que la ayuda a una amiga y temo que en el proceso de ayudarla, ella descubra quien soy en realidad y está eso que acabo de leer. —¿Usted cree en el destino? —ante mí ceja alzada ella decide seguir, se aclara la garganta antes de hablar y mira en un punto fijo encima de mi cabeza —nadie me daba trabajo, la noche antes de llegar aquí... Le pedí a Dios que se existir me mostrará el camino. Salí ese otro día, en búsqueda de algo, me encontré a ese gato malherido y me dijeron que podía dejarlo aquí.
Lo recuerdo, incluso ella yo no buscaba ser empleada y no vino en pro de eso, yo tampoco necesitaba una trabajadora más. El carácter alegre de ella me alegro y la manera de cuidar a los animales ese día también, ya que insistió en quedarse y cuidar de los demás como pago por yo curar a su nueva mascota. Al final del día, le dije que podía contratarla medio tiempo.
—¿No fue una biblia lo que encontraron verdad? —baja el rostro y niega me levanto de la silla y tomo su rostro entre mis manos y la hago verle —¿Es por eso que dicen tienes que bautizarte?
Vuelve asentir y esta vez no puede controlar las lágrimas, por lo que decido abrazarla y que sepa no esa sola. Es un hecho que la fe, causa problemas en muchos hogares, más en donde sus miembros son radicales en sus religiones.
—Él dice que hay un demonio en mí, asegura que pervertí a su hija, solo el hijo de Dios (ósea él) puede librar esa batalla y que para eso debo casarme con el que el Señor le diga —termina de decir.
El miserable no desea más que controlar a las dos adolescentes, o saciar su deseo carnal con ella, someterlas o quien sabe qué diablos quería, pero definitivamente dudaba en sus buenas intenciones.
—Ella no podría trabajar aquí, si están las dos en el mismo lugar... Será un problema —le aconsejó y su rostro se ensombrece — tengo un amigo que tiene una cadena de restaurantes, él podría ayudarles — ante ese comentario me mira y sonríe. —tu no quieres solo ayudar a tu novia, hay algo más.
—¿Es una especie de adivino o tiene poderes de sus ancestros? —me pregunta sería y me alzó de hombros, todo su comportamiento era el de alguien que tenía muchas cosas ocultas —mis papás me encontraron una canción que me había compuesto Paola, fue el día que nos hicimos... —guarda silencio y parece que lo que sigue causa contrariedad en ella, luego de una pausa sigue.
El día que decidieron se casarían al tener ambas la edad correspondiente, la chica le compuso una canción como recordatorio de ese día. Se grabó ella tocando la guitarra y cantando, los padres de Mont la encontraron, se la entregaron rápida a la madre de Paola y esta a su vez la envió a su esposo. Fue él quien le dio el castigo de limpiar ese lugar, no le quitaron el móvil, uno que no sabía que ella tenía, pues estaba prohibido tener. Por lo que su amada empezó a tomar fotos divertidas de ella limpiando el lugar y enviárselas.
Hasta que encontró la caja.
Se aleja del escritorio y antes de hacerlo, toma la foto que reposa en la mitad, son de mi esposa, mis hijas y yo, sonriendo frente a la cámara. Algo dentro de mi corazón se oprime, lo que escucharé a continuación no me va a gustar o quizás sea lo que necesito saber para avanzar.
—Me envió fotos, de todo lo que había allí... Esta foto fue una de ellas—confiesa y mi pulso tiembla — solo que no estaba usted, había sido quitada... Su familia fue víctima de esos hombres también. El primer día ella escondió el libro en otro lugar, pero una de las fotos que me envió era de un video y tenía el nombre suyo, Shark Dewand, pero al segundo día ya la caja la habían quitado.
Quizás envió a su hija a ese lugar sin recordar lo que había allí, alguien debió darse cuenta y retiró la caja, obviamente sin revisar, pues de hacerlo se hubieran dado cuenta que ese libro faltaba. Si bien, lo que escucho es tentador, mezclar a esas dos mujeres es peligroso, peor aun cuando una de ellas es la hija de ese hombre, y menor de edad. Por más que me resulte tentador, lo mejor es desistir de lo que sea que quiera y ayudarle de otra manera.
—Tu novia no querrá que su padre sea dañado —confieso y ella mira la foto de mi extinta familia.
—Describen lo que les hizo, a ella —señala a mi Ágata y la muestra girando la fotografía hacia mí, sus bellos ojos negros sonríen mientras sus labios rozan mi mejilla, intento encontrar el valor para retirar mis ojos, pero me es imposible —es una de las pocas que hacen eso, los demás son escuetos en su relato... Ellos merecen morir doctor, Paola y sus hermanos ser libres. Su madre, ella también está detrás de todo esto, está casada mucho antes de él ser quien es. —me incorporó de la silla.
Saca el móvil de nuevo y mira dentro de él, me muestra una foto que me hace sentar de nuevo en la silla. Es el mismo hombre que Klain me mostró, pero ahora está de frente, ya no tiene el tono de piel pálido, ahora luce bronceado y su cabello del mismo color del mío. Es muy parecido a mí en este instante, tanto que sería imposible distribuirnos.
—Paola y yo hemos investigado ¿Sabe que encontramos? —guardo silencio al no querer comprometer a Klain —su tío se ha esforzado mucho en parecerse a usted, días antes de lo sucedió a su esposa. Este era el antes de todo y cuando era un delincuente —toma el móvil y con el dedo pulgar rueda la pantalla y me la muestra.
Es una foto distinta a la que me mostró Klain, confieso que hay un ligero parecido a mí, pero no tan obvio como el de la primera foto, lo que me hace formular una pregunta muy obvia.
—Nosotros queremos ser libres y usted quiere venganza... —Mira el móvil y luego me lo muestra.
—No es tan fácil y no eso fue hace años, nadie me cree inocente... Jamás te dejaría hacer algo malo a alguien, el precio a pagar es muy alto...
—No lo haré, usted podría buscarme trabajo en otro lugar —su voz en casi un ruego y sigo insistiendo que son casi unas niñas y lo que dicen es muy peligroso— Paola le ayudaría a entrar a esa casa, le daría nombres de los expulsados, personas que hoy día incluso están en prisión... Solo si me ayuda a desenmascarar a ese malnacido.
—¿Hay algo más? —preguntó por qué aún no sé porque llegó en esas condiciones a la clínica... su barbilla tiembla y gira la cabeza a otro lado, observó su ropa. Lleva pantalón suelto y camisa igual, no es la ropa que ella acostumbra a usar.
Recuerdo el malestar de hace unos días, decia que no podía sentarse, que le dolían las piernas, paso una mano por mi rostro e intento que no me afecte lo que mi cerebro empieza a recordar. El diagnóstico está en mi mente, cada palabra y frase en esa historia clínica taladra mi cerebro como lo ha hecho estos años ese audio.
—El fin de semana pasado... Me llevaron a Nuevo México, a la iglesia de allá. Él le dijo a mamá que tenía que estar en una sesión conmigo, encendió una música instrumental, grité y pedí ayuda, pero la habitación es anti ruidos y el volumen era alto....
—No me digas más —interrumpo —lo lamento mucho pero no puedo ayudarte, lo que me pides es muy peligroso— sale de la oficina, volviendo tiempo después con algunas fotocopias de lo que puedo imaginar es un libro. Lo tomo en mis manos y ella se alza de hombros.
—Es muy grande para que ella lo saque de ese lugar, desde que se sabe lo nuestro es vigilada, pero le pudo escanear y enviarlas a mi correo —asiento y ella sonríe ampliamente —sé que conocerlo no fue al azar doctor, los suyos nos unieron. Mi bisabuelo era de Norteamérica, navajo... Se fue a México cuando se enamoró de mi abuela. Si usted no me ayuda, buscaré a alguien que sí.
Alzó la mirada, al escuchar aquello pensé en mi madre y en mis ancestros, en el pedido realizado hace años, ellos me prometieron ayudarme. La llegada de ella no era al azar, que yo la quisiera ayudar tampoco.
—Espero no te arrepientas de todo esto —digo luego de unos minutos de tenso silencio y ella niega enérgica.
—Yo tengo más odio que usted doctor, usted escucho ese audio... Pero yo lo viví —esa respuesta me hace guardar silencio, y veo la decisión en sus ojos. —no me importa que hagan con ellos mientras paguen por todo lo que me hicieron.
—¿Le dijiste a tus padres?
—Si ¿Sabe que me dijeron? Que la llegada al cielo estaba rodeada de sacrifico, ahora estaba más cerca de Dios. —aprieto las manos, porque eso rayaba la ignorancia y me mira con ojos suplicante —Dígame por lo menos que lo pensara, Paola le ayudará a entrar a esa casa. —asiento y sonríe, mientras me deja apartes del dichoso libro —se lo entregaré como me lo vaya enviado.
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