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Capítulo 14

El viejo edificio podría verse cinco cuadras antes, sus paredes anteriormente amarillas hoy tenían un toque gótico. Los metales de las ventanas retorcidos y vidrios esparcidos por todos lados, más de dos cuadras a la redonda, mostraban la magnitud del daño. De la explosión de momento se sabía que usaron acelerante y dejaron las llaves del gas abierta.

Tres días después, aún salían pequeñas hileras de humo de una que otra ventana y el olor a gasolina se podía sentir. Si la explosión fue para matar a Dewan, era excesivo, cuando se usaba ese nombre, sólo alguien venía a mi mente "Roy O'Higgins".

Nos detenemos frente a él al ver al jefe de bomberos en la escena, de los siete pisos que formaban la edificación quizás el que memos había sufrido era el último, aun así, era obvio su inminente desplome. Salgo del auto y voy directamente a la tienda de mascotas, una mujer de 50 años y un hombre de la misma edad, limpiaban el desastre.

Lo primero que llevaba era el olor a carne chamuscada, las diversas jaulas para aves, o roedores, yacían a un costado del local y apiladas una encima de otras, retorcidas e igual de negras, como todo a más 300 metros a la redonda. Una que otra pluma colgando en los alambres de ellas, daban cuenta que allí hubo un animal encerrado y murió igual al hombre que todos decían había entrado unos 10 minutos antes del edificio explotar.

Tanto el hombre como la mujer, ancianos llevaban tapabocas, guantes y una braga marrón. Limpiaban los restos de su negocio al tiempo que se secaban las lágrimas ¿Cuántos sueños no fueron destruido con ese edificio?

—Murieron sin poder hacer nada, agente —me dice la anciana al verme en la puerta o en lo que, quedó de ella —pudimos abrir varias jaulas y muchos salieron volando...

—Nos fue imposible salvar a todos, al igual que ese hombre... a él tampoco pudimos salvarlo —sigue diciendo el hombre. —Sabíamos que algo raro ocurría, cinco años entrando allí...

Guardo silencio un instante, sopesando lo que me está diciendo o mejor aún, hablando con su mujer con quien parece tener una complicidad, que solos varias décadas de feliz matrimonio logran. Su esposa asiente, observando las ruinas de su tienda y luego posando sus ojos en el edificio del frente.

—Jamás pensé que Roy fuera capaz de hacer algo así, —dice —amaba a los animales ¿Sabe? —me mira con nostalgia— Mis gatos se extraviaban y aparecían muertos en la entrada de su edificio. Recuerdo que me dijo "Doris, tienes que poner cámaras, quizás sea un boicot".

Me abro paso dentro de las ruinas del local, observando que no hay manera de poder rescatar los videos de seguridad, tanto el PC como las cámaras están igual de chamuscada. Por el momento, solo puedo contar con que los esposos tengan buena memoria o lograron ver algo ese día.

—¿El dueño solía venir? —pregunto y la pareja gira hacia mí, meto una mano dentro de la chaqueta y sacó mi identificación —disculpe, soy el Agente Walker y me gustaría hacerles unas preguntas sobre ese día.

—Soy Augusto y ella mi esposa Doris —saluda el hombre mientras se limpia una lágrima —Todos nuestros ahorros estaban aquí, el sueño de toda una vida. —era de imaginarse, por la manera en que lloraban al apartar objetos quemados.

Observo el lugar con más atención, de pronto la tristeza de las personas me contagia. Si Roy está detrás de esto, tienen los medios para pagar a los afectados. Es lo mínimo que un juez debería pedir, aparte de lo obvio, las muertes que han ocasionado. La de Dewand, de estar dentro, un taxista y una mujer en estado de gestación que llevaba en el momento e innumerables heridos.

—El culpable tendrá que pagar los gastos —advierto —entre otras cosas. —el rostro de la mujer cambia rápidamente y sonríe.

—Eso esperamos y si... Roy solía venir era un hombre misterioso pocas veces hablaba con nosotros, salvo cuando encontraba nuestras mascotas mutiladas. —habla el hombre —recomendó cámaras, pero nuestro dinero no alcanzaba para ello. Giacomo nos proporcionó una, está conectada a las de ellos.

—¿Habla de la pizzería Dogers? —asiente y señala el lujoso local.

—Las nuestras no funcionan, pero él tiene una mirando directamente a nosotros. —comenta sacando un pañuelo de su braga y secándose el rostro —supe que algo ocurría cuando lo vi esconderse y mirar a ese hombre entrar.

Tomo una de las dos fotos que he traído conmigo y se las muestro, es la mujer quien parece más afectada. Sus manos tiemblan ligeramente al ver al hombre, lo mira unos instantes para luego asentir y decir un "—Es él, este hombre fue el que vi entrar" —. Busco la otra y esta vez se la paso al hombre, quien observa con igual de atención.

—Mi esposa se fijó en el hombre de la fábrica, yo no lo vi... Al que si vi fue a este cruzar la calle a toda prisa y esconderse aquí —sale de la tienda y se ubica detrás de un muro. —en esta posición y mirando hacia allá, cuando giré para ver que llamaba su atención de mi mujer, el hombre había entrado.

—Pero yo lo había visto, él miraba el móvil y luego las placas de los locales... Como si buscara una dirección, esa puerta solo se abre por fuera. Una vez la dejaron abierta y entré para buscar a mi mascota. —palidece mientras relata y se hace la señal de la cruz en su rostro, como si eso exorcizara sus malos recuerdos —Quedé encerrada allí, por fortuna, Augusto sabía que yo había entrado y escucho mis gritos.

—Ese pobre muchacho no pudo salir, quizás por eso no logró salvarse.

Mi vista sigue puesta en la pizzería, que sólo sufrió daños en los grandes ventanales de vidrio, por lo que alcanzaba a ver, las cámaras no sufrieron daño. Miró en dirección a Marcus y no lo veo, lo más probable es que esté dentro con el jefe de bomberos, contemplando los daños o averiguando que ocasionó la chispa que inició el desastre.

—¡Giacomo! —grita el anciano y veo que saluda a un hombre que está en la puerta de la pizzería.

Es un hombre relativamente alto, robusto y que tiene traje de chef, con sombrero incluido. Manotea enfadado y despotrica señalando al viejo edificio y luego su local, grita fuerte...

—¡Le di mi receta Secreta! Solo porque a Beches, mi gata le caía bien —habla con ese acento propio de los europeos, su mirada va del edificio en ruinas a nosotros una y otra vez —ese miserable no sabe con quién se metió, Giacomo Menichini, no deja deudas pendientes. Ya verán cómo le haré pagar todo...llamaré a mis muchachos...

—La policía quiere ver las cámaras Giacomo—le interrumpe el anciano nervioso, pero no estoy interesado en saber a qué muchachos de refiere.

Aunque puedo tener una idea...

—¿Cuántas veces tengo que darlas? —se queja —un compañero suyo ya me pidió esos videos —debe notar mi rostro de confusión porque sigue —¿Es del FBI? —Pregunta y una chica le hace entrega de algo y camina hacia nosotros.

—Agente, Walker —me presento —¿Esta seguro que uno de los nuestros le pidió ese video?

Su rostro refleja la indignación pura, asiente alegando que sí, que él sabe leer desde temprana edad, porque su coeficiente intelectual es más alto que el humano promedio. Sigue diciendo que tiene tres carreras sobre sus hombros y puede con varias más, la policía de América es igual a la de su país, estúpidos e incompetentes.

—Pues no ha llegado a nosotros ese video, por eso le pregunto —le calmo.

Ante mi respuesta, no formula palabra en los siguientes segundos. Pasa una mano por su mentón y me observa de arriba abajo. Luego me dice que imaginaba que la placa era real, confiesa que no preguntó el nombre, pero que podía hacer algo por mí.

—Me preguntó si era mi única copia y mentí... Le dije que no había más, pero porque esa copia irá a otro lado, si la justicia no me paga, yo haré que me pague —ignoro por segunda vez, sus amenazas recibiendo el CD.

Algo que me llama la atención del tal Giacomo, es que no se molesta en lanzar amenazas delante de mí, eso no suele ocurrir seguido y solo lo hacen cierto tipo de personas. Observó sus manos y cuello, no parece tener algún tatuaje, por lo que descarto a los rusos. Su nacionalidad, apunta a otro tipo de personas, no menos peligrosas.

—¿Puedo ver el contenido aquí? —pido y me mira con una ceja alzada —quiero saber que hay registrado en sus cámaras, algo valioso, si se atrevió a hacerse pasar por uno de los nuestros.

—Era uno de los suyos—corrige —venga conmigo...

Veinticinco minutos después...

Más allá del hecho que se ve a Shark bajar de un taxi, buscar una dirección, tal como lo dijo Doris, por último, detenerse frente a las puertas de la vieja fábrica y perderse detrás de ella. La cámara también nos muestra el auto de O'Higgins, detenerse minutos antes de la llegada de Dewand y quedarse allí, en lo que parece espera a su víctima. Una vez Shark aparece en escena y tras estar unos minutos observando la dirección, que imagino es para cerciorarse es la correcta, se ve a un O'Higgins ansioso bajarse del auto, cruzar la calle y agazapado mirando al hombre. Observa su reloj de pulsera y luego el edificio, en espera de algo, que parece no llegar a juzgar por la actitud del individuo, ansioso y nervioso.

—Quince minutos —murmuro al italiano —antes de la explosión, el hombre duro dentro quince minutos...

—Buscaba otra salida, quizás... —dice el hombre —algo de su humanidad debieron encontrar... Como lo hicieron de esos dos infelices, Ossian, Damond, eso eran sus nombres.

La mención de cuerpos y sus nombres, me hace quitar la vista de la pantalla y observar al hombre que me mira con intriga. Nadie me ha dicho nada de cuerpos y hasta el momento Lawrence, quien es el que decidió llevar este caso personalmente, asegura no haber encontrado nada.

—No han encontrado cuerpos, el fuego consumió todo —le recuerdo y el hombre ríe sin control.

—Eso es poco probable agente, se necesita algo más que cinco barriles de gasolina para convertir a cenizas a alguien...

Me quita las manos del mouse y busca algo, esta vez dentro del disco duro de su PC, el registro es de hace dos días, es decir, veinte horas después del incendio. Los bomberos sacan dos bolsas negras enteras y una tercera pequeña, con lo que parece ser cuerpos, lo que me ocasiona intriga. Ese edificio ardió de una manera poderosa, es imposible que encontrarán restos.

—A juzgar por el tamaño de esas bolsas, están muy completos para ser sacados de en medio del fuego —aseguro y el hombre, cuyo oficio es el uso del horno sonríe negando.

—No es tan fácil agente, algo debe aparecer de él, en medio de esas cenizas, al igual que esos tres cuerpos —habla con superioridad. que sepa tanto quiero creer que es por su lugar estratégico en la escena. — ¿Por qué le ocultan las cosas? ¿Un policía corrupto? — guardo silencio y me sumerjo en mis teorías.

Ahora si estaba seguro que Roy estaba detrás de esto, no era al azar que los cuerpos, (De ser correcto lo que él italiano dice) fueran los de sus cómplices, aquellos que sabían quién era él en realidad. Sin dudas, no tocar a su hermana, era por su lazo y estaría seguro que ella no hablaría. Quizás fue planeado entre esos dos, algo debió detonar el enojo en la mujer, para traicionar a su esposo.

Quizás el dinero que obtendría la mujer quedaba, viuda con bastante dinero y a cargo de unas de las iglesias más poderosas del país.

—¿Cómo sabe quiénes son? —se alza de hombros y sonríe, mordiendo una pajita en el proceso —Hábleme un poco sobre el fuego y como está seguro que es normal encontrar cuerpos enteros cuando el fuego fue tan poderoso y ardió por más de 12 horas...

Sonríe y se sienta a mi lado, ya me dijo que tenía varias carreras encima, desconocía si era por presunción o porque en realidad era cierto. La verdad era que él parecía ser un poco sabelotodo, pienso con fastidio.

—Se necesitan temperaturas superiores a los mil grados centígrados para calcinar un cuerpo humano. Quemar un cuerpo de modo que se vea convertido en ceniza no es tan sencillo. Hay muchas cosas que tener en cuenta, entre otras cosas, los rigores del mismo infierno para que los huesos queden calcinados, temperaturas muy superiores a los mil grados centígrados, un calor intenso por muchas horas.

—Tiene razón, pero el edificio ardió, desconozco las temperaturas. —insisto —Observe el daño a su alrededor, se ve a más de Tres cuadras a la redonda, los daños y heridos están en ese radio...

—En una funeraria para poder incinerar al cadáver la incineradora debe de estar a entre 900ºC y 1250ºC grados y durar al menos tres horas como mínimo y hasta 5 horas para la incineración. —sigue diciendo ignorando mi teoría —Aun así, no se reduce todo a cenizas, sino que el cadáver es pasado por una trituradora de huesos (cremulador), de donde se recoge y se pasa al jarrón-urna. "según la odontología forense... un cuerpo calcinado solo puede ser reconocido por los dientes... La boca es como una caja térmica, no entra calor o frio y no sale el esmalte dental, es el tejido más duro del cuerpo humano...todo esto sin apagarse y recuerde que aquí si se apagó o disminuyó con la llegada de los bomberos

—Entonces usted asegura, el cuerpo de Dewand, el hombre que acaba de ver entrar debería parecer —concluyo y el hombre asiente cruzándose de brazos. —¿Puedo saber porque sabe tanto de desaparecer cuerpos?

—No—responde seco, pero con una media sonrisa —lo que sí puede ver es el rostro del hombre que me quitó ese CD. —busca de nuevo en el PC, escribe la fecha anterior y luego sonríe. —allí lo tiene... —termina de decir girando la pantalla hacia mí—¿Lo conoce?

—¡No! —miento, aunque no es del todo mentira.

Maldita sea... Es todo lo que grita mi mente, me levanto de la silla, agradezco al hombre y salgo del local. Guardo cuidadosamente lo que me acaba de dar y tras exigir saber quién era el hombre y de yo decirle. Le exigí silencio, lo que aseguró haría, solo porque yo le había caído bien. Cruzo la calle con poco tránsito, pues las personas temen que el sitio se desplome en cualquier momento, lo que no es del todo descabellado.

Marcus me esperaba en la puerta del lugar, del jefe de bomberos no hay rastros. Mi compañero tiene rostro de alguien que ha recibido una mala noticia, me acerco a él y nos miramos un instante sin decir nada.

—Te mostraré algo. Por aquí —indica entrando al lugar —la chispa la dio al encender la luz...

—¿Qué hizo esos quince minutos antes y en la oscuridad? —preguntó al recordar el video de la cámara de seguridad.

Marcus se pasa la mano por su cabello rizado, luego se desajusta la corbata. Su comportamiento es cada vez más nervioso, sin contar que lo he visto mirar el móvil una y otra vez. Pasa unos minutos antes de explicarme, que encontraron cinco barriles de gasolina. Ello me recuerda que, fue el número mencionado por Giacomo y de nuevo me cae la duda sobre, quien es, en realidad. El olor al combustible, o la llave del gas abierta debió alegrarlo, es un hombre experimentado y sabe que cualquier chispa ocasionaría una explosión.

—¿Sabes lo que encontraron? —afirmo sin decir nada.

Es como si esperara que nuestra platica estuviera siendo escuchada, y alguien se diera cuenta que yo sé de más. Tal cual, quizás llegó a saber Dewand, porque quizás en esas investigaciones, se enteró de lo que no debía. Marcus me conduce al segundo piso, avanzamos en silencio, pasamos por los restos calcinados de puertas y las señas del fuego, aunque más leves son desastrosas.

—A dos de ellos, los encontraron aquí, el otro alla abajo —dice y señala el lugar en donde está la marca blanca señalando como fueron hallados. —el jefe de bomberos llega a dos conclusiones. Una: bajó por una cuarta víctima y quedó atrapado por la explosión aquí dentro.

Niego y recuerdo lo dicho por el italiano, estoy casi seguro que no mintió y aunque el tipo encierra un misterio, tengo que admitir que hablaba con fluidez del tema, por la razón que sea.

—Algo debieron encontrar de esa cuarta víctima y hasta donde sé no ha sido así. —murmuro y Marcus asiente. —aunque nos han ocultado cosas.

La segunda era que subió los siguientes pisos en búsqueda de salida, pues el fuego ya estaba por todos lados y tras no encontrar nada bajó. Algo bastante imposible de creer, pues de ser así, se hubiera quedado en la azotea, le digo a mi compañero y acto seguido subidos piso a piso, encontrando en casa nivel ruinas, y marcas de fuego, menos fuertes que la anterior. Una vez llegamos a la azotea y tras dividirnos no encontramos muestras de nada.

Yo tenía una tercera y se trataba que Dewand llegó a salir del lugar, quizás por una ventana y hacía parte de los más de 600 heridos que estaban desperdigados por toda la ciudad. Ese tercero podría ser el tal Jerry o cualquiera de los diez miembros de ese grupo. Por eso habían ocultado que encontraron restos, querían asegurarse que Dewand no estaba dentro de ese edificio, para poder actuar en caso que fuera asi.

—Pediré licencia —dice Marcus durante nuestro descenso —necesito pasar tiempo con mis hijas, yo estoy seguro que si sigo en este caso...

—Hablare con Lawrence, no te preocupes. —le calmo.

Todo es él es nerviosismo puro, sus ojos se mueven rápidamente, se lleva la mano a su arma en todo momento. He visto mirar a todos lados al escuchar ruidos de autos acelerarse, es una bomba de tiempo y por lo que veo a aumentado al entrar a ese edificio.

—¿Qué sucede Marcus? —pregunto deteniéndome en el tercer piso, mira escaleras a abajo y luego a mí.

Cada día está más cerca de un colapso nervioso, que esté ande armado es peligroso, lo sé. En su estado y con una 9mm es casi una bomba de tiempo, pero que sea el quien decida alejarse me alivia.

—¿No te afecta? ¿Ver esas fotos de esas niñas? Tendría la edad que tuvieron las tuyas, Sharoll tiene la edad de Abbie cuando murió y no dejó de pensar en eso, viejo. —apoyo mis manos en sus hombros al verlos caídos y sus ojos humedecen —cada que intento dormir sus gritos me lo impiden ¿Cómo pudo hacerle eso a esa mujer a esas niñas y luego que su padre las escuchara?

Lo hago verme antes de hablar, le llevo muchos años de trabajo, he visto y oído cosas que aún hoy al recordarlas me perturban. Marcus es relativamente nuevo con nosotros y su sitio es casi siempre detrás de un PC, nunca ha estado en campo y se estrenó en uno de los peores casos que me ha tocado en estos 18 años.

—No es que no me afecte... He perdido la cuenta de cuantas veces he vomitado o llamado a casa —confieso —pero filtro mi miedo esforzándome en hacer pagar a los que sea hicieron esto. —sigo diciendo y señaló las dos figuras — de ser cierto eso que él los trajo hasta aquí e hiciera lo posible por rescatar a los hombres que, sabía le hicieron daño a su familia, nos habla de un hombre que pudo dejar todo atrás. Por ende, no está detrás de la muerte de David.

—Creo que pediré regresar a delito informático —concluye haciendo una mueca de disgusto. —pero antes haré lo que dices, quiero ver a los culpables en el lugar que le corresponde.

Lo felicito porque no puede permitir que el mal gane, también porque no habrá lugar en donde no se encuentre con casos que involucren a menores de edad, víctimas que se asemejen a cualquiera de su familia. La llamada del forense nos detiene a ambos en medio de la acera, me tiene noticias y una no muy agradables. Dentro de lo encontrado, no sólo están los tres cuerpos, en la parte inferior encontraron restos óseos.

—Restos óseos consistentes con falanges de extremidades inferiores y superiores, algunos dientes, entre otras cosas —dice y lo escucho atento —el ADN de Dewand está dentro del sistema por el caso de su esposa e hijas... Tengo que verificar si él, quería que lo supieras.

—¿Te pido un favor?

—El que desees —me dice rápidamente y luego sigue —No lo digo hasta no estar seguro.

—Por favor, te busco y explico el porqué. —le prometo y dice que no hay problema.

Cuelgo la llamada en silencio, murmuro lo que me acaban de decir y ambos miramos el piso inferior. Los restos fueron encontrados cerca de una ventana del piso inferior, por lo que se cree murió intentando llegar a ella. Debió perder el conocimiento mucho antes de ser abrazado por el fuego y luego consumido por él.

Ahora no estaba seguro de nada, salvo de una cosa, uno de los delitos que se implicaba a esos infelices era de pederastia. Necesitaba encontrar la manera de alejar sin causar mucho revuelo, o implicar a alguien en particular. El viaje a la estación fue en silencio, intentado encontrar una manera de poder ayudar a madre e hija.

Una vez llegamos me bajo del vehículo y alguien me llama por mi nombre, algo que pocas veces ocurre. Me encuentro con el rostro de Klain Sinclair quien tiene en sus brazos a la pequeña April y a su lado a su madre Jade quien llora desconsolada probablemente ya le dieron la noticia, pero yo tenía una solución a mi problema.

El amigo de Shark, era un cirujano, Klain Sinclair era cirujano.

El hombre a quien le debía la vida de mi hija, mi mejor amigo y casi un hermano, era el único amigo de Dewand. Probablemente cuando decían que había salvado a la hija de un oficial, se refería a mi hija. Si tenía que poner la vida de mis hijos en manos de alguien, sería en Walker y podía confiar en su discreción.

—¡Chuck! —el grito tan cerca me hace reaccionar, parpadeo varias veces y me mira con preocupación —¿Podemos hablar?

—¡Por supuesto! Yo tengo algo que pedirte —miro a Marcus y le señaló a mujer e hija y asiente —aquí afuera —sugiero al ver que va a entrar.

—OK —dice mirándome serio —espero no seas largo en tus pedidos porque tengo a un malnacido a quien golpear pues dio por hecho que los restos encontrados son de Shark.

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