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Capítulo 13

Horas antes...

JADE

Shark subía una enorme colina, desde el valle de ésta lo contemplaba corriendo hacia él. Lo llamaba una y otra vez, pero no se detenía, me quedo sin aire y aguardo un instante, al pie de un árbol y apoyo mis manos en su enorme tronco. Tres figuras que están en la cima, de las que solo diviso que son mujeres, una mayor y las otra dos, niñas, son su familia.

Estamos de blanco, la brisa es particularmente fuerte y yo llevo un vestido vuelto, pues ya mi embarazo de cuatro meses, se nota. Shark viste un pantalón holgado, camisa por fuera, descalzo y su cabello trenzado. Lleva el rostro sereno y mirada relajada, es un Shark que jamás he visto.

—¡Espérame! —le ruego una vez más—¡Por favor! No puedes irte así —digo esto último rompiendo en llanto.

Mis lágrimas lo hacen girar, murmura mi nombre, pero es como si no pudiera acercarse o una fuerza desconocida lo llevara a seguir ascendiendo.

—¡Shark!

—¡Papá! —le llaman las tres figuras en la cima Es hora de partir. le dicen.

Se ha detenido en mitad de la inclinada colina, observando a uno y otro lugar, con duda. No formula palabra alguna, no quiero decirle que estoy en embarazo, porque sé que eso lo hará regresar. Mi deseo es que quiera llegar a mi lado porque lo desee, y no obligado. Apoyo mi cuerpo en un árbol y el chillido de un ave me hace alejar la vista de él. Es un águila de cola roja que no deja emitir ese chillido y batir sus alas en la rama del árbol justo encima de mi cabeza.

Por un momento, el desespero del animal me aleja de mi objetivo, que no es otro más que hacer regresar a Shark. Giro del todo, descubro que dos ramas por encima del animal oculto está su cría, pero ella sigue emitiendo ese ruido que aumenta con desesperación. Busco por todos lados y veo que otra cría, quien está en el suelo.

—¿Es tu hija? —le pregunto y el animal hace de nuevo el ruido. te caíste bebe...

No puedo tomarlo por más que quiera devolverlo a esa rama, me expongo a ser atacada. El lugar en donde está, si bien está a poca altura, mi escaso 1,68cm no alcanzan a ella. Busco algo con lo que tomarlo de lejos, quizás una rama y poder así correr en caso que su madre quiera desquitarse conmigo.

Giro y veo a Shark contemplando a su familia, detrás de ellos veo a otras figuras, su solemnidad me hace detener. Los cuatro parecen escuchar atentos a los que noto son ancianos, tres hombres con vestimentas extrañas o antiguas. Gira de nuevo hacia mí y alzo las manos como despedida, entendiendo que nunca fue mío. Que luce feliz y tan relajado que me siento feliz por él, por fin ha encontrado esa paz que entre los vivos nunca halló.

Con un nudo en la garganta y consciente que no lo veré más, regreso a mi labor. Es decir, la de regresar su cría a la madre, por lo menos salga algo bien de todo esto. En el suelo, se expone a los depredadores o que los niños la maltraten. En medio de lágrimas busco alguna rama, mi vista se empaña y limpio mis ojos con el dorso de la mano. Observo el césped a mi alrededor y descubriendo no conozco este sitio, pero se respira cierta paz.

Una vez hallo lo que quiero, me uno al pequeño emplumado, la rama es muy grande y pesada por lo que me cuesta sostenerla. Sin embargo, sonrió al ver que he logrado mi objetivo, el pequeño y asustado animal se ha montado en la rama. Alzo la rama y ante el movimiento brusco la pequeña cría bate sus alas y emite un sonido extraño.

Ajena estoy a lo que sea que ocurre en la colina, con Shark y su familia.

Estoy intentado no mirar hacia ese lugar, no ver que ha subido con ellas o que se ha ido, pero me está constando. Entre lágrimas y con la poca fuerza que tengo alzó la rama, una y dos veces, es el tercer intento en que logro ubicar al animal en el lugar justo para que trepe a la rama al lado de su madre, quien observa mis movimientos mirándome fijamente. Tiro la rama y retrocedo, al ver a la madre acercarse a su hijo, he perdido la batalla en no ver a ese lugar y al girar no veo nada ante mí. No hay colina o las figuras de las tres féminas o los de ropa extraña, o Shark.

No hay nada a mi alrededor.

—¡Shark! —grito fuerte y miro a todos lados. —No puedes irte así, no puedes dejarnos, April te necesita, mis bebes te necesitan.... —caigo de rodillas al suelo al no poder soportarlo.

Se ha ido, no se ha acercado a mí, no se ha despedido. Jamás me quiso nunca podría llegar a amarme, me él lo aseguró. Sin embargo, conocer esa verdad duele, escucho la voz de alguien que me llama y al alzar la vista lo veo venir apresurado.

Se detiene a pocos pasos de mí, no se acerca del todo.

—Jademurmura y su vos la escucho pausa, como si se le dificultara respirar no dejes que nadie se acerque a April... solo Klain, es de confianza ¿Entiendes? —asiento y me observa nota mi vientre y me mira confundido. —¿Por qué lo ocultaste? Todo sería diferente Jade...

—Mami despierta —la voz de mi hija me hace abrir los ojos y miro a todos lados.

Era un sueño...

Uno de los tantos que he tenido últimamente y son cada vez más reales, jamás alcanzo a decirle nada y él siempre dice lo mismo, cuida de April. En todas las veces, él se va con su familia y me deja sola, en ese extraño lugar. Siempre está la misma águila, las dos crías y yo intentándola ayudar.

Solo esta vez pudo lograrlo, el regresó a mí y vio mi embarazo. La idea que esté muerto y que sea su espíritu el que entre a mis sueños me hace querer llorar. Parpadeo rápidamente para evitar que mi bebé me vea en ese estado, ella cree Shark está de viaje y vendrá al terminar su cuenta de lunas.

Mi hija con su rostro ansioso me observa, con una valentía que estoy lejos de sentir le sonrió y la acerco a mí. Trae con ella la libreta y el bolígrafo que le dio el agente Walker.

—Buenos días cariño —se abraza a mí y besa ambas mejillas. —¿Cómo está la princesa de la casa? sonríe ante mis palabras.

Sin ella, sería difícil soportar esta pesadilla, me nuestra la libreta y la tomo, pasa sus manos por mi cuello. Quiere que cuente con ella cuantas lunas faltan y cuando es el próximo cambio. Observó la libreta y arriba veo la letra de Shark, al igual que sus números y dibujos de animales con los que adorno el improvisado calendario.

—Buenos días mami ¡Hola! —dice besando mi vientre.
Según ella, Sasha, su muñeca le dijo que eran dos hermanos y lo dio por hecho. Mucho antes que la ginecóloga me dijera que eran dos bebés, ya ella lo aseguraba —¿Cuánto faltan? —pregunta señalando la libreta.

Me siento en la cama, tacho los números que han pasado, ante la mirada curiosa de April. Por primera vez descubro que no es un calentamiento normal y que las lunas no se cuentan iguales a lo del calendario corriente. Me levanto de la cama, busco uno dentro de las cosas de Shark y tras encontrarlo, lo comparo.

No, no es igual, no es un calendario normal y desconozco que quiere decir exactamente. Lo único que sé, es que mi hija espera encontrar algo al llegar a la luna número 25. Giro hacia ella, quien sentaba en la cama espera una respuesta.

—Faltan doce lunas, cielo—aplaude con alegría y sonrió —ve a cambiarte, tenemos que ir a la estación.

—¿A buscar a Sham? —asiento y hace lo mismo, da media vuelta y se pierde en los pasillos.

Una vez sola suelto todo el aire que he retenido en mis pulmones sin darme cuenta. Me apoyo en la cama, a diario me pregunto ¿Qué hubiera pasado si Shark supiera de mi embarazo? Quizás se hubiera detenido, pero no me perdonaría por no poder seguir. Yo no quería vivir con su desprecio, y hasta el último momento, quise que él se quedara por voluntad.

Me incorporo y con pasos pesados, aún con el nudo en mi garganta y la sensación de opresión en mi pecho. Aún costado de la habitación, está la pequeña maleta, nos iremos a vivir con Klain, en lo que dure la búsqueda de Shark.

Entró al baño, me despojo del pijama, frente al espejo de cuerpo completo, uno que Shark, instaló días antes de desaparecer, mismo que no había usado, pues dormía con mi bebé desde el día de ese incendio.

El día anterior, había acudido a mi control, tenía ya cuatro meses de embarazo, allí supe que eran dos bebés, aún no se sabía el sexo. Sonrió acariciando mi vientre y hablándoles en voz baja, diciéndole que el excelente padre que tenían, el mejor de todos. Una lagrima sale de mis ojos que limpio, lanzando un suspiro y hablando en voz alta que estaremos bien.

—Ya no iremos a Canadá, tampoco venderemos las tierras de su padre —digo acariciando la panza —viviremos allí porque es lo que él querría, también llevarán el Benally como April. —sonrió con nostalgia una última vez a mi reflejo en el espejo.

Entró a la ducha y es allí en donde me permito llorar, el agua correr ahoga mis sollozos. En contraste con el cántico de April, para ella esto es solo un juego. El jefe Lawrence le ha dicho que su padre está escondido y sólo hay que buscarlo, por eso le dijo "abre bien los ojos", cuatro palabras que se quedaron grabadas en mi bebé.

Media hora más tarde....

Me visto con un vestido largo y suelto, estoy buscado los zapatos tenis, cuando escucho el grito de terror de April. Los vidrios de la ventana romperse, hacen que mi corazón lata apresurado en búsqueda de mi bebé.

—¡April!

—¡Mami! —grita histérica.

Me encuentro con ella a mitad de la sala, está ya vestida, tiene puesto un solo zapato y lleva el otro en la mano, corre hacia mí mirando atrás.

— Un hombre entró por la ventana, está allí. —señala hacia su habitación.

Es la única con vista a la calle, también con las escaleras de emergencia. Sin saber qué hacer, tomos mi hija en brazos salgo a los pasillos del edificio varios vecinos se han amontonado en mi puerta. Tengo que decir que muchos ya se han ido tenemos vecinos nuevos, muchos de los cuales, nos reconocen como familia, también han estado pendiente a la desaparición de Shark.

—¿Qué sucede? —pregunta el señor Wilmar, nuestro vecino del frente al verme salir.

—Alguien entró a la habitación de April —le digo agitada.

Mi vecino no lo piensa dos veces, entra a su apartamento y sale con un bate de béisbol, su esposa se asoma en la puerta y al ver nuestro aspecto nos pide entrar. Varias mujeres nos han rodeado e intentan calmarme, mientras tres hombres más entran a nuestro apartamento. Sé que es Roy, que viene en búsqueda de April, algo dentro de mí, me lo dice, sabe que es la única manera de hacerme callar.

Me hacen sentar en un viejo sillón, con una April temblorosa y llorando desconsolada. A manera de distracción, termino de calzarle el otro zapato y una vez acabo, la aprieto a mí, ignorando las miradas curiosas y de lastima de mis vecinos, uno de ellos regresa segundos después diciendo que no hay nadie en el apartamento. Pero que hay muestras que iba en búsqueda de algo, pues algunas cosas de la niña están tiradas.

—Este lugar no es seguro —habla el señor Wilson—si es cierto lo que dice la prensa y esa explosión fue para deshacerse de su esposo... Tienen enemigos fuertes señora.

—Lo sé, —respondo mordiéndome los labios con fuerzas y sintiendo el salado en mi boca.

—Tengo un amigo que arrienda apartamentos, su hijo es policía y vive allí...

Niego a la mujer de cabello dorado que me habla, la gran mayoría de ellos no le sé el nombre. La experiencia me dice que es mejor no confiar en ninguno de ellos, en el único que puedo ir en búsqueda de ayuda es con Klain.

—Shark... Mi esposo —corrijo —es amigo del dueño de este sitio, hacia allá nos dirigimos hoy a su casa.

Todos se miran entre sí, la duda en todos ellos es evidente, ya entraron al apartamento y vieron los lujos. Les acabo de decir que Shark es amigo del dueño, en la prensa y en las noticias muestran a un Shark hacendado. De estrato social alto, y miembro activo de su población, a quien representa con orgullo. Que vivamos en este lugar humilde, ha creado más preguntas en torno a nosotros.

—En ese caso, la acompañamos a que terminen de vestirse y llamamos a un taxi —nos responde.

Ya en la puerta el resto de vecinos, aquellos que han bajado por las escaleras de emergencias regresan. No han encontrado nada, aunque si han visto a alguien montarse en un BMW, negro de vidrios oscuros. No conozco a nadie con un auto así, pero si alguien puede comprar uno son los de esa iglesia. Montserrat y Paola no se han acercado a mí, los chicos de la veterinaria de Shark, sí. Nos llaman en las mañanas o en las noches, preguntándome si necesitamos algo y que ellos están pendientes a la clínica. Uno de ellos, Roberto, el más antiguo con Shark, ya se residió como Veterinario y trabaja con él, en ese lugar. Los otros tres le siguen los pasos y Monserrat, hasta donde me ha dicho está en el rural de medicina.

Entro a la casa tomo el móvil y le marco a Klain, le llamo varias veces, sin respuesta alguna. Me envía un mensaje de texto segundos después, diciendo que entrará a cirugía y que lo espere en la estación, me lleve lo necesario pues no regresaré a la casa, no sin Shark.

—¿Puedo llevar a Sasha mami?

—Solo a ella —le digo y corre en búsqueda de la muñeca.

Ya en la planta baja del edificio y rodeada de mis tres vecinos, me ayudan a entrar al taxi, diciéndome que no me preocupe ellos estarán pendientes a mis cosas. Agradezco a cada uno y entro al vehículo, nada de lo que hay allí es valioso. Todo lo que podría buscar Roy, se lo entregue al agente Walker.

(...)

Una hora aproximadamente llevaba en la estación, la mayoría allí ya nos conocían. Siempre llegaba en las mañanas a preguntar si se sabía algo de Shark, hasta ahora y luego de tres días, no habían recibido noticias, ni buenas ni malas. Cyrus Lawrence, el que ahora sabía era el jefe de los otros agentes, (Marcus, Carlos, Chuck y Kya) Estaba muy al pendiente de nosotras. El hombre tenía cierta cercanía con mi hija, quien lo miraba con su ceja rubia alzada al ver sus nulos intentos por hacerla reír.

De la nada un revuelo se escucha en la estación, lo que me hace erguirme y estar alerta. Dos agentes se han ido y sé que han dicho que fueron hacia el edificio en ruinas. Observo a todos mirarme y las murmuraciones dirigidas a mí, lo que sea tienen que ver con Shark, lo sé.

—Agente Lawrence... —lo llamo al ver que habla con el capitán y me mira un instante.

Tiene en sus manos el móvil y habla con alguien, baja el rostro y es el capitán quien me habla.

—Encontraron restos humanos, el fuego consumió prácticamente los cuerpos señora... Lo siento mucho...

¿Cómo descargas tu dolor cuando tienes a un ángel en tus brazos? Quien te observa con duda y en búsqueda de una explicación. El agente intenta quitarme a la niña ante la eventualidad que me desmaye y rechazo su ayuda. Salgo a la calle, con ella en brazos, sin poder contener más mi llanto.

—¡Jade! —la voz de Klain me hace detener y al verle venir hacia mí, corro hacía en su dirección —Santana me contó lo ocurrido en tu apartamento, he hablado con la policía y... ¿Qué sucede cariño?

—Encontraron los restos de Shark —le digo y me abrazo a él, quien me consuela en silencio.

Camina hacia una banca, en donde nos hace sentar, me hace verlo, toma a mi hija en brazos y se asegura que nadie esté cerca. Intenta que lo escuche, pero me es imposible, tengo todos mis sentidos intentado no romper en llanto o perder el control delante de mi hija.

—¿Dónde está Sham? —pregunta inocente mi hija —¿No va a volver?

—Aún no lo encontramos preciosa... Lo que sí encontraron fueron a otras personas muy malas —dice y alzó la vista hacia él, limpio mis lágrimas y sonríe —no debieron dar por seguro algo que ni el mismo forense sabe, Jade. —termina de limpiar mis lágrimas y deja a mi hija en sus piernas. —Ossian y Damond, la tercera víctima no se puede reconocer, no fácilmente, debido a su estado... Pero tú y yo sabemos quién es.

—Jerry —concluyo y el asiente.

Aún desconocemos muchas cosas ¿Cómo logró someterlos? Klain dice que recibió ayuda, pero ¿De quién? En aquella época y según sus registros, Shark ya conocia a Montserrat y a Paola. Éstas le habían presentado a muchos de ex miembros de la Religión, cualquiera de ellos pudo ayudarle.

—Puede que esté dentro de los heridos, tendré algunos días libres... Necesitamos ubicarlo antes que Roy o la policía...—alza la vista y giró hacia quien llama su atención —¡Chuck! ¡Chuck! —vuelve a llamar y se incorpora.

—Él está a cargo de la investigación... —le digo y sonríe.

—Estamos de suerte cielo... —mi corazón se estruja al escuchar el diminutivo que empleaba Shark en mí.

Era su manera de llamarme, solo a él se escuchaba de forma mágica o quizás era yo quien lo escuchaba asi. Recuerdo lo que Klain me dijo, él esta herido y si es asi

¿Por qué no me han llamado? Pregunta mi mente al ver a ambos hombres charlar. Klain está exaltado, mientras el agente intenta calmarle, pero no logro escuchar lo que se dicen. Una vez terminan de hablar, Klain me toma de las manos, preguntando por mi equipaje y le señaló la maleta.

—¿Qué sucede? —pregunto al ver su rostro molesto, guarda silencio un instante antes de hablar.

—No dejes que nadie se acerque a April... Nadie —insiste y deja a la niña en el puesto del copiloto—solo le darás información o hablaras con Chuck Walker, con ningún otro.

—Entiendo ¿Me dirás por qué? —abre la puerta trasera de su vehículo y me hace entrar.

Acto seguido ocupa su puesto tras el volante y mira a mi hija quien sujeta en sus manos a la muñeca. La abraza con tanta fuerza, que parece que el juguete se rompería en dos.

—¿Recuerdas que Roy pudo ser Shark, de forma legal? —asiento y lo miro en búsqueda de más explicaciones —¿Qué la policía nunca le creyó y dio por hecho que era él?

—Si, por eso busco por su cuenta y tú le ayudaste.

Klain arranca el vehículo al tiempo que yo recuerdo, uno de los motivos por los cuales le dejó hacer lo que tenía planeado, fue porque al ir a la policía y dar lo encontrado, estos aseguraron no tener dudas sobre la culpabilidad de Shark. Por eso se alejaron uno del otro, no quería que su amigo saliera dañado.

—Uno de los tantos cargos que acusan a Shark es de pederastia... ¡Mira April, un santa! —le señala y mi hija lo mira emocionada —¿Quieres pedir tu regalo?

—Si...

—Vamos entonces —detiene el auto en un costado y sale, me ayuda a bajar y al hacerlo murmura —un agente del FBI retiró las cámaras que mostraban a Roy observando a Shark entrar... No es uno de abajo, es un superior...

—April... El hombre que entró a la casa —Klain asiente.

—Vamos princesa, por ese deseo a Santa —la hace bajar y toma sus manos —¿Le ha preguntado cómo era?

—No...

—Chuck vendrá a casa esta noche, a una comida... No te preocupe es de mi total confianza. —sonrió al ver a mi niña, correr hacia el hombre de traje rojo y este sonreírle con brazos abiertos. —déjala sola, conozco a ese santa... Mis hijas suelen pedirle regalos a él.

Respiro aliviada al ver a la niña charlar animada y decirle al oído a Santa todo lo que quiere. Una lista bastante extensa a juzgar por el tiempo que dura el hombre mayor inclinado escuchando.

—Es un santo moderno —le digo a mi acompañante al ver sus lentes oscuros.

—Pero el único que nos puede decir que quiere, para comprarlo.

—Estamos muy lejos de Navidad —le recuerdo—tengo mis trucos para averiguarlo.

Mi respuesta lo hace reír, es un oasis en medio de tantas dificultades y problemas, pero sé ayuda a mi hija a no pensar en la desaparición de su padre, el hombre que se ganó el cariño, y lo quiere como a uno.

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