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Parte/30/Paciencia


Max dejo pasar un tiempo razonable, para volver a la tarea que lo había llevado hasta ese remoto lugar tan lejos de su familia y sus amigos, es por eso, que escribió una larga carta dirigida a Altagracia, se encamino hasta el domicilio de la familia Borja Palacios, espero pacientemente a una considerable distancia y cuando vio salir a una empleada de la casa la abordo.

─Señorita, señorita

─Me habla a mi señor.

─Usted trabaja con la señora Victoria.

─Si señor,

─Me podría hacer un favor, claro a cambió de una generosa propina.

─Oiga usted, pos que se ha creído.

La mujer hizo el intento de retirarse.

─Espere, espere, no me malinterprete, no le voy a pedir nada malo, solo quiero que deje este sobre en la recamara de la señorita Altagracia, en un lugar donde ella lo pueda ver, sabe usted va a ser la primera en saberlo, pero la señorita me gusta mucho, pero soy demasiado tímido como para declararle mi amor cara a cara ¿Me haría ese favor?

A la empleada le divirtieron las palabras de ese joven tan apuesto y accedió a llevar el sobre.

─Está bien joven, deme la carta, porque me imagino que en ese sobre viene una carta ¿Verdad?

─Así es señorita lo adivino usted, le pido por favor que sea discreta, este va a ser un secreto entre usted y yo.

La sirvienta tomó el sobre junto con la generosa recompensa que Max le dio y se retiró apresuradamente a cumplir con sus labores, ésta tuvo mucho cuidado de no ser vista por nadie cuando entró a la recamara de Altagracia dejo el sobre en la mesita de noche y así como entro salió, esa noche cuando Altagracia se disponía a descansar sus ojos tropezaron con el sobre, éste tenía impreso su nombre, le extraño enormemente, por un momento pensó en botar el sobre, pero la ganó la curiosidad y lo abrió saco la carta y la empezó a leer.

─Querida Altagracia, si estas leyendo esta carta, gracias, como no me diste la oportunidad de hablar, tuve que recurrir a este medio, espero que sepas que desde el primer momento en que te vi, quedé prendado de tu hermosura, es verdad, que de mi se hablan muchas cosas desagradables, pero no todo lo que se dice es verdad y así como no niego que algo si lo es, pero que joven no comete errores, y que tire la primera piedra el que esté libre de pecado, quisiera que me dieses una oportunidad para conocernos y si nos llegamos a entender comenzar una relación, a mi favor puedo decir, que deje mi ciudad, familia, amigos y mi trabajo para venir hasta ti, por favor dame la oportunidad de conocerme y sí, aun tratándome no cambias tu modo de pensar hacía mi persona, te juro que nunca te voy a volver a molestar, se despide de ti, alguien que está loco por ti.

Atentamente

Max.

Altagracia terminó de leer la carta con una leve sonrisa en los labios, tuvo el impulso de romper la carta, pero se arrepintió al instante, la doblo cuidadosamente la volvió a meter en el sobre y la guardo, enseguida se dispuso a dormir, en los siguientes días Max esperaba con impaciencia la respuesta de la joven, pero esta brillaba por su ausencia, pero una llamada por teléfono le devolvió la esperanza.

Buenas noches Max soy Victoria.

─Oh señora buenas noches ¿Cómo está usted y su apreciable familia?

─Todo bien por acá, nos tienes muy abandonados ¿Te encuentras bien?

─Si, si señora gracias por su preocupación

─Bien, si todo está bien contigo ¿Te gustaría acompañarnos a comer el próximo domingo?

─¡Claro que si señora, por ahí estaré!

─Muy bien, esperamos por ti a la misma hora de la vez anterior.

Max no cabía en si de gusto y pensaba para sí mismo.

─Está va a ser la prueba de fuego, si Altagracia asiste a la comida es porque no le soy tan indiferente.

Mientras tanto Victoria le decía a su hija.

─Hija hoy es miércoles.

─Me estás preguntado o lo estás afirmando.

─Lo estoy afirmando, solo quiero pedirte que no hagas planes para comer fuera el próximo domingo, quiero que comamos en familia.

─¿A quién vamos a tener de invitado?

─Ay hija ¿Por qué supones que vamos a tener invitados?

─Porque solo cuando eso sucede te preocupas porque los acompañe a comer.

─Me atrapaste hija, tienes razón, nos va a acompañar Max ¿Lo recuerdas?

Altagracia volteo los ojos, y contesto con algo de desdén en sus palabras.

─Claro que lo recuerdo cómo olvidarlo.

─Te lo suplico hijita haz lo posible por acompañarnos.

─No te prometo nada, ya veremos.

Victoria pensó.

─Al menos no me hizo una escena como la otra vez.

Y así era, Altagracia muy en el fondo sintió gusto de volver a ver a Max, ya que, desde la lectura de su carta, no dejaba de pensar en el joven, esa noche volvió a leer la carta y pensó.

─Bueno ya que insistes, te voy a dar la oportunidad de conocerme, te voy a dar un voto de confianza, no me voy a llevar solo por los malos comentarios que he escuchado de ti. 

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