Parte/26/Reunión
Doña Catalina sabía muy bien que a Victoria le importaba mucho el qué dirán y que mejor manera de vengarse de su nuera, que ridiculizar a su hija y nada menos ante los ojos de uno de los jóvenes más cotizados. Altagracia, tampoco era de su agrado, ya que al contrario de sus hermanas Caty y Julieta que siempre escuchaban sus consejos y nunca la contradecían, pero no así Altagracia, a eso de las siete de la noche, empezaron a llegar los primeros invitados, Victoria fue apurar a su hija ya que ésta brillaba por su ausencia por el salón, Altagracia estaba recostada cómodamente en la cama leyendo un libro.
Pero hijita, todavía no te vistes, ya empezaron a llegar los invitados.
─Esos son los invitados de mi abuela no míos, yo no voy a asistir a esa ridícula velada llena de gente hipócrita, empezando por mi querida abuela, se bien que ni tu ni yo somos santo de su devoción.
─Lo se hijita, pero no lo hagas por ella, hagámoslo por tu padre después de todo es su madre.
─Está bien, pero no me apures me voy a tomar mi tiempo, entre menos pase entre tanta gente falsa será lo mejor para mí.
Muy bien hija, pero no abuses, no llegues demasiado tarde.
Altagracia se puso de pie y fue hasta el baño, se dio una ducha rápida, enredo su cabeza en una toalla y fue hasta el armario, su madre le había traído un hermoso vestido, Altagracia lo hizo a un lado se le hizo demasiado elegante para una simple reunión, opto por ponerse el vestido que ella misma había elegido, éste era de una tela de varios colores pastel, muy a la moda en esos años, el cuello era tipo ojal que dejaba al descubierto su elegante cuello, el cabello se lo peino hacía atrás, llevaba como único adorno unos aretes grandes que hacían juego con el vestido, se puso algo de perfume y se dispuso a ir al salón de reunión, a esa hora ya estaban reunidos la mayoría de invitados, Max ya estaba ahí, pero antes de llegar le advirtió a sus padres.
─Se los advierto, solo permaneceré cuando mucho una hora, a mis estas reunioncitas familiares me cagan la madre.
─Te he suplicado miles de veces que no uses ese tipo de vocabulario frente a nosotros, no sirvió de nada al dineral que pague por tu educación.
─Por favor papá, no empieces con tu cantaleta de siempre, aún recuerdo la última reunión familiar que tuve que soportar en su compañía.
─Cállate por favor ya llegamos.
─Bendito sea Dios, pero entremos, entre más pronto empiece la farsa más pronto me largo de aquí.
Un empleado uniformado los condujo hasta el salón, doña Catalina fue la primera que los vio le susurro por lo bajo a sus nietas.
─Aquí llega la presa.
─¡Ay abuelita, eres incorregible!
─Silencio aquí se acercan.
Catalina muchas felicidades.
─¿Aún no llegan mis padre? Preguntó don Maximiliano.
─Nathan y Simona estuvieron en la comida.
─Oh ya veo.
En esos momentos llego don Jorge.
─Maximiliano que gusto que hayas podido asistir, pero vamos al salón de juegos te reto a un juego de billar.
La señora Leonor se integró con las dos hijas de doña Catalina y en esos precisos momentos llego un nieto más de doña Catalina, Daniel acompañado de dos amigos.
─Muchas felicidades abuela, te iba a traer un presente, pero me pregunté─ ¿Qué se le puede regalar a una mujer que además de belleza lo tiene todo?
─Calla adulador, con tu presencia me siento más que complacida.
─Permítanme presentarles a mis amigos.
─Mi abuela, mis tías y mis primas.
─Encantado de conocer a tan bellas damas, dijo uno de ellos.
En esos momentos llegaron otros invitados a saludar a doña Catalina, los jóvenes aprovecharon para apartarse un poco más, al grupo se sumaron otros chicos, doña Catalina no perdía detalle al parecer Max estaba encantado con sus nietas, un poco más tarde entró Altagracia al salón, a su paso saludaba algunos conocidos que encontraba a su paso, Max se percató de su presencia, no podía despegar la mirada de la chica y se preguntaba.
─Quien será esa encantadora señorita, oh, oh, viene directamente hacía nosotros ─¿Acaso será de la familia? No, no lo creo no recuerdo haberla visto antes.
Doña Catalina le dijo a su nieta.
─Al fin te apareces, creí que ya no vendrías.
─Claro que si abuela, no podía faltar te lo prometí y aquí estoy.
Max le pregunto por lo bajo a Daniel, que por estar flirteando con unas amigas de sus primas no se percató del dialogó entre Altagracia y su abuela.
─Dany ¿Quién es esa belleza que acaba de llegar?
─¿A quién te refieres?
─A la chica que esta con tu abuela.
─Ah, ella, es mi prima, pero mira que se puso como quiere mi primita, tenía algunos años que no coincidíamos.
─Y que esperas para presentármela
─Calma, no vez que está hablando con mi abuela.
Doña Catalina no podía estar más feliz, tal como ella lo había previsto su nieta era un desastre, su atuendo desentonaba terriblemente con el de las demás invitadas, para ella, su nieta más bien lucia desaliñada, ni siquiera tuvo el buen gusto de lucir una joya, lo único que lucían sus orejas eran unos aretes corrientes, no que va, está muchachita no era competencia para sus nietas, Victoria no lo podía creer, como fue capaz su hija de ponerse ese ridículo vestido, dejando de lado el costoso vestido que ella había comprado para ella, desde su lugar, vio como su suegra y sus cuñadas barrían de arriba abajo a su hija y la sorna sonrisa entre ellas, no pudo más.
─Hijita puedes venir un momento por favor.
─Si mamá, vamos.
─¡¡Como te atreves a humillarme de esta forma!!
─Cálmate mamá, no sé a qué te refieres.
─¡Ah no sabes! ¿Por qué no te pusiste el vestido que te compre y los accesorios? ─Qué vergüenza.
Porque no me dio la gana, esto es una simple reunión, no una fiesta de gala, además yo escojo la comodidad y no estoy quedando bien con toda esa sarta de hipócritas, empezando por mi querida abuela y comitiva, pero no te preocupes, si tanto te avergüenzo en este momento me retiro.
No te atrevas a hacerla esa majadería a tu abuela, lo que habías de hacer es irte a cambiar de ropa inmediatamente.
─Ah no querida madre, si salgo de este salón es para no volver y si sigues insistiendo, me regreso a Hermosillo en este momento.
Doña Catalina, no perdía detalle, estaba segura que su nuera estaba pasando el peor bochorno de su vida, como lo estaba disfrutando, pero faltaba la cerecita del pastel, es por eso que, levantándose de su cómodo diván fue hasta donde se encontraban las dos mujeres.
─¿Que pasa, tal parece que están discutiendo, hija, no pensaras abandonar la velada?
─No abuela para nada, si vieras que bien me la estoy pasando.
─Si es así, compláceme tocando el piano para mí.
─No sé abuela, tengo tiempo que no practico ¿Por qué no se lo pides a una de mis primas, estoy segura que ellas están al día con sus clases?
─No hijita, quiero que tú lo hagas─ ¿me darías ese gusto?
─Está bien, si insistes─ ¿Qué te gustaría escuchar?
─La quinta sinfonía de Beethoven
Como estaba gozando doña Catalina, ella estaba segura del ridículo que iba a pasar su nieta, se decía para sus adentros─ ¿Qué bonita es la venganza cuando Dios no la concede?
Otro que no perdía detalle era Max, no podía dejar de mirar a esa encantadora muchacha, tenía una belleza fresca, libre de afeites, lucia muy distinta a las chicas que había conocido hasta entonces, lo cautivo desde el momento que la vio entrar en ese salón, su largo cabello color castaño que contrastaban con su color de piel, su mirada despierta, pero a la vez tierna, sus ademanes eran sinceros sin la rigidez de las otras damas que se encontraban ahí, la vio dirigirse directamente al piano, cuando tomo asiento en el banco, doña Catalina pidió la atención de los presentes.
Les suplico su atención por favor, en estos momentos mi nieta nos va a complacer con una bella melodía.
Altagracia hizo una leve reverencia, enseguida empezó a tocar el piano, ni siquiera necesito la partitura, sus manos se movían por el teclado magistralmente, doña Catalina estaba atónita, nunca se imaginó que su nieta tocara tan bien, hizo el entripado de su vida y más cuando la joven termino de tocar, todos los invitados aplaudían a rabiar, la más complacida era Victoria, ya que sabía muy bien que su suegra había obrado con alevosía y ventaja, pero no contaba que aun estando ausente, ella nunca había descuidado la educación de sus hijos, para eso contaba con su querida nana Justa, a partir de ese momento. Altagracia fue el centro de la reunión, Daniel le pidió a Max que cantara la canción favorita de su abuela éste acepto encantado.
─Esta canción es en honor a la flor más linda del lugar. Doña Catalina la cumpleañera.
Canción
Varita bonita, varita de nardo cortada al amanecer; quisiera tus hojas, tu suave perfume pa' perfumar mi querer.
Mi novia parece varita de nardo como flor o cual mujer, por eso te quiero varita de nardo, porque eres cual mi querer.
Yo te voy, te voy a cortar, aunque sufras un cruel dolor, pues solo te quiero, varita de nardo, para perfumar mi amor.
De allá de la sierra te traigo un regalo, rancherita de mi amor, una florecita, varita de nardo, para que aspires su olor.
En una cajita guardaba mis flores como prueba de pasión, las flores no existen, más queda el perfume que te dio mi corazón.
Cuando Max termino la canción recibió un caluroso aplauso de los presentes y la felicitación de doña Catalina.
Muchas gracias joven, tiene una voz maravillosa.
Max estaba rodeado de las jóvenes, todas menos una, Altagracia, éste paseo con la mirada por el gran salón, pero no la encontró, la chica había desaparecido, se sintió muy desilusionado le preguntó a su amigo.
─¿Dany donde esta tu prima?
─Las tienes a tu lado
─No ellas no, la que toco el piano.
Daniel paseo la mirada por el salón, pero Altagracia no estaba por ningún lado.
─Ni modo Max, se te fue viva la paloma.
─No me salgas con eso, tú me prometiste que me la ibas a presentar y ahora me cumples.
─Y cómo te la presento si mi primita brilla por su ausencia, se esfumo en el aíre.
─Nada de que se esfumo, pregúntale a tu abuela por ella.
─Abuela, adonde mandaste a Altagracia le quiero presentar a mi amigo.
─Pues si no está en el salón, me temo que se haya retirado a sus habitaciones. Esta niña es tan antisocial.
Daniel fue a preguntarle a Victoria por su prima.
─Tía en donde esta Altagracia, le quiero presentar a Max.
Victoria sintió un vuelco en el corazón, Max el hijo de sus amigos Maximiliano y Leonor, además perteneciente a una familia de los más pudientes, estaba interesado en su hija, no lo podía creer, rápidamente le contesto a su sobrino, espera un momento voy por ella, cuando Victoria entro a la habitación de su hija ésta ya estaba en pijama continuando con la lectura de su libro y comiendo un emparedado.
─Pero que significa esto, te vistes inmediatamente tu primo Daniel te quiere presentar a Max.
─Y a santo de que, me quiere presentar a su amigo Max, a mí no me interesa conocer a nadie además ya lo conozco y es un engreído de lo peor.
Por Dios Altagracia te estás escuchando, no tienes idea de quién es ese joven.
─Ni me interesa saberlo, por mí, Daniel y su amigo se pueden ir al diablo.
─¡Pero hija que Max es el hijo de...!
─¡Max es el hijo de don Maximiliano y doña Leonor y no me interesa tratarlo.
─¡Pero hija!
─Qué no me interesa, sabe y otra cosita más, así se trate del mismísimo rey del mundo, no voy a salir estamos.
Victoria conocía muy bien a su hija y si ésta había dicho que no iba a salir, no lo iba a hacer, es por eso, que no tuvo más remedio más que volver al salón sin su hija.
─Lo siento hijo, pero tu prima se siente indispuesta y no va a volver al salón.
Daniel con algo de molestia le contesto a su tía.
Veo que tu hijita sigue igual de caprichosa, pero no hay problema ella se lo pierde.
─De que se va a perder, de conocer a otro muchachito igual de majadero como tú.
─Perdóname tía, me ofusque con permiso.
Daniel volvió al lado de Max, éste al verlo solo, exclamo.
─¿Qué pasó, donde esta tu prima?
─Ella no va a venir, según mi tía se siente indispuesta.
Max se puso lívido de coraje, como se atrevía esa muchachita a desairarlo de esa forma.
─¿¡Acaso no le dijiste que yo la quería conocer?!
─¡¿Oyes que te pasa? Ah ya entiendo, el señor está enojado porque una mujercita no cae rendida a sus pies, vamos hermano, mira a tu alrededor, todas las damiselas estilan la baba por ti, anda vamos a reunirnos con ellas.
─A mí no me importa esa bola de viejas rogonas, es por eso que en este momento nos vamos.
─¡Ah no, te vas tú, yo estoy muy a gusto departiendo con tantas damas hermosas!
Max educadamente fue a despedirse de doña Catalina, después de todo era un caballero.
─Señora me despido, espero se la siga pasando muy bien.
─Oh que lástima que se marche tan pronto─ ¿acaso no se la está pasando bien?
─Claro que si señora, pero mañana a primera hora tengo una audiencia, y como suele decir mi padre, primero es el trabajo y después la diversión, pero no se preocupe, la dejo en compañía de mis padres.
Siendo así, que pase buenas noches, gracias por acompañarnos.
Max salió de la casa, iba muy disgustado, ya que Daniel no quiso irse, pero sobre todo, porque era la primera vez que una mujer lo dejaba con un palmo de narices, pero no se iba a dar por vencido, sabía por su amigo, que Altagracia estaba hospedada en la casa de su abuela, es por eso, que a la mañana siguiente llego un hermoso adorno floral a la casa de doña Catalina, pero las flores no eran para la anciana, sino que eran para su nieta Altagracia, Max recibió un disgusto muy grande cuando recibió la llamada de la florería, diciéndole, que no se había encontrado la persona a quien iban enviadas las flores.
Dejando de lado su orgullo, busco en el directorio el número de teléfono de la Familia, rápidamente lo encontró, sin titubear marcó, una empleada contesto,
─¿Residencia de la familia Borja Fernández?
─Comuníqueme con la señorita Altagracia.
─Lo siento, pero la señorita Altagracia y su familia partieron a su lugar de residencia.
─Me llevan todos los diablos─ colgó el teléfono lleno de rabia.
─Pero que hombre tan majadero, masculló la sirvienta.
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