Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Parte/21/Nuevo domicilio.



Cuando los tres hombres llegaron al cuartel, don Jorge pidió hablar con el coronel Garduño, un soldado raso lo condujo hasta una elegante oficina, el hombre anuncio la llegada de don Jorge.

─El señor Jorge Borja pide permiso de hablar con usted.

─Que pase

Cuando don Jorge cruzo el umbral de la oficina, el general salió a su encuentro y dejando de lado el protocolo, recibió a su amigo con un cálido abrazo.

─Jorge que gusto verte, tantos años sin vernos.

─Así es Ramón ya son muchos años, lo bueno que no hemos perdido el contacto, primero por carta y ahora por teléfono.

Don Jorge y el general Garduño se habían conocido cuando hicieron el servicio militar a la edad de dieciocho años, los dos se postularon para ir a la guerra, solo Ramón fue admitido, ya que don Jorge no paso el examen médico, su amigo se fue a la guerra y cuando esta termino en 1945, éste regreso vivo y lleno de medallas por su valor y valentía.

─Bueno Jorge y que te trajo a la ciudad, si tú eres cien por ciento hombre de campo.

─Tienes razón Ramón, pero el asunto que me trajo a la ciudad, es algo muy serio, se trata de mi único hijo varón está echado a perder.

Don Jorge le contó todo lo referente a su hijo cuando terminó su relato su amigo le dijo.

─No, pues sí que tienes un problema muy serio, ya está dicho que a las niñas las educa la madre y a los machitos el padre, pero nunca es tarde para rectificar te prometo que tu muchacho va a salir bien derechito de aquí, pero de una vez te advierto, que el hecho de que sea tu hijo no lo va a librar de que empiece desde abajo.

─Eso es lo que quiero, solo te pido que siga con sus estudios, lo dieron de baja de la universidad de la carrera de arquitectura y si con los otros muchachos eres duro, con el mío más, no tengas piedad de él.

Los amigos se despidieron con un segundo abrazo, prometiendo que seguirían en contacto por teléfono.

Don Jorge fue hasta la camioneta acompañado de dos soldados rasos, donde esperaban Porfirio y su hijo, los dos hombres tomaron al muchacho cual si fuera costal de papas, lo metieron al cuartel casi a rastras, éste despertó sin saber que pasaba giro la cabeza hacia el lado derecho buscando a su padre, pero en esos momentos partió la camioneta con su padre y Porfirio dentro.

Desde ese momento empezó su calvario, los soldados llevaron al chico directo a la peluquería donde le cortaron su larga cabellera, cuando el peluquero termino de hacerle el corte reglamentario de los militares le rasgaron la ropa y lo arrojaron a las regaderas ordenándole.

─SOLDADO RASO TIENE QUINCE MINUTOS PARA BAÑARSE Y VESTIRSE, Y SI SE PASA DEL TIEMPO REQUERIDO, SE LE CASTIGARA SEGÚN EL REGLAMENTO, AQUÍ LE DEJAMOS SU ROPA.

A Jorge le parecía que estaba soñando y les pedía a todos los santos que lo despertaran de ese terrible sueño, pero cuando sintió el agua helada correr sobre su cuerpo, supo que no estaba soñando, que lo que estaba viviendo, era su nueva realidad, se bañó rápidamente y se vistió las manecillas del reloj colgado en la pared marcaban el tiempo sin misericordia, cuando estuvo listo lo llevaron ante un hombre de gesto adusto.

─Permiso para pasar Sargento primero.

─Pase soldado raso ¿Cuál es la urgencia?

─Le traigo a un nuevo integrante de la tropa, eso es todo, pido permiso para retirarme.

─Se puede marchar.

─Jorge estaba ante el hombre sin entender nada, éste al verlo le dijo.

─Veo que usted no tiene ni un mínimo respeto por sus superiores, desde este momento se tiene que cuadrar y dirigirse a mi como Sargento primero, usted desde este momento es soldado raso y de usted depende que suba de grado, y como los soldados rasos se encargan del aseo de todo el cuartel usted se va a poner a las órdenes del cabo Acosta él le dirá todas las reglas y obligaciones que corresponden a un buen soldado y no está demás decirle que si infringe en una regla será castigado duramente.

El primer día el muchacho se portó altanero, se negaba hacer los trabajos que le correspondía hacer como soldado, a la tercera vez que se negó, lo llevaron a la celda de castigo, estuvo recluido en una pequeña habitación a oscuras solo le llegaba un rayo de sol por una pequeña abertura, eso le indicaba que ya era un nuevo día, cuando sus ojos se habituaron a la oscuridad pudo ver una cubeta intuyó que era para hacer sus necesidades del cuerpo, una vez al día le llevaban un mendrugo de pan y agua, fueron tres días infernales, el olor de sus deshechos del cuerpo eran insoportables, cuando cumplió las setenta y dos horas lo liberaron, la luz del sol lo encegueció, lo llevaron ante el sargento primero éste le dijo con voz pausada.

─Mire soldado, si su negativa de hacer lo que se le ordena se debe a que le demos de baja, grábese de una puta vez, que eso no va a pasar, tengo ordenes de arriba de que se mantenga en este lugar y no va a salir de aquí hasta que sea un hombre hecho y derecho, este castigo es solo una prueba de lo que le pasará si sigue desobedeciendo las ordenes, por ahora solo fueron setenta y dos horas, pero la segunda vez va aumentando el tiempo y a la tercera lo voy a trasladar hacer trabajos forzados en compañía de los peores criminales, esos no se van a tentar el corazón en apretarle el cuello como a un vil pollo, también le informo que mañana empiezan sus clases a las siete de la mañana, para que tome su tiempo de hacer sus labores de la mañana. Se puede retirar soldado.

Jorge salió del lugar tambaleante, se dirigió a su dormitorio tomo ropa limpia y se fue a bañar, estaba temblando de impotencia y rabia contra su padre, sonó el silbato para la cena, el comedor se encontró con su compañero de litera este se alegró de verlo.

─Qué bien que ya te soltaron, solo fueron setenta y dos horas, pero por tu aspecto parece que hubieras durado más tiempo, no vayas a comer mucho si no quieres que te duela el estómago.

─Gracias amigo por advertirme.

Llámame por mi nombre, Salvador Quintero Paniagua.

─Mucho gusto soy Jorge.

─Mira si quieres un buen consejo, es mejor que hagas todo lo que te manden hacer, a leguas se ve que tu vienes de buena cuna, no sé qué harías para haber acabado en este lugar, pero de una vez te digo que esto es mejor que la cárcel.

─¿Y a ti también te trajeron a la fuerza?

─No, yo vine por mi propia voluntad.

─¡Pero cómo es posible! ¿acaso te volviste loco?

No, no nada de eso, no estoy loco, yo quiero estudiar medicina y para un joven de escasos recursos como yo, solo hay dos caminos para lograr nuestro objetivo.

─¿Cuáles son esos dos caminos?

─Seguir en el seminario y terminar como cura o el ejército y como yo no tengo vocación de sacerdote pues aquí estoy?

─¿Quiere decir que estuviste en el seminario?

Si, estuve en el seminario de los padres Agustinos en santa Anita, ahí curse la secundaria y preparatoria, salí de ahí y me enliste en el ejército, pese al enojo de mis padres, ellos son fanáticos católicos por lo tanto se pusieron muy felices cuando les dije mi decisión de irme al seminario, pero cuando deserte no les gusto mucho la idea, pero al fin padres terminaron respetando mi decisión.

Y así fue como Jorge de ser un chico mimado acostumbrado a que todo le hicieran, tuvo que hacer los trabajos más humildes como lavar los retretes, platos, ropa, limpiar pisos, su día empezaba a las cinco de la mañana y terminaba a las ocho de la noche, al principio sentía un odio ciego hacia su padre, le recriminaba una y otra vez su decisión de haberlo refundido en el ejército, cuando cumplió quince días de estar en el cuartel, sus superiores fueron viendo cómo se iba operando un cambio favorable en el comportamiento del muchacho, es por eso que un viernes el sargento primero lo mando llamar a su oficina.

─Permiso para pasar, sargento primero.

─Pase. Lo mande llamar para entregarle su sueldo, también tiene dos días francos el lunes se tiene que presentar a primera hora, de sobra esta decirle que, si escapa, a eso se le llama desertar y será buscado hasta dar con usted y será enviado a la cárcel militar, es todo se puede retirar. 

El joven pidió permiso para retirarse y lentamente se dirigió a los dormitorios, cuando llego a su cama abrió el sobre y vio que la cantidad de dinero era una cantidad de risa, ni siquiera cuando era un crio había recibido una cifra tan ínfima, se quedó acostado pensando.

─Salir, salir a donde puedo ir, esta cantidad de dinero no sirve para nada, ay papacito, papacito cada día que paso en este lugar de mierda siento que te odio más y más.  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro