Parte/19/Adriana
El día que desapareció Luis Fernando, Adriana su esposa espero inútilmente a su marido toda la noche y al día siguiente, después de cerciorarse que a su marido no le había pasado nada, comprendió que su esposo la había engañado por segunda vez, se había ido, ya lo había hecho una vez, porque no lo iba a volver hacer, a ella no le extraño, después de todo, había regresado con la mujer que en verdad amaba, amargas lagrimas surcaban su rostro, se decía una y otra vez.
─Ahora si lo he perdido para siempre, porque diablos no deje las cosas como estaban, por lo menos seguiría recibiendo sus visitas; como le digo a una niña de doce años que su padre nos abandonó, ella no tiene que saberlo, le diré que su padre murió en un accidente, ella tiene que recordarlo como el buen padre que siempre fue para ella, evocó el primer día que lo vio, fue amor a primera vista de parte de ella, al ver que los días pasaban y él, ni en mundo la hacía, se decidió a abordarlo ella misma.
─¡¡Hola Luis Fernando!!
El joven la vio y, al no reconocer su cara, le preguntó algo extrañado por la familiaridad con la que la chica se dirigía a él.
─¿Te conozco?
─Ahora sí
─¡Pero! ¿Cómo es que sabes mi nombre?
Al menos, que sea de alguien más el gafete que llevas en tu bata.
Ah claro, mi bata, tú eres Adriana o también traes una bata robada.
¿Hay alguna universidad más segura que está? ─Claro que soy Adriana y mi bata también es mía y mi dinero me costó.
Desde ese día fuimos los mejores amigos─. Después de unos meses de simple amistad, me enamoré profundamente de él, aunque no se lo dije, pero si le hice una propuesta.
¿Y si pasamos a segunda base?
─¿Qué quieres decir con segunda base?
─Me refiero a tener relaciones sexuales, tú no tienes a nadie, yo tampoco.
─No me parece buena idea, somos muy buenos amigos y no me gustaría que eso cambie.
─Pero porque iban a cambiar las cosas, simplemente vamos a desahogar una necesidad fisiológica.
─Está bien, pero solo seremos amigos con derecho y por supuesto vas a tomar anticonceptivos.
─¿No te gustaría tener hijos?
─Por supuesto que sí, pero no por ahora, pienso tenerlos hasta que me reciba de doctor y tenga un trabajo fijo.
─Para que veas somos compatibles yo pienso igual que tú.
─Podemos compartir departamento pagaremos la mitad de los gastos ya que si es verdad lo que me has contado tus padres hacen un enorme sacrificio para mandar el dinero para cubrir tus gastos.
─Claro que es verdad, aún tengo otros hermanos menores que yo.
─Para que veas ¿entonces tenemos un trato.
─Está bien tenemos un trato.
Empezamos a vivir juntos, yo cada día que pasaba, me enamoraba más y más de Luis Fernando, pero a él solo le interesaban sus estudios, yo empecé a sentir celos de las mujeres que revoloteaban a su alrededor, busque una solución para que Luis Fernando solo fuera para mí, es por eso que me deje de tomar los anticonceptivos a los tres meses que deje de hacerlo quedé embarazada.
─Luis Fernando, estoy en cinta.
─¡¡Pero como pudo suceder¡¡ Si te estás tomando la píldora ¿o no?
─Si, claro, pero tú sabes que la píldora no es al cien por ciento segura, pero no te preocupes yo afrontó el problema sola.
─No seas dramática, el problema es de los dos y lo resolveremos.
Yo asistí todo el embarazo a la facultad de medicina, pero cuando nació la niña pedí un permiso temporal, fue cuando decidimos casarnos por lo civil, sé muy bien, que sí, él se casó conmigo, fue solo por la niña, yo nunca logré despertar su amor, para él solo era la madre de su hija, a los dos meses de nacida la niña, me ocupé de enfermera en un hospital particular ya que los gastos se habían multiplicado, cuando Luis Fernando obtuvo su título de doctor, lo mandaron al estado de Sonora.
En un principio, venia cada quince días, teníamos nuestros encuentros amorosos, pero al paso del tiempo ya no venía tan seguido, abrió una cuenta de ahorros para depositar el dinero de los gastos de la casa, yo volví a la facultad de medicina, obtuve mi título de doctora, volví al hospital donde había trabajado de enfermera, pero esta vez como doctora con el doble de sueldo que de enfermera, hable con mi jefe inmediato para saber las posibilidades de que Luis Fernando también ocupara un puesto en el hospital a lo que no tuvo ninguna objeción, si mi marido aceptaba, podríamos volver a vivir juntos de nuevo los tres, la siguiente vez que vino, le plantee el asunto.
Luis Fernando, hable con el doctor Vázquez y me dijo que no hay ningún inconveniente en que te unas a nuestro equipo de trabajo y así podremos estar juntos de nuevo, hace tres años que terminaste tu servicio social, sé que tienes un buen sueldo, pero estar separados no es bueno para nuestra hija, ten en cuenta que la niña necesita a sus dos padres.
─Lo sé, pero esperemos un poco más.
─Pero ¿Cuánto más?
Solo un poco más.
Sus constantes negativas, me hicieron sospechar que había algo más que el simple hecho de estar muy cómodo con su empleo, le di la oportunidad de que me dijera la verdad.
─¿Qué pasa Luis Fernando?
Que yo sepa nada, que puede pasar
─Al hecho de que te niegas a volver a la ciudad ¿Hay algo más importante que el dinero, lo que te retiene en ese lugar, me lo puedes decir sinceramente yo sabré comprender?
─Mujer, que me puede retener, además no me negaras que el sueldo que percibo es mucho más elevado que el recibía aquí, para tu tranquilidad voy a estar con ustedes un tiempo ya me aceptaron en el hospital para estudiar mi especialidad en Cardiología, solo tengo que ir a sonora de vez en cuando a revisar a mis pacientes.
Mientras duró su especialidad fuimos muy felices los tres, pero en cuanto terminaron sus estudios se volvió a ir.
─Pero Luis Fernando, a que tienes que regresar, ya con tu especialidad vas a ganar más dinero.
Adriana espera un poco más, allá tengo a mis pacientes y más que llegan a cada día.
─Bien, ya que no quieres regresar, nosotras iremos a vivir allá.
─¡No de ninguna manera, sería muy egoísta de mi parte pedirte eso, ahora soy yo, el que te pide que pienses en la niña, esta separación no será para siempre!
Pasaron algunos años más y siempre que le planteaba el asunto de reunirse con nosotras, su respuesta era la misma, me canse de esperar, es por eso que contraté a un investigador y así fue como me enteré que estaba casado y no solo eso, sino que era padre de dos niños preciosos, las fotografías que me mostró el investigador, no me dejaron ninguna duda, al momento que me enteré quise actuar precipitadamente, en ese preciso momento quise ir a desenmascararlo, pero me tranquilice y fue así como planee mi encuentro, tenía que parecer casual, el detective hizo muy bien su trabajo, me dio los horarios de entrada y salida no solo de Luis Fernando sino también de su mujer, me tenía que arriesgar o nos elegía a nosotras o a su segunda familia. Al ver personalmente a mi rival estuve a punto de flaquear es una mujer muy bella, además se portó como toda una dama.
Al principio creí lo que me dijo, que se había casado con ella solo por interés. Pero ya no me queda ninguna duda, Luis Fernando realmente está enamorado de su mujer, y su desaparición no me deja dudas de que volvió con ella y sus hijos, yo nunca pude hacer que se enamorara de mí, no tengo otra opción más que dejarlo libre, voy a aceptar la oferta de trabajo en Canadá, quizá en otro país encuentre el verdadero amor.
Pero al día siguiente muy temprano sonó el teléfono en casa de Adriana, la mujer al ver la hora se sobresaltó, solo las personas que son portadoras de malas noticias hablan a esa hora, contestó el teléfono con voz trémula.
─¡Si, diga!
─Adriana no te asustes soy Luis Fernando.
Adriana no pudo reprimir un grito de alegría al oír la voz de su marido, enseguida le pregunto.
─¡Mi amor! ¿Pero qué pasó...?
Calma, no te preocupes estoy bien, surgió un problema, posiblemente este de regreso en dos o tres días.
─¿Pero en dónde estás?
─En monterrey en casa de mis padres.
─¿Pero todo bien?
─Sí, sí, no te preocupes, todo bien por acá. dale un beso de mi parte a Fer, hasta pronto.
Después de colgar el teléfono, Adriana se sintió más reconfortada, pero no iba a estar tranquila hasta volver a tener a su marido entre sus brazos. Luis Fernando les conto todo a sus padres, éstos lo recriminaron duramente, pero al fin padres, terminaron perdonando su falta, solo sentían que habían perdido a sus queridos nietos, Luis Fernando volvió al lado de su mujer, a ella le contó todo lo que había sucedido con don Jorge, sin omitir nada, se juró así mimo que, ya que Dios le daba otra oportunidad de vivir, no iba a mentir más, Adriana la niña y él optaron por irse a Canadá, pero antes pasaron a Monterrey a que los Padres de Luis Fernando conocieran a su nieta, doña Catalina hablo con su nieta.
─Katy es mejor que enteres a los niños lo que está pasando con su padre.
─Pero abuelita, no se te hace que están muy pequeños para que se enteren de estas cosas.
Las cosas como son hija, es mejor que se enteren por ti y no alguna indiscreción de tu madre.
Tienes razón abuelita, hablare con ellos.
Y otra cosa hija, no predispongas a tus hijos con ese granuja, después de todo es su padre y no prives a sus padres del amor que le tienen a sus nietos, después de todo, ellos no tienen la culpa de lo que hizo su hijo.
─¡Ay abuelita después de todo no eres tan villana.
Cuando Catalina se sintió lista para hablar con los que hasta el día de los tristes acontecimientos creía eran sus suegros, les contó todo lo que ellos ya sabían.
─¡Ay hija estamos tan apenados contigo!
─No tienen por qué estarlo, después de todo ustedes no tienen la culpa de lo que su hijo hizo, ese es un caso cerrado entre él y yo.
─Y que va a pasar con los niños ¿Vas a dar tu consentimiento para que los veamos?
─Claro que sí, ustedes son sus abuelitos y nada va a cambiar, los niños van a seguir yendo a pasar una semana de vacaciones con ustedes como hasta ahora y ustedes pueden seguir viniendo cuando gusten a verlos, esto que paso con Luis Fernando y yo no tiene que cambiar las cosas entre ustedes y los niños.
Luis Fernando nunca volvió a buscar a Catalina ni a sus hijos, pero los vio crecer a través de las fotos que sus padres le enviaban de ellos, sin embargo, si los volvió a ver cuándo éstos crecieron y se reunieron sin un rastro de resentimiento entre ellos, Catalina nunca se volvió a casar, pero sí tuvo un compañero de vida, el hijo del veterinario que atendía los animales del rancho de su padres, el joven siempre había estado enamorado de ella, desde su tierna adolescencia éste siguió los pasos de su padre, los dos envejecieron juntos, nunca volvió a tener más hijos, solo nietos y bisnietos.
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