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Parte/17La huida de Luis Fernando.


Que contrariedad, como se pudo presentar sin previo aviso Adriana con la niña y precisamente el día que Catalina pasa por mí a la clínica para comer en familia, no preví esa posibilidad, de pronto me vi acorralado por mis dos mujeres. Si mis dos esposas, porque eso es lo que son, como me fui a meter en este enredo.

Esto pensaba Luis Fernando mientras veía alejarse a Catalina, por un momento tuvo el impulso de correr tras ella, pero la mirada de interrogación de Adriana, se lo impidió, así que actuó por huir de la clínica con su mujer y su hija lo antes posible, sabía de buena mano que su suegro o sea don Jorge, cuando se enterará iba a ir a pedirle cuentas, porque, el señor claramente le había advertido cuando pidió la mano de Catalina frente a sus padres.

Lo más valioso que tengo son mis hijos y mi mujer, si, alguien les hace daño no vive para contarlo.

Se de muy buena fuente que ese hombre no amenaza en vano y, para cumplir su amenaza tiene al matón de Porfirio, se cuentan muchas historias por debajo del agua, y si el rio suena es que agua lleva─. Luis Fernando le dijo a su mujer.

─Tenemos que irnos de aquí lo antes posible.

─Yo no me muevo de aquí hasta que me expliques quién es esa mujer que dice ser tu esposa y que además eres el padre de sus hijos gemelos.

─Todo tiene una explicación, pero tenemos que salir de aquí cuanto antes.

─Yo no me muevo de aquí, hasta que me expliques todo, de una buena vez por todas.

Todo te lo voy a explicar todo, pero vámonos, aquí corremos peligro.

Los tres salieron de la clínica subieron al automóvil de la mujer y salieron del rancho de Camargo, se dirigieron a la ciudad, pero no se detuvieron siguieron hacia la carretera sin rumbo fijo, Luis Fernando solo quería alejarse del estado de Sonora lo antes posible, estaba seguro que en cuanto su suegro supiera la verdad iba a ir tras su cabeza, solo se detenían a llenar el tanque de gasolina y a comer, la noche cayó y se hospedaron en un hotelucho de mala muerte, en todo el trayecto solo hablaron lo más indispensable, pero en cuanto la niña cayó profundamente dormida a causa del cansancio, Adriana le pregunto a su marido.

─Y bien estoy esperando tu explicación.

─Todo empezó cuando me mandaron a Camargo, por un momento pensé que me mandaban a la ciudad de Camargo en Chihuahua, pero no fue así, sino el rancho propiedad de don Jorge el padre de Catita mi...

─¡¡Dilo, tu mujer!!

─No digas eso, mi esposa eres tú y solo tú.

─Prosigue por favor.

Yo estuve a punto de no ir, pero tú lo sabes bien, no teníamos alternativa o ibas o ibas.

─Eso ya lo sé, que pasó después.

─Cuando llegué al rancho esperaba ver un dispensario médico carente de medicinas y de lo más indispensable, pero en su lugar me encontré con un pequeño hospital bien equipado con una sala de operaciones para atender a los trabajadores de accidentes usuales, caídas, patadas de caballo, mordeduras de serpiente, etc. Y la clínica para consultar a los enfermos.

─Pero tú no eres cirujano.

─Claro que lo soy, te olvidas que tengo la especialidad en cardiología, mi colega el doctor Acuña y yo, formamos un buen equipo de trabajo, además tenemos a dos pasantes más, los pocos días conocí a Catalina, entablamos una bonita amistad, ella es muy altruista ayuda en todo lo que puede a los pobladores del rancho inclusive, a los que no son trabadores de su padre, un día al mes se destina la consulta para las personas que no tienen dinero para pagar, nadie sale sin medicina también se les entrega una despensa muy bien surtida, ella es muy querida por todos.

Para Adriana no pasó desapercibido el tono cariñoso que usaba su marido cuando se refería a su rival, estaba visto que el hombre estaba enamorado de Catalina, pero no se dio por enterada.

─Y en qué momento la amistad se convirtió en un tórrido romance que hasta te orillo a hacerla tu esposa.

─En realidad yo nunca me enamoré de ella, pero noté que no le era indiferente, fue cuando volviste a la escuela de medicina, las cuentas aumentaban, aunque mi salario era alto, no alcanzaba para todos los gastos, yo no te podía fallar, tú me apoyaste cuando yo estudiaba ahora era mi turno de hacer lo mismo contigo.

─Pero si me lo hubieras dicho, yo no hubiera dejado de trabajar.

─No, eso no, la niña nos necesitaba y si no podía tenernos a los dos al menos te tenía a ti al menos por algunas horas.

─Si, pero insisto, si me lo hubieras dicho yo, yo...

─Calla, no sigas, si yo me casaba con la hija del dueño de la clínica prácticamente me convertía en el dueño, una cosa llevo a la otra y cuando menos pensé ya estaba casado con Catita, automáticamente mi sueldo se triplico, yo encontré la manera de inventar seminarios, cursos que se yo, para poder viajar a verlas a ti y a la niña y no te quejaras, también tu mensualidad aumento considerablemente.

─No me estoy quejando─ Y dime ahora que se cayó tu teatro que va a pasar con nosotros.

─No lo sé, ahora lo único que necesito oír de tus labios, es que me perdonas y que me crees cuando te digo que tú eres el amor de mi vida y que todo lo que hice fue pensando en ti y en la niña.

─¿Y tus hijos, no sientes nada por ellos?

─Claro que sí, los quiero al igual que quiero a nuestra hija, pero a ellos no les va a hacer falta nada, quizá los busque cuando sean mayores y sepan comprender ─. Ahora dime ¿me perdonas sigo contando contigo?

─Si, mi amor saldremos juntos de esto ya lo veras, cuenta con mi apoyo incondicional.

─Creo que debemos salir del país.

─Es lo más sensato, vamos a dormir unas horas ya pensaremos con calma a donde iremos

Adriana se refugió en los brazos de su esposo y se quedó profundamente dormida, pero Luis Fernando no dormía, le había contado toda la verdad a su mujer, pero omitió, que, él en verdad se había enamorado de Catalina, que fue él, el que quedó prendado de su belleza desde el primer día que la vio, que siempre cumplió con sus obligaciones tanto económicas como maritales con Adriana, no por amor si no por miedo a que le hiciera un escándalo y dejará al descubierto su doble vida.

Estaba sufriendo enormemente por Catalina y sus hijos. le mintió cuando le dijo que ella era la mujer de su vida. Luis Fernando jamás había amado a Adriana, solo se casó con ella por darle su apellido a su hija, también le vivía agradecido ya que ella lo ayudo cuando él más lo necesitaba; al siguiente día muy temprano prosiguieron su viaje a la capital, cuando llegaron a la ciudad de México, Adriana se presentó a trabajar, cuando termino su turno fue hasta el pizarrón de anuncios quizá ahí podría encontrar la solución para su problema y la encontró cuando llegó a su casa se lo comunicó a Luis Fernando.

─Luis Fernando, creo que encontré la solución a nuestro problema.

─Dímela cuanto antes.

─Hay una circular en el pizarrón de anuncios, están necesitando médicos y enfermeras en Quintana Roo, no es en el extranjero, pero si al final del país no creo que tu suegro nos siga hasta allá.

Si esa es una magnifica solución, mi suegro va a creer que nos fuimos a USA, es lo más lógico viviendo tan cerca de la frontera, vamos hacer las gestiones cuanto antes, tenemos que salir de aquí lo antes posible.

Y así lo hicieron, al siguiente día hicieron todos los trámites para su traslado y, así, en tan solo una semana se encontraban instalándose en otro estado, pero si Luis Fernando creía que su suegro se iba a quedar con las manos cruzadas, estaba muy equivocado, nadie se burlaba de un miembro de su familia sin recibir su castigo. 

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