21 - No es un adiós
Después del ataque protagonizado por Elidroide junto con las ratas hacia las manifestaciones pacíficas de las dos religiones opuestas, Rebeca y Yassine se habían regocijado de un momento de locura, lo necesitaban. La llegada de la extraterrestre en sus vidas fue repentina, peor lo bastante importante como para hacerles ver el mundo de otra manera. Habían descubierto que existen otros planetas habitados en la galaxia, y que resultaban ser mucho más pequeños, tanto en tamaño como en poder, de lo que habían creído. Conocieron nuevas tecnologías que jamás habían imaginado que existían, se teletransportaron, se disfrazaron y adquirieron la capacidad de poder respirar bajo el agua, volaron en una burbuja transparente y descubrieron un sin fin de nuevas criaturas, algunas más dóciles y otras menos, que les ayudaron a vivir los mejores momentos de sus vidas.
Todo aquello había ocurrido en unos pocos días y no se arrepintieron de lo más mínimo.
Elidroide, por su parte, también estaba satisfecha. Había descubierto las mil caras que los humanos podían mostrar. Descubrió el ritmo y el baile en el interior de una discoteca, trasportándose a otro plano sin apenas moverse del sitio, se relajó y durmió a la orilla del mar, observando las estrellas al mismo tiempo que escuchaba el susurro de las olas, compró en un supermercado, tuvo el placer de elegir cómo vestirse para parecer más humana y comió en un restaurante. También estuvo con los manifestantes y, por supuesto, disfrutó de la compañía de los que ahora consideraba como sus mejores amigos: Rebeca y Yassine.
Casi una semana de aventuras que habían dado para mucho. Sus estudios demostraron que existían grandes diferencias entre lo que los extraterrestres creen sobre los humanos y la realidad. Que todo lo que había vivido no era más que la punta de un iceberg enorme que comprende innumerables culturas y tradiciones y que lo que había descubierto era una diminuta parte de la vida humana, la de la ciudad de ConfinaTown.
Ahora llegaba el momento de partir, de volver a su hogar, a su planeta. Elidroide no tenía opción. Había pedido una excepción para una misión secreta, y solo tuvo una semana para poder visitar a los humanos. Según ella no fue suficiente, necesitaba mucho más, pero no podía hacer contra a su organización política, de lo contrario, sería desterrada para siempre.
—Bueno chicos, creo que ya es hora de despedirnos. Yo debo volver, y mi nave me empieza a llamar para que me dirija hacia ella.
—No estamos de acuerdo —se quejó Yassine con una sonrisa en los labios, sabiendo que Elidroide no tenía opción.
—¿Me acompañáis a la nave?
—¡Por supuesto! —dijeron al unísono.
De camino, observaron los desastres ocurridos en la ciudad en los últimos minutos por la batalla entre superhéroes. Había edificios que producían una gran columna de humo, bomberos intentando apagar las llamas de un incendio creado en uno de los parques de la ciudad, policías por todos lados yendo y viniendo para intervenir en enfrentamientos entre manifestantes de todo tipo. La ciudad se había vuelto en un desorden sin control.
—Espero que no sea mi culpa todo esto —indicó Elidroide.
Los chicos rieron. Podía haber sido, pero en realidad, nada de lo ocurrido fue causado por Elidroide, salvo algunos percances menores como el del restaurante o el de la manifestación religiosa.
Al llegar al parque, descubrieron el cordón policial creado alrededor de la nave espacial de la extraterrestre. A Elidroide le habría gustado divertirse un poco con los agentes, pero sabía que eso podía perjudicar a los chicos, por lo que decidió no hacerlo.
—Creo que no nos queda otra opción. Es hora de despedirnos.
Rebeca estaba seria, cabizbaja y apenas podía hablar. Se podía sobreentender que aquel momento no iba a ser nada simpático, y que la despedida iba a ser muy dura en cualquiera de los sentidos.
Elidroide se despidió de Yassine, también callado pero sin expresar mucho más sentimientos aparte de los de una sincera amistad con la extraterrestre. Le dio un gran abrazo, dos besos en cada mejilla como solían hacer en esa región del planeta tierra y un fuerte apretón de manos mientras le deseaba el mejor vuelo posible. Posteriormente se dirigió hacia Rebeca para hacer lo mismo, pero ésta la esquivó.
La chica lloraba sin control, las lágrimas corrían por sus mejillas y sus manos temblaban. Tras varios minutos tratando una respiración profunda para relajarse, consiguió hablar.
—Sé que puede parecer una locura. Sé que estoy como una cencerro. Y es verdad, lo reconozco.
Elidroide y Yassine se miraron dubitativos. No entendían el propósito de la chica.
—Yassine, te quiero mucho. Sabes que has sido un gran hermano para mí. He descubierto muchas cosas contigo y he pasado los mejores momentos de mi vida a tu lado.
Yassine miró a Rebeca, luego, de reojo observó a Elidroide, quien puso cara de no tener nada que ver con aquella situación. Volvió a mirar a Rebeca y dirigió nueva mente la vista a la extraterrestre. Pensó. Bajó la mirada. Luego volvió a observar a Elidroide.
—Esto...
—Sí —respondió Rebeca.
Yassine dudaba aún de las intenciones de la chica, no sabía hasta qué punto estaba adivinando sus pensamientos. Volvió a mirar a Rebeca.
La chica no pudo evitarlo, Yassine le provocó una risa imparable. Tras varios segundos, respiró hondo.
—Yassine, no es tan difícil de adivinar. Me voy con Elidroide.
Como si se tratara de una sorpresa, el chico abrió la boca en señal de asombro y se la tapó enseguida con las manos.
—Pero... ¿Y tu familia? ¿Cómo haré yo para aclararles lo ocurrido?
—Ya pensé en eso cuando estuvimos con mi tío en el restaurante, tomé algo de tiempo para escribir esta carta. Toma, es para ellos, con una firma indiscutible. Dásela cuando me haya ido —aseguró Rebeca—. Un platillo volante ha aterrizado en ConfinaTown, he conocido a una extraterrestre, tengo la oportunidad de ver, no solo el mundo, pero la galaxia entera. Creo que, aunque no de inmediato, algún día lo entenderán.
En esta ocasión fueron las lágrimas de Yassine quieres corrieron por sus mejillas. No había opción, Rebeca había elegido su destino y de ninguna manera le podría hacer revenir en sus palabras.
—Estoy preparada.
Elidroide sacó la cosamolona y en el tiempo de un parpadeo, las dos desaparecieron.
Una vez en el interior de la nave. Elidroide comenzó a prepararlo todo para el despegue.
—Nave Fiuuu444, ya estamos de vuelta. Ve calentando motores —dijo la extraterrestre, dirigiéndose a la nave espacial.
—Dame 5 minutos, tengo que despedirme de mi amado. Él aún cree que soy una estúpida voz mecánica.
—¡Qué traviesa eres! Ya decíayo que te habías casi olvidado de mí.
Anouar daba vueltas a su cabeza para buscar el método adecuado y las preguntas exactas para que la nave no respondiera cualquier absurdez. Era muy importante que diera con las palabras exactas, por lo que no paraba de indagar en su mente
En general, el inspector solía ser conocido por ser alguien que resolvía los casos sin mucho impedimento, casi siempre le felicitaban por su rapidez y la lógica que utilizaba, lo que le había permitido llegar al puesto que ocupaba sin más problemas. Sin embargo, aquel artefacto le volvía loco.
—Comencemos de nuevo. El piloto de tu nave es femenina puesto que tiene tetas y pelo largo.
—Los masculinos también tienen tetas y pelo largo.
—Perdón, tetas que producen leche para amamantar a recién nacidos de la especie de tu piloto —Anouar alzó los ojos al cielo—. ¡Válgame Dios!
—No creo que te resulte de mucha ayuda rezar en estos momentos.
—¡Es una frase dicha!
—Sí, ya está dicha.
El joven intentó hacer caso omiso a aquel comentario.
—Resulta que se dedica a estudiar a los humanos, es decir, a los terrícolas.
—Para nosotros, astro habitado de luna única 1332.
—¿Eso quiere decir que existen 1332 planetas con una luna que cuentan con vida en su superficie?
—5468 astros conocidos por la especie de mi piloto con una luna. También los hay sin luna, con dos...
Aquella información fue nueva para Anouar, tenía que anotarla. Saber que había tantos planetas habitados le daban escalofríos. No sabía si la información era correcta, pero en todo caso, era una información que podría comunicar a sus superiores.
El inspector volvió a su tema inicial, no quería desviarse de lo que le interesaba.
—Hablemos de las intenciones de tu piloto en el planeta tierra.
—Puedes olvidarlas, ya ha vuelto.
—¿Cómo que ya ha vuelto?
—Estamos listos para el despegue. Inspector Anouar, fue un gusto conocerle.
El chico quedó perplejo, ¿Ya? Pero si no se cruzó con nadie. La nave permaneció hermética desde que él se encontraba estudiándola. ¿Cómo era posible que el extraterrestre ya estuviera en su interior?
—No, por favor, no me dejes con tantas dudas.
—Lo siento. Mi deber es el de transportar a mi piloto. Le deseo mucha suerte.
Esta última frase la dijo con un tono menos mecánico, casi humano. Anouar se quedó con la boca abierta, queriendo discutir, pero sabía que de nada servía.
La nave se iluminó de repente, varias líneas de luz moradas la recorrían de arriba hacia abajo. Poco a poco, con un sutil sonido metálico, comenzó a levitar, sin provocar daño alguno. Varios helicópteros militares se aproximaron a la zona para no perderlo de vista. No podían permitir que se asentara en otra parte sin que ellos estuvieran al corriente.
El óvalo subió y subió, traspasando las nubes y hasta que se perdió de vista. No iba a volver, era un adiós.
El alcalde Carlos de ConfinaTown había protagonizado una gabinete de crisis con sus consejeros más cercanos y la oposición política para discutir sobre todo lo ocurrido en la ciudad durante la última semana.
—Estoy de acuerdo, ConfinaTown es la ciudad más grande del reino, por consiguiente, la más complicada para organizar y controlar. También resulta ser la más importante tanto a nivel económico como administrativo. En estos momentos, se trata del centro del mundo —dijo el alcalde.
Los presentes asintieron de manera unísona. Orgullecidos por el lugar en el que vivían.
—Sin embargo, esta semana no ha sido el caso —replicó uno de los participantes pertenecientes a la oposición.
—Varias manifestaciones, tanto contra el desconfinamiento, como por la nueva religión; un OVNI por el que casi se ha destruido la totalidad del parque central de ConfinaTown para poder descubrir su origen y que al final ha desaparecido sin dejarnos la más mínima información; edificios completamente destruidos y calcinados por una lucha entre superhéroes sin control alguno; varios avisos de calles infectadas por ratas; numerosas muertes. No podemos permitir todo eso —dijo otro.
—¡Exigimos elecciones anticipadas! —concluyó el primero.
Carlos sabía que todo aquello iba a salir en la reunión, lo había previsto y conocía la acción que llevaría a cabo para arreglarlo. Se levantó de su asiento, dando la vuelta a la mesa central de la concejalía, y se dirigió hacia el gran ventanal, que daba a la plaza mayor de ConfinaTown.
—Quizás los ciudadanos de la ciudad aún no están preparados para esta situación. Quizás es hora de abrir la nueva puerta.
Todos en la sala asintieron, tanto los afines a la política de Carlos como los opositores.
Elidroide y Rebeca estaban ya cerca de la luna mientras la nave realizaba el primer cambio de maquinaria para un aumento constante de la velocidad. El camino sería largo, tardaría entre dos y tres semanas para llegar al planeta habitado del que la extraterrestre procedía. En ese tiempo, Rebeca intentaría aprender lo máximo posible sobre la vida en Bola de moco.
Desde las ventanas de la estructura se podía observar la tierra con sus tonos azules, marrones, verdes y blancos. Resultaba un sueño hecho realidad, un viaje entre estrellas que acercaría a Rebeca hacia otro mundo.
No fue fácil despedirse de ella. La chica no estaba haciendo una mudanza de ciudad, ni pasaba de un país a otro. Cruzaba distancias que ni en el más extravagante de sus sueños habría podido calcular.
Elidroide se acercó a Rebeca, y la abrazó por la espaldas mientras observaban aquel pequeño punto azul en medio de un vasto océano oscuro.
—No te preocupes. No es un adiós.
«Tras apenas una semana de libertad, una nueva variante del virus ha sido confirmada en la capital, ConfinaTown. Se trata de la Beta-épsilon, la número sesenta y ocho en lo que llevamos desde su primera aparición en 2019. Como decíamos, esta nueva variante ha sido diagnosticada por primera vez en la ciudad de ConfinaTown. Es igual de contagiosa que su hermana gemela, Beta-alfa, según los primeros estudios y resistente a las vacunas hasta ahora creadas.
«No debió ser fácil tomar esta decisión, pero el alcalde de ConfinaTown ha vuelto a establecer un confinamiento ilimitado hasta que se conozca el impacto que pueda generar esta nueva mutación del virus. Únicamente los desplazamientos por extrema necesidad serán permitidos. El teletrabajo seguirá siendo la prioridad y el contacto entre no residentes se limita a 5 personas.
«Nuevas medidas, quizás no tan estrictas como a las que estamosacostumbrados, pero igual de necesarias que en años anteriores. Os informa,desde ConfinaNews, Marta Brownie»
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