—¿Se llegan a ver las estrellas desde tu ventana?—preguntó Zahira.

Su tono era claro, por lo que imaginó que también estaba acostada y que su cama estaba ubicada de la misma forma que la suya.

—No tengo ventanas en mi cuarto...

Sus padres la habían clausurado por protección (y porque sabían que Tomás era un niño que solía distraerse con facilidad y una ventana interferiría en su concentración a la hora de estudiar)

—Ah...Igual no te perdés de mucho. Las luces ultravioletas de la calle matan los gérmenes pero aclaran el cielo nocturno—comentó.

Tomás formuló una sonrisa. Sabía que estaba mintiendo. El hecho de que en su habitación no hubiese una ventana, no implicaba que no se hubiera escabullido al living durante la noche para observar el cielo. El resplandor de las luces no llegaba tan alto, ni obnubilaba los astros. Pero, había sido un lindo gesto de parte de Zahira decir eso para que él no se pusiera triste.

—¿Cuántos años tenés?—interrogó, cambiando el tema.

—¿Y vos?

—Yo pregunté primero—Se hizo un prolongado silencio—. Tengo ocho, casi nueve.

—Yo diez—confesó entonces la pequeña.

Los hoyuelos de Tomás se profundizaron cuando volvió a sonreír. Sabía que era una niña (aunque más grande que él) niña al fin.

—Y… ¿qué cosas te asustan?—indagó el chico—. A mí me da miedo el virus—se adelantó a decir.

—A mí no—reveló ella y, hubo algo en el tono de su voz, que le confirmó a Tomás que lo que decía era verdad. En ese momento medio se arrepintió de haberle confesado su temor. Se dijo que debió haber sido más valiente, como los héroes de sus libros de cuento, y decir que "no le temía a nada"—. Pero, me asusta que no podamos salir nunca más.

—No vamos a poder salir si el virus no muere... Ojalá los humanos fuéramos peores, más peligrosos. Así podríamos exterminarlo—aseveró el pequeño, envalentonado.

—Capaz no tenemos que ser peores, sino mejores, más inteligentes y más "buenos".

Tras esa declaración, Zahira no dijo nada más. Tal vez se había dormido porque era un poco tarde. Tomás también tendría que estar dormido, pero se había desvelado pensando.

Estaba de acuerdo con eso de ser "más inteligentes", pero no muy seguro de qué tenía que ver la bondad en todo ese asunto.