Introducción
Se oían las cadenas al final del pasillo. Kenzi se puso nerviosa, tendría que entrevistar al asesino más famoso de Alemania.
De pronto entró el hombre; alto, moreno, unas trenzas negras adornaban su cabeza y aquella mirada oscura que le habían advertido, la hizo replantearse la idea de seguir con esto.
Llegó hasta la mesa donde se encontraba ella y fue sentado por el oficial que lo acompañaba. El trenzado lo miró y el oficial desvío la suya.
—La señorita le hará algunas preguntas— habló el oficial.
Tom clavó los ojos en ella. La ponía nerviosa y le daba miedo que fuera a saltarle encima en cualquier momento.
Tom mostró una sonrisa de lado.
—Los dejó, estaremos del otro lado— Kenzi asintió tragando saliva. Un sudor frio la envolvió.
El oficial se retiró y kenzi comenzó a hablar.
—Bueno, mi nombre es Kenzi Faüre y me gustaría que respondieras algunas preguntas así que...
—Kenzi— la interrumpió— sé lo que preguntaras, porque mejor no vienes a mi lado y nos divertimos un rato— volvió a dejar ver esa sonrisa que a más de uno dejaría con los pelos de punta.
—Escucha yo solo vengo a hacer mi trabajo y tu...—Habló Kenzi intentando parecer seria.
—Yo solo quiero charlar Kenzi, estoy harto de las mismas preguntas...pareces digna de conocer la verdad— dijo Tom poniendo las manos esposadas sobre la mesa y acercándose más.
—Bueno— suspiró — cuéntame...
El trenzado la observó fijo unos segundos, quería estar completamente seguro que ella sería su luz al final del túnel, ella no lo había tratado con agresividad como los demás ni lo había tratado de seducir para sacarle un poco de información además le faltaba poco tiempo para el juicio.
¿Qué podía perder?
—Empezaré desde el principio así que tendrás que seguir viniendo ¿Te molesta?
Kenzi no supo que decir.
—Tendré que grabar todo ¿te molestaría a ti?— aquella pregunta sorprendió al trenzado.
— ¿Grabar? ¿Para qué?— nunca lo habían grabado, bueno al menos no siendo él sincero.
—Si, ¿me lo permites? pienso escribir un libro sobre ti.
El trenzado lo pensó, enlistó las buenas y malas consecuencias mentalmente.
—Bueno pero con una condición.
— ¿Cúal?
—Vendrás el día de mi juicio y harás buen uso de la información que te daré.
—Lo prometo— kenzi sonrió. Después de todo valdría la pena. Tom también sonrió solo que esta vez reflejando una profunda nostalgia.
—Comencemos— kenzi puso la grabadora y la cámara sobre la mesa y las encendió.
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