Tom descansaba dentro de la tina, suspiró y cerró los ojos. Necesitaba relajarse o tendría problemas de control de nuevo.

—Tom— escucho a Andy abrir la puerta y entrar hasta detenerse a su lado.

—Hmm— Tom no quería abrir los ojos.

— ¿Todo bien?— preguntó el rubio.

—Si— susurró Tom.

—Hazme un cacho que se me hace tarde— el rubio saco su playera dejando ver las cicatrices que tenía en el torso.

—No, ni de broma después de lo que me dijiste la otra noche.

...

Hace varias noches Tom acababa de llegar de un trabajo que le había encargado Raúl, llegó hasta la cama y se quitó la playera al notar que tenía rastros de sangre. No notó que el rubio se encontraba frente al televisor y había volteado a verlo.

—Hola Tom— trató de hacerle saber que lo había visto.

—Hey Andy— dijo Tom tranquilamente. Parecía que no le importaba que lo viera casi desnudarse pues ahora iba quitándose el pantalón cuando Andy habló.

—Me gusta tu cuerpo, creo que me estoy volviendo marica— habló el rubio sin pensar.

Tom se estremeció.

—ah...bueno supongo que me tengo que ir acostumbrado, me meterán con ellos también— se terminó de quitar el pantalón, lo esculco haber si no tenía cosas importantes dentro de los bolsillos y lo metió dentro de una bolsa junto con la playera.

— ¿Te meterán con maricas? ¿Raúl sabe de eso?—el rubio lo miró esperando su respuesta. Se levantó y fue hacia la cama. Se sentó frente a Tom.

—El mismo me dijo— susurró Tom asintiendo.

— ¿O sea que te dejarás dar por...?

— ¡No! yo daré.

—Genial— ambos se miraron fijamente. Los ojos de Andy se iluminaron.

Desde ahí ya cada quien duerme en una cama por separado.

—Oh Tom, prometo no ponerte las manos encima— el de rastas frunció el ceño pero se hizo a un lado dejando que el rubio entrara lentamente­ —A menos que tú quieras— el rubio se río mientras el de rastas gruño.

Tres horas después ya estaban de nuevo en su infierno personal. "The Other Side". Un club nocturno de bailarines tanto de mujeres como hombres; Tom era parte de ellos mientras que Andy solo satisfacía uno que otro hombre o mujer en busca de "amor".

No tenían opción. Raúl y Michael estaban sobre sus pasos y si descubrían un error los hacían sufrir a como diera lugar. Tom y Andy ya lo tenían claro, las cicatrices parecían hablar para recordarles lo que pasaría.

Después de media noche Tom se escabullía a los camerinos para inhalar un poco de cocaína. Era lo único que le hacía olvidarse de la realidad y hacer lo que le mandaban. Desde que se la ofreció uno de sus compañeros no ha podido dejarla y aquello le hacía sentir mal, nunca quiso ser un drogadicto más pero era lo único que lo ayudaba a calmarse y soportar el dolor que le infringían o tenía que infringir.

Así era la vida de Tom, durante la noche bailaba y satisfacía hombres y mujeres y por el día era un delincuente.

Hasta que cumplió los 18 años y llegó un hombre buscándolo a él y a Andy para darles una noticia.

Tendrían que ir a hacer el forzoso servicio militar.

Ninguno quería ir pero Raúl los obligó para así "ver un poco de la vida militar". Esperaba que vieran armas y entrenamientos, tal vez eso le serviría a Tom para su ya vida delictiva.