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Amira observaba perdida el plato de fideos que tenía entre sus manos. Pensaba que luego de la charla con el abuelo de Subin este le permitiría a su amiga poder juntarse con ellos otra vez, pero todavía no tenían noticias de la chica.

Incluso se sentía culpable al pensar en que tal vez sus palabras hacia el presidente hicieron el efecto contrario que deseaba y es por eso que ya no le permitiría volverse a ver.

Y la mirada entristecida no pasó desapercibida por su pareja y maestro, quienes la miraban sin saber qué hacer para animarla ya que odiaban verla decaída.

- ¿Qué haces? -habló Jisuk, sacándola de su ensoñación- ¿Le estás mandando fotos a Subin de nuevo?

- Si, quiero que sepa que hacemos -contestó Jiwoo sonriente.

- Da igual, hagan lo que quieran.

Amira dio un pequeño suspiro ante el tono de su amigo, se notaba que a Jisuk le había afectado más que a ellos la separación de su amiga, después de todo el dúo deja de serlo si falta uno.

Frotando su mano en el bazo de su amigo para darle ánimos, se acomodó para la foto con una sonrisa de las suyas mientras levantaba el plato de fideos.

El grupo de amigos continuó con su comida en un ambiente más apagado, pero este fue interrumpido con la puerta abriéndose de improvisto.

- ¡Subin! -soltó Amira con una gran sonrisa brillante al verla.

- ¿¡Qué demonios están haciendo?! ¡¿Por qué carajos me envían fotos todo el tiempo?! -gritó enojada- ¡Que fastidio! ¡¿Por qué me las siguen enviando?! ¡Cuando alguien deja sus mensajes en visto y no les responde, tienen que dejar de enviarle cosas!

Amira se estremeció ante los gritos de su amiga, jamás la había escuchado tan furiosa, pero por el ritmo cardiaco que captaron sus ojos podía darse cuenta que no solo estaba enojada, sino triste.

- ¡¿Qué mierda?! ¡Si tanto te molesta, solo no las mires! -devolvió Jisuk en el mismo tono- ¡Si tanto te hace enojar como para no querer verlas, entonces bloquéanos! ¡¿A qué viniste aquí a hacer un alboroto por esa mierda?!

- Ji-jisuk -intervino Jiwoo.

- ¡¿Por qué me jalas?! ¡Es ella la que está siendo una tarada!

- ¿Quien... crees que querría hacer eso? -pregunta Subin con la cabeza abajo- Yo... quería estar junto a ustedes ¡Mierda, de verdad quiero estar junto a ustedes!

- ¡Si eso es lo quieres, entonces hazlo! -soltó Jisuk tomándola por el cuello de su camisa- ¡¿No hemos estado juntos por cualquier cosa que ha pasado?! ¡Habla con tu abuelo y dile lo que acabas de decirnos!

- No puedo... -sollozó, sorprendiendo a todos- Mi abuelo está... por morir.

Amira sintió una pequeña opresión en el pecho al ver las lágrimas de su amiga bajar en abundancia y con dolor.

- S-su condición es muy grave -continuó en los brazos de Jisuk- Re-recibió un ataque muy grande... y los doctores no han podido tratarlo... Le quedan pocos años de v-vida.

La albina escucha con atención las palabras de sufrimiento de Subin, que continuaron a lo largo de la tarde en una forma de desahogo mientras era abrazaba por todos sus amigos.

Según la Lee, su abuelo había sido revisado por médicos de todo el mundo con diversos tratamientos, pero ninguno pudo siquiera aliviar su dolor, considerando una herida imposible de curar.

- Subin -la llamó arrodillándose delante de ella para tomar su mano diestra- Déjame revisar a tu abuelo.

- ¿Que? -logró decir secándose las lágrimas con su mano libre.

- Amira no es como los demás curanderos -dijo Jisuk sin romper el abrazo con su amiga- No solo eso, sino que ahora es la discípula del señor Kartein, el mejor curandero del mundo. Amira es superior en varios sentidos, ella puede hacer más que esos inútiles.

- Déjame revisarlo -pidió la ojiazul- Haré mi mayor esfuerzo para curarlo, te lo juro.

- ¿E-estás segura? -pregunto conmovida- No quiero meterte en problemas...

- ¡No importa! -se puso de pie con una gran sonrisa e hizo fuerza en su bíceps izquierdo, que no tenía nada de musculo- ¡Soy fuerte, lo lograré, tú déjamelo a mí!

Tal y como lo dijo Amira, al otro día por la mañana ella se dirigió hacia la sede de la Unión para encontrarse con el presidente en su oficina.

- Por más que seas la discípula de Kartein, no toleraré que llegues sin una cita previa -dijo el mayor ingresando.

- Bueno días para usted también, señor -saludó arrugando su ceño ante su tono.

- Si -suspiró sentándose en el gran sillón- ¿Qué necesitas?

- Permítame examinarlo -dijo directo al grano mientras se ubicaba al frente de él.

- ¿Qué? -soltó sorprendido- ¿Tú... quieres tratarme?

- Si -asintió seriamente.

- ¿Qué quieres a cambio? -preguntó con ojos entrecerrados- Eres la discípula del mayor curandero de todo el mundo, es raro que vengas sin pedir algo a cambio.

- Le seré sincera. Usted me cae mal, solo hago esto por Subin -se cruzó de brazos lanzado un tierno suspiro de enojo- Porque si usted fallece ella se sentirá triste y no quiero verla llorar como ese día.

- ¿Qué...? -murmuró sin creerlo.

- Lo que escuchó, asi que andando -ordenó poniéndose de pie y mirándolo con intensidad- Vamos, vamos. No se curará solo.

Obedientemente y sin salir de su asombro, el mayor caminó detrás de la chica al igual que un pollito junto a su madre.

Todos aquellos que pasaban por el pasillo podían apreciar como el líder de una gran asociación como lo era la Unión seguía sin rechistar a una chica que era de la mitad de su tamaño y que daba el aspecto más tierno que existe en este mundo.

- Puede cambiarse a otro atuendo si quiere -dijo Amira ya relajada- Esto puede tardar días, asi que lo mejor es que usted esté cómodo.

Ingresando a una amplia sala de enfermería, el mayor fue hacia una habitación continua para colocarse el uniforme para internados.

Por mientras, Amira se sacó su suéter color rosa y lo acomodó en una silla, quedando vestida con una camisa blanca con un pequeño lazo magenta en su cuello, una falda a cuadros en tonalidades negras, una calza transparente y sus típicos zapatos de tacón color blanco, que no dudó en sacarse para colocarse unas cómodas pantuflas.

- Ya estoy listo -dijo manso, por alguna razón se sentía intimidado y eso le molestaba ¡Era el presidente de la Unión! ¿¡Cómo una niña que parce un conejo indefenso podía ponerlo en ese estado!?

- Muy bien, por favor, recuéstese en la camilla.

Viéndolo acatar la orden, Amira subió las mangas de su camisa para más comodidad mientras enfocaba sus ojos azulados brillantes para analizar su condición

- Esto podría tardar mucho ya que su herida es muy antigua -dijo en tono suave pestañando luego de ese escaneo y colocando su mano sobre la frente del mayor- Relájese y deje entrar mi energía.

El hombre se sintió en un hermoso campo de flores con aire cálido pero a la vez refrescante, dándole una increíble tranquilidad y seguridad cuando la energía de la albina ingresó a su cuerpo, provocando que cerrara sus ojos con cansancio hasta finalmente dormirse.

Amira sonrió levemente y colocó sus manos sobre el pecho de este sin llegar a tocarlo, preparada para desplegar su poder por toda la habitación, llenándola de ondulaciones blancas con flores de loto bailando en el aire.

Sus ojos habían captado la enorme herida interna que tenía el anciano. Era una lesión antigua y con una gran carga de energía despertada de otra persona; eso generaba que sea sumamente difícil curarla.

Pero para ella no era imposible.

Con extrema concentración, Amira cerró sus ojos y enfocó todos sus conocimientos y energía en la herida.

Por otro lado, desde el exterior de la sala se encontraban todo el grupo de amigos junto a los felinos a la espera de la albina.

Kartein miraba con toda su atención la puerta de la habitación, sentía la energía de su alumna y eso lo enorgullecía.

Fueron alrededor de tres días y tres noches lo que duró el tratamiento, donde Amira no se movió de su lugar a pesar del cansancio y dolor.

Largó un largo suspiro que resonó en todas las paredes al mismo tiempo que detenía el tratamiento y se alejaba unos pasos hasta sentarse en la silla más cercana.

- Por las flores -susurró restregando sus manos en todo su rostro, sintiéndose una completa inútil- ¿Q-qué le diré a Subin?

- ¿Cómo estoy? -preguntó el hombre sentándose.

- He podido regenerar un poco menos de la mitad de su herida, el dolor ha disminuido significativamente y he aumentado su expectativa de vida de tres años a ocho -contestó con la mirada baja e intentando recuperarse- Pero... no soy capaz de curarlo por completo, mis facultades no son suficiente.

Sin esperar una respuesta del presidente, Amira se levantó de su asiento y salió de la habitación con sus ojos humedecidos, siendo recibida por sus amigos.

- ¿Cómo se encuentra? -preguntó Subin ansiosa.

- Lo siento mucho -murmuró apenada- Hice todo lo posible, pero no pude sanarlo totalmente. Si bien podrá vivir más tiempo y el dolor ya no lo hará sufrir como antes, su herida continua abierta un poco más de la mitad.

- Gracias -dijo la Lee abrazándola, logrando que Amira se sorprenda, esperaba otra reacción- De verdad, muchas gracias por tratarlo, por tu ayuda podré tener a mi abuelo más tiempo.

La albina devolvió el abrazo con fuerzas y tendió su hombro para recibir las lágrimas de su amiga.

Mientras, los varones del trio rodearon a las chicas para brindarles su apoyo y los felinos veían todo desde las sillas, siendo Kayden quien le dio una mirada "inocente" a Kartein que logró hacerlo sudar con un toque de nerviosismo.









Nota: actualizando tarde porque esta señorita estuvo llena de clases y cenas

En fiiiin, me he dado cuenta que siempre les hago pregunta a ustedes.

¡Es su turno! ¿que dicen sobre hacerme cualquier tipo de pregunatas? Respondere a todas sin problemas juju, asi que dejenlas aqui ;)

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