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P A S A D O pt. 1
A pesar de ser el siglo 21, todavía seguían presentes los matrimonios convencionales, y estos se presenciaban aún más en el aterrador mundo de los despertados. Una alianza que se llevaba a cabo con el fin de crear un descendiente aún más fuerte que sus padres, los cuales eran mayormente obligados a contraer matrimonio para preservar el poderoso linaje de sus familias.
Y los Grane, una familia de despertados que era conocida mundialmente por su poder e influencia, no fue diferente a las demás en ese ámbito.
Silas Grane, un hombre el cual asesino a sangre fría a sus hermanos para obtener el título del líder de su familia y Adeline Campbell, una mujer que fue vendida por sus padres, ambos se unieron en pareja mediante un papel en vez de por amor.
Al momento de redactar las condiciones de ese acuerdo, una de las tantas clausulas era la necesidad de engendrar un heredero. Y sin perder el tiempo ni hacer berrinches, la pareja tuvo su primera noche de bodas, para que a los dos meses se diera la tan esperada noticia: la esposa del cabecilla de los Grane había quedado en cinta.
Pero a diferencia de un embarazo normal, donde se espera que solamente un bebe se albergue en el vientre, Adeline se llevó doble sorpresa.
Y nueve meses después llegaron al mundo los mellizos Grane, una niña y un niño de lo más saludables que podría haber.
Ambos eran idénticos, cabellos blancos como la nieve con orbes color rojo igual a la sangre.
Sin embargo, por más que fuesen físicamente iguales, eran completamente opuestos.
Duke Grane, el mayor de los mellizos por tres minutos y que fue declarado como heredero de la familia. Un niño con una personalidad fría y cruel que se ocultaba con una sonrisa amable, recibió la mejor de las educaciones para convertirlo en un digno sucesor y fue alabado desde una temprana edad por sus asombrosas habilidades destructivas.
Y Darice Grane, la más pequeña de los mellizos. Una niña tan frágil como las alas de una mariposa y con una personalidad tímida, cariñosa y amigable, se esforzaba en cada clase que tenía, no interesaba si eran de modales o medicina, ella estaba dispuesta a todo para hacer enorgullecer a sus padres y hermano mayor.
Mientras el poder despertado de Duke destruía todo lo que tocaba con su energía, ella había nacido con habilidades curativas. En los círculos sociales siempre hablan de ellos como polos opuestos.
Aun asi, y a pesar de las diferencias, Darice adoraba a su hermano y se lo recordaba todos los días de su vida; Duke era su pilar en la vida y deseaba hacerlo sentir orgulloso de tener una hermana educada y talentosa, el único miedo en su vida era decepcionarlo a él.
Sus padres ya no eran relevantes para ella, desde que cumplió diez años que dejaron de serlo ¿Quién querría a sus padres cuando la ignoraron desde la primera semana de nacida? Darice siempre estuvo detrás de ellos buscando su aprobación constantemente.
Sin embargo, no interesaba lo que hiciera, que sangrara por la nariz por el sobreesfuerzo de estudiar todo el día o el de entrenar contantemente, ellos nunca la elogiaron. Lo único que recuerda Darice de sus padres son las miradas y palabras frías y crueles que le daban para alejarla o denigrarla, pero jamás una muestra de amor de padres, algo tan natural que deben recibir los hijos por lo menos una vez en su vida.
Y se rindió a sus diez años cuando fue con su padre a mostrarle sus avances con su habilidad y él la golpeó en el rostro con su poder despertado, fue tan fuerte que su rostro se desfiguró por completo. Esa tarde pensó en que tal vez Silas había tenido un mal día y ella lo importunó, pero aun asi dejó de buscarlo, tanto a él como a su madre.
Pero por más que se alejó de ellos, aun pensaba en que tal vez le tenían algo de amor paternal por ser su hija, sangre de su sangre. Asi que siguió esforzándose para hacerlos sentir orgullosos desde la distancia, sin molestarlos con sus tontas cosas... Tal vez asi ellos se acerquen y le den un elogio pequeño, eso la haría muy feliz.
Este era el motivo por el cual se apegó a su hermano mayor, él fue quien le sostuvo la mano y la sacó de su miseria cuando sus padres la trataban mal.
Al principio sentía recelo ante Duke, pues él siempre obtuvo toda la atención de sus progenitores, ellos trataban al chico con cariño y le brindaban su apoyo incondicional. Pero aun asi, Duke se mostraba con una sonrisa a su pequeña hermana para cuidarla y guiarla con amor, eliminando los sentimientos negativos que tuvo Darice hacia él.
Fue asi que ella comenzó a dedicar sus esfuerzos en demostrarle que es una buena hermana y merecedora de estar a su lado.
Era una prodigio con su poder despertado, varios curanderos la elogiaron por su asombroso talento e innato potencial, siendo ya incapaz de enseñarle algo debido a que ella sabía todo a la perfección.
Sus notas eran excelentes, una puntuación perfecta tanto en entrenamientos físicos como en exámenes de las diversas cátedras, provocando que se gane limpiamente un puesto en el top 10 de la Academia Mundial de Despertados, para luego llegar a presidenta del Comité Estudiantil.
Darice Grane era perfecta ante los ojos de los demás. Era amable, educada, inteligente, paciente, razonable, tranquila, responsable y su belleza no era de menos, provenía de una familia poderosa y sus habilidades eran de un alto nivel.
Aquella joven de cabellos blancos y ojos color sangre era un premio de lujo que todos codiciaban.
Aun asi, las manos ajenas se mantuvieron en sus lugares y tuvieron que morderse la lengua para no acercarse a ella, ya sea para cortejarla o pedirle un enfrentamiento formal ¿a quién le gustaría meterse con una del top 10, presidenta del comité estudiantil y, peor aún, que era la adorada hermana menor de Duke Grane, quien era otro del top 10?
Era la única despertada en toda la Academia Mundial que poseía habilidades curativas, era inofensiva para los combates, pero aquello no fue ningún impedimento, porque Darice había construido una posición que la convertía en alguien intocable.
Estaba feliz, quitando su relación con sus padres, pero aun asi se sentía realizada. Su querido mellizo la amaba y la apoyaba, su rendimiento académico era el mejor en toda la institución, sus compañeros la trataban bien y con respeto, sus habilidades sobrepasaban la de varios curanderos mundial, y muchas más cualidades que la hacían sentir en paz; no podía pedir más, lo tenía todo.
"Todo" que fue arrebatado aquel día, una mañana que la marcó para siempre.
Tal vez tuvo que haber disfrutado su tranquilidad con más ganas si hubiera sabido lo que la esperaba.
Ella simplemente estaba leyendo y firmando un informe que le llevaron esa mañana, unos estudiantes habían tenido una disputa en la cafetería y como presidenta del comité estudiantil debía resolverlo y comunicar a los superiores.
Se encontraba sentada en la punta de la amplia mesa, rodeada de sus compañeros del mismo comité, quienes la aconsejaban y ayudaban con varias tareas que implicaban situaciones internas de la Academia.
El timbre resonaba a lo lejos, indicando que las clases comenzarían y ellos debían irse de aquella enorme sala.
- Pueden retirarse, han hecho un excelente trabajo –les sonrió levemente- Yo me haré cargo de este último documento.
- ¿Estás segura? –le preguntó Leah Eresby, la persona más cercana que tenía ahí dentro a parte de su hermano.
- Si, tranquila –rio divertida- No es la primera vez que hay una pelea entre estudiantes, es fácil de llevar.
- Si tú lo dices –suspiró rendida.
Darice le dio una mirada culpable para luego observar el informe, sus compañeros se habían levantado de sus asientos y estaban a punto de salir de la oficina, sin embargo, el sonido de la puerta abriéndose abruptamente los detuvo a todos en su lugar.
No solo el director, sino que su mano derecha y varios profesores y guardias habían ingresado y ocupado toda la sala.
- ¿Señor Lutrein? –pronunció confundida colocándose de pie- ¿Acaso ocurre algo?
- Darice Gane, quedas arrestada por alta traición a la Asociación Mundial de Despertados –fue lo que dijo, dándole una mirada complemente fría y amenazante- Llévensela.
Aquello les cayó a todos los estudiantes como un balde de agua fría, mucho más a la albina, quien se quedó muda y estática en su lugar, sin poder procesar aquella tonta acusación.
- ¡E-espere! ¡¿Qué están haciendo?! –soltó cuando empujaron su cabeza contra la mesa- ¡Señor Lutrein, esto debe ser un error! ¡Suéltenme!
Su desesperación se notaba en cada poro de su piel, sus brazos estaban siendo retenidos detrás de su espalda con fuerza, su cuello también estaba tomado y su respiración se le cortaba por la presión.
Estaba siendo tratada como una criminal.
- ¡No he hecho nada! –gritó con lágrimas en los ojos mientras la obligaban a caminar fuera de la oficina- ¡Esto es un error, déjenme ir!
- Eso es justo lo que diría un traidor –habló el vicedirector cuando ella pasó por delante de él.
En ese momento, Darice conectó sus ojos rojizos con los de él, dándole un escalofrío por lo aterrador que se veía ese hombre ¿el vicedirector siempre tuvo esa mirada sanguinaria?
La albina estaba siendo escoltada por guardias mientras la llevaban a la fuerza por los pasillos de la institución, siendo vista por cada estudiante y escuchando todos los comentarios despreciables hacia ella mientras la miraban con desagrado y odio, provocando que sus ojos se llenen de más lágrimas.
- ¿La presidenta es una traidora?
- Siempre lo sospeché, escaló de posición muy rápido.
- Nunca me gustó esa sonrisa, ahora sé que era falsa.
- Me da asco verla.
- ¿Verdad que si? Siempre caminaba como una señorita de la realeza, pero mírala ahora en ese estado.
- Es tan humillante.
Darice los escuchaba más claro que nunca ¿acaso ellos siempre pensaron asi de ella?
No, no, no... por favor, que sea un sueño...
Sus ojos ya no aguantaron y simplemente comenzó a expulsar lágrimas, mirando con miedo la dirección por la que la llevaban, pues por ahí estaba la zona de detención, donde llevaban a los estudiantes más problemáticos y les hacían vivir un infierno para disciplinarlos.
- ¡Detengan esto, se están equivocando conmigo! ¡No soy una traidora! –gritó anclando sus pies en el suelo para impedir el avance.
Sin embargo, el fuerte golpe en su estómago la obligó a seguir, sintiendo como la sangre subía a su cavidad bucal y se acumulaba, generando que la escupa con malestar.
Aun asi, el golpe no fue lo que más le dolió, sino la manera en la que la estaban tratando. Quienes alguna vez la miraron con respeto y aprecio, ahora la humillaban y acusaban falsamente; sus tratos hacia ella habían cambiado por completo.
Necesitaba defenderse o que alguno de los tantos estudiantes vaya a su auxilio, que diga que ella es inocente y todo es una equivocación. Con que uno de ellos la defienda, cualquiera, no importa quien, incluso si es la hermosa pantera de Cain Lutrein, estaría tan feliz y aliviada que le devolvería el favor por mil.
Y como si sus suplicas fueran escuchados, una cabellera blanquecina apareció en su rango de visión.
- ¡Hermano! –lo llamó con su voz quebrada y aliviada.
- Darice –devolvió serio, colocándose enfrente de ella y haciendo que todos se detengan.
- Duke, e-esto está mal... –dijo con una expresión triste y dolida, luchando con todas sus fuerzas por no abrazarlo en ese momento- Sabes que yo no haría algo como esto, yo no soy una traid...
Un golpe, solo uno, fue lo que se escuchó en aquel desolado y tétrico pasillo. Pero fue el más doloroso que recibió y recibirá Darice en toda su vida.
Sus ojos se abrieron levemente del asombro y al igual que su boca, no era capaz de hacer o decir nada, no después de sentir como su mejilla ardía y una hilera de sangre salía de su pómulo.
- ¿Cómo fuiste capaz? –preguntó Duke con la mano alzada y sus ojos humedecidos- D-después de todo lo que hice por ti... ¿te atreves a darme la espalda? ¿Cómo pudiste... elegir a Frame por encima de tu familia?
Darice estaba con su rostro ladeado, producto de aquella bofetada. Y por primera vez en su vida tenía miedo de mirar a la cara a su hermano.
- E-esto está mal –repitió, sintiendo un dolor más fuerte que el físico- D-duke... yo jamás te traicionaría.
- ¡Eres una mentirosa! –le gritó tomándola por las mejillas, obligándolo a verlo- ¡Te amaba, estaba tan feliz de tenerte como hermana! ¡Eras mi más grande orgullo! ¡Y tiraste todo mi aprecio a la basura!
- ¡No, jamás lo haría! –devolvió llorando, cuanto sufría al escucharlo decir aquellas palabras- ¡Duke, ellos son los que mienten, yo nunca me atrevería a hacer algo que te lastime!
- Cállate, no quiero oírte –susurró con una mirada tanto fría como dolida- No... no quiero escuchar nada que salga de tu boca.
Darice sintió como las manos de su hermano la soltaban y este se abría paso para alejarse de ahí, dejándola con un enorme vació en su pecho.
- ¡Hermano, debes creerme! –gritó desesperada, intentando seguirlo pero el agarre cruel del guardia la contuvo- ¡Por favor detente, Duke, soy inocente!
- Ya no soy tu hermano –dijo frenando sus pasos dándole la espalda- Yo no soy hermano de una traidora.
- ¡Hermano! –rompió en llanto viéndolo irse- ¡Duke, por favor, no te vayas! ¡No me dejes sola!
Darice no detuvo sus lágrimas y lamentos en todo el camino, ni cuando la golpearon más para silenciarla o cuando empujaron con brusquedad hacia el suelo sucio de la celda.
Su corazón y cuerpo dolían, pero aun asi mantenía una pequeña llama de esperanza de que todos los malentendidos se resolverían en la noche de ese día y que su hermano mayor se disculparía y todo volvería como antes.
Que ingenua.
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