⇁ 014
Sus ojos azules no paraban de moverse entre líneas de aquel diagnóstico sobre la chica con la que peleó los otros días, y que ni siquiera recuerda su nombre. Según lo que dice el papel, la estudiante padece de ceguera y sus tímpanos fueron rotos, su cerebro sufrió pequeñas heridas y hace más de una semana que no despierta.
- D-disculpe... pero ¿por qué me lo muestra? -preguntó con una sonrisa incómoda.
- Señorita Amira, ninguno de los médicos de aquí ha logrado hacerla despertar, incluido el curandero que trajimos de Mir -dijo la profesora Miyoung- Pero ellos me han dicho que usted puede tratarla debido a su talento en la medicina... asi que por favor...
- ¿Por qué debería? -frunció el ceño, no quería ser mala pero si su poder curativo se difunde por las organizaciones podría causar problemas- No estoy afiliada a Mir, asi que no tengo la obligación de tratar a la chica.
-... Lo se -susurró la mayor, para luego inclinarse- Pero, por favor, ella solo es una adolescente que desea crecer como despertada... Tiene mucho que vivir, y ahora que está en cama es...
Amira apretó sus labios y desvió la mirada con pesar mientras guardaba el papel doblado en el bolsillo de su bata, una cortesía de los doctores. No le gustaba tener corazón de pollo porque esas palabras lograban afectarla. No quería ser una villana que deja morir a personas, pero ella también está en peligro.
- Está bien -accedió finalmente en un suspiro- Pero no le aseguro que salga bien.
- ¿¡Lo harás?! -soltó sorprendida.
- Si, pero a cambio quiero la palabra de Mir que en un futuro, si yo lo necesito, me prestarán ayuda sin importar que -respondió seria.
Amira sabía que era muy buena en su ámbito y era capaz de tratar heridas y enfermedades que otros curanderos no, es por eso que comenzaría a aprovechar su poder para recaudar favores de organizaciones. Esto era en caso de que en un futuro, si las cosas se ponen mal para ella, tendría respaldo y asi podría por lo menos asegurar su vida durante un tiempo.
- Si, claro que la tendrás -dijo segura Miyoung.
- Guíeme a su habitación, lo mejor es comenzar su tratamiento lo más rápido posible -sonrió levemente.
Ambas mujeres caminaron por los pasillos hasta el otro edificio, donde se encontraban los dormitorios de los afiliados.
- Profesora Miyoung -la llamo Amira una vez en la puerta, mirando a la mayor seriamente- Espero que cumpla su palabra, porque desde el momento que mi energía entre al cuerpo de su estudiante, tendré el control de su vida... Espero entienda mi posición.
- Claro que si -asintió comprendiendo, porque por más dura que fue esa amenaza indirecta, Amira tenia todos los motivos para tomar esos riesgos y no la culpaba, después de todo era una despertada que no tenía a nadie que la respalde.
- Esto puede tardar debido a las lesiones -dijo calmando el ambiente- Y los mejor será que no interrumpan el tratamiento.
Amira ingresó a la habitación, encontrándose como primera vista a la estudiante peliceleste recostada en la cama con una venda sobre sus ojos.
Con un suspiro y agitando sus manos de un lado a otro para liberarse de la tensión, comenzó el tratamiento.
Primero analizó el estado de su paciente a través de sus ojos azulados, para luego colocar sus manos sobre el torso de la chica sin llegar a tocarla. Y como cada vez que utiliza su energía, hermosas ondulaciones y flores brillantes comenzaron a desplazarse por la amplia habitación.
Fueron alrededor de quince horas en la que Amira se mantuvo en su posición debido a lo complejas que eran las lesiones, pues el cerebro era muy difícil de tratar, sin contar la pérdida de vista.
- Fiu -suspiró secándose el sudor de su frente, podía correr durante tres días seguidos sin cansarse pero sanar es otra cosa.
Estirando sus brazos hacia el cielo y escuchando como sonaba su espalda, se levantó de la silla y caminó hacia la salida. Encontrándose de cara a la profesora, quien no se había movido de su lugar en todo lo que iba el tratamiento.
- ¿Cómo se encuentra? -preguntó rápidamente.
Amira se sonrojó hasta las orejas por la cercanía, y aún más por todos los estudiantes afiliados que había en el pasillo.
- E-ella está bien -respondió avergonzada mientras sacaba una hoja de papel de su bolsillo- Despertará dentro de poco, puede que tenga dolores de cabeza pero es normal, su cuerpo se encargará de lo demás.
- ¿Qué es esto? -preguntó recibiendo la hoja.
- Son unas recomendaciones para su recuperación -respondió sonriendo cansada pero aun manteniendo su semblante amable- No deben olvidar los primeros cinco puntos, especialmente el número 3, ella tiene prohibido la primera semana sacarse la venda de los ojos y una vez se cumpla el lapso, deberá hacerlo en un lugar con poca luz y despacio, asi su vista se acostumbra a su entorno.
- ¡Muchas gracias! -se inclinó Miyoung con una sonrisa aliviada- Mir jamás olvidará tu gratitud.
Amira quiso irse de ese lugar lo más pronto posible, pero los estudiantes afiliados la rodearon y le impidieron moverse, más aun cuando comenzaron a bombardearla de preguntas y elogios, haciendo que su rostro se torne rojo por completo.
- Muévanse, idiotas -intervino Subin empujando a todos los estudiantes junto a Jisuk y Wooin.
- Chicos -lloriqueo Amira agradecida saltando a los brazos de su amiga.
- Si, si -Jisuk palmeó su cabeza como un cachorro- Ahora vámonos, tengo hambre.
Amira sonrió ampliamente y entrelazó su brazo con la Lee, para asi caminar hasta la habitación de Jiwoo, quien había estado paseando por el patio junto a su maestro transformado.
Después de la pelea entre afiliados y no afiliados, habían ocurrido varios acontecimientos, entre ellos que un profesor fue golpeado por Kayden en una prueba que le hicieron a Jiwoo para probar sus habilidades con familiares, y que ahora era posible que los no afiliados puedan tener el mismo trato que los afiliados, sin contar las burlas que sufrió Iseul por parte del dúo.
Por otro lado, Amira estaba sentada en el sillón mientras acariciaba distraídamente al felino, quien recibía los mimos con gusto y no despejaba su vista de la chica debido a que la notaba perdida en sus pensamientos. Pues no se equivocaba, Amira había notado que cuando finalizó el tratamiento de la estudiante, aun podía sentir su energía en aquella chica a pesar de la distancia, y era lo mismo con Jiwoo, pues a él también lo había tratado; dándole una pequeña idea, que si se esfuerza y estudia un poco más, tal vez pueda llevarla a cabo y con éxito.
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Amira estaba jugando con Wooin a juegos de manos hasta que vinieran sus instructores, hoy no tenía clases en la enfermería asi que pasaría la tarde en el gimnasio junto a sus compañeros.
- ¡Jiwoo! -saludaron todos al verlo llegar agitado.
- Jiwoo, podremos tomar clases con los otros a partir de la próxima semana -informó feliz Jihye.
- ¿De verdad?
- Pero el progreso sería diferente, nos faltan más clases que a ellos -siguió el más alto.
- ¡Pero podemos tomar todos los beneficios! -sonrió entusiasmado el pelirrojo- ¡Será diferente que antes!
Amira escuchaba la conversación alegre con una sonrisa en su rostro, la hacía feliz verlos tan emocionados por tomar clases junto a los afiliados. Pero su expresión fue borrada al ver de reojo como se acercaban tres sujetos desconocidos.
- Todos, excepto Jiwoo, salgan -ordenó uno de ellos.
- ¿Quién eres tú? -preguntó Gangwoo.
- Lo diré por última vez -frunció el ceño amenazante- Todos, excepto Jiwoo, salgan.
- No sé quién eres, pero pronto tendremos clases aquí -dijo el de coleta.
- Trabajan para mi -intervino un señor.
- ¿El abuelo de Sucheon? -murmuró Jiwoo.
- Necesito hablar con Jiwoo, asi que salgan por favor -pidió el anciano, aunque sonó más a una orden debido a su rango.
Amira y Wooin vieron a su amigo indecisos, pero su sonrisa hizo que respetaran su decisión y salieron al pasillo junto a los demás chicos mientras esos hombres custodiaban la puerta del gimnasio.
Habían pasado tan solo dos minutos desde que dejaron solos a esos dos cuando Amira sintió una puntada en su núcleo, sintiendo como su propia energía curativa en el cuerpo de Jiwoo le advertía que su amigo estaba siendo herido. No comprendía como era que sabía el estado del Seo si no estaban uno al lado del otro, era como si estuviera viviendo lo mismo que Jiwoo pero sin sentir dolor, solamente sabía que estaba siendo herido.
- Llamen a los profesores -pidió Amira a sus compañeros- ¡Ahora!
- ¿Qué ocurre? -preguntó Wooin serio viendo cómo se iban a buscar a los adultos.
- N-no se -respondió viendo el suelo- Pero él... Wooin lo están lastimando... mi energía me lo dice...
- Apártense -ordeno el azabache a los hombres, jamás dudaría de lo que dice la chica.
- ¿Qué está pasando aquí? -apareció el señor Jang- ¿Por qué nos llamaron?
- ¡Deben intervenir! -habló Amira con ojos aguados, podía sentir como el chico era estrangulado y su cuerpo era doblado hacia atrás- ¡Ese señor está hiriendo a Jiwoo, ayúdenlo!
- Vuelvan a sus dormitorios -ordenó Inhyuk al ver la situación.
Amira quiso quedarse para ver como estaba su amigo, pero la mirada que le lanzó el señor Park hizo que se acobardara y decidiera irse de ahí junto a sus compañeros.
Confiaría en los adultos para salvar a Jiwoo, porque ella no era capaz de intervenir con alguien tan fuerte.
Nota: pregunta, que opinan sobre los traidores?
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