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Amira estaba cruzada de piernas, su mirada se encontraba perdida y mantenía un leve puchero a la vez movía su pie ansiosamente y giraba en la silla con ruedas que había en la veterinaria, hace más de una semana que no tenía noticias sobre Jiwoo o Wooin. Y se le hacía maleducado ir a visitarlos sin avisarles, pero solo tiene el número de uno de ellos y ni siquiera contesta los mensajes, no sabía qué hacer.

Estaba preocupada por ambos, pero se mentía a si misma diciendo que solo era porque uno era su paciente y debía seguir tratándolo porque ese era su deber como curandera, y al otro chico porque le debía un favor por salvarla.

- Señor... -lo llamó deteniendo la silla- ¿Qué haría si un conocido desaparece sin decirle?

- Pues, primero lo llamaría o lo buscaría en su casa -contestó simple- Y si no responde, comenzaría una búsqueda por los alrededores preguntándole a personas cercanas a él si lo han visto o llamo a la policía.

- ¡Eso es! -se levantó del asiento chocando su puño en la palma de su otra mano- ¿Puedo tomarme libre lo que resta del día?

- Claro -suspiró rendido- Gracias por ayudarme a localizar a las familias de los animales, suerte en tu búsqueda.

- ¡Gracias! -sonrió feliz.

Sin perder más tiempo, la peliblanca tomó su pequeña mochila y su cárdigan color lila saliendo de su trabajo a una gran velocidad, calmaría la incertidumbre de su corazón y le pondría fin a su inquietud sobre el estado de los varones

Pero sus ganas de buscaron disminuyeron al darse cuenta que no tenía idea de donde localizarlos. Lo único que sabía era que la dirección de la casa del Seo, y por más que se consideraba esa visita una falta de educación, se dirigió hacia allí sujetando las correas de su mochila, esperaba encontrarlo para saciar su preocupación.

Sus pies se detuvieron justo en la puerta de la residencia, pensando seriamente en si tocar el timbre o irse por donde vino ya que su valentía se esfumó, más el sonido de un auto estacionándose a su lado detuvo su huida, observando como un hombre de traje verde oscuro se bajaba.

- ¡Oh! Buenas tarde -la saludó amablemente- ¿Eres conocida de Jiwoo?

- Buenos tardes -devolvió sonriendo- Si, lo vine a visitar porque hace unos días que no sé nada de él.

- Él en estos momentos se encuentra ingresado en el hospital -informo tranquilo- ¿Te gustaría visitarlo? Se pondrá feliz de saber que alguien lo busca

- ¡¿En serio?! -soltó con una gran sonrisa- ¡Muchas gracias!

- Solo espérame unos segundos -pidió mostrándole una bolsa- Alimentaré a los gatos y te guiaré.

Amira asintió paciente y se apoyó en la verja de madera balanceándose para adelante y atrás mientras pensaba en los motivos del porque el chico estaba internado. Y tal como lo dijo el azabache, salió de la casa con una sonrisa feliz luego de darles de comer a los felinos para hacerle una seña a la chica para que lo siga hasta el vehículo.

Amira sin desconfiar en el hombre, se subió en el asiento de atrás y se mantuvo callada durante todo el trayecto jugando con la cinta que se enrollaba en su cintura como decoración de su vestido blanco.

- Llegamos -avisó apagando el motor- ¿Vamos?

- Claro -sonrió abriendo la puerta para cerrarla con delicadeza suficiente- Emm, señor...

- Inhyuk Goo -completó guiándola por el edificio.

- Señor Goo, durante el camino pude darme cuenta que este hospital no es uno para gente común -dijo Amira jugando con sus manos y evitando mirarlo- ¿P-puede ser que estas sean instalaciones de una organización de despertados?

- ¿También eres una despertada? -preguntó sorprendido- Pensé que era compañera de Jiwoo en la secundaria.

Amira asintió con una sonrisa modesta mientas se rascaba la mejilla, de nada servía ocultárselo si ahora ya estaba bajo la mirada de la Unión y era considera una despertada más del país, solo espera que no le hagan preguntas incómodas.

- Bueno, eso hace las cosas más fáciles -habló mientras seguían caminando- ¿A qué asociación estás afiliada?

- E-en realidad yo no tengo afiliación -contestó riendo apenada- Pero por el momento estoy bajo la tutela de...

Se interrumpió a si misma cuando sus ojos azules captaron al otro lado del pasillo la figura de su tutor.

- ¡Señor Park! -lo saludó amigable, era mejor mantener una buena relación con él- ¿Qué lo trae por aquí?

- Lo mismo me pregunto, Amira -devolvió mirando seriamente al otro adulto- Inhyuk Goo ¿por qué traes a una despertada de la Unión a territorio Shinwha?

- Ella quiere visitar a Jiwoo -lo enfrentó y Amira podía jurar que veía rayos entre ellos de la tensión que había- No soy un cobarde que atacaría a una niña.

- E-emm -interrumpió la chica nerviosamente- Perdóneme señor Park, tuve que pedirle permiso pero estaba ansiosa ya que no sabía dónde estaba Jiwoo y tampoco tenía noticias de Wooin, espere no le moleste.

La mirada de perrito regañado de la peliblanca hizo que Seongha suspirara rendido y los acompañara hasta la puerta donde se encontraba ese trio de varones problemáticos.

- Puedes quedarte todo el tiempo que necesites -habló Inhyuk amable- Nosotros nos retiramos, tenemos asuntos que resolver.

- Muchas gracias -sonrió ampliamente haciendo una reverencia.

La peliblanca tocó suavemente la puerta que le indicaron hasta que recibió una afirmación del otro lado. Lentamente ingresó asomado su rostro sonrojado, teniendo como primera imagen a los chicos que buscaba sentados en una camilla acompañado de su gran felino y otro muchacho que desconocía.

- ¡Amira! -sonrió Jiwoo feliz- ¿Qué haces aquí?

- Me alegro de saber que se encuentran a salvo -suspiró aliviada sentándose en una silla al frente de ellos- No sabía de ti o Wooin desde hace unos días asi que los busqué para ver sus heridas, y el señor Goo fue amable de traerme hasta aquí

- Ya veo... Estoy feliz de saber que te preocupas por nosotros -sonrió ampliamente el Seo- ¿No es asi, Wooin?

El azabache solo asintió sin decir una sola palabra, provocando que hubiera un silencio tenso e incómodo en la habitación.

- Oye ¿quién eres tú? -rompió el silencio el otro chico.

- ¡L-lo siento! -habló Amira sonrojada de la vergüenza- Olvidé presentarme, fue muy descortés de mi parte... Soy Amira, un gusto.

- Amira, él es Jisuk Yoo -lo presentó Jiwoo.

- ¿Cómo se conocieron? -preguntó levemente curiosa.

- Tuvimos una pelea -respondió simple- No logré ganarle, pero fue una buena pelea, aprendí mucho de él.

- ¡Ja, y hubieras visto el combate que tuve con este bastardo! -alardeó Jisuk señalando a Wooin- Te perdiste mis habilidades, lo hice papilla.

- Fue un empate -contraatacó el pelinegro- Tú también terminaste mal.

- ¿¡Qué demonios dijiste?!

- ¡E-esperen!

La chica habló nerviosa y agitó sus manos intentando aliviar el ambiente, esos dos estaban dispuestos a utilizar sus habilidades despertadas ahí en la habitación y podrían causar mucho daño.

- ¿C-cómo se encuentran sus heridas? -preguntó cambiando de tema.

- ¡Muy bien, los doctores del lugar son muy amables! -respondió Jiwoo feliz- ¡Oh! Hablando de eso, cuando nos examinaron ellos dijeron que las heridas anteriores fueron tratadas perfectamente ¡no sabía que eras tan genial, Amira!

Las mejillas de la adolescente se tintaron de un rojo semejante al de una manzana, el Seo no paraba de elogiar hasta la más mínima cosa que hacía y eso provocaba que su corazón bombeara felizmente al recibir bonitos comentarios sobre sus habilidades.

- No fue nada -murmuró con una sonrisa avergonzada- Me alegro saber que fui de ayuda para ustedes.

Amira desvió su mirada y jugueteó con sus dedos, dándose cuenta inmediatamente que estaba en una habitación con chicos despertados que pertenecen a organizaciones nacionales, encendiendo todas sus alarmas por el peligro que corría de ser descubierta por más que la Unión y Shinhwa no formen parte de la Asociación Mundial de Despertados.

Debía alejarse de ellos, hacer que no los conocía para evitar problemas. No podía confiar en ellos por más que sus ojos le dijeran que esos chicos no mienten; no importa si de verdad tienen buenas intenciones con ella, nada le garantiza que luego le apuñalen la espalda para su beneficio.

- Debo irme -habló poniéndose de pie, recibiendo miradas extrañadas por su comportamiento nervioso- Se hace tarde, me alegro saber que están ben. Nos vemos.

Sin dejarlos despedirse, Amira con el corazón en la boca salió disparando de la habitación ignorando toda persona que se le cruzaba en el camino.

Sus pasos se movían velozmente por las calles hasta su departamento, donde se encerró y se dejó caer sobre la puerta, ocultando su rostro entre sus piernas mientras intentaba regular su respiración y acomodar sus pensamientos revoltosos.

- Ellos serán igual que los demás -murmuró con ganas de llorar, pero negándose a soltar una lagrima.

Su corazón dolía porque esos chicos le agradaban a pesar de no tener muchos días de conocidos, pero sabía que terminaría mucho peor si se involucra de más con ellos. Son despertados, y la naturaleza de ese tipo de personas es traicionarte al más mínimo error que cometas o cuando tengan una mejor oferta para obtener poder.

No existe algo como los amigos, era patético solo pensar en amistad.

Ella no debía confiar en nadie más que en si misma, aun cuando ni siquiera tenía el mínimo de confianza sobre ella.






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