La noche entre sus brazos fue como recordar la llama perdida, encerrado, aprisionado entre los fuertes, con una tenue esperanza de revivir lo perdido.

De volver a tener la calidez que lo acobijaron, de guardarse una última sonrisa, una última mirada, un último toque que ya no ardía contra su piel.

Que ya no quemaba en la necesidad de sentirlo.

Ya no se sentía de ese chico que lo abrazaba con fuerza, que se aferraba a un corazón que ya no le pertenecía, que se aferraba en borrar sus lágrimas que alguien más ya había quitado.

—Lo siento tanto –Las lágrimas corrieron

Corrieron, dejando aquella velada, bajo la última calidez de Moonbin, un corazón que había tomado su decisión.

•••

Una despedida que tenía que aceptar.