Treinta y uno - Final: El caer de la última venda para conocer la verdad
Los ojos le pesaron y su corazón latió con fuerza al momento en que las lágrimas caían por sus mejillas.
Las limpió.
Se encontraba perdido, su cabeza dolía y su cuerpo parecía pesar más que otro día.
Acomodó su cabello mientras que, con su mano libre, tallaba sin suavidad sus ojos.
Un escalofrío lo confundió, siendo acompañado por un sonido sordo de una botella de vidrio golpeando suavemente la pared.
Abrió los ojos, dejando las manos contra el suelo y así impulsarse para levantarse de la tercia alfombra que se encontraba con más personas encima suyo.
Parpadeó repetidamente, asustado y abrumado de mirar aquellos cuerpos estando encima de otros, con un ceño relajado y cómodo.
Con botellas y vasos de alcohol alrededor, vacías y rotas.
Como si nada hubiese ocurrido.
— Oh, aquí estás —Elevó la mirada, encontrándose con su mejor amigo.
— Minhyuk —Su voz salió ronca, sin ánimos y adolorida.
¿Minhyuk?
—¿Seguro que te encuentras bien? Ayer llegaste loco amigo —le dedicó una sonrisa amistosa mientras bebía de una botella de agua.
—Yo... —Su cabeza daba vueltas, no entendía, no podía, no lo procesaba ¿qué pasó?
—¿No lo recuerdas? Ayer llegaste con Myungjun decidido a embriagarte porque tú y Dongmin habían discutido.
Sus ojos picaron.
Y lo entendió.
Lo entendió cuando escuchó el grito alarmante de su amigo al verlo salir con rapidez, cuando sus piernas parecían rogar por detenerse pero su corazón le gritaba que no parara.
Que fuera por su chico.
Que volviera a tomar su mano. Volverlo a acurrucar entre sus brazos. Volver a besar esos dulces labios que tanto había extrañado.
Le importó poco las miradas, no le importó el golpearse por accidente con las personas.
Quería verlo, necesitaba verlo.
Miró la puerta y golpeó.
Hasta que una delgada figura desaliñada, con los ojitos hinchados y sin brillo se mostró.
—Como lo siento.
Y lloró.
Lloró entre los brazos de su amado con fuerza, pidiéndole el perdón una y otra vez, escuchando como su tranquilidad volvía al ritmo en que las suaves caricias que pensó frías, eran en realidad cálidas.
Las dulces palabras que abrazaban a su corazón.
Que curaban una herida que en realidad nunca pasó.
—Soy un maldito bastardo, ¿cierto?— Acarició las suaves mejillas de Dongmin, sosteniéndolas con delicadeza y acariciado de la misma manera, amando cada gesto que hacía para negarle esas palabras— Oh, bebé, sí lo soy, pero tú me haces menos bastardo. Cometí errores y los seguiré cometiendo, pero tú nunca serás un error, jamás.
—Moonbin –-Sus ojitos volvían a tener ese brillo característico que lo traían loco — eres un idiota —dijo con su hermosa sonrisa mientras pasaba una mano por los mofletes del más alto—. Sé que te presioné para aceptar nuestra relación en público pero yo... yo solo pensé en mí y no pensé en ti —Su voz se entrecortó —, lo siento, p-pero aún así confía en mí, yo haré lo que sea para que nos acepten, p-por favor solo confia en m-
Un beso profundo detuvo las lágrimas que amenazaron con caer.
Movieron sus labios con delicadeza, gritándose miles de sentimientos guardados durante tantos años, amándose en un profundo secreto que pronto se cansaría de estar encerrado, en un silencio que se convertiría en un grito de amor, de dos corazones que cometieron errores y aún asi, lucharon por la felicidad.
— Confío en ti, ángel, lo hago —dijo con una seguridad que hicieron sonreír al bajo entre esas lágrimas que reflejaban toda su felicidad— Tú y yo contra el mundo, ¿recuerdas?
—Eres el más grande imbécil que amo — Y con eso bastó para hacer que una sonrisa sea acompañada con una risueña carcajada.
Sus manos se entrelazaron, sus labios se fundieron y lo gritaron.
— ¡Te amo, Moonbin!
— ¡Te amo, Lee Dongmin!
Ya no temería.
Porque su chico, su bebé, su ángel, se encontraba acurrucado entre sus brazos, sonriéndole.
Porque en esa noche desastrosa, un sueño arrancó la venda del dolor.
Y lo hizo confiar en el verdadero amor.
Sé que es un poco confuso este final pero tranquis que hay otro, uno alternativo. Les tqmmm tomen mucha agua.
¡Muchas gracias por leer!
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