1/4

Sus manos temblaron encima de sus tobillos, no se sentía capaz de enfrentar la preocupante mirada, no se sentía capaz de poder decir alguna palabra sin ser interrumpido por el hilo de voz que le quedaba.

Mordió su mejilla interior, cerrando los ojos, respirando hondo, oyendo los pasos que resonaban en la habitación, paseándose de aquí por allá, arreglando las cosas.

Intentó alejarse cuando una mano acarició su cabello y a su lado se sintió hundido.

No quería ser tocado.

No debía ser tocado.

No cuando se sentía un asco.

Se guardó un sollozo cuando la mano volvió a tocarlo. Ardía en dolor y repulsión.

— Dije que no me iría —musitó el chico a su lado, — y no me iré.

Negó suavemente, luchando por buscar su propia voz entre toda su revolución interior: —¿P-por qué?

— Porque te lo juré — Dongmin sollozó al tener el dulce tacto contra su mejilla.

— Estoy roto — dijo sin dudarlo, con las lágrimas ya amenazando —soy débil, soy ingenuo, soy un a-asco.

El corazón del contrario saltó de dolor al tener esas crueles palabras.

Apretó los labios, negando con fuerza, tomándolo del mentón, haciendo que su mirada cristalizada se centrara en sus ojos.

— Dongmin— Acarició con su pulgar el moflete seco en lágrimas — confía en mí.

Dongmin tembló.

— Por favor... Confía en mí — rogó — Sanaré tu herida, sanaré tu corazón, haré todo para conocer tu sonrisa, pero debes confiar en mí.

La mirada cayó con lentitud al igual en que retiraba las manos del más alto de su rostro. La sostuvo entre las suyas, negando.

— Ya no sé si pueda hacerlo.

— Solo... — El tacto volvió a sus mejillas, volviendo a juntar sus miradas, tomando por sorpresa al blanquecino — inténtalo.

— Minhyuk.

"Intentémoslo."

•••

"Debo regresar a casa."