Suspiró tembloroso, recargándose con suavidad en el abdomen de Moonbin, dejando su cabeza reposar en los pectorales.

Sonrió acomodándose, pero se desvaneció al no tener respuesta.

Dirigió su mirada al televisor, tratando de no escuchar las risitas coquetas que calaban su corazón. Queriendo distraerse por un momento, ignorando que Moonbin estuviera sonriendo a la pantalla de su celular.

Aferró su agarre en la camisa blanca, manteniéndose firme, luchando consigo mismo en silencio.

Pero era inevitable.

—¿P-puedo saber con quien hablas? — preguntó en un susurro.

Moonbin le miró por el rabillo del ojo, haciéndose campo para levantarse, negando con una mueca.

—No creó que sea importante decirte — respondió seco, alertando a Dongmin.

— Saldré, luego nos vemos —Avisó, tomando su abrigo.

Dongmin se levantó con rapidez, tomándolo de la mano, haciendo que el contrario voltee confuso.

— ¿Puedo ir? —La esperanza siempre permanecía.

Se soltó, negando: — Quiero tiempo — Frunció el ceño —. No es nada, confía en mí — Sin más, salió.

La esperanza podía dejar de brillar, pero confiaría.

Confiaría en Moonbin.

•••

—¿Estas llegando? Amigo, hoy hay mucho para disfrutar.