Confianza
Puede que este fic lo noten un poquitito diferente porque lo estaba escribiendo con mi mejor amigo. Y pueden necesitar un pañuelo si son sensibles
Septiembre, 2007
Harry se dejó caer sobre el sofá y se dedicó a observar a su mejor amigo.
Cuando Hermione comenzó a asumir cargos cada vez más altos en el Ministerio, Ron se dio cuenta de que necesitaban reestructurar su hogar. Tenían a la futura Ministra y una bebé recién nacida en la misma casa, así que después de pensarlo bien, decidió abandonar su trabajo como Auror para quedarse en casa con la pequeña Rose Granger-Weasley.
Ya Rose tenía año y medio. Hubo un momento en que los medios se fijaron en Ron (algo que de por sí era poco usual desde el final de la guerra) para cuestionarlo por esto. Skeeter escribió unos artículos sobre cómo el gran héroe Harry Potter estaba tan perturbado que su mejor amigo se quedaba en casa por su culpa con un montón de teorías cada vez más absurdas que insinuaban que Ron lo estaba cuidando mientras Harry enloquecía o Harry lo había atacado y Ron no podía presentarse en público.
Una tarde, Ron salió a pasear con Rose en su cochecito y a comprar en el Callejón Diagón y tuvo la mala suerte de encontrarse con una Skeeter que quiso entrevistarlo para obtener una confirmación sobre estas ideas suyas. Lo único que consiguió fue irritarlo tanto que Ron acabó preguntándole si es que tenía algún problema con la gente que se quedaba en casa para cuidar a su bebé y recordándole que su madre, Molly Weasley, era una ama de casa, entonces si tenía un problema con la idea del ama de casa, tenía un problema con la madre de Ron.
Skeeter cambió a especular sobre si Harry seguiría sus pasos y también se quedaría en casa en cuanto su esposa Ginny tuviese un bebé.
Lo que ni siquiera Skeeter pudo preveer fue que Ginny iba a separarse de él de repente al año siguiente de haberse casado.
Harry no la culpaba. Él tampoco se lo esperaba. Nadie en realidad.
Ron llevaba una semana invitándolo a pasar el día en la Pequeña Madriguera, la casa Granger-Weasley, quizás para ver si Harry hablaba del tema, quizás porque temía lo que sería de él si se quedaba solo en la casa recién comprada por él y por Ginny que todavía tenía muchas pertenencias de ella porque Ginny sólo...se fue. Acababan de mudarse desde Grimmauld Place a este sitio y Harry se había preguntado varias veces si ella ya pensaba dejarlo cuando hacían la mudanza o fue algo que se le ocurrió comprando la vajilla nueva o cuándo exactamente.
Harry no había hablado del tema, claro.
No sabía cómo explicarle a su mejor amigo todo lo que su hermana dijo e hizo porque él no sabía cómo explicárselo a sí mismo para empezar.
Esto significa que esos días había estado tirado en el sofá de su sala, viendo a Ron cargar a Rose, alimentarla, dormirla y de vez en cuando la recibía para jugar con ella o la cargaba mientras Ron tomaba una pausa para ir al baño.
Ron no mencionaba el nombre de Ginny ni nada sobre por qué Harry estaba pasando el tiempo allí, pero lo miraba de reojo durante breves ratos, hablaba con mucha suavidad, y cuando depositaba a una Rose dormida en su cuna, un incómodo silencio caía sobre ellos.
Él había hecho varias bromas sobre que si también tenían un bebé, Harry podía dejar su trabajo en el Ministerio e imitarlo.
Eso ya no sería posible tampoco.
—¿Sabes...? Creo que...—Ron titubeó mientras se balanceaba con Rose en brazos para adormecerla—. Creo que deberíamos oír el partido de Quidditch de hoy, ¿te parece?
Y así, cuando Rose se durmió, en vez de un incómodo silencio, tuvieron un incómodo ruido de un partido de Quidditch de fondo.
—0—
En cuanto el partido terminó, Harry se levantó para marcharse y Ron hizo todo lo que pudo para convencerlo de quedarse a cenar, así podría ver a Hermione cuando regresara del trabajo y se sentarían a conversar "como cuando eran adolescentes", según él.
Harry le dio una mirada larga que esperaba que le diese la información suficiente: no quiero un interrogatorio del matrimonio Granger-Weasley sobre mi estado mental y emocional mientras me sirves recetas de tu madre, pero gracias.
—Voy a ver a Teddy —explicó.
Ron tuvo que aceptarlo porque sabía que Harry no haría ninguna tontería en presencia de su ahijado.
Harry se despidió de él con un abrazo a medias y se Apareció nada más salir de la casa.
Se encontró de inmediato afuera de la barrera de la casa de Andrómeda, entró haciendo un gesto para que la barrera protectora lo reconociera y se dirigió a la puerta. Tocó como de costumbre y esperó.
No le abrió Teddy. Ni Andrómeda.
Harry retrocedió un paso al darse cuenta de que estaba frente a un Draco Malfoy con el cabello hasta los hombros, las puntas teñidas de negro, y la ropa más casual con la que lo había visto desde que lo conocía.
Él también retrocedió como si no estuviese seguro de qué hacer después de estar cara a cara.
—Vengo a ver a Teddy —murmuró Harry.
—¿Por qué? —Draco le dirigió una mirada extrañada.
—¿Porque es mi ahijado?
—¿Tú eres el padrino de Edward?
—¿Sí? —Harry no pudo evitar que sonase a pregunta porque no creía que hubiese escuchado a nadie más llamar así a su ahijado.
Draco se dio la vuelta enseguida.
—Tía Andrómeda, ¿no pensabas decirme que Harry Potter era padrino de Edward...?
Harry pudo entrar cuando Draco se apartó y se encontró con la bruja sentada en una mecedora de la sala con una revista mágica. Ella les dio un vistazo con una expresión aburrida.
—Lo eligió el padre, no yo —Fue la única respuesta que dio.
—Bueno, supongo que...—Draco se cruzó de brazos y observó a Harry de pies a cabeza—. Pudo estar más presente en su vida de lo que yo habría estado, ¿no?
—Tal vez si no te hubieses ido corriendo para volver viéndote como un hippie gótico...
Draco apretó los párpados por un instante y respiró profundo, lo que le hizo pensar que no era la primera vez que se refería a él de esa manera. Harry tuvo que contener un bufido de risa.
—¡Harry! —De repente Teddy gritó desde algún lado y lo siguiente que Harry supo es que un niño de nueve años corría y se estrellaba contra él—. ¡Hola, Harry! ¿Qué me trajiste?
Harry le mostró las manos vacías y Teddy se apartó con un puchero.
—¿Ya terminaste la caja de bombones que te di? —preguntó Draco.
—No, pero Harry normalmente me trae algo...
—Termina lo que tienes antes de pedir algo más —Draco le hizo un gesto similar a un golpecito en el brazo sin nada de fuerza y Teddy protestó antes de que pareciese recordar algo.
—Harry, ¿has estado fuera de Gran Bretaña?
Harry negó y Teddy sonrió.
—¡Entonces tienes que ver esto...!
Su visita de esa noche consistió en un emocionado Teddy que le mostraba la caja de bombones que Draco le regaló cuando regresó a Inglaterra. Había elegido uno de cada país en que estuvo vagando desde el final de la guerra, conservados por un hechizo en la caja que hacía que jamás pudiesen dañarse.
Tenía un total de cuarenta con diferentes envoltorios que pretendían estar relacionados al país del que provenían.
Harry le dio una mirada interrogante a Draco mientras el niño le presumía de tener un regalo "internacional". Draco sólo siguió tomando el té que Andrómeda les sirvió. A veces sonreía un poco oyendo a Teddy, pero no intervino en ningún momento.
Antes de esto, Harry recordaba haberse preguntado dónde estaba Draco durante los Juicios a quienes tuvieron que ver con Voldemort. Él nunca apareció. Fue como si se hubiese esfumado en el aire. Luego dejó la idea a un lado y no volvió a pensar en él hasta que lo tuvo al frente de nuevo.
Ya tenía algo similar a una explicación.
Cuando se hizo lo bastante tarde, Teddy ya no pudo pedirle cinco minutos más a su abuela. Le dio un abrazo a Harry y Draco lo acompañó al cuarto.
Harry se percató de por qué en cuanto Andrómeda se sentó en el sofá con él.
En sus días más ocupados, Harry le hacía una visita semanal a Teddy.
La última vez que vino, seguía con Ginny.
Harry tomó un largo sorbo de té cuando la bruja le dio un leve toque en el dorso de la otra mano.
—Puedes expresarte como mejor te parezca, Harry.
Nunca había oído a Andrómeda hablarle con ese tono tan suave a nadie más que su nieto.
Él movió la cabeza, inseguro.
—¿Ya se enteraron?
—Yo sí. Teddy no.
Harry carraspeó cuando sintió un nudo en la garganta.
—¿Terminó bien? —preguntó Andrómeda, despacio.
—Pues...¿sí?
—Eso no sonó a un "sí".
—Es que ella...ella...
Otro toquecito en el dorso de la mano.
—Tómate tu tiempo —le susurró Andrómeda.
Él realmente creía que no hablaría de eso con nadie porque no encontraba palabras en su cabeza que pudiesen explicar lo que ocurrió, pero una vez que abrió la boca y comenzó, todo salió. Murmurando, titubeando, trabándose incluso, pero salió.
—...no era la primera vez que lo hacía, ya lo había hecho la última vez que nos separamos cuando éramos más jóvenes, pero yo pensé que si yo me portaba mejor esta vez...
—...entonces yo esperé porque creí que si yo esperaba, ella en algún momento iba a dejar de mentir y comenzaría a hablar conmigo para resolver lo que fuese que íbamos a resolver...
—...y cuando ya no aguanté y le dije, empezó a hablar de forma muy rara y yo no le estaba entendiendo por qué decía que yo era tan terrible...
—...y dijo que era una pésima pareja y nunca me preocupaba por ella y nunca hacía nada bien y no la había cuidado nunca...
—...y después dijo más y más cosas horribles y todo sonaba peor que lo que dijo antes y yo no entendía por qué me estaba hablando así si el tema era que ella se había pasado meses mintiéndome...
—...así que terminé pensando que todo fue mi culpa o que yo no estaba viendo lo terrible que era...
Estaba sin aliento y sediento cuando terminó. Andrómeda levitó la tetera hacia él y le sirvió más té.
Harry la miró de reojo mientras tomaba.
No esperaba encontrarse con esa expresión angustiada en su rostro.
—¿Qué...qué pasa? —preguntó en voz baja.
—Harry —Andrómeda hablaba incluso con mayor suavidad que antes. Oh, no—, nunca pensé que le diría esto a un hombre, pero...tú...¿tú crees...crees que ella te maltrataba?
Harry abrió la boca y casi soltó la taza de té.
—No —La respuesta fue apenas un hilo de voz—. No, ¡no! Nada de eso. Yo sé- sí creo que suena mal ahora que lo pienso y- yo creo que suena peor de lo que fue, tal vez no lo estoy contando bien, tal vez es porque es muy reciente-
—Harry —Andrómeda lo detuvo—, yo no sé mucho del tema, pero lo que me acabas de decir...suena a que no te estaba tratando muy bien y al final te atacó-
—Ginny no me atacó —La voz de Harry tembló de puro horror—. Ella no haría eso. Sé que todo sonó mal, pero no es como que ella me hubiese golpeado o algo así, eso no tiene nada que ver con lo que yo dije. Yo sé cómo funciona el maltrato, ya lo traté con un psicomago, esto no se parece en nada a lo que pasó cuando sí...cuando me trataban mal.
Andrómeda parecía querer seguir hablando, pero tras un momento de silencio, asintió y bajó la cabeza. Le dio otro toquecito en el dorso de la mano.
—Puedes pasar la noche aquí si quieres.
—No hace falta —contestó Harry de inmediato.
Cuando estaba listo para irse, se encontró con Draco Malfoy apoyado contra la pared entre la entrada y la sala. Tenía los brazos cruzados y la mirada puesta en el suelo.
Harry se detuvo, un poco alarmado sin entender por qué, y Draco, al notarlo, se sacó unos tapones que tenía en los oídos y se los mostró.
Él podía entenderlo. Era su manera de decirle "sé que mi tía quería hablar contigo y no escuché nada".
Harry cabeceó a manera de despedida y dejó esa casa también.
De regreso a su casa para dos personas que ya no tenía a dos personas.
—0—
Diciembre, 2007
Harry no pudo evitar soltar una risita cuando Hermione anunció que estaba embarazada de nuevo y Ron se levantó de un salto, gritó de emoción y hasta cargó a su esposa de la fuerza con que la abrazó, haciéndola chillar y regañarlo.
—Rosie necesita algo de compañía —Ron, después de devolverla al suelo, le tocó el abdomen como si fuese posible notar algo las primeras semanas.
—Será otro bebé para cuidar —recordó Hermione, intentando que regresase de su mundo de felicidad.
—Pero lo voy a cuidar yo y a mí no me importa —respondió él, sonriendo—. Con lo divertido que es hacerlos-
Harry casi escupió su ponche por la risa y Hermione comenzó a reprenderlo. Ella consiguió que Ron se volviese a sentar para terminar su improvisada cena de navidad en la Pequeña Madriguera, aprovechando que Rose se había quedado dormida y tenía un sueño lo bastante pesado como para dejar que celebraran tranquilamente.
—¿Cuántos piensan tener? —preguntó Harry, apoyándose en el borde de la mesa mientras la botella de ponche recargaba el suyo por su cuenta.
Ron giró el rostro de inmediato hacia su esposa, poniendo ojos suplicantes.
—Si fuese por Ron, serían más que su familia —Hermione se rió—. Creo que nos vamos a quedar con dos.
Eso también lo dijo en parte para su esposo, que asintió.
—Tú decides. Yo le puedo preguntar a mamá sobre sus hechizos de apoyo para cuidar a dos o tres o siete...
—Para dos.
—Pues para dos. Los hechizos son los mismos...
Harry sonrió y continuó oyendo su absurda discusión sobre hechizos de apoyo para el cambio de pañales.
No estaba seguro de qué hora era cuando cambiaron del ponche al whisky de fuego.
Rose ya estaba acostada en su cuna y Harry se sentó a un lado de Hermione en el sofá. Ron estaba del otro lado y los dos tenían la cabeza en uno de los hombros de ella, su esposo además tenía un brazo a su alrededor. Ron estaba cantando algo en voz baja y Hermione y Harry intentaban no reírse porque eso delataría que quizás se pasaron con el whisky de fuego.
Se hundieron en un agradable silencio durante un rato, y de vez en cuando, balbuceaban sobre algo que había estado en sus cabezas los últimos días. Por ejemplo, Ron mencionó algo sobre que Rose no ponía buena cara viendo a sus primas y le preocupaba cómo reaccionaría con un bebé. Hermione murmuró sobre unos asuntos en el Ministerio y mucho papeleo.
Harry recordó su conversación con Andrómeda, y por primera vez, tocó el tema en la Pequeña Madriguera.
Sintió que el hombro de Hermione que le servía de almohada se tensaba un poco.
—¿Por qué Andrómeda te dijo eso...?
Así que Harry repitió la historia. Quizás hubo algunos detalles faltantes que tuvo más frescos en ese entonces y otros que sólo empezó a recordar tras su plática con ella, pero la esencia y los hechos principales fueron los mismos.
Hermione se movió un poco y él se enderezó, medio borracho, sólo para encontrarse con la preocupación en el rostro de su amiga y una mezcla de incrédulidad y rabia en el de Ron.
Harry parpadeó un par de veces y se talló los ojos por debajo de los lentes en caso de que el whisky sí que lo hubiese afectado tanto como para ver mal. Pero no era así.
—Harry...—Hermione intentó suavemente y fue interrumpida por su esposo.
—Si nos hubieses contado eso antes de que se fuese a jugar con ese equipo de Quidditch, la hubiese bajado de esa escoba de un jalón y la hubiese tirado al suelo —El tono de Ron era raro. La mente de Harry no pudo asignarle otro término más que esa palabra. Raro.
Él sacudió la cabeza.
—No es para tanto. Creo que cuando lo cuento suena muy mal, pero...
—Harry —insistió Hermione—, eso que acabas de decir fue...
—Una completa mierda —interrumpió Ron de nuevo— y algo que hizo más de una vez.
—¿Has...vuelto con tu psicomago, Harry?
Harry asintió.
—Apenas dejé el Ministerio, regresé a las sesiones frecuentes.
—¿Le has contado esto? —siguió ella.
Él negó.
—Deberías. Me gustaría- nos gustaría que le cuentes a tu psicomago sobre esto.
—¿Por qué actúan así...? —Harry se quejó y apoyó la cabeza en el respaldar del asiento—. No fue maltrato, yo sé cómo se ve el maltrato, ¿recuerdan?
Hermione suspiró. Ron se levantó para servirse algo de agua. Parecía repentinamente sobrio y tan molesto como no había estado desde que atacaron a Hermione durante la guerra.
—Que te golpeen o que te encierren o te dejen pasar hambre no son las únicas formas de maltrato —Hermione continuó hablándole con suavidad—. En el Ministerio, hay una unidad que trata estos temas, por si quieres pasar por ahí, esto confunde mucho y Ron te puede acompañar si quieres- o puedes esperar a que yo salga y voy contigo- sé que hay sitios así donde no reciben a los hombres que quieren hablar del tema, pero este año pusieron una política de que es para cualquiera que necesite la ayuda y-
Harry soltó un largo quejido, se quitó los lentes y cerró los ojos.
—Suena peor de lo que fue —repitió.
Hermione no siguió con el tema y Ron se limitó a mirarlo de a ratos con el ceño muy fruncido.
—0—
Febrero, 2008
Harry estaba completamente harto ese día cuando entró a la casa de Andrómeda.
Después de varios recordatorios de parte de Hermione y Ron, le contó de eso a su psicomago.
Y se encontró con una expresión similar a la que pusieron Hermione y Andrómeda.
De repente el mismo psicomago con el que habló de lo de su infancia le estaba dando un discurso con frases como "sé que mucha gente cree que si eres hombre esto no te pasa o que es un caso en un millón, pero en realidad..." y "siempre es difícil darte cuenta cuando estás envuelto en la situación y eso no es culpa tuya" y Harry sólo quería salir de ese consultorio.
Se sintió mejor en cuanto Teddy corrió hacia él gritando algo sobre un juguete que Draco le compró. Draco seguía ahí y estaba bebiendo té con Andrómeda mientras se sentaban en la misma posición exacta de piernas cruzadas y un libro sobre el regazo.
Harry pensó que se había calmado y no se le notaba nada.
Se equivocó, claro.
Después de la cena, Andrómeda estaba siguiendo a Teddy por la casa para intentar que se diese un baño por voluntad propia. Él comenzó a lavar los platos a mano y Draco se paró detrás de él y carraspeó.
—¿Por qué lavas esos platos a mano y tratándolos como si te debiesen una gran cantidad de dinero?
Sólo entones Harry se dio cuenta de que estaba moviéndolos con tanta fuerza que podría llegar a romper alguno y las manos le temblaban un poco.
Como se mantuvo en silencio y no hizo nada más, Draco lo apartó del lavaplatos y utilizó magia para que todo siguiese lavándose.
—Desde que llegaste has estado muy raro, como...muy molesto —comentó Draco en voz baja.
Desde que regresó a Inglaterra y se encontraron ese primer día era común que estuviese ahí cuando Harry visitaba a su ahijado. Se estaba quedando con su tía durante un tiempo. Quizás mientras decidía a dónde ir.
En esos meses, intercambiaron algunas palabras, hablaron un poco y la tensión inicial parecía haberse desvanecido porque, bueno, Draco ya era un adulto que no soltaría comentarios por los que merecía un golpe y Harry no tenía la energía de antes para reaccionar a su sarcasmo y leves burlas la mayor parte del tiempo.
Pero esta era la primera vez que Harry se giraba para verlo y realmente comenzaba a hablar.
—¿Tú has ido con un psicomago?
Draco asintió.
—Sí, claro, tengo sesiones por red flu normalmente, como no me quedo mucho en un sitio y eso...
—¿Y te ha dicho algo que es una completa tontería?
Él pensó en esto con más cuidado.
—Me ha dicho cosas que sonaban a tontería, pero después de pensarlo más, sólo era que yo no me daba cuenta o no lo había visto bien...
—¿Pero nunca te ha dicho algo que no tiene sentido?
Draco sacudió la cabeza.
—No, me parece una persona muy...¿razonable? —Hizo una pausa—. ¿Tu psicomago te dijo algo raro hoy?
—¡Fue la tercera vez que tuve que intentar convencer a alguien de que Ginny no me estaba maltratando y que yo me hubiese dado cuenta! —Harry estalló, pero al recordar que Andrómeda todavía no conseguía que Teddy se metiese a bañar, bajó la voz:—. Estoy cansado de que me digan eso.
Harry frunció el ceño al notar que Draco guardaba silencio por un rato.
—¿Qué? —masculló, quizás un poco más agresivo de lo que pretendía.
No le hablaba así desde la adolescencia, pero Draco lo dejó pasar y mantuvo un tono suave.
—¿Puedo preguntar...por qué te dicen que eso fue lo que pasó?
Entonces Harry repitió la historia. A esas alturas no le interesaba que fuese Draco Malfoy y que nunca le hubiese dicho algo tan íntimo, Malfoy lo había visto capturado con el rostro deforme, escaparon de un fuego mágico juntos, él lo salvó, Harry casi lo mata, estaba seguro de que no era lo peor entre sus experiencias compartidas.
Sin embargo, a medida que hablaba, podía notar el cambio en la expresión de Draco.
No llegó a la mirada que reconoció ese día y tanto lo frustraba, pero sí que parecía estar pensativo después de escuchar algo triste y desagradable.
Se quedaron en silencio por un rato luego de que Harry terminase de hablar. Los platos ya estaban en su sitio. Era probable que Teddy se estuviese bañando porque ya no se oían sus pasos y gritos.
—Yo sé que no quieres que te lo diga-
—No lo digas tú también —susurró Harry, sintiéndose demasiado cansado de esto.
Draco respiró profundo y continuó:
—Sé que no quieres que te lo diga, pero que alguien te mienta y te oculte cosas durante meses, te ponga toda la carga en sus vidas, te ignore, te diga todas esas cosas horribles y que lo haga más de una vez...eso suena a...
Harry parpadeó cuando se percató de que tenía los ojos nublados por las lágrimas y no podía ver nada. Se sacó los lentes y se talló los ojos con más dureza de la que era necesaria.
Draco puso la expresión de alguien que está viendo llorar a una persona con la que mantuvo un odio mutuo durante años y no sabe exactamente qué debe hacer.
Cuando Harry creía que tendría una de sus "crisis" allí, oyó la voz de Teddy gritar "¡Draco hizo llorar a Harry, abuelaaaa!" y sus pasos corriendo por alguna parte.
Y por supuesto, necesitaba calmarse para ver de frente a su ahijado.
—0—
En la siguiente sesión con su psicomago, Harry se sentó, se pasó un rato en silencio y soltó el aire que contenía muy lentamente.
—Está bien —le dijo—. Puede ser que...quizás ella no me haya tratado muy bien.
Eso ya era algo. Por ahí se comenzaba.
Al menos eso le dijo el psicomago.
—0—
Abril, 2009
Draco se dirigió a la casa de su tía nada más llegar a Inglaterra. Parecía apurado y la barrera de protección emitió una débil vibración que hizo que Harry, que estaba en la cocina, caminase hacia la puerta antes que Andrómeda.
Esa vez él fue quien le abrió.
Draco llevaba el maletín todavía en la mano y una chaqueta puesta. Ahora tenía el cabello más largo, recogido en una especie de cola alta que dejaba algunos mechones caer por su rostro. Estos mismos eran de tonos verdes y plateados, además del rubio platinado usual.
Al menos Andrómeda ya no podía usar lo de "hippie gótico".
—¿Todavía no ha llegado? —preguntó, algo ansioso.
Harry negó, sonrió y lo dejó pasar.
Era el cumpleaños número once de Teddy.
Eso significaba que también estaban esperando su carta de Hogwarts.
—Pensé que no ibas a llegar a tiempo —comentó Harry—. ¿Cuántos trasladores son desde Brasil hasta acá...?
Draco procuraba enviarle cartas semanales a Teddy contándole eventos curiosos o divertidos de sus viajes y algunas fotos. A Teddy le gustaba leérselas a Harry, así que él también terminaba enterándose del paradero del mago.
Draco le hizo un gesto emocionado. Los ojos le brillaron.
—Tomé un avión muggle, Potter.
Harry arqueó las cejas.
Bueno, esta sería otra de sus historias interesantes.
Técnicamente ahora Harry era el "tío" amable que iba a comer a la casa de Teddy y Draco el "tío" que aparecía de la nada con regalos y se desvanecía también de repente, pero enviaba cartas. Y a Teddy le parecía perfecto ese "acuerdo".
Los dos buscaron al cumpleañero por la casa y descubrieron que acababa de suceder lo que esperaban: Teddy sostenía un sobre con un sello de cera rojo, la lechuza incluso seguía volando en el cuarto.
Teddy estaba tan aturdido que todavía no gritaba ni abría la carta.
Ese fue uno de los cumpleaños más emocionantes de Teddy. Harry le contó las historias de sus años en el colegio (omitió la guerra, por supuesto), Draco añadió algunas anécdotas que él no recordaba e incluso Andrómeda estuvo hablando de su época estudiantil. Teddy masticaba sus bocados de pastel de cumpleaños mientras oía con atención cada palabra y planeaba lo que haría al llegar al colegio de magia.
Sólo cuando Teddy quedó rendido por el sueño, la casa regresó al silencio. Harry llevó a su ahijado a su cuarto, lo acostó y arropó y luego regresó a ayudar a Draco a levitar el baúl con sus pertenencias que acababa de agrandar.
—¿Qué tal la población mágica de Brasil? —le preguntó en voz baja.
Él lo miró de reojo y sonrió.
—Tienen hechizos muy interesantes. No usan el latín, en realidad en esa parte del mundo les parece ridículo que el latín nos suene "místico" a quienes hablamos inglés...
Draco estaba estudiando las Artes Oscuras por todo el mundo. No creía que lo hubiese hecho al comienzo. Por la forma en que hablaba de los primeros viajes, parecía que sentía que estaba huyendo y que debía mirar sobre su hombro constantemente y poner varios hechizos a la puerta.
Pero en algún momento, debió quedarse fascinado por las diferencias en la magia de cada lugar y comenzó a estudiar. Y después a escribir sobre eso.
Cuando había estado allí por la navidad del año anterior, Harry le hizo una broma sobre que Teddy podría llegar a tener un libro de Defensa contra las Artes Oscuras escrito por Draco. Él sólo se rió y negó.
Pero por lo que le estaba contando, seguía siendo una posibilidad.
Después de que el baúl estuvo en ese cuarto que Andrómeda reservaba para su sobrino, Harry ejecutó un hechizo de limpieza para arreglar un poco y Draco se sentó sobre la cama para comenzar a batallar con las correas que tenían esas botas que le llegaban por encima de la rodilla.
—¿Tú cómo estás, Potter? ¿Qué estás haciendo?
Harry arrugó la nariz porque no le gustaba la pregunta de "¿qué estás haciendo?" y Draco soltó un bufido de risa porque lo sabía. Él se lo había dicho la primera vez que Draco se lo preguntó tras regresar de otro viaje.
—Estoy bien, creo. Ando entrenando a un equipo de Quidditch infantil y la mitad son Weasleys, así que...
Draco se rió y asintió.
—¿Todavía no regresas al Ministerio?
—No —Harry negó y se sentó en el borde de la cama—, les dije hace unos meses que le diesen ese puesto de Jefe Auror a alguien más, que no tenía sentido reservarlo para mí.
—Oh, ¿se acabó el gran héroe del mundo mágico? —Draco ladeó la cabeza, haciendo una pausa en su tarea de soltar las correas. Por alguna razón, le gustaba hacerlo a mano en vez de con un hechizo. Quizás pensaba que se veía más guapo así.
No es que Harry lo hubiese pensado, claro.
—Sí, es posible que sí...
—¿Y Potter duelista experto en Artes Oscuras también?
Harry le dio una mirada inquisitiva.
—Depende de quién pregunte.
—¿Y si pregunta alguien que te quiere llevar a un duelo internacional...? ¿Entonces qué?
Él titubeó.
—¿De qué hablas?
Draco resopló.
—Bueno, iré a una conferencia importante de magia en Estados Unidos y me darán un espacio para mis "temas" y necesito a alguien que se pueda batir a duelo conmigo. Alguien que aguante más de un hechizo mío, tú entiendes, alguien que sí se bata a duelo conmigo. Y no estaría mal llevar al único sobreviviente del Avada Kedavra en todo el mundo.
Harry boqueó.
—¿Cuándo...?
—Para junio. Me quedaré hasta mayo, me voy antes de tiempo para pasar por Alemania a buscar unos documentos que me están preparando, luego a Estados Unidos, de ahí de nuevo a Brasil y vuelvo para ayudar a Edward y a mi tía a comprar los útiles para el colegio en agosto.
Como Harry se limitó a mirarlo como si Draco hubiese comenzado a hablarle en otro idioma, él soltó una risita.
—No te estoy diciendo que tienes que pasar cuatro meses de aquí para allá conmigo, tranquilo. Puedes venir sólo para la conferencia en Estados Unidos, son tres días, en uno nos presentamos, el duelo será el segundo día, puedes regresarte al tercero o pasear o lo que tú quieras-
—Está bien.
Draco pareció un poco aturdido cuando escuchó el tono vacilante de Harry.
—¿Sí? —indagó para confirmar.
—Sí —Harry carraspeó para intentar que la voz no le sonase tan temblorosa—. Está bien, te veré en la conferencia.
—No, vengo a buscarte —aclaró Draco—. Tú no sabes ni a dónde vas, vendré a buscarte.
—¿No será una molestia estar cambiando si ya tienes toda tu ruta planeada...?
—Puedes venir conmigo cuando me vaya en mayo si tanto te preocupa, Potter.
Harry dejó escapar una risa incrédula y sacudió la cabeza.
—Es broma —Draco agitó una mano—. Yo arreglo lo de mi tiempo, no te preocupes. Sólo intenta practicar un poco antes en caso de que estés muy oxidado. La idea es que crean que podrías acabar con alguien a punta de maldiciones, no que eres un entrenador de Quidditch infantil temporal.
—Estoy seguro de que todavía te puedo ganar en un duelo, Malfoy.
—Ya quisieras.
Los dos sonrieron y Harry se levantó para dejarlo cambiarse y terminar de acomodar.
Al día siguiente, fue a la Pequeña Madriguera a preguntarle a Ron si se batía en duelo con él para practicar.
Su amigo estaba cargando a un Hugo Granger-Weasley de un año que intentaba jalarle el cabello mientras supervisaba a una Rose de tres años que comenzaba a entender el funcionamiento de una cuchara. Harry arqueó las cejas y Ron se rió.
—Deja que se duerman primero y luego podemos tener un duelo.
Tal vez los dos estaban un poco oxidados.
—0—
Junio, 2009
Draco llevaba el cabello rebajado en los lados y la parte trasera mientras que la parte de arriba estaba corta y peinada hacia atrás como lo usaba cuando Harry lo conoció, sólo que ahora con algunos mechones rojos y un poco menos rígido y "perfecto", por lo que de vez en cuando un mechón caería sobre su rostro al hablar o moverse y Harry se quedaría viéndolo fijamente sin darse cuenta.
—¿Por qué rojo? —le preguntó. ¿Tú no odias el rojo?
Draco le estaba explicando cómo iban a llegar del punto donde el traslador los dejó en Estados Unidos al sitio de la conferencia y no pudo evitar poner una expresión de "¿no me estás prestando atención?".
—Es que me dio curiosidad —excusó Harry, metiendo su baúl encogido dentro de uno de sus bolsillos.
—Bueno —Draco resopló—. Elegí rojo porque estaba investigando sobre las propiedades mágicas relacionadas a los colores y el tipo de energía que representan.
La cara de Harry fue más que suficiente para hacerle ver que no entendió ni una palabra. Draco guardó su baúl encogido también y le hizo un gesto para indicarle que "actuase como muggle" cuando abandonaron el área vacía donde fueron arrojados y se deslizaron dentro de una calle concurrida.
—Rojo es igual a energía y valor —resumió Draco—. Quería hacer la prueba.
—¿Para qué necesitas el valor? —siguió preguntando Harry mientras caminaba a su lado—. ¿Estás nervioso por tu presentación o porque te gane en un duelo frente a un montón de gente de la comunidad internacional mágica?
Draco soltó un bufido.
—No es por nada de eso.
—¿Entonces...?
Él sólo lo miró de reojo durante unos segundos y luego le dio un codazo.
—Concéntrate en lo que vamos a hacer, Potter.
—Sí, sí...
La conferencia era mucho más grande y espectacular de lo que Harry se esperaba. Había gente de todo el mundo, necesitaban hechizos traductores permanentes y las identidades de ambos, junto con sus pases, se asociaron a sus varitas, pero no todas las personas allí las tenían. Vio a brujas que utilizaban collares como medios conductores de magia, magos que sólo usaban anillos para esto, había quienes llevaban bastones como el que recordaba de Lucius Malfoy e incluso vio a una adolescente que cargaba un paraguas con el mismo diseño de sus aretes, por lo que le dio la impresión de que ambos objetos eran sus conductores de magia.
Draco tuvo que pasar al escenario más grande en cierto momento y dio un discurso que era perfecto. Tono tranquilo y suave, algunos gestos de las manos que acompañaban lo que decía, tenía un hechizo que convertía sus palabras en signos flotantes justo al lado y otro en palabras en inglés que también levitaban cerca de la audiencia.
Harry no podía quitarle los ojos de encima.
En cuanto terminó, Draco se retiró a uno de los lados del escenario para hablar con alguien y el siguiente mago pasó.
Harry se sobresaltó porque alguien le susurró cerca y salió de su trance para ver hacia un lado.
Había un mago con una sonrisa muy bonita que le estaba hablando. Por la leve distorsión en las palabras, el hechizo traductor estaba en marcha, así que podía asumir que no hablaba inglés.
Resultó ser uno de los magos con que Draco trabajaba en Brasil. Se quedó largo rato con Harry, guiándolo a través de diferentes puestos, explicándole sobre algunos de los temas y los objetos que fueron colocados en exhibición.
Era agradable para variar que nadie hubiese comenzado un escándalo porque era Harry Potter.
Allí él no había salvado a nadie. Allí no era un héroe.
Allí no tenía ese peso.
Cuando Draco los encontró más tarde, le dio una mirada larga al mago que iba con Harry y desactivó el hechizo traductor, por lo que Harry no entendió nada de lo que Draco le estuvo diciendo en portugués. Como el otro hizo lo mismo, él se perdió de toda la conversación hasta que Draco volvió al inglés para decirle que tenían una pausa para comer y lo iba a llevar a almorzar.
El mago se despidió de Harry con una sonrisa y un gesto que pareció amigable pero no estaba seguro de qué significaba. Él sólo siguió a Draco, y después de alejarse lo suficiente, este le habló en voz baja.
—Caio tiene pensado invitarte a salir.
Se refería al mago con el que Harry había estado hasta ese momento.
—¿Cómo...?
—Es muy obvio —Draco agitó una mano—. Siempre hace eso de acercarse a alguien en estas cosas. Mucha gente lo hace. A nivel internacional les dicen algo así como "parejas de conferencias", salen durante esos días que están en el mismo sitio y la mayoría se dice adiós después. Me estaba haciendo todas las preguntas típicas de si estás soltero, si te interesan los hombres, si me molesta que te lleve...
Harry comenzó a entrar en pánico.
—¿Y qué le dijiste?
Draco dejó de caminar y lo observó de reojo.
—Que no tenía ni idea de si te interesaban los hombres.
—Ah.
—¿Debí decirle que sí? ¿O que no?
—No, es- sí, no-, hablo de- me refiero a que- es mejor no decirle nada —balbuceó Harry—. Es...es mejor no- yo soy muy mala pareja, Malfoy. Seguro hasta eso de unos días lo arruinaría.
—¿Por qué?
—Porque no sé...yo no...
Hace varios meses que las palabras de Ginny hablando sobre lo terrible que era no se repetían en su cabeza de la manera en que lo estaban haciendo en ese instante.
Harry dio un salto cuando Draco chasqueó los dedos muy cerca de su cara. Esto lo sacó del pozo mental donde estaba cayendo y lo hizo fijarse en la expresión de Draco.
No estaba seguro de qué significaba ese ceño fruncido.
—Vamos a comer —le recordó en tono suave.
Él asintió y se concentró en el lugar y momento en que estaban para no dejar que su mente divagase de nuevo.
—0—
Al día siguiente fue su duelo. Harry incluso le había pedido a un par de Aurores que estudiaron con él en la Academia que lo ayudaran a practicar y pareció funcionar porque después de casi una hora consiguió derribar a Draco sobre el escenario preparado para esto.
La gente todavía aplaudía cuando Harry se acercó para ayudarlo a pararse, y de repente, Draco lo tiró al suelo y presionó la varita contra su pecho.
—Muerto —susurró con una sonrisa traviesa.
Harry se echó a reír cuando se dio cuenta de que tenía a Draco Malfoy encima sólo porque no podía aceptar perder y tenía que hacer trampa.
—Eso no cuenta...
—¿Quién dice?
—Así no funcionan los duelos, Malfoy.
—Soy un mago oscuro, Potter, no un duelista Gryffindor.
Nadie les dijo nada porque estuviesen susurrando y riéndose en el suelo del escenario durante un par de minutos.
Harry se quedó para el tercer día del evento y Draco lo llevó de un lado al otro durante toda la jornada, hablándole de trabajos que conocía o en los que participó y se estaban presentando.
Antes de que tuviese que partir, el mago que trabajaba con Draco intentó ser un poco más directo y le dijo que le encantaría que fuese con ellos a Brasil durante unos días. O semanas.
Harry soltó una risita tímida, pero las palabras de Ginny volvieron a sonar en su cabeza y se le borró la sonrisa.
Negó.
—Que les vaya bien con su investigación —Fue lo último que les dijo antes de tomar el primer traslador para iniciar su viaje de regreso a Inglaterra.
—0—
Agosto, 2010
Algo que Harry no se esperaba cuando dejó la ciudad de la conferencia en la que acompañó a Draco fue que no sería la última invitación que le haría.
Hubo un "están estudiando los hechizos no ofensivos para los duelos, ya sabes, expelliarmus y eso, estaría bien que hablen con alguien que pudo vencer a un gran mago oscuro teniendo esos hechizos como sus principales opciones" que lo llevó a tomar un par de trasladores hasta Suiza. Draco no era parte de la investigación, pero se pasó los cinco días de estudio con Harry mientras le hacían preguntas sobre la guerra y lo ponían a prueba en una sala que lanzaba hechizos ofensivos cada vez más poderosos para comprobar el nivel defensivo que tenía.
Luego también hubo un "se cree que puede haber un sobreviviente del Avada, pero el caso es un poco raro y me preguntaron si podías ir para que te hicieran unos estudios y compararan" por el que Harry no dudó en moverse hasta México. Draco sí se unió a esta investigación, ya que era bastante conocido por ser un experto en las Maldiciones Imperdonables y en todos los hechizos oscuros y horribles que Bellatrix pudo haberle enseñado o usado en él.
Resultó que el adolescente recibió una variación del Avada original que lo dejó en un estado similar a la petrificación del basilisco.
Como Harry sentía que este tema sí que lo tocaba y era más personal, cuando Draco le avisó que se iba a mover a Alemania para ver cómo despertarlo con una bruja sanadora que sabía más de este tipo de casos, fue Harry quien le preguntó si podía ir.
Después a Tanzania porque la bruja sanadora decidió que esto se salía de sus capacidades y les recomendó otra bruja de esta zona, a México de nuevo cuando encontraron una forma de despertarlo, a Estados Unidos presentando su caso en la siguiente conferencia, Draco lo dejó en Inglaterra, y un mes más tarde, Harry estaba con él en Francia porque le había estado consultando algunos temas sobre el uso de hechizos de luz como el patronus contra algunos hechizos oscuros y Harry acabó tomando el traslador.
Llegaron a la casa de Andrómeda dando trompicones ese día para estar presentes en las últimas semanas de vacaciones de Teddy y ayudarlo a conseguir sus útiles para el siguiente año.
Teddy los abrazó a ambos, muy contento, y se dedicó a escuchar sus historias con el interés de siempre.
Pero cuando estaban comprando sus útiles y Draco y Harry tuvieron una larga discusión sobre un libro desactualizado en la lista, Teddy se quedó mirándolos con una expresión pensativa. Draco se rió por una tontería que Harry dijo, asintió, soltó un "tú ganas, Potter" y fue a buscar lo que acordaron.
Harry siguió sonriendo viéndolo irse hasta que notó los ojos de Teddy fijos en él. Borró la sonrisa de inmediato y le prestó atención a su ahijado.
—¿Draco y tú están saliendo? —le preguntó Teddy.
Teddy sólo tenía doce años, pero algo en la manera en que lo veía le hacía pensar en Andrómeda. Tenía los ojos atentos e inteligentes de su abuela y la expresión suave de su padre.
Él le pasó una mano por el cabello y vio que Teddy lo hacía cambiar de un brillante rosa liso al negro desordenado de su padrino.
—No, ¿qué te hace pensar eso?
—Se ríe cuando está contigo —explicó Teddy con un tono similar al de Remus Lupin cuando consolaba a Harry por fracasar con un hechizo que estaba practicando—. Siempre fue difícil que Draco se riese.
—Es porque cree que digo muchas tonterías.
Teddy meneó la cabeza y el cabello le regresó a un tono neón. Verde esa vez.
—La abuela dice que nunca te das cuenta y nunca entiendes porque estás muy acostumbrado a que todo sea de una sola forma. No sabes cómo es cuando no es de esa forma. No entiendes.
Harry estaba por preguntarle a qué se refería Andrómeda cuando Draco regresó con los libros y les preguntó de qué hablaban.
—De Quidditch —respondió Teddy de inmediato sin la menor duda. Luego agarró el brazo de Draco y comenzó a arrastrarlo para hablarle en voz baja.
Estuvieron en Inglaterra hasta finales de septiembre. Harry pudo ir a despedir a Teddy en el andén y pasarse varios días de intruso en la Pequeña Madriguera jugando con Rose y Hugo para que Ron tomase una siesta.
Cuando se acercaba octubre, Draco se sentó con él en la sala de Andrómeda y tomaron té en silencio.
—Voy a ir a Islandia para ayudar con una investigación de hechizos oscuros nórdicos en un manuscrito viejo —le contó Draco.
—¿Cuándo te vas?
—Primero de octubre.
Harry asintió.
—Suena interesante.
Draco le empujó suavemente la pierna con la rodilla y le dio una mirada larga hasta que Harry se enderezó.
—¿Qué? —Él se burló—. ¿Me estás pidiendo que vaya contigo?
—Sólo digo que es interesante y no veo por qué no querrías venir...
—¿Quieres que vaya contigo? —Harry reformuló la pregunta.
—Yo no dije eso.
—Así que no quieres que vaya.
—Tampoco dije eso.
Esa vez fue Harry el que le golpeó la pierna con la rodilla, un poco más brusco.
—Se más directo por una vez, Malfoy.
Draco dejó escapar una dramática exhalación como si esto le supusiese un problema real y se recargó en el respaldar del sofá con el rostro girado hacia él para verlo.
—Sé que te gusta viajar conmigo —Él sonrió—. Entonces creo que podrías venir.
—¿Porque a ti también te gusta que vaya contigo o...?
—No presiones —Draco se quejó entrechocando sus piernas de nuevo y Harry se echó a reír.
Esa vez se fueron en un avión muggle porque Draco seguía intentando descubrir cómo los mantenían en el aire y decidió compartir sus teorías con un divertido Harry que estaba bastante seguro de que era mucho más sencillo de lo que Draco le estaba diciendo.
—0—
Enero, 2012
—...el señor Harry Potter aquí presente fue el que creó el que actualmente es el único hechizo protector contra el Avada Kedavra en todo el mundo...
Harry alzó su copa de champagne que en realidad no estaba bebiendo y cabeceó a manera de saludo incómodo frente al grupo que lo observaba con ojos maravillados.
Lo más correcto sería decir que fue el co-creador. Con Draco.
Técnicamente Draco era el experto en la magia oscura y Harry el experto en defensa contra esa magia oscura. Pasaron por tres países y los dos leyeron montones de pergaminos y estuvieron la misma cantidad de noches en vela planteándose la posibilidad de un hechizo como este.
—No me gusta llevarme todo el crédito —le susurró a Draco, que acababa de pararse a su lado con su propia copa y se apoyó en la misma barandilla en que él lo estaba haciendo.
—No lo estás haciendo, mi nombre está en todo, me has mencionado en cada entrevista, yo estaré en la presentación. Es sólo que tú eres el de la defensa y eso y yo soy más de identificarte los quince tipos de tortura del cruciatus...
—Haces mucho más que eso —protestó Harry.
—Tú también —replicó Draco, dándole una mirada más seria—. Yo soy un mago oscuro, no un Voldemort. Es diferente. La magia no es lo que decide eso, es lo que haces con ese conocimiento. Pero entre los dos, tú eres el que podría detener un Avada sin consecuencias negativas —Y luego le mostró esa expresión maliciosa que Harry conocía desde niños— porque yo hubiese pensado en un contrahechizo de rebote que se lo regresara a quien me lo mandó.
Harry sacudió la cabeza y Draco le ofreció su copa para que hicieran un "brindis". Él entrechocó las copas, pero ninguno de los dos bebió porque iban a presentar el hechizo ese día en público y si fallaban, bueno, el resultado era letal.
Cuando llegó el momento de la presentación, toda la gente de la conferencia se quedó en silencio y las únicas luces que quedaron encendidas fueron las del escenario donde Harry y Draco se pararon en extremos opuestos. Era una habitación entera elevada por encima del nivel del resto con una pared de cristal reforzada por los mejores hechizos posibles porque temían la posibilidad de cualquier rebote del Avada.
Harry respiró profundo y extendió los brazos a sus costados.
De todas formas, no era el primer Avada que le lanzaban.
Draco, del otro lado del escenario, también respiró profundo. Se estaba arremangando las mangas de la camisa. Probablemente sólo para reunir confianza. La Marca Tenebrosa había sido transformada por los años, hechizos y la tinta en una composición de calaveras, serpientes, dragones y narcisos que envolvía su antebrazo y ahora sólo Harry podía distinguir las líneas originales.
—¿Listo? —Draco movió los labios para formar la palabra.
Él asintió y lo vio levantar la varita.
Si alguien le hubiese dicho hace años que dejaría que Draco le lanzase un Avada, no lo hubiese creído, pero ahí estaba.
Draco se había negado montones de veces e intentó convencerlo de seguir probando el hechizo en objetos inanimados y vidas artificiales hechas con magia. Él sólo le contestó que estaba bien, podía lanzarle un Avada.
Después de la última vez que lo discutieron, Draco debió notar algo en la forma en que Harry se lo decía, como si estuviese absolutamente seguro de que saldría bien e incluso que no importaría tanto si no resultaba con un hechizo de Draco.
En ese escenario, Harry Potter recibió otra maldición asesina.
El hechizo golpeó el otro hechizo que él lanzó a tiempo, una barrera traslúcida que se iluminó donde le dio el Avada. Algunas ondas de colores se formaron sobre la superficie de la barrera mientras esta "absorbía" el poder del Avada.
La gente gritó cuando una débil onda de luz brotó de la barrera, esperando un rebote del hechizo. Pero eso no sucedió. Tanto el atacante como el atacado estaban en perfecto estado y no había ningún hechizo letal rebotando dentro de la habitación.
Harry y Draco se miraron desde los diferentes extremos del escenario y soltaron el aire que estaban conteniendo casi al mismo tiempo. Harry se comenzó a reír, haciéndole un gesto de "¡te dije que todo saldría bien!".
Draco lo observó con incredulidad durante unos segundos. Y de pronto, comenzó a correr hacia él. Atravesó el escenario en sólo un instante y se abalanzó sobre Harry, tirándolo al suelo.
Él seguía soltando un ruidito a medio camino entre la risa, la alegría y los nervios y Draco lo sacudió un poco a manera de protesta, alzándose por encima de Harry.
—Pero estoy bien, te dije que iba a estar bien, todo está-
No se esperaba que Draco le sujetase el rostro con las dos manos y lo besara. Allí mismo, en un escenario sellado por una pared de cristal. Frente a una parte de la comunidad mágica internacional.
Cuando Harry reaccionó, Draco ya se estaba apartando y parecía estar buscando alguna señal en el rostro aturdido y sonrojado de Harry.
Estaba seguro de que Draco notó el instante de pánico en sus ojos.
De repente todo se le vino encima y Harry quería susurrarle "no tengo la confianza suficiente para pensar que puedes estar conmigo de esta forma, no creo que yo sea bueno, ella dijo que yo no era bueno" pero las palabras no le salían. Y cuando Draco comenzó a acariciarle la cabeza con extremo cuidado, pendiente de cualquier reacción negativa, sólo hubo lágrimas nublándole la visión a Harry.
—Está bien —murmuró Draco, bajando el rostro para presionar un beso en la frente de Harry, justo sobre la cicatriz—, tranquilo, está bien. Sé en lo que estás pensando, está bien. Esas cosas que piensas no son verdad. Ya está bien, ya estás a salvo.
Harry abrazó a Draco con mucha fuerza. Y por suerte, en la conferencia pensaron que sólo estaba aliviado porque todo salió bien.
—0—
Febrero, 2012
Harry abrió la puerta de la casa en Grimmauld Place y se encontró con Draco Malfoy parado frente a él. Mantenía el cabello corto, ahora con unos mechones negros, todo peinado hacia atrás, e iba envuelto en una chaqueta. Él intentó no sonreír al verlo.
Después de la conferencia, no tuvieron tiempo de hablar y Draco tuvo que ir a otro lado mientras que Harry regresó a Inglaterra, por lo que supuso que Draco acababa de pisar Gran Bretaña de nuevo.
Se hizo a un lado y lo dejó pasar.
—Apenas llegué me enteré de que el Wizengamot está discutiendo si nos merecemos una Orden de Merlín Primera Clase o Segunda Clase. Es decir, si estamos al nivel de Dumbledore venciendo a Grindelwald o al de Scamander aportando a la magizoología —Draco comenzó a hablar de inmediato en tono animado—. Creo que nos van a dar la segunda, pero tú ya tienes una de la primera, entonces sólo será otra medalla para ti, claro.
Como Harry lo siguió hasta la sala mientras Draco se sacaba la chaqueta pero no le dijo nada, Draco lo miró de reojo.
—Y también supe que la discusión es porque sólo te iban a dar un reconocimiento a ti y alguien se quejó en una audiencia con el Wizengamot completo.
Harry se encogió de hombros.
—Los reconocimientos hay que darlos a las personas correctas, ¿no?
Draco dobló su chaqueta, la dejó sobre el sofá y caminó de regreso hacia Harry. Él titubeó, pero se quedó quieto y dejó que Draco le sujetase el rostro. Sus manos eran algo frías y muy suaves.
—¿Crees que vuelvas a llorar si te beso de nuevo? —le preguntó en un susurro.
Él sacudió la cabeza, intentando no huir por la sensación de timidez que le entró.
No le duró mucho porque Draco lo besó y ese era un buen distractor.
Esa vez Harry sí le siguió el beso.
—Así que...—Draco intentó animarlo a hablar.
—Ya sabes lo que te voy a decir —susurró Harry con voz temblorosa.
—Sí, que una persona tonta hace años se portó horrible contigo y te hizo pensar que el problema eras tú y desde entonces le dices a cualquiera que se acerque que no serías una buena pareja —Draco asintió—. Te he oído rechazar a unas cuantas personas así.
Harry alzó los brazos y cerró las manos sobre las de Draco.
—Sólo no quiero...no quiero descubrir que era verdad.
—No creo —La respuesta de Draco fue muy tranquila—. Siempre estás demasiado pendiente de otras personas, incluso me has llevado el desayuno al cuarto mientras viajamos. Te peleaste con un montón de gente mágica vieja en el Ministerio para que me diesen un reconocimiento, Harry. Si eso es ser un desconsiderado...
—Es sólo que...
—¿Crees que salir con alguien sea peor que recibir un Avada? —Draco no pudo evitar sonreír un poco al pensarlo.
Harry sacudió la cabeza.
—No, no debería serlo.
—Entonces, según esa lógica —continuó Draco—, intentar estar conmigo no puede salir peor que haberme dejado que te lanzara un Avada, ¿no crees? Yo sólo digo...intentar, nada más, sólo intentar, hasta te llevaré a un sitio donde sirvan la tarta de melaza que te encanta.
Draco seguía sonriendo y el gesto comenzaba a ser un poco contagioso. Harry miró hacia otro lado intentando no empezar a sonreír también.
Hace tiempo que ya no tenía esas palabras exactas repitiéndose en la cabeza con su voz. Sólo era un ruido lejano y una sensación de malestar. Ahí estaba, más débil, pero estaba.
Recordó que cuando habló con Draco sobre que le lanzase el Avada, ante cada objeción del otro, Harry tenía un solo pensamiento muy claro:
Yo sé que no me vas a hacer daño.
Desde lo que sucedió, cada vez que alguien se le acercaba con ese tipo de intenciones, dentro de la cabeza de Harry se reproducía una escena en que él creía que estaban bien, y de repente, ya no estaban bien, empezaba a ir de mal en peor, esa persona se daba la vuelta y comenzaba a decirle esas cosas que le dijo Ginny y él tenía que volver a explicárselo a quienes quería y todo dolía demasiado para que quisiera correr ese riesgo. Algo en él le gritaba "no puedo pasar por eso de nuevo porque no voy a poder reconstruirme cuando termine".
Sólo veía los ojos de quien fuese que estuviese intentando acercársele y saltaba ese "esta persona te puede volver a hacer esto, aléjate".
Pero ahora mirando los ojos de Draco, que esperaba pacientemente que lo pensara...
Todavía estaba ese "es demasiado arriesgado".
Y también estaba un muy, muy suave "yo no creo que él me haga eso".
Harry podía elegir a cuál iba a escuchar.
Y sabía que Draco no estaría molesto ni siquiera si elegía el primero como la verdad.
—¿Sólo...intentar? —balbuceó.
Draco asintió de inmediato. Los ojos le brillaron y la sonrisa regresó a su rostro.
—Podemos ir tan lento como necesites.
—¿Tengo que hacer algo o...?
—Pues si vamos a comer, recomendaría que comas, pero no tienes que hacerlo si no quieres —aclaró Draco con algo de diversión, lo que sí lo hizo sonreír.
—¿Sólo a comer?
—A menos que quieras algo más...—Draco hizo una pausa—. Pero eso podemos verlo estando allá. Digamos que sólo comer entonces. ¿Sí? ¿Está bien?
Harry vaciló.
—¿Sin besos?
Esto hizo que Draco se riese porque lo dijo en tono de protesta.
—Pues yo preferiría decir sí a los besos, pero también será sólo si tú-
Harry le dio un beso corto antes de que terminase y se alejó de inmediato.
Draco asintió con una sonrisa.
—Está bien, comida, besos, entendí.
—Bien.
—Bien.
—0—
Septiembre, 2013
Teddy los hizo prometer que le iban a escribir cartas y le iban a mandar fotos en cuanto viesen algo interesante. Harry no paró de repetir que sí, sí, sí hasta que el muchacho se calmó e hizo que el cabello le pasase de negro al azul brillante.
Se despidieron de él desde el andén. Teddy se asomó por una de las ventanas del tren y agitó el brazo con emoción y su abuela lo regañó diciéndole que metiese la cabeza.
La risita de Harry por la actitud de su ahijado se interrumpió cuando sintió unos brazos que lo rodeaban y alguien que se apoyaba en su espalda. Él se quejó un poco, pero entrelazó los dedos con una de las manos de Draco y se recargó en el pecho de su novio.
—¿Por qué tiene más energía cada año? —susurraba Draco—. ¿No se suponía que tendría energía de pequeño y de adolescente sería apático?
—No creo que Teddy pueda ser apático, Draco...
Draco le dejó algunos besos por el borde del rostro mientras el tren se alejaba. Entonces Andrómeda se dio la vuelta y les dijo que no se estuviesen emocionando en el andén y que recordasen cuando ella los encontró emocionados en una fiesta de navidad.
Harry se cubrió la cara al recordarlo y Draco enterró el rostro en su cuello, soltando un largo quejido.
—A mi tía nunca se le va a olvidar eso, ¿cierto?
—No creo...
Esperaron hasta que una enfurruñada Andrómeda se alejó unos pasos. Luego Draco levantó la cabeza, sujetó la cara de Harry y lo besó.
—Tiene razón en que no hay que emocionarse —Draco lo tuvo que detener cuando Harry ya quería ir por otro beso—, tenemos un traslador que tomar...
—Sí, sí...sólo uno más-
Harry lo besó antes de que reaccionase y salió corriendo enseguida, lo que hizo que Draco se empezase a reír y lo persiguiese. En cuanto lo alcanzó, envolvió a Harry con los brazos y lo levantó del suelo dándole una leve sacudida como queja por besarlo y abandonarlo ahí.
Él sólo se burló y dejó que Draco lo llevase.
Confiando en que estaría bien.
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