Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 32

El frío es lo mejor porque sí fuera por el verano caluroso nadie merecería la pena de ponerse un buen abrigo de piel de leopardo albino.

Al menos eso es lo que diría “nadie” un “nunca” por la mañana.

La copiosa y abundante nevada de hoy a la mañana se adueñó de la agenda diaria y complicó la rutina de muchas personas que debieron salir a la calle y hacer frente al temporal invernal anticipado. Los frentes a cubrir debido a la complejidad del día fueron varios.

Desde las seis de la mañana los copos comenzaron a caer con fuerza hasta bien entrada la “segunda mañana” y hasta cerca del mediodía. Cabe remarcar que desde temprano el movimiento típico se vio poco alterado pese al temporal y el paro que impulsan distintos gremios.

Respecto a las zonas afectadas y las complicaciones, hay una larga lista de incidentes y consecuencias del temporal que se fueron desarrollando durante la mañana. En Diagonal Capraro el tránsito fue un caos por la interposición de un colectivo de Mi Bus que no pudo avanzar y quedó atrapado en la intersección de Moreno y Diagonal Capraro, en plena hora pico y temporal. Además, varios vehículos colisionaron en la denominada zona de las cinco esquinas.

Los semáforos fueron un factor que complicó la circulación vehícular debido a que se mantuvieron activos y no cortaron, por lo tanto, el frenar ante la luz roja generó varios sobresaltos en los conductores. El secretario no binario de Servicios Públicos Municipal, Eduarde Garze, dialogó con El Cordillerano Radio a través de "Agenda" y remarcó que las cuadrillas de emergencia estaban preparadas desde las 5 de la mañana y además expresó que “los semáforos generaron caos”. Durante la mañana los camiones fueron arrojando arena y sal en las arterias más afectadas.

Por el lado de la actividad escolar, la coordinadora transexual del Consejo Escolar local, precisó que desde temprano limpiaron las entradas de los establecimientos educativos, aunque los docentes que se presentaron en las aulas “fueron muy pocos porque hay un alto acatamiento al paro docente” expresó por el díal del Cordillerano. Las clases en la Universidad Nacional también fueron suspendidas.

Los accidentes vehiculares fueron moneda corriente, además del hecho sucedido antes mencionado en las cinco esquinas, en la Avenida de los Pioneros se produjeron dos siniestros. Bien temprano un Volkswagen Gol de color blanco perdió el control y fue a parar a una zanja en pleno temporal. Luego, cerca de las 10.30 horas un Chevrolet blanco se “atravesó” en la calle mientras circulaba un micro de Mi Bus. Producto de la maniobra involuntaria, la parte trasera del auto chocó con el lateral derecho de la unidad del TUP (Transporte Urbano de Pasajeros).

Hablando del transporte, el día de ayer se levantó el paro implementado por la UTA y cuando todo parecía que se normalizaba, la gran cantidad de nieve en las distintas arterias céntricas e internas de los barrios de la ciudad dificultó el desarrollo de los recorridos del TUP y muchas unidades debieron estacionar y esperar a que “afloje” la nevada.

Los cortes de luz en múltiples barrios del Este, Oeste y Sur de la ciudad generaron inconvenientes para miles de usuarios. La cantidad de nieve que cayó hizo que varias ramas se desplomaran sobre los cables de la línea eléctrica provocando los cortes del suministro. Con el correr de las horas se fue normalizando el servicio.

La nevada también afectó las operaciones en el Aeropuerto Internacional, un vuelo de Aerolíneas Argentinas aterrizó a las 7.13 de la mañana, pero el lugar de estacionamiento de las aeronaves no estaba despejado y la nave tuvo que esperar en la pista de rodaje hasta que los trabajadores limpiaron el lugar.

Durante varias horas el tránsito en la Avenida Bustillo se hizo lento e intransitable por momentos, varios vecinos que se dirigían al centro, al ver la complejidad del escenario climático, decidieron “pegar el volantazo” y volver hacía sus hogares.

Lo cierto es que el temporal invernal que se desató afectó por completo a la ciudad generando inconvenientes en el Este, Oeste, Sur y centro. Los pedidos de “extremar las medidas de precaución” se fueron repitiendo desde los distintos organismos intervinientes. Las postales de los distintos paisajes blancos dieron una pincelada más agradable y romántica de la situación. Hoy y una vez más se vio reflejada la dualidad de una hermosa ciudad, pintada de blanco para la postal pero con varias complicaciones en todos los sectores.

Viajar en tiempos así ya no genera literatura con una buena taza de café, sino 'stories' en la redes sociales. El género del aventurero de emociones que se enfrenta a un mundo extraño de explicar vive su más evidente decadencia a la vez que experimenta una resurrección de la mano en la exploración de territorios más íntimos.

Siempre es verano en las pantallas, siempre hay alguien que publica en Instagram la fotografía de una playa virgen, de alguna ciudad prohibida, de algún sitio increíble que, en el fondo, se parece a todos los sitios increíbles que en el mundo hay. El viaje se ha abaratado para bien, en el sentido monetario, y también para mal: se ha convertido en una experiencia casi banal, en un tedioso hábito consumista. A su lado, la venerada tradición de la literatura de viajes también ha perdido valor. The travel writing tribe es el título de un libro de Tim Hannigan publicado en inglés a finales de 2021 que plantea la crisis del género: ¿quién necesita libros como El tiempo de los regalos, Los trazos de la canción o La ruta de la seda en este mundo hiperconectado?

Hay otra idea, más peliaguda, que se plantea en el libro de Hannigan: el libro de viajes no solo responde a una necesidad obsoleta sino que refleja una actitud anacrónica y más bien sospechosa en 2022. En primer lugar, porque el gran negocio del turismo de masas tiene una huella medioambiental, cultural y política difícil de infravalorar. Puede que el viaje a pie y en soledad de Patrick Leigh Fermor desde Róterdam hasta Constantinopla fuera lo contrario de pasar un puente en Estambul, pero también es probable que a los turistas de 2022 los mueva una imagen del viaje idealizada por la literatura.

La segunda parte de esa crítica va un poco más allá. La teoría, en resumen, dice que la esencia del libro de viajes tradicional consiste en que un señor blanco, educado y probablemente con la vida resuelta, salga de Europa, llegue a algún lugar poblado por gentes primitivas y haga su retrato impresionista, bienintencionado y condescendiente. Carnaza para un mundo woke. La caída en desgracia de Ryszard Kapuscinski, viajero encantador del siglo XX al que las biografías de los últimos años van convirtiendo en un pícaro vanidoso, es un ejemplo perfecto de ese pecado original.

«Como mínimo, la etiqueta 'libro de viajes' se ha quedado obsoleta», explica Emilio Sánchez Mediavilla, editor de Libros del KO y autor de Una dacha en el golfo (Anagrama), crónica de los años que pasó en Baréin. «Era una marca que vendía bien, pero a la que se le diluyó el concepto. Supongo que eso tiene que ver con la masificación de la experiencia del viaje. Es muy difícil ahora hacer un relato que sea atractivo porque has dado con un lugar que no conoce nadie».

Sin embargo, sostiene Sánchez Mediavilla, siguen existiendo libros que tienen que ver con la tradición de la literatura de viajes, que la amplían, y que encuentran a su público. El género, que siempre tuvo algo de crónica periodística, de novela de aventuras y de libro de divulgación científica o histórica, se ha convertido, en 2022, en cualquiera de esas cosas o en todas a la vez, en lo que sea menos en un libro de viajes. «Nosotros publicamos los libros de Ander Izagirre y se venden bastante bien. Curiosamente, el que vendió peor fue Cansasuelos: Seis días a pie por los Apeninos, que es un texto de literatura maravillosa y que es, de todos sus libros, el que más se parece a la idea clásica de lo que es un libro de viajes».

«Es verdad, a ese libro le costó más», recuerda el propio Izagirre. «Pero hay otros libros que funcionan bien y que son más o menos libros de viaje. Se me ocurre pensar en los de Xavier Aldekoa o en los de Zigor Aldama... El género del libro de viajes ha caído un poco en desgracia pero, al mismo tiempo, ha evolucionado hacia otra cosa, hacia una especie de crónica en profundidad. Y yo creo que sigue siendo necesarias». Igual que la literatura erótica se diluyó y se recicló en una nueva y desinhibida literatura romántica, el libro de viajes se ha vuelto libro de periodismo.

¿Y la culpa? «Cuando presenté Potosí en Bolivia hubo quien me preguntó que qué falta hacía que viniese un europeo a contar aquella realidad, si creía que no había gente en Bolivia que pudiese hacerlo. Bueno, lo entiendo, yo parto de algunos privilegios por venir de donde vengo. Sé que hay maneras de viajar que son una cosa neocolonial... Pero lo deseable no es que yo, europeo, no pueda contar el mundo que no me sea inmediato. Lo deseable es que todos tengamos acceso a los relatos de los propios bolivianos». Izagirre sostiene que no es una utopía. «No hay revista de viajes que publique hoy un dossier de Dakar, por ejemplo, sin contar con escritores senegaleses. Eso, hace unos años no ocurría. Y a las librerías empiezan a llegar crónicas de los viajes que se hacen en dirección contraria, las que hacen los migrantes en patera, por ejemplo. Claro, son relatos tan potentes que nos hacen palidecer un poco a los demás».

Xavi Moret, autor de los recientes A la sombra del baobab e Historias de Japón, pertenece a una generación anterior a la de Izagirre, Aldama y compañía. «En realidad, ese cambio ya estaba en los libros de Bruce Chatwin. No tiene sentido describir el mundo, porque ya hay quien está retransmitiendo el mundo 24 horas. Hay que plantear los libros con una idea previa, apostar por una mirada subjetiva, hablar con la gente. La clave no es tanto ver sino escuchar, buscar en el contacto con el otro y, a través de ese contacto, ponerte en cuestión a ti mismo».

El nombre de Chatwin nos lleva a mirar atrás, a la edad de oro del género a finales del siglo XX: ¿qué pasaría si leyésemos hoy los libros clásicos del canon del viaje? ¿Nos incomodarían? «Supongo que algunos libros nos sonarían al tópico del inglés de clase alta que va por el mundo con una mirada condescendiente. Pero en el caso de Chatwin, el recuerdo que tengo es que su mirada era de una curiosidad muy pura, un anhelo de entender al otro para el que no creo que haya muchos reproches posibles», dice Sánchez Mediavilla. «Y no debía de ser fácil no ser desdeñoso en 1980 con algunas de las realidades que retrató».

«Los libros de esa época fueron muy inspiradores para mí. No sé cuántas cosas chirriantes nos encontraríamos hoy, pero no me parece justo demonizarlos por unos cuantos anacronismos. Lo que los movía era un deseo de abrirse al mundo que me sigue pareciendo noble», termina Izagirre.

El suave canto del escenario frío en el que yo estaba me puso a hablar con mi subconsciente, algo que conmovió incluso al más desalmado, al agente acargo de llevarme la contra, hubiese quedado inmune ante mi tonta y aburrida historia de viaje.

Con más dedicación de la que había dado, a mi anterior vida. Porque tenía que haber pasado, en qué me había equivocado yo.

Un faro en un mar desdichado, tan extenso que no sabes donde a empezado; un pequeño loto blanco, que nunca se había perdido en el fango, del inmenso y podrido lago, que que decora lo alto.

Tal vez y solo tal vez, era mejor dejarla que creciera en el fango, que verla marchitarse, sin cuidado.

Con todo el empeño que reuní, de los pedazos rotos que quedaron, de la mujer que apenas su amor a mí había empezado, era tan fácil dejarlo todo, como el primer brote estropeado, para cuidar a la siguiente que quizás podría descansar en mis brazos.

Pero no podía dejarla, nunca podría dejarla, ni en esta vida o en la otra, podría abandonarla.

Con los latidos de mi corazón desbocado, la sonrisa más extensa que había proyectado, apunto de pronunciar palabras que no debería haber pensado, por el impulso, de mi primer gran encuentro, de mi primer gran movimiento.

Yo amaré, incluso cuando las luces se hayan apagado, mis pies el escenario hayan dejado, mi voz me haya fallado, incluso, cuando esta tierra haya dejado.

Poesía simple de un terror nocturno, de un vacío cerebral, de nada más que un recóndito agujero de ilegalidad.

Yo sé que estoy sentado frente a la ventana de mi bar favorito. Charlo con Osvaldo, el mozo, al que busco cuando necesito distenderme y charlar tranquilo sobre el fútbol o la vida.

Hablamos de Rubén Insúa, el nuevo técnico con el que San Lorenzo busca dejar las sombras. Osvaldo está entusiasmado:

–¡Una gloria del club, jefe! Llega con el apoyo de todos, la hinchada está con él porque lo admiramos como jugador. También nos hizo ganar un par de campeonatos y hasta una Copa Sudamericana como técnico. Yo siempre digo que los mejores son los que llevan la camiseta del club en el alma, y el Gallego Insúa la lleva. Ustedes, con el Muñeco Gallardo, se cansaron de ganar y siguen de racha.

Lo contradigo un poco para que engrane y le digo:

–Sí, puede ser, pero no se olvide de que con JJ López que también era del club, nos fuimos al descenso.

–Ahí le salió la gallina. JJ López además jugó en Boca, y esa impronta nunca se la pudo sacar de encima. Le recuerdo que luego tuvieron a Almeyda, que también era nacido y criado en River, y los llevó de vuelta a la Primera en menos de un año.

Estoy por contestarle cuando un grito y una mano en el hombro me interrumpe:

–“Glezeee, Gleguito querido, ¿te acordás de mí? –pregunta una voz a mis espaldas.

Me doy vuelta un poco sobresaltado y encuentro una cara conocida, pero no logro ubicar de dónde.

–Ah, sísí, claro. Su hijo, de chico, jugaba al básquet conmigo, ¿no?

–Pero claro hombre, soy Eduardo, el papá de Facu, ¿te acordás ahora? ¿Como andás muchacho? Qué alegría verte, ché, estás hecho todo un hombre. Y mirá que hace muchos años que no nos vemos. Sé que seguís en PáginaI12 porque de vez en cuando te leo. Esas “Cartas del Capitán” que escribís son una locura, hijo. Me hacen llorar, te lo juro. Qué tipazo tu viejo, ¿eh? Cómo me hubiera gustado verlo también, ojalá hubiera más militares como él y no habríamos pasado esos años tan de mierda de la dictadura.

Eduardo está tan embalado que no me atrevo a interrumpirlo. Así que sigue con su monólogo.

–¿Y tu hermano cómo anda, cómo era que se llamaba? Joaquín, eso, Joaco. ¡Qué capo ese pibe! Jugaba bien, me acuerdo, aunque ese técnico que tenían era muy arbitrario. Al único que ponía siempre en el equipo era a él. Los demás, culo en el banco casi todo el partido. Igual eran lindos esos sábados, ché. ¿Y Joaquín qué hace, labura, estudia, qué onda?

Le digo que se recibió ya hace unos años y que está trabajando o algo así.

–Tenés suerte. Mi Facu anda medio a los tumbos todavía. Yo le digo que se vaya de este país de mierda, que los jóvenes no tienen acá ninguna posibilidad, que no hay futuro ni hay un carajo. Que si quiere progresar se tiene que rajar. ¿Qué pensas vos?

–Y no sé, la verdad que no tengo idea, yo no tengo respuesta a ese tipo de preguntas. De última, decidiría que hacer algo podría mejorar el país, pero yo no soy de persistir para que se vaya más gente. A lo sumo podría irse para hacer algún Master, o esas cosas que ahora son tan necesarias para poder conseguir buenos laburos. Pero nada más.

–Te cuento: el Facu ya probó. Hace cuatro años se fue a Barcelona y estuvo uno y medio viviendo allá. Se tuvo que venir porque su mamá, mi ex, lo necesitaba acá.

–¿Y le iba bien allá? –le pregunto ya casi sin interés en seguirle la conversación.

–No, qué le iba a ir bien. Le iba como el culo. Laburaba en una tienda de lunes a sábado nueve horas y ganaba 800 euros. Tenía que compartir piso con cuatro más: otro argentino, un paragua y un bolita. Todos sudacas, ¿viste? No sabés cómo los discriminaban. Además, obvio, yo le tenía que girar guita todos los meses.

–Pero entonces por qué insiste usted con que se vaya, no le entiendo Eduardo –lo interrumpo porque ya el asombro no me cabe en el cuerpo.

–¿Cómo que por qué? Mirá, yo lo voté a Alfonsín, a Menem, a De la Rúa, a Néstor y la primera vez a Cristina. La segunda no, porque tenía laburo pero no paraba de pagar impuestos. Yo tengo una empresita constructora, y acá no podés tomar gente porque nadie quiere laburar. La tuya es más fácil porque con los medios los políticos no se meten. Después le aposté a Macri, y peor. Un desastre. Tuve que despedir gente y todavía tengo varios juicios laborales abiertos. Yo sé que vos sos medio peronista o medio zurdo, nunca lo tuve muy claro, pero te cuento que la última vez lo voté a Alberto. Y ya ves, todo mal de nuevo.

Ya me estoy enojando, así que lo freno de mala manera.

–Mire señor, qué decirle, hubo cuatro años de desastre macrista que usted mismo reconoce, y después vino la pandemia. Téngalo en cuenta para su análisis. La cosa de a poco mejora y vale la pena seguir remando. Siempre que llovió paró, como decía mi abuela. Además, su pibe se fue a Europa y me acabá de decir que la pasó muy mal. Ahora lo único que falta es que me diga que si se presenta Macri lo votaría de nuevo y cartón lleno.

–Pero no, querido, no. ¿O me viste cara de boludo? Ese ya me cagó una vez, y es cierto lo que decís: la cosa está repuntando. De a poco pero repunta. Lo noto porque me está cayendo más laburo en la empresita. Pero hay que ir por otro lado, viejo, me parece que le voy a poner el votito a Milei. Ya sé que no te debe gustar, pero a vos no te voy a mentir porque sos mi ídolo. Seguí escribiendo, campeón, que esas Cartas del Capitán son una lección de vida, ché. Chau Gleguito, chau, qué alegría verte. Y saludos a Joaco, a ver si una noche se juntan con los pibes. Tenemos que aprender a escucharlos, porque nosotros ya estamos de paso.

Osvaldo me está esperando para retomar la charla, pero ya no tengo ganas de hablar con nadie, Eduardo me arruinó el día. Le pago y me voy: chau Osvaldo, y ¡suerte con Insúa!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro