Capítulo 4 | La Pasión de la Cercanía...
❤ ¡Feliz día San Valentín! ❤
— — —
Un poco tarde, lo sé...
| Aviso Especial |
Puede que cierto contenido de este capítulo pueda resultar incómodo para algunas personas, por lo que no hay problema con saltarse algunas partes ya que no influyen del todo con el desarrollo de este mismo.
— — —
De alguna forma terminaría esta necesidad de mi pecho...
El agradable sentimiento de la compañía perdura mientras mis llamas siguen ardiendo...
Querer resurgir juntos nos llevó a hacerlo, y la consecuencia que dejó... No tengo la necesidad de sentir una preocupación.
Mi deseo, mi anhelo... siguen en mi corazón por estar viendo esta vida de ensueño.
De la lucha de mi esfuerzo, al fin dio sus frutos, pero cuando cate su sabor, terminó siendo algo confuso en su último bocado.
Este sabor no es tan dulce como el de tus labios...
Seguiré prefiriendo todo de ti antes de lo demás de este mundo.
— — —
Han pasado dos semanas desde los últimos acontecimientos. Muchas cosas sucedieron en ese plazo de tiempo extenso en la <Mansión Crepúsculo>. El día de hoy, como ya era costumbre, tuvieron una reunión en la sala de operaciones de la <Familia Loki>. El capitán tenía una petición.
La puerta de la sala se abrió repentinamente por un empuje de <Vanargand>, con su postura arrogante entró recalcando quien es un superior, o al menos algunos aventureros que estaban junto a él como Lefiya, Raúl y Aki, además de otros miembros, lo veían así.
Todos entraron a la sala. La Elfa pelinaranja junto a sus amigos se fueron hacia un lado para apartar sus asientos, pero el hombre lobo tomó una silla que iba a ser la de Raúl, y llamó de nuevo la atención de la sala al poner su asiento en el suelo de forma abrupta.
El aspirante a comandante se quedó quieto, pero no se pudo quejar por el miedo que le tiene al hombre, se fue a buscar otro asiento mientras sus compañeras reían nerviosas. Luego de un rato de espera, la paciencia del canino humanoide se acabó.
–Reuniones y más reuniones. ¿Para qué las hacemos si ya sabemos cuál es la situación, maldita sea?
–Entonces deberías de tomarlo como una clase para bajarle lo rabioso a tu pulgoso cerebro.
–¡Ya oíste perro, relájate y conviértete en alguien de paz!
–¡Argghh! ¡Amazonas de mie-!
–¡Suficiente!
Antes de lanzarse contra las chicas fue detenido por Finn usando su lanza. Bete la iba retirar, pero sabiendo que era su capitán, y de que detectó la molestia de este no tuvo más remedio de guardarse las ganas de usar a esas dos Amazonas como saco de boxeo, se detuvo, pero haciendo su queja infantil de siempre.
–Vayan tomando asiento. Tratare de hacer las cosas rápido si se comportan como los adultos que son.
Tiona y Tione le lanzaron una mirada burlona a Bete cuando Finn terminó de decir esas palabras. El hombre lobo solo pudo gruñir furioso, pero sin poder hacer nada para detenerlas.
Cerca de ahí Gareth acarició su larga barba, cosa que Finn entendió como una burla para él. El Enano sabe que al niño lleno de orgullo detesta que siguen desobedeciendo a sus espaldas.
Del otro lado, Lefiya volteo su mirada hasta hallar a Riveria, quien mantenía su postura inigualable, pero con una clara expresión de estar desinteresada por la reunión. Lefiya tenía esa idea, pero en la mente de la Alta Elfa ocurrían otras cosas.
En los otros asientos, los aventureros presentes se vieron confundidos por lo que sucedía con sus superiores, pero prestaron atención a su capitán luego de poner un gran papel sobre la mesa que estaba en el medio de todo.
–Bien, todos. Los reuní por un encargo organizado por la <Familia>, nada pedido por el Gremio por lo que se pueden ahorrar comentarios. Aunque me gustaría escuchar los avances de cada uno de los grupos con esos temas mientras progresa la junta.
–Dinos que es, de por sí será un trabajo aburrido.
–Aburrido lo es, pero es necesario para mantener estable la <Familia>, Bete.
–Es como dice Gareth. Hemos estado muy ocupados con los encargos del Gremio, todo referente con el fugitivo... que nos ha traído problemas tras problemas, y ahora que estamos más tranquilos, es cuánto más necesitamos solucionar este problema.
Señaló con su dedo índice el papel que estaba en la mesa, viéndolo desde los lados parecía ser algún tipo de lista de encargos muy grande, específicamente de suministro y objetos del calabozo. Algunos ya se comenzaron a hacer una idea de que iba ser.
–Los ingresos de la <Familia Loki> están cayendo en picado, ninguna expedición se ha realizado por casi un mes y eso pronto nos hará estar en la ruina de no hacer algo. Además, tenemos ladrones entre nosotros, parte de la pérdida se debe a ello.
Finn dirigió su mirada hacia Raúl, el joven que junto a Aki y Lefiya están encargados de encontrar a los ladrones de suministros, lo hizo en forma de que comente sus progresos. Raúl se vio pálido un momento y pido ayuda de sus compañeras, pero ellas solo miraron hacia otro lado nerviosas.
–Eh... respecto a eso capitán...
Se rasco la nuca varias veces, generando un silencio incómodo.
–... No digas ya. Solo sigan investigando...
El tono decepcionado del Hobbit hizo que el muchacho se asustara.
–Volviendo con lo importante. Decidimos que lo mejor por el momento es hacer dos expediciones de nivel intermedio-avanzado al mismo tiempo. Empezaremos dentro de pocos días, aunque desde hoy empezaremos con las preparaciones.
Múltiples quejas surgieron inmediatamente después de decir eso, argumentando de la sobrecarga que ya estaban recibiendo y que iban a tener aún más haciendo dos expediciones complicadas.
Solo los que ya habían pasado un tiempo digamos considerable comprendía y no decía nada, pero los más novatos si luchaban por eso. Todo se detuvo cuando Finn golpeó su lanza contra el suelo.
–Silencio... Entiendan que esto depende solo de nosotros, sino sucederá que nos caeremos y mucho de lo que desean se verá limitado o cancelado. Es mejor que en vez de quejarse busquen soluciones.
Se volvió a sentar y con su mirada intensa e intimidante miró entre de las almas a cada uno de los miembros presentes.
–Y él o la que no quiera hacer este trabajo, tiene mi oficina en el piso superior donde el papel de despedida de esta <Familia> lo está esperando... ¿Entendido?
Nadie dijo algo más y mutuamente asentaron con la cabeza mientras tragaban saliva pesadamente. Finn no estaba para bromas y le había molestado esta cara de varios integrantes de la <Familia>, debían de mostrar respeto y sabiduría por los que llevan cargando todo el esfuerzo.
No duró más la reunión, los miembros de la <Familia Loki> empezaron a retirarse poco a poco hasta que solo quedó Riveria, Gareth y Finn en la sala.
–Creo que fuiste más duro que de costumbre.
–Lo sé, pero necesito que nadie esté holgazaneando en un momento tan crítico. Hay muchas cosas por realizar, pero si podemos distribuir eficazmente los trabajos entre los miembros se soluciona rápido. Respecto a lo que hablamos antes. No quise mencionar que de nuevo estamos contra las cuerdas, según la fecha programada para la ejecución del traidor era para la semana pasada, prefiero darle prioridad a nuestra <Familia>. Por eso el que hagamos esas expediciones y nosotros nos encargamos de lo que nos pide el Gremio.
Los dos hombres se pusieron a discutir sobre cómo organizar a los grupos y otros temas, mientras que la única persona que se mantenía en su asiento, Riveria, miraba a la nada con una expresión pensativa. Durante la reunión no comento nada.
Ella ha estado comportándose diferente desde ese día.
Porque sus pensamientos estaban centrados en la joven de cabello dorado desde hace un tiempo.
Siempre que parece que sucede algo que la hace cambiar, y ahora de verla algo más animada no entiende qué demonios sucedió para que estar muy deprimida cambie así.
Tenía que haber algo en medio...
La ve más entusiasmada cuando va a la biblioteca, evita reunirse con las chicas y ocasionalmente le muestra una sonrisa gentil. No es que sea desagradable y nada de eso, en cambio le agrada, pero tiene la duda.
Pero pensándolo bien, podría tratarse de un trastorno causado por el trauma que siente por lo que hizo, ese cambio de actitud tal vez se trate de una locura. Eso es preocupante.
–... Esa niña.
–¿Dijiste algo?
–Nada. Enano borracho y panzón.
–¡Hmph! Bruja piruja. Y según tu eres la más sabia de la <Familia>.
Varias venas se le marcaron a la Elfa, se levantó de su asiento y con su aura intimidante se puso enfrente del Enano quien no se quedó atrás. Un choque de miradas intensas hacia el otro, mientras que Finn miraba confundido.
–Por favor, ustedes dos. No somos niños, ¿saben? Justo digo que necesitan mostrar madurez y ambos son los que...
Ambos miraron con su mirada fulminante a Finn quien solo elevo sus manos diciendo: "Bien, me voy a callar". Comenzó a escribir en el gran papel poniendo varios nombres.
~~~
Los rayos de sol mañanero comenzaron a entrar por el espacio de la ventana, reflejando parte de las sombras de las grandes torres de la mansión. Una ráfaga de aire fresco cruzó la ventana, las cortinas fueron sacudidas y la habitación reaccionó por el golpe.
–*Snif* *Zzz Zzz*.
Un respingo, y luego, leves silbidos. Delante de la recamara donde se encontraba el sillón unido a la base. Encima de ella, el joven de cabello blanco reposaba su cuerpo mientras dormía plácidamente.
Estaba enrollado por una manta y en su frente tenía una toallita húmeda. Esto debido a que en sus mejillas y nariz tenían un color rojizo, y ese resoplido de antes fue por el frío que sintió.
Pero aun teniendo ese estado, su respiración era tranquila, transmitía mucha paz para quien lo viera en ese momento.
–...
Y si lo había, este acontecimiento era visto por la espadachina oji dorada desde su laboratorio provisional. Sentada en su asiento, levemente inclinada hacia atrás en el respaldo y con un brazo apoyado en el reposabrazos, observando en silencio, pero con una leve sonrisa acompañada de una esencia alegre.
La princesa estaba feliz de ver como el aventurero que alguna vez en un pasado lo llamaron: "Héroe de las calles", ahora estaba durmiendo en su cuarto. En parte le parecía tierno que el chico estuviera así.
En un punto de vista en donde lo podía ver...
–... Ya debe de estar mejor.
Pero este frío...
Su tono de voz fue muy suave al reflexionarlo. Era una mañana fresca en todo sentido, su rostro se veía algo afectado por el frío, pero no parecía que le importara. Más bien se veía alerta de alguien más.
Mientras tanto, Aiz acariciaba lentamente su cabello cerca de su hombro con su mano libre, jugó un poco con este dándole giros, haciéndose unos rizos. Por su expresión traviesa se intuía que sus pensamientos eran por el conejo.
–Hmm...
Sin embargo, se acabó su espacio mental cuando vio cómo el muchacho se movió. haciendo una pequeña queja. Se levantó de su asiento y se le acercó.
–*Snif* *Snif*.
El oji escarlata sonó su nariz un par de veces, cosa que fue un aviso para la chica que la toalla húmeda se puso tibia, indicador para cambiarla. Con mucho cuidado de no interrumpir el sueño del joven retiró el trapo y lo dejó en la mesa de aun lado.
Tomó una igual, pero seca. Se puso de cuclillas para maniobrar, en su costado había una cubeta de agua caliente, donde la remojo unas cuantas veces y luego lo exprimió lo suficiente para que quedara húmeda.
De nada servirá si dejo la ventana abierta.
La tendió en sus manos, y se la puso de nuevo en la frente. Su comentario iba por que él estaba algo inquieto al no sentir nada en su frente, pero se tranquilizó cuando sintió la humedad del trapo. Se levantó y se acercó a la ventana, cerrándola un poco, pero dejando que haya circulación de aire.
–Hmm~ *Zzz Zzz*
–... Pero por eso te dije que te cubrieras con la manta anoche.
Debido a que el joven pasó noches frías sin una durante una semana, ahora que se encontraba aquí le afectó completamente de manera interna, causando la fiebre. Antes de querer retirarse, volvió con Bell y deslizó suavemente sus dedos por las mejillas del adormilado joven, retirando las gotas que había desprendido la toalla.
–...
–*Zzz Zzz*
Se quedó mirando su rostro un momento, sus iris ámbar miraban el estado del joven con detalle. Abrió levemente sus labios, como si se encontrara asombrada. Elevó su mano hasta estar muy cerca de los pómulos del joven, se veía tentada de tocarlos.
El rostro del albino, a diferencia de varios días, se veía más saludable, pero tenía las cicatrices del pasado...
...
No se detuvo. Su mano aterrizó en la mejilla, navegó la piel del joven y se frenó justo cuando encajó la forma. Su tentación de acariciar un poco las mejillas del joven, la sensación suave que sentía, provocó su sonrojo.
Tan cercas el uno del otro...
Sonrió cálidamente.
Pasaron varias cosas días después desde aquella noche, donde decidieron entre lágrimas y sentimientos de arrepentimiento decidieron liberar sus corazones, dejando que el otro entendiera mejor sus sentimientos.
Esta actitud calmada de la joven se debe a la relación que han formado recientemente ambos jóvenes. La cercanía que tienen ahora es totalmente diferente.
Se podría decir que luego de la gran bajada que tuvieron Aiz y Bell, por todo lo malo que sucedía al no querer cooperar entre sí, ahora era todo lo opuesto. Mucho de lo que había deseado Aiz desde un comienzo cuando decidió ser la "enfermera" de Bell, ahora se podía realizar sin mucha discusión.
Pero es hablando en particular, porque en un comienzo... no fue lo esperado. Si bien lo recordaba la espadachina, hubo algo en especial esa noche que los dos hicieron...
–Bell...
–Aiz...
La voz de ambos llamó la atención del otro, cosa que llevó a que los dos Aventureros jóvenes presenciaron una escena que nunca olvidarán, un sentimiento nuevo, pero que resguardarán para toda su vida.
Con unos ojos nuevos, unos que nunca había tenido, no dijeron nada, pero a la vez si lo hicieron. "Tan cerca de ti", eso era lo que decía. Nunca antes habían visto esa parte del otro, esa mirada tan... deseante, tan devorante, tan aclamadora.
Que pide a gritos su deseo más sincero, la verdad detrás de sus corazones, el significado de tener al otro ahí. Y con un roce tan cercano, con una coordinación tan sencilla, pero confortable, y con un sentimiento tan cálido de un movimiento... los dos corazones se abrieron mutuamente, impulsados por una verdad.
Unidos por fin, el roce de sus respectivos labios fue para decir su verdad callando bocas. Sensaciones nunca antes vistas las vivieron, una pasión de cercanía que los dos llegaron a pensar como ya imposible haciendo realidad.
No es tarde ni temprano, solo es pasión compartida en el momento deseado. Un afecto único y apreciado para decirle que:
Quiero hacer que... confíes en mí.
...
...
...
El sencillo beso paso a uno apasionante, la apode ración del sentimiento mutuo de ambos jóvenes lidera sus mentes en estos momentos dejando en claro su objetivo. No deben dejarlo ir sea como sea. No fue una batalla, sino una guerra.
Todo inconsciente... ¿no?
Empujaban sus cuerpos hacia el otro, nunca desprendiendo sus labios. Forcejeaban por tener el control de la situación, pero era difícil no poder centrarse en la sensación tan acogedora que implica tener sus sentimientos conectados de esta manera.
Esto nuevo, era demasiado para ser real, y tenían ese miedo de que no fuera, por lo que tenían que aprovecharlo al máximo. Que inocentes de su parte.
Hmm~
Fue en un momento para otro cuando por fin pareció que se dejarían completamente a la merced del otro, pero no sucedió tan así. Aiz mantenía su ventaja al ser más fuerte de corazón, y Bell podía defenderse como suele ser el conejo.
Nada de esto se aleja a lo que es su combate cuando entrenaban, solo que existía una pieza clave que cambia la balanza. El muchacho albino tenía sus trucos, influencia de su difunto abuelo. Era un reflejo de sus recuerdos.
Delicadamente pasó su mano por la de Aiz, entrelazando sus dedos con la de ella. La joven mostró su sorpresa abriendo sus ojos por completo, esta posición tan... caballerosa de Bell cambió el sentido de este beso.
Tan gentil, tan dominante, pero tan... protector.
Su corazón estalló de llamas y solo pudo aceptarlo, fue acabada por primera vez por Bell. Era algo inocente esta similitud, pero alguna vez lo leyó junto a su madre. Que tomen tu mano con gentileza y luego te besen solo podría significar una cosa.
Conmigo estás segura.
Irónico siendo ella la que quería ser quien él sintiera eso ahora... Se podría decir que estaban a la mano, uno cambió la jugada del encuentro predestinado y el otro cambió el anhelo.
Bell siguió sorprendiendo a Aiz, el joven pasó de manera sutil su mano libre por la cadera de la joven, abrazándola y atrayéndola. Estaba perdida, tanta pasión hacia ella era demasiado para su ardiente corazoncito, por lo que no se quedó atrás e hizo lo mismo.
Pasó su brazo libre por la libre espalda del joven, acariciando y dando pequeños toques por este, una forma cariñosa de decir que ella también puede. Bell pareció entenderlo, pero solo fue una motivación para seguir siendo este hombre romántico con la bella dama.
Ojalá dure para siempre esta sensación...
–¡...!
–¡...!
Pero el sueño no es tan sueño cuando sientes la realidad demasiado tiempo... Duró el tiempo que debía de durar, aunque de no ser por haber recobrado sus instintos, ningún iba a parar hasta que algo externo lo interrumpiera.
Se habían separado un poco del otro, jadeando pesadamente, al mismo tiempo que observaban sus rostros completamente rojos y ardientes, avergonzados de captar lo que habían hecho, pero cada uno sintiendo la duda:
¿Qué hice?
Y.
¿¡Qué estará pensando!?
Ocultaron su sonrojo avergonzado mirando hacia otro lado, pero viendo de reojo al otro un par de veces.
Bell se cubría con una mano, y con la otra tocaba su pecho, su corazón palpitaba muy rápido. Aiz se cubrió con ambas manos, pero entre los espacios de sus dedos miraba al joven, ella tenía la cara ardiendo, hasta asegura que hervía su sangre al punto de hacerle sacar humo de la cabeza.
Posteriormente de esa noche, fue difícil para ambos dirigir nuevamente la palabra, por lo que cada uno en un acto de cobardía, o tal vez no tan así, huyeron de la escena del crimen en diferentes lados, cada uno volviendo a su lugar de confort.
Aiz se ocultó entre las sábanas, diciendo cosas sin sentido y recalcando la mucha vergüenza que sentía en estos momentos, hasta en un momento dijo que ahora sí lo había arruinado.
De lado de Bell, el joven como ya era de esperarse, se encerró en el baño, pero paso por lo mismo que Aiz, estaba reordenando su mente, aunque fuera en vano, preguntando de manera seria a su Bell Cranel: ¿¡Qué demonios acaba de hacer!?
¡Por Kami-sama, y-yo... la bese!
~~~
¡¡Lo bese sin pensarlo!!
Tipo de comentarios los atormento la agradable noche que hubiera sido si no pensaran como niños siendo adolescentes. La inocencia es divertida, pero esto era ridículo. Aunque bueno, dos jóvenes enamorados hicieron lo que pensaban imposible...
Lo que pudieron acoger esa noche fue esa sensación impregnada en sus labios. Hasta antes de caer en el sueño, y cuando durmiendo, nunca dejaron de tocarlos, saborearlos...
–Conejito.
Esos pensamientos fueron de esa vez...
En la actualidad ya es distinta la situación, y los días siguientes sucedieron cosas esperadas. Luego de su forma de expresarse, se intentó evitar el tema como diera lugar; algo que sería imposible mantenerlo alejado por mucho tiempo.
Al menos para Aiz sucedió lo que tanto deseaba, y no se trata del beso, fue en la mañana cuando Bell salió de su cubo.
Recuerda que la saludó tímidamente, evitando chocar miradas, cosa que también ella lo hizo, pero después de haber hecho una pausa de diálogo, pareció por fin decirle su decisión.
Le dijo que ya no iba a estar de nuevo en el baño, encerrado en ese sentido, lo que quería decir es que por fin decidió confiar de nuevo en ella.
Esa alegría que sintió por haber conseguido ese objetivo puso un poco de lado la vergüenza de Aiz. Sintió como si una carga que sujetaba su cuerpo durante un largo tiempo se esfumó repentinamente por completo.
Ahora que podía atender de nuevo las cosas que tuvo que dejar a un lado por la necedad del muchacho. Lo que se requiere mayor atención serían más sencillas con el conejo dispuesto, y eso fue lo que sucedió durante las semanas.
Empezando con uno de los puntos importantes a mencionar, que fue la recuperación del albino, comenzando con la comida y bebida. Bell estuvo mucho rato sin digerir o hidratarse, ahora estaba sediento en todos los sentidos, pero él, no queriendo comer en mucho tiempo le trajo un problema, un dolor horrible.
–Bell, di ahh~~
Aiz estaba muy cerca del joven, con una cuchara en una de sus manos mientras que con la otra sostenía el plato de sopa, cuidadosamente evitando que se derramara en el suelo. Ella abría su boca mientras indicaba al muchacho de hacer lo mismo.
–¿A-Aiz?
Este solo se vio impresionado y sonrojado por lo que hacía la espadachina rubia, quien había traído quien sabe cómo un plato con sopa de vegetales para el joven. No obstante, esperaba que él comiera con sus propias manos, pero la joven evitó que tomara el cubierto, diciéndole con una excusa de que ella se haría cargo.
–Solo di ahh~
–... Ah~
La chica fue insistente, pero de alguna otra forma tenía que comer, así que aún se sintiera muy apenado por lo que quería Aiz, aceptó y cerró los ojos para no mirarla. Dio su bocado a la cuchara y saboreo la comida.
–Bien, aquí va otra.
–¿T-Te estás burlando de mí? No soy un niño...
–¿...?
Mientras la joven volvía a pasar la cuchara por la sopa para tomar más del caldo, Bell la cuestionó de esa manera ya que pensaba que Aiz trataba de burlarse, esto por ser su "enfermera". Entre otras cosas que comió había fruta picada.
–Te dejaré estas cosas a un lado, son manzanas, peras y sandía frescas.
La realidad fue que ella no entendió, solo lo hacía por llevar la alimentación regulada, ya que sabía que si comía de la nada ocurriría una desgracia interna para el joven. Aun así, Bell siguió tomándolo con una burla... y entonces por molestar desobedece la indicación de Aiz de no comer rápido.
...
–Ugh... Duele.
–¿¡Qué fue lo que te dije, Bell!?
Más tarde ocurrió el karma. El estómago del conejo comenzó a sentir dolores internos los cuales hicieron retirar sus intestinos, se sintió fatal hasta la madrugada. Parecía que iba a vomitarlo, pero para evitarlo pensó en tomar agua.
Mala idea ya que ya estaba al punto y al final tuvo que dirigirse al baño a desecharlo todo. A medianoche, Aiz esperaba afuera del baño mientras sobaba su frente cansada y escuchaba forcejeos del joven, cuando salió moribundo pareciendo que mentalmente entendió. Nunca olvidará como su impetuosidad le hizo vomitar la comida.
–Je-je-je~
–Entiende que no lo hice por molestarme. Lo que menos quiero ahora es que te enfermes, o sientas un dolor como este.
–... P-Perdón.
La molesta chica de cabellera dorada sermoneo al canoso unos minutos, algo que al joven le recordó a su amiga Elfa recepcionista de anteojos del Gremio, Eina. Sus regaños son algo parecidos, pensó.
Afortunadamente después de eso se recuperó, y los siguientes días siguió los consejos de la espadachina. Ahora se llenaba de nutrientes, comía y bebía lo que necesitaba, y llevaba una alimentación digamos estable. Una pequeña anécdota divertida.
–¿Hmm? ¿A-Aiz?
–Uh, perdón, te desperté.
El sentido del tiempo se le había ido a la joven por el recuerdo, y se quedó acariciando los pómulos del joven hasta que esté de sentirlo constantemente hasta entre sus sueños se despertó.
El muchacho miraba a una sonrojada chica, pero aun así esta nunca quitó su mano de su mejilla. Se sonrojo y luego miró hacia otro lado. Aiz no pareció hacerlo, pero se rio levemente de este gesto, luego retiró su mano y se puso a la altura del costado del conejo.
Una mirada tan cerca, esta esencia de la escena nunca se acaba, el sentimiento de querer seguir viendo al conejo reaccionando así por su atrevida forma de ser ahora le encanta.
–Aiz...
–Perdón, pero es que no puedo dejar de mirar tus lindos ojos.
La sonrisa de la chica hizo que el joven la mirase con desconfianza y pena por sus comentarios, haciéndolo dudar por dentro, tenía un presentimiento.
–... N-No me mientes, estás mirando mis... ¡...!
Ante inigualable velocidad no pudo hacer nada para detener el ataque de la joven, quien se abalanzó hacia sus labios repentinamente. Un conejo desprevenido es nuevamente la víctima fácil para la cazadora. Ese afecto debe tener una razón...
–¿Riveria?
–...
En la oficina del Hobbit. <Braver>, llamó a <Nine Hell> quien estaba del otro lado de la sala, cerca de la librería donde estaba una mesa específicamente para el uso de ella cuando necesitaba leer o beber su té, pero no había tomado ningún libro o taza, sus manos solo se entrelazan entre sí al igual que sus piernas debajo de su larga falda.
Ella solo miraba hacia la ventana, sin ninguna emoción o esencia aparente. Por el lado del Hobbit, la miraba de reojo mientras organizaba unas facturas, solo las acomodaba hasta que las guardó debajo del escritorio, luego suspiró intentando llamar la atención.
–Riveria, te estoy hablando.
–... Si te oigo.
Finn se sorprendió por cómo respondió la Alta Elfa, con un tono severo o hasta molesto. Puede que haya sido un mal momento, pero desde hace unos días noto como ella ha estado distanciándose más de lo normal de él y los demás. Ahora que puede estar un tiempo a solas con ella, lo primero que recibe es eso.
–No quería molestarte. Solo me preocupa que estés muy callada.
–... Todos tenemos cosas que hacer, y no solo por la <Familia>, ¿sabes?
–... Si, lo sé muy bien. Sin embargo, de ser así estarías haciendo algo, pero no, entonces no te estaría quitando tiempo...
La mirada intensa de Riveria lo asustó, volvió a mirar sus cosas como método de escapatoria, hizo un gesto como si cerrara el cierre de sus labios. Por otra parte, la Elfa solo ignoró a su compañero y siguió mirando a la ventana.
Lo que le distraía a la mujer de cabellera jade era que desde lo que sucedió hace unos días respecto a lo que discutió con la niña espadachina ha tenido sus dudas. "Últimamente he visto un comportamiento extraño", esa cuestión ronda su mente.
Riveria deja de prestarle atención a su propia situación, a la de la <Familia>, y a la del entorno que la rodea en general. Su mente está centrada en solo eso.
¿Y qué tal si Aiz realmente no le fue del todo sincera?
Repasando. Esa mañana ella llegó a su habitación. La misma Aiz le contó lo que sentía por lo que había hecho, de cómo le dolía ese arrepentimiento por lo que hizo al muchacho albino.
Sorprendente, al igual que ella, Aiz tampoco le parecía correcto ese castigo al joven. Debido a eso aun sentía que había verdad en sus palabras. Hasta por eso evito ser ella realista, por lo que no le hecho la crueldad de esta sociedad encima, ya que sabría que de nada ayudaría. Solo intentó suavizar sus palabras.
Pero eso es lo que no le cuadra, lo siguiente de eso...
La Alta Elfa siente que su ayuda le sirvió, pero le sirvió demasiado bien a Aiz. Muy extraño que al día siguiente estuviera demasiado tranquila, como si nada del día anterior hubiera pasado.
Pero así fue desde el principio...
Analizo de nuevo. En los días en la que ella pasó un tiempo fuera de la mansión por lo que sucedió con los Xenos, el joven capturado, pasó una semana hasta su regreso. Sin embargo, ese mismo día sucede que se llevan y escapan con el conejo.
Una coincidencia, pero aun siendo eso muy sospechosa en su opinión.
Una habilidad extraordinaria para el combate, el sigilo y la fuerza explosiva.
Con las pruebas que tienen de lo que sucedió en la noche está claro que quien fuera tenía habilidad en esos tres apartados, quien sacó al muchacho de la sala, derrotó a esos caballeros sin muchos problemas.
Cualquiera nivel alto de esta <Familia> podría hacer lo mismo... o hasta nuestra <Familia> rival. No obstante, estaba muy segura que la <Familia Freya> es tan idiota para declararles la guerra.
Por eso se quedó con otros, empezando con su grupo. Para ser ágil y poderosos están solo Finn y Aiz, pero en realidad no cuadra con sus tres puntos por la incoherencia de que hubiera un cráter tan obvio al final, entonces alguien como Tiona o Tione podrían...
¡...! Puede que tratara de ocultar su estilo haciendo lo que normalmente no haría...
Surgió el razonamiento ya que sería un buen método para distraer y alargar la investigación, sonaba muy convincente, aunque tampoco descarta que fuera un error de cálculos. Entonces alguien como Bete podría hacer eso, pero siendo él... no suena muy lógico.
–Oh...
–¿Hmm?
Finn miro a Riveria, nuevamente con su mirada pensativa, parece que se percató de algo, aun así, no preguntara. Riveria recordó un detalle. Las manchas por el camino cerca de su habitación, su distanciamiento con los demás y esas dos ocasiones que parece pedir su ayuda... y ahora esa preocupación se esfumó.
Puede que su ayuda si le sirviera, pero no sabe en qué exactamente... Con su actitud tan cambiante de la noche a la mañana solo haría ver a Aiz como una sospechosa. "Sentirme arrepentida, por lo general se busca solucionarlo", no le pareció fuera de lugar.
Siendo así, ¿Aiz sabe la verdad de todo esto?
...
...
...
–Ha~ Creo que he tomado bastante té.
Acarició su frente mientras cerraba sus ojos, había muchas cosas en una únicamente como para llegar a una conclusión sin muchas pruebas válidas o creíbles.
Seguiré leyendo mi novela para quitarme el estrés...
Agarro un libro cerca de la estantería y se coló sus lentes de lectura. El que tenga tanto interés en lo que pasa por la vida de Aiz hace que piense que en realidad la extraña es ella. No descarta esa posibilidad, pero en cierto modo confía en la chica...
Más tarde en ese día. Regresando a la habitación, la joven espadachina ayudó al herido fugitivo a sentarse.
–Estuve analizando las pruebas que te hice ayer, parece ser que pronto podrás caminar sin problema.
Antes de su pasión existe su responsabilidad, algo marcado en el corazón de la chica, un acuerdo del que no debe de fallar.
–Eh, si... De hecho, ya hoy no me duele tanto.
Decía Bell mientras miraba su tobillo esguinzado.
Hace dos días tuvieron que hacer un tratamiento especial al pie del joven, y por primera vez Aiz puso en práctica la quiropráctica. Parecía mala idea, pero a diferencia de otras veces, ella se sentía segura de hacerlo; no quería defraudar al chico del que se había enamorado.
Se lo prometió, Aiz hará todo lo necesario para sanar lo que le hizo, desde su cuerpo hasta el corazón, aunque se precipitó con este último...
El joven como todo lagomorfo orejón que es, pero no admite, saltó con un pie hasta llegar al colchón de la recamara de Aiz, donde primero se sentó y con cuidado se acostó boca abajo.
Por otro lado, Aiz agarró unas cremas que tenía en su escritorio que desprendían una luz verde muy llamativa; se aclara que no es nada radiactivo, solo es una pomada sanadora. Se acercó al joven y con delicadeza tocó su espalda.
–Y bien, doctora. ¿Cómo me encuentro ahora?
Bell levantó un poco su cabeza para preguntar. Aiz aplicó la pomada, dando un masaje por todo el dorsal hasta el trapecio, se detuvo en la mitad.
–Jeje~ Tu condición ha mejorado bastante, se recuperó el color natural de tu piel, pero aún puedo sentir partes dañadas cubriendo toda tu espalda. Tu herida que...
Detuvo su mano justo en una herida con forma de una ruptura aplastante, la miró unos instantes con una mirada un poco triste.
–Tu herida que te atravesó el abdomen hasta el dorsal necesita más tiempo.
Hizo unos círculos justo donde estaba la herida. Bell volteo su mirada para poder ver a la joven, se percató de su expresión entristecida, lo hizo recordar unas cosas.
La realidad era que ella se lo había hecho, pero fuera responsable, el aprecio que tiene Aiz por reparar su ser herido lo ha convencido de darle la oportunidad, y ahora se siente mucho mejor.
Sin embargo, Bell no pudo saber qué decirle con ello, entonces pensó en que mejor fuera que olvidara y señaló otro punto.
–Tengo una inquietud en la pantorrilla, tal vez sería mejor checar eso.
–¡...! ¿Tu pantorrilla? Dime cuál de los dos.
Preocuparse por otra cosa que sea de la actualidad fue su mejor opción. Aiz se precipitó en mirar las piernas del joven, mientras dentro de los pensamientos de este suspiro calmado.
En sí, esto es otro punto importante de lo último que ha sucedido entre los dos en estos días. Su tratamiento, algo que esperaría recibir de especialistas, resultó en que la chica de cabello dorado de la que tiene un anhelo, tomaría ese encargo en su totalidad.
Días después del dolor estomacal de Bell. Ambos jóvenes estaban sentados en uno de los costados de la cama, habiendo pasado los dolores estomacales del conejo, y ya siendo el atardecer, se detuvieron a conversar tranquilamente entre los dos.
Se había recuperado un poco la confianza del joven con ella por lo que vio que era buen momento para recibir explicaciones. Bell tenía muchas preguntas y quería saber la opinión de Aiz, y su objetivo...
¿Quieren que seamos honestos? No tuvo valor para eso último... En cambio, hablo de lo que recuerda de esa noche, y quiso saber lo que hizo la joven con él noqueado.
–Entonces, después de haberme noqueado, por primera vez, decidiste traerme a tu habitación. Luego, ¿yo me levanté y accidentalmente se cayó algo en mi cabeza lo que provocó mi segundo noqueo...?
Bell la miraba con sospechosa, y Aiz se reía algo nerviosa.
Había olvidado que use mis piernas para obligarlo a dormirse...
Detalles...
–Este, si... Si fue así...
–... Ya veo. Y de ahí mientras estaba durmiendo decidiste aprovechar para traer todas estas cosas, vendas, posiciones, pomadas, tes, etc. que robaste de tu propia <Familia>. Para así hacerme ese tratamiento, ¿o me equivoco?
–No tengo razón para mentirte, tal cual como lo supones es como es. Tienes gran intuición, Bell.
Trato de evitar más revuelo en ese tema haciendo elogios de la gran mente que tenía el joven, recordar eso la hará chillar de la vergüenza. Aunque tiene "suerte" que Bell no preguntara por el beso...
No tenía el valor y coraje para preguntarle y usó cobardemente otro tema que era relevante, pero no tanto como el otro... De por sí, él no lo sabe, pero Aiz, aunque entiende que en un momento debería conversar con Bell respecto a lo que ocurrió, la pena de ese momento tampoco le permitía dar el paso.
El otro tema, Bell preguntó del procedimiento de Aiz para sanarlo. Con eso la chica tuvo una subida de ánimos, y también le dio el valor entusiasmadamente de explicarle el tratamiento que había hecho durante los días que estaba inconsciente, y ahora Bell estaba interesado en cómo lo iban a seguir.
Mientras la escuchaba, él se vio ansioso y conmovido, entonces cuando ella se detuvo para ordenar sus ideas, dijo una sincera opinión.
–Y-Ya veo... Me sorprende que hayas hecho eso por mi... Aizu.
¿A-Aizu?
Inconsciente dijo el nombre de Aiz diferente, cosa que la sorprendió. Nunca le dio una verdadera importancia a que cambiaran la pronunciación de su nombre, algunos como Loki y Tiona lo suelen hacer cuando hablan, y unas cuantas veces con Riveria cuando ha estado sentimental por algo.
Pero ahora que Bell lo pronuncio... era demasiado para su corazón.
Siendo tierno la forma en la que se lo dijo, no pudo evitar ocultar su gran sonrojo al escuchar a Bell decir su nombre de esa forma tan íntima.
Antes de eso, la leve sonrisa reluciente llena de sinceridad y pena del joven llegó al fondo del corazón de la espadachina, lo había tomado como más que un enorme gracias.
Aiz tocó su pecho al tener el pulso acelerado, tanto que hasta aun tratando de ocultar su sonrojo y su jadeo, se podía ver claro que el joven la había enamorado nuevamente...
Por otro lado, aunque Bell reaccionó de la misma manera en un comienzo, luego pensó lo que dijo, y llegó la idea de que hizo algo mal o fuera de tono. No sabía si la reacción de la chica con sus palabras fue profunda...
Tardaron un rato en poder seguir lo que querían. Cuando ya pasó el tiempo, los jóvenes recuperaron su compostura. Aiz logró calmarse y fue quien decidió hablar más de lo que era su plan.
–Ahora que puedo... estar contigo. Ayudarte será más fácil, mientras puedes cooperar con mis intentos, creamos una relación más cercana, y... Hem... ¡Refiriéndome a que podemos hablar mientras hacemos el tratamiento...!
Pensó en sus palabras dándose cuenta que unos detalles se le escaparon, pero para su suerte el joven no las comprendió porque se detuvo a tiempo. Aiz negó con la mirada y brazos, corrigió sus palabras. Bell se confundió, pero del nerviosismo aceptó. Y surgió su duda.
–Y, ¿cómo empezamos?
–Eh... Me gustaría retomarlo como te lo dije, ¿me ayudarías con eso? Sé que aún me falta mucho por aprender, pero trataré de hacerlo bien. Creo que hay avances, por eso quiero cumplir mi palabra sobre qué voy a esforzarme, y confía en mí.
Tanto entusiasmo de parte de Aiz hizo ver a Bell de lo mal que había hecho rechazando su ayuda desde un principio, se sentirá realmente como la basura por no aceptar la mano del ángel guardián que descendió dando su mano.
–C-Claro, no veo problema... Y lo siento por haber sido así contigo, fue complicado.
Una forma dramática de verlo. Ya cuando parecía que iba terminar, Aiz le importaba recalcar una cosa.
–... No te preocupes. Ahora ya puedes contar conmigo. Aunque entiendo que mucho de lo que dijiste era por una reacción profunda, supongo que es normal después de lo sucedido.
Dejó escapar esa verdad. En cierta parte todo este trabajo que hace puede verse como la redención de sus acciones malas en esa lucha, y será algo con lo que cargará toda su vida por arrepentirse de ello.
Pudo haberse ahorrado el comentario, pero siendo Bell, siendo el chico que tiene su corazón inconsciente, no podría ocultarle ese pensamiento.
El silencio hizo acto de presencia, y Aiz bajo la mirada, manteniendo una sonrisa triste. Bell la miró unos segundos, pero luego se acercó más a ella.
–... ¿...?
Aiz sintió como su barbilla era tomada por Bell, sus miradas se cruzaron. La expresión del muchacho era una que no había visto antes, hasta diría que se veía como la de alguien maduro.
–Oye, Aiz. Por favor, no lo digas así. Vamos, mírame.
Su voz preocupante y seria en si sonaba muy reconfortante para todo su cuerpo. Aiz no pudo evitar sentirse tímida frente a Bell, e hizo lo opuesto a lo que él le pidió amablemente. Le transmitía ese sentimiento cuando la beso en la noche.
–Pero es la verdad, te lastimé, te herí hasta este pun...
Fue interrumpida cuando el dedo pulgar del joven tocó sus labios, evitando se dijera más. Bell lo tenía muy claro con Aiz.
–Pero lo que importa es que aun así... decidiste arreglarlo, no perdiste la esperanza como yo. Y nunca dejaré de agradecértelo, pero no me gusta que pienses que eres responsable de todo.
En el mensaje se había hecho daño así mismo, y Aiz lo escuchó, pero cuando por fin lo miró, su inquietud se esfumó con lo que iba pasar ahora.
"Me gusta verte con esa linda sonrisa en tus labios".
"Quiero seguir viéndote con ella más tiempo... hasta el final".
"Siendo tu mi nueva esperanza, mi anhelo, mi deseo en este mundo... no podría permitir que caigas en ese pozo de nuevo".
"Quiero hacer que sigas siendo tú conmigo, Aiz".
...
Una linda sonrisa... en mis labios.
Ser tu nueva esperanza...
Ser lo que soy solo contigo...
...
Fue rápido el movimiento, tan rápido el deseo que nació de escucharlo decir esas palabras para ella. Aiz había besado a Bell sorpresivamente para este. No existía ningún miedo o preocupación por parte de ella, era lo que necesitaba ahora mismo.
Bell retrocede un poco por la sorpresa, pero Aiz no le deja quitar sus labios de los de ella. Tuvo que corresponder no solo por el placer de la sensación, también por los sentimientos transmitidos en ese beso. Se lo tomó como: "Si vas a callarme... que al menos sea de esta manera". Ella llevó al joven lentamente hacia la cama.
Casi acostándose por completo, Bell reaccionó y cambió la jugada al último momento, tomándola de los hombros y acostando a ella de imprevisto. Su beso se separó por esa acción, pero antes de que uno pareciera en quejarse, solo se miraron intensamente hacia el otro.
–Bell...
Ella levantó su mano hasta rozar tranquilamente la mejilla del hombre que tenía encima suya. Aiz lo llamó con un tono de voz que erizó su piel, era entre suave y atractiva, nunca antes oída.
–¿Qué pasa, Aizu?
Detuvo las caricias de la chica poniendo su mano encima, y ella nuevamente se sorprendió de que la llamara así, pero ahora le sonrió, su rostro se tornó lentamente a uno rosado y sutilmente le preguntó por el seguimiento de la acción.
–Quiero seguir así...
Bell la miró durante un tiempo, percatándose por fin de la posición en la que se encontraban, ella abajo y él arriba de ella. Podía ver su cuerpo completo, pero no se centró en eso, sino en la mirada expectante y... deseante de la chica.
Es una sensación nueva que comparten, muy relajante cuando lo repitieron ahora, pero en sí adictiva. ¿Por qué debería de rechazarlo ahora? Y así, lentamente el cuerpo del joven descendió hacia el de la dama, sus labios se unieron nuevamente en un beso apasionado.
Ese día ninguno de los dos se detuvo, o hasta que el aire decidió el final.
–... Bien. Creo que con esto ya no te arderá cuando quieras lavarte las manos, aunque... Lo más conveniente es que evites por el momento hacerlo hasta que pasen unos días o dos.
Aiz estaba sentada en su asiento más cerca de la cama donde Bell estaba acostado boca arriba. Sostenía una de sus manos que le había quitado el vendaje para revisar con mejor ojo. Si están dañadas de la corrosión de los ácidos, pero con poco de tiempo podrá hacer cosas sin que le ardan.
Ella acarició sutilmente la mano, pasó su dedo por las líneas desfiguradas de la palma del joven.
–...
Bell no podía dejar de mirarla en ningún momento, aunque no estuviera arreglada como siempre la solía ver, acepto completamente su belleza. Cada día que pasa ahora se repite la misma escena a la misma hora, pero siempre se sorprende de la gentileza y afecto que le da la chica de sus sueños...
Mi chica de sueños...
Miro hacia arriba al pensar en eso. Durante un tiempo los dos han estado muy cercanos, tanto que han hecho cosas que lo que se consideran amigos no harían por el hecho de ser eso, amigos, pero... ¿Qué son realmente ahora?
A veces llegan a ser muy bobos cuando cruzan palabras, otras se comportan muy nerviosos y ansiosos, pero también tienen esa parte tan... deseante y dominante cuando el miedo se va y solo sobresale el anhelo de estar cerca del otro.
Breves flashbacks pasaron por su mente, misma situación en la que está ahora, pero con unas diferencias. Bell estaba comiendo sentado en el sofá delante de la cama, y Aiz aun lado haciendo lo mismo, pero ella había dicho algo que alteró su corazón. Era la hora de la comida.
–Bell. Me gustaría saber una cosa.
El muchacho la miró mientras tenía una pierna de pollo en la boca, por un momento a la joven le pareció chistoso, dijo que está bien, que comiera, porque después le podría responder, pero él no quería dejarla así. Dejó sus cosas en la mesa.
–... Delicioso. Jeje~ Y, ¿Qué es?
–Bueno, tengo la duda de porque sigues durmiendo en el sofá. Has estado un tiempo viviendo aquí, y me pregunto, ¿Por qué no duermes en mi cama?
*¡Pff!*
Bell había tomado un trago de su vaso de agua, pero cuando escuchó a Aiz la escupe repentinamente, tosió un par de veces y la miró atónito.
–¿Y-Yo, dormir en la cama? ¿E-En tu cama?
–Si. No es muy cómodo dormir en un sofá duro como este, y mi cama es grande, el suficiente espacio para dos personas. Sin problema podríamos dormir los dos... juntos.
Se sobresaltó al principio, pero viendo la expresión tímida de la joven pudo entender ciertos sentimientos de ella hacia él. Aiz miraba hacia otro lado apenada, jugaba con sus dedos, escondiéndose de la visión de Bell.
Entendió a qué se refería Aiz. Si, en verdad duerme un poco incómodo, pero está acostumbrado desde que vivía en esa iglesia junto a su Diosa. Pero aun así... ¿Era una invitación al palacio?
No obstante, era una sugerencia de la que no puede evitar sentir demasiada vergüenza; de lo que implica.
Tal vez Aiz lo entienda, o no, muy probablemente no, o él tiene una idea equivocada. La situación es que, para Bell, el dormir con alguien en la misma cama siempre lo vio para la gente casada, al menos en el contexto de que uno de ellos siente interés por el otro así sería.
Estaba en un principio dudoso de eso, pero como dijo, puede que esté equivocado y ella lo único que quiere es darle un mejor lugar para dormir. Bell la miró de nuevo y vio a Aiz con una sonrisa.
–... L-Lo pensaré.
–¿...? Oh, si, está bien. No hay mucho aquí, y si te decides, no olvides que puedes dormir en mi cama...
Se acercó al muchacho para darle un pequeño toque en la nariz, y este reaccionó como era de esperarse, ruborizándose. Ella le mantenía una mirada que no sabría cómo describirla, pero algunas veces la ha visto en otras chicas, ¿está siendo coqueta?
... Bell-kun.
Luego llegó a pensar que Aiz podría tener otras intenciones a parte de su amabilidad. Si no la conocía antes, ahora lo sorprenderá con esta nueva <Kenki>...
–¿Qué soy para ti?
Dijo Bell mientras miraba el techo de la habitación. Aiz se detuvo y lo miró con los ojos abiertos y las cejas hacia arriba.
–¿Bell?
El muchacho albino observó a la rubia quien estaba sorprendida, pero confundida a la vez por lo que dijo el joven, y él se percató que lo había dicho en voz alta. Comenzó a sentir una leve presión en el pecho, consecuencia de su... ¿error?
–Huh...
Se salió de mis pensamientos.
No sabría cómo decírselo sin que sonara extraño, aunque ya pensaba que había sido extraño. Con esa expresión que tiene Aiz necesita darle una respuesta, y también porque de ello.
–¿A qué se debe esa pregunta, o que quieres saber con eso...?
–... Bueno, estaba pensativo, y... eso. Jeje... Ya sabes, mucho tiempo aquí contigo hace que a veces tenga ideas extrañas, jeje... Si, es eso...
Encontrar las palabras adecuadas nunca antes había sido una tarea tan complicada para Bell, ese nudo de garganta que siente es demasiado doloroso, pero entendía que se trataba de un miedo de decir algo fuera de lugar. Fue entre esas cuestiones que Aiz dejó la mano del joven.
El muchacho albino la miró expectante, y ella puso su mano en su mentón durante unos segundos.
–¿Qué eres para mí, eh~?
*Glup*
Con un tono de voz diferente para su oído, Bell se sorprendió y tragó saliva. Pensó que no le tomaba importancia, pero parecía que ella se divertía de escuchar eso de él.
¿Dónde había visto esto antes? Resulta familiar, pero a la vez inquietante que ella tenga esa giró repentinamente. Será mejor evitar malentendidos, ya lo arruinó una vez, y no quiere que ella se enoje de nuevo con él.
–... Aiz, si quieres, olvi-
Fue silenciado por el dedo del ángel, atónito por el suceso, pero alerta de lo que sucedía con la princesa.
–Parece ser que aún no lo has comprendido, Bell~
Ahora parece recordarlo, esa cara de algunas chicas, con una voz atractiva, casi seductora, divirtiéndose de lo que escucha... Entonces ella se levantó de su asiento y con una sonrisa sin igual se subió encima del herido muchacho.
Ese calor en su pecho estalló como la válvula de presión, su cuerpo estaba ardiendo, sus mejillas se tomatearon. Este nuevo ingrediente cambió la receta de su cuerpo.
–A-Aizu, espera, ¿Qué haces~?
Parecía acomodarse lenta, pero cómodamente en su nuevo asiento. El nervioso Bell podía sentir como Aiz se sentaba en su regazo sin su permiso, pero el movimiento de sus caderas era tan provocativo... Su corazón latía con fuerza, ¿Qué pasara ahora? ¿Qué quiere hacer esta chica con esa mirada tan... posesiva?
De pronto ella tomó sus brazos y cerró sus piernas, lo había capturado, no había forma de escapar de su agarre tan devorante. Bell estaba jadeando, intranquilo de lo que Aiz le haría, pero tenía claro que esta posición es demasiado provocativa para sus ojos.
Podía ver su figura femenina única, su rostro refinado y elegante, su cuerpo trabajado, sus pechos y la cadera más cerca de su abdomen... Siempre ha intentado mantener una mente sana, pero ante esta situación no puede evitar verla con ojos de deseo intenso.
Es solo un joven de catorce años, y ella de dieciséis, demasiado inapropiado, pero la verdad... ya es tarde para quejarse.
–Aizu...
–Te demostrarte lo que eres para mi...
Ella se acercó a su oreja, podía sentir su aliento tan cerca. Se sopló unas veces, cosa que lo puso los pelos de punta, luego casi rozando sus labios con su oído finalizó su frase.
Co-ne-ji-to~
La tormenta de afecto se acercó en pleno día soleado...
En este pequeño espacio descendió un sentimiento, la cercanía nació entre los dos lo suficiente para decir que esa pasión de estar junto al otro, refleja el deseo de impresionarlo... con todo el amor que desea su corazón.
–Una doble expedición. No suena nada mal...
–¡Eso me gusta! Hace rato que no pateo traseros en el calabozo. ¡Si no vamos me oxidare y me costara llevar a <Urga> en una verdadera aventura!
–Por esta vez te daré la razón, pero que no se te olvide que necesitamos todas las piedras mágicas y objetos de los monstruos, nuestra economía se centra en eso...
El grupo de aventureras estaban haciendo su escándalo de costumbre en el comedor de la mansión, algunos otros aventureros cerca del lugar parecían hablar del mismo tema, discutiendo y preparándose para sus travesías.
Entre propuestas y negociaciones, Riveria caminaba junto a Alice y Anakitty revisando a cada grupo formado en la sala. La ejecutiva de belleza espléndida dio las órdenes a sus compañeras de dividirse la carga tomando diferentes grupos para solo ellas.
Mientras que las otras chicas acataban la orden, el trío de cabezas huecas se acercaron a su "madre" para conversar con ella de unas cosas.
–¡Riveriiiaaa!
–...
–¡Oye, Riveria!
La muy animada Amazona tocó un sin fin de veces el hombro de la Alta Elfa. Riveria mantenía sus ojos cerrados, dio un suspiro de cansancio y decidió atenderla.
–Tiona. ¿no tienes la edad suficiente como para dejar de comportarte como una niña? Estoy...
–Ne, ne, Riveria. ¿Podemos ir en primera fila de una? ¡Tengo muchas ganas de luchar con bestias y hacer añicos a los que se interpongan en mi camino!
Luego de ser interrumpida tuvo las ganas de darle su merecido, ya la tienen impaciente y muy estresada haciendo este trabajo aburrido, esto fue la gota que derramó el vaso. Sin embargo, supo cómo controlar sus emociones explosivas cuando analizo la pregunta.
–Qué pregunta tan absurda... Son aventureras fuertes, parte clave de nuestra armada, y deberías conocer la respuesta, Tiona.
–Ya sabes que nunca madura esta mocosa.
–Tch, lo único que oí fue burlas hacia mi persona...
–Debo decirlo por una vez, Tiona-san. Te lo buscas de alguna otra forma.
–Pff, ¡JAJAJAJA! ¿Vez? ¡Hasta Lefiya te acaba de hundir!
Tiona se vio derrotada por esta vez por culpa de Lefiya que luego se disculpó varias veces por sentirse mal de haberlo dicho despreocupadamente. Riveria veía como Tione seguía con sus risas, pellizco el puente de su nariz para expulsar su incomodidad.
–Ya, ya, ya... Las escuche lo suficiente. Por cierto, Riveria. ¿Aiz no debería de ir con nosotras? Las cuatro podemos hacer una tercera expedición más emocionante en los pisos profundos.
–Tienes agallas de querer saber de ella después de todo lo que has dicho.
–¡Fue solo ese momento! ¡Y perdón, pero ya fue del pasado!
Ambas hermanas se fulminaron con la mirada. Por otro lado, Riveria volvió a su pensativa cabeza, y Lefiya cepillo su cabellera algo nerviosa. Hasta ella decidió darle un espacio a la rubia, pero la Amazona menor es muy insistente.
A decir verdad, le hemos dado mucho espacio a Aiz, en un tiempo considerable.
Aunque fuera Tiona, le abrió los ojos con ese punto. No pueden dejar a la <Kenki> demasiado tiempo afuera, y ahora que la necesitan se acabó. No obstante, pensar así lo siente como una gran mentira... Algo de lo que no desea en sí.
–Detente, Tione. Respecto a lo que dices, Tiona. Me sorprende tu interés por ayudar de esta manera. Siendo sincera pienso que paso mucho tiempo para que Aiz no haya cambiado un poco. Hablaré con ella de tu petición, y con Finn para hacer esa expedición. Solo díganme ustedes seriamente, ¿cumplirán? ¿Nada de extraviarse en el calabozo?
–¡Por supuesto!
–Bueno, si Riveria-sama está de acuerdo no veo por qué negarme.
–Ya que, me gusta dejar en paz a Aiz, pero tienes razón. Cumpliremos y traeremos fortuna a esta <Familia>.
Le dedicaron sonrisas a su superior y luego se marcharon. En el mismo lugar Riveria miro como se marchaban las chicas. Ahora habiendo dicho esas palabras, tenía un nuevo pendiente por atender.
Ya fue suficiente pensar y pensar en ella, terminare con esto y hablaré de inmediato con esa niña.
Al final las cosas se alargaron más de lo que pensó y lo tuvo que posponer para el siguiente día.
Los rayos del sol entraron por la ventana, una brisa refrescaba la habitación, y en la cama, algo peculiar sucedía...
–Aizu...
Siendo ya la mañana, Bell seguiría durmiendo de no ser porque cierta chica estaba encima suyo, sentada en su cadera mientras parecía estar... ¿jugando?
La voz cansada del joven albino apenas pudo ser escuchada por la nombrada, estando acostado en la cama boca abajo y con la almohada en la frente iba a ser difícil cumplir su propósito.
–Aizu, mi <Falna> no es un tablero de juegos.
–No es un tablero, es una pista de carreras de caballos. Lo siento, Bell, pero es divertido, jeje~
Aiz pasó los dedos de sus manos por las cicatrices, haciendo como si jugara a las carreras con monturas. El rostro de Bell se sonrojo lo suficiente para ocultar de nuevo su rostro en la almohada.
Como ella misma lo dijo, la espalda de joven tenía una forma parecida a una pista de carreras, aunque muy desastrosa. Por alguna extraña razón el muchacho tenía a la vista su <Falna> a la vista, pero debido a las heridas era difícil percibir algunas cosas que decía. Ambos jóvenes lo notaron, pero no le dieron mucha relevancia ya que solo ellos dos la estaban viendo.
–Eso lo puedo oír, risitas, pero me haces cosquillas...
Decidió mirarla de reojo por encima de su hombro vendado. Aiz se fijó en la mirada avergonzada del joven, mantuvo una mirada expectante, pero luego se le prendió su foco y sonrió muy traviesa.
–Así que soy una risitas... ¿Qué pasaría si por casualidad mis manos fueran poseídas por la Diosa de la Bromas y de la nada bajarán a tu punto más sensible, Bell~? ¿Quién reirá al final?
Con esa voz madura y sensual que le había hecho el otro día Bell se sintió intimidado, casi de inmediato sintió como las manos de Aiz se detuvieron en el dorsal de su espalda y se deslizaron lentamente hasta llegar a su cadera, fue cuando se puso tenso su cuerpo. Ella sabía dónde tenía su punto más débil.
–¡...!
–Ara~ ¿Por qué te pones duro~?
*Gulp*
¡Eso sonó muy mal, Aizu!
El niño ya tiene la mente impura desde que entendió muchas cosas en el Distrito del Placer, y clara-mente malinterpreto a la joven, pero no se puede negar que la chica lo quiere provocar.
–¡Uy~! Parece que mis manos están siendo poseídas...
–¡H-Hey, pa-para! ¡Jajaja~! ¡Aiz!
El ataque de cosquillas llegó y ambos jóvenes amantes se movieron de un lado a otro entre risas. Bell se intentó defender, pero fracasó rotundamente ante la velocidad de Aiz, justo es el hueso de la cadera su punto débil de cosquillas.
Así siguió la cosa, la espadachina presenciaba una escena que jamás olvidaría, el joven que estaba deprimido hace un tiempo se fue ya, y renació el chico sentimental y animado que había conocido desde el inicio. Podía sentir como su corazón se llenaba de alegría...
En eso la pareja se detuvo, mirándose el uno al otro en esa misma posición, pero con el ahora viéndola cara a cara. Sin hacer nada ahora, poco a poco su entorno se volvió un poco caluroso, podían observar cómo varias gotas de sudor cruzaban sus nucas, sus pómulos estaban enrojecidos.
Bell pareció centrarse en los ojos dorados de la joven, el brillo extraordinario que reflejaban demostraba su felicidad, pero Aiz miraba otro lugar, esos labios del joven de ojos rojos estaban entreabiertos, podía ver en el fondo el interior de su boca.
Sorpresivamente lamió sus labios y todo cambió. La mirada de Bell cambió al sentirse rodeado, él lo noto, esa expresión de nuevo en Aiz, esa sonrisa conquistadora, esa esencia dominante y apasionante. La picardía de la señorita Wallenstein es deslumbrante y precisa de sus intenciones.
¡...!
Su risa se acabó. Bell fue nuevamente cazado por la depredadora de conejos. Su corazón latió diferente y se levantó rápidamente de la cama, la tensión se cortó inesperadamente para Aiz, dejándola confundida.
Reaccionó un poco después de que el joven se pusiera de pie, no dijo nada, pero extendió su mano preocupada por él. Sin embargo, el joven avergonzado miró hacia otro lado.
–¿Conejito?
–Huh...
Ella dio justo en otro punto débil, pero ahora interno. Como lo empezó a hacer Bell, Aiz había comenzado a llamarlo a veces así cuando estaba muy afectuosa con él, y Bell, aunque múltiples ocasiones lo llaman así, Aiz siempre acierta en el peor momento. Es un chantaje adorable de ella.
–Yo... Tengo que hacer algo. Me voy a bañar. Je-je... Hace un tiempo que no lo hago, ¿verdad? Seguramente sea incómodo que huela raro yo, ¿no? Je-je-je.
La risa nerviosa solo puso emperro su mente. Aiz se mantuvo callada hasta que acarició sutilmente su hombro.
–... Está bien. Dime si necesitas algo. No-No me iré a ninguna parte hoy.
La declaración de la joven calmó un poco al muchacho, luego asintió la cabeza y se dirigió al baño evitando que lo vieran.
La puerta del baño se cerró, y Aiz permaneció en la cama aun sentada mirando la entrada. Aún se mantenía sin comprender del todo de lo qué ocurrió, le preocupó la reacción, pero entonces miró su mano pensando que tal vez se pasó con las cosquillas.
Puede que no captará que Bell no quería cosquillas y eso le molesto, o respondió de esa manera por instinto. Aunque posiblemente aún no se recuperó de sus caderas y le dolió reírse, por eso la detuvo.
Tendré cuidado la próxima vez.
Cubrió su mano con la otra para mentalizarse que debía mantener su deseo de jugar con el chico que ama.
–...
Acercó su rostro a la almohada donde Bell había pasado la noche, con algo de vergüenza hizo algo inesperado, acercó su nariz y la olfateó. Un aroma fuerte llegó a sus fosas nasales, pero en vez de sentir un desagrado obtuvo lo contrario. Le gusto ese olor.
–Aroma de conejo~
Se apegó mucho a la cama y abrazó la almohada con intensidad.
Dentro del baño, Bell miraba su reflejo en el espejo del lavamanos con decepción para sí mismo. La tina de un lado desprende vapor que comenzaba a empañar el cristal.
–Ha~ ¿Qué estoy haciendo con mi vida? No debería ser así con ella.
Pasó su mano por su rostro, pellizco el intermedio de sus párpados y luego se acercó a una cajonera, miro su cuerpo completo. Seguía vendado y era mala idea meterse así.
Retiró cada una de ellas y luego sacó una toalla, se la colocó alrededor de la cintura tapando su intimidad y glúteos. Debido a cómo eran los baños en la Mansión Chimenea, su anterior hogar, tenía los pensamientos que les había enseñado su compañera del Lejano Oriente, Mikoto.
En ese lugar lejano tiene su forma de bañarse, y los baños fueron construidos como ella lo pidió, implementó esas reglas y no puede olvidarse de no seguirlas aun siendo ahora este pequeño espacio.
Por suerte tenía todo lo que necesitaba y solo un banquillo cerca de la regadera de la bañera, llenó una cubeta de agua y remojo su cabello por completo. Los flequillos blancos de Bell se empaparon y tuvo una sensación por todo su cuerpo.
El agua pasando por todo su cuerpo desnudo, era tan agradable volverlo a sentir.
–...
No estaba centrado en eso siendo sinceros, Bell estaba mirando al vacío mientras deambulaba en su mente. Lo que sucedió antes con Aiz... Fue porque había recordado lo que sucedió el día anterior, y por eso hizo esa tontería.
Respecto a lo que sentía. La chica había sido dominante en ese momento, algo nunca antes visto por sus ojos. No fue esperado para su corazón, pero sucedió, y ella lo dejó pasmado el resto de ese día.
Caricias, abrazos, roces y besos sin frenar. Aiz había jugado con su cuerpo de una forma que el sabor que sentía era picante, el deseo que ella tenía de mostrarle lo que sentía lo había aclarado de la manera que no hubiese esperado de una chica silenciosa como ella.
Lo revivió ahora en la mañana, no estaba despierto, pero sí reaccionó por fin su corazón ante esa situación. No es algo que atente su seguridad, ni su vida, pero si su mentalidad emocional tan inexperta. Algo estaba ocurriendo, tenía una necesidad desconocida que agitaba su cuerpo.
No puedo dejar de verla tan bella, tan hermosa, tan... sexy.
¡...!
Y esa sensación apareció. Bell miró hacia abajo, donde su toalla tapaba parte de sus piernas, algo se movió. Sintió una extrema vergüenza que hasta las orejas y hombros se tornaron rojizas.
Es un chico en plena adolescencia después de todo, el descubrimiento de estas necesidades alguna vez iban a llegar, aunque intentara mantener la mente sin impurezas.
Destapó su toalla y vio su entrepierna. Estaba rígido, eso de ahí estaba agrandado cuando dijo esas cosas de la espadachina. No es la primera vez que sucede esto, no le dolía, pero a veces llegaba a ser molesto por no poder hacer nada al respecto, y por este problema hizo la excusa de irse a bañar; aunque en verdad necesita una ducha.
La única forma que había encontrado para relajarse era pensando en cosas que no fueran relevantes, pero precisamente hoy su mente no deja de imaginar a su amante, a esa chica que besa apasionadamente cada día.
–Ha~ Ha~
Leves jadeos salían de Bell, había cerrado sus ojos cuando sintió como su temperatura corporal se elevó por los aires cuando recordó lo que sucedió el día de ayer. Aiz lo estaba besando, pero agarró sus mejillas e hizo algo nuevo que casi lo dejaba sin alma.
Siempre pensó que los besos apasionados eran duraderos y llenos de amor, pero cuando sintió el tacto de su lengua, investigando su boca, cambió de parecer... Bell se cubrió los ojos con una mano y abrió su boca: "¡Ha~!", jadeo más fuerte por una sensación cruzó toda su espalda, se retorció en respuesta.
Él deseaba volver a sentir eso en su interior, esa forma de conectarse tan apasionadamente mientras abrazaban sus cuerpos, rozaban y acariciaban zonas que antes parecían intocables.
Quiere sentir todo el cuerpo de Aiz más cerca que nunca, unirlo al suyo...
¡...!
Otra vez sintió cómo se movió su amigo de abajo, pero pareció entender ahora porque sucedió.
–Aizu~
Cerró sus ojos de nuevo y empezó a visualizar de nuevo a la chica de cabello dorado.
~~~
Entró en un sueño. Cuando abrió los ojos en ese sueño se percató que delante suya estaba Aiz, de fondo la pared que está frente al sofá donde dormía. Bell pareció por fin reaccionar, pero empezó a sentir que algo retenía sus extremidades.
Cuando revisó se dio cuenta de que no había nada, simplemente no podía moverse, solo observar cómo de repente esa bella chica se acercaba lentamente hacia él con esa sonrisa llena de picardía, y esos ojos llenos de deseos apasionados.
*Gulp*
Quema... Mi corazón me quema el pecho...
Bell~
Su voz atractiva, su intensidad, su excitación...
Bell tenía el rostro rojo, estaba jadeante como nunca antes lo había estado, tenso de todo el cuerpo, y sus ojos centrados en los movimientos tan eróticos de la joven, en los llamados suculentos tan provocativos.
Aiz estaba muy cerca de sus piernas, se puso de espaldas de un momento a otro y lo siguiente que hizo casi hace que Bell soltara un sonido sucio de sus labios.
Se mantuvo como pudo cuando ella se sentó en sus piernas, había cerrado los ojos de sentirlo, pero los abrió al sentir a Aiz besar sus labios. Todo parecía ser como de costumbre, besos apasionados y largos, no obstante, cambió cuando ella decidió mover sus caderas de un lado a otro.
Ahí fue cuando Bell no pudo evitar gruñir. Eso estaba pegando con su recto, el trasero de la hermosa joven estaba rozando su entrepierna con ese baile, se sentía tan bien, pero quería sentirse mucho mejor...
~~~
–¡Aiz~~!
En el mundo real, Bell no pudo hacer a un lado su deseo, aunque no fuera como en ese sueño, la experiencia se sentía similar cuando decidió hacerlo él mismo con su mano. Tocar su entrepierna con su mano, elevarse y descender lentamente mientras siente una satisfacción placentera lo hacía estar en las nubes.
Nunca antes lo había intentado, se sentía extraño, pero después de seguir no quería parar.
Aun cuando ya había vivido cosas que lo harían volar la cabeza con varias situaciones que tuvo con chicas, con la misma Aiz. Ejemplo de lo que sucedió en el piso intermedio, cuando la vio desnuda sin querer...
–Aiz...
Toda su mente se centró en ese recuerdo, toda esa satisfacción se elevó al recordar a la espadachina que, sin ya importarle lo que sucedió en un pasado, ahora no podía quitársela de encima.
Eso es lo que sentía, su instinto carnal se despertó, además de su gran amor, la anhelaba y deseaba describir todo su interior, unirse con ella...
¡Aiz~!
En el otro lado de la puerta. Cerca del escritorio estaba Aiz guardando unas cosas en sus cajones, acomodando unos libros, y por último teniendo su ropa, aunque cerca donde estaba la cama había una ropa que no parecía ser suya.
Puesto que como Bell se estaba bañando según ella, necesitara un cambio de ropa cuando termine, bueno que ya estaba preparada hace un tiempo con varios repuestos de ropa para hombre que había comprado para alguien de su talla. Aunque sinceramente, desconoce cuáles son las medidas del joven.
–Creo que le quedará grande.
Aiz entendió que a Bell le gusta la vestimenta negra, por eso la mayoría de cosas eran de ese color, aunque no pudo resistirse en comprar otras de colores que pensaría que le quedarían bien. Pero como nunca le preguntó su talla, en sí porque quería hacerle una sorpresa, un regalo propio de ella, ahora estaba inquieta.
No era todo lo que tenía para Bell, también tenía unas cajas que había escondido muy bien debajo de la cama. Aiz observó debajo por si todavía estaban ocultas, para su suerte ahí estaban.
–Bien, ya está todo preparado. Me siento muy nerviosa...
Aiz no pensaba que darle regalos a alguien fuera tan caótico para su corazón. Recuerda que muy pocas veces ha dado alguno, mayormente ella los recibe y no sabe que decir, los acepta y ya. Y ahora que ella lo hace con mucha emoción se siente así, con Bell las cosas pasan diferente.
Pasaron unos minutos y Aiz comenzaba a pensar que Bell ya se había tardado bastante en el baño.
–No debería tardar mucho... ¡...! Espera, no vi que entrará con una de las toallas grandes.
Se acercó al armario que estaba a un lado de la puerta, no escuchaba nada, así que tal vez el joven estaba en la bañera tomando una ducha relajante. Iba hacerse para atrás, si era eso entonces no había problema, pero sabía que el joven no tenía una toalla.
Tomó una, luego se acercó a donde estaba la puerta y antes de poder tocarla se detuvo. Extendió su mano al centro, puso su puño, pero después abrió la mano. Repite la acción un par de veces.
La expresión de Aiz lo decía, estaba indecisa por si hacerlo, pero es que lo pienso bien y si hacia eso tendría que entrar para entregarla. Por una razón su cuerpo se acalora de solo imaginarlo.
¿Pregunto o no?
Trato de formular la mejor manera de decirle la situación. Entre pensamientos logró escuchar algo.
Aizu~
De pronto escucho la voz del conejo, ¿la nombró, o la llamo?
–¿..? ¿Bell, me hablaste...? ¿Bell?
No recibió una respuesta, pero sabía que estaba pasando algo detrás de esa puerta. Comenzó a escuchar una respiración pesada y continua, se alarmó pensando que tal vez Bell estaba mal. Tomó la manija de la puerta y lentamente la abrió.
–Perdona la intromisión, Bell... ¿B-Bell?
Sus ojos dorados reflejaban la imagen del joven sentado en esa pequeña silla cerca de la bañera. No alcanzaba a ver su rostro, pero sus ojos no dejaban de mirar como el brazo del joven se movía constantemente de arriba y para abajo.
¿Q-Qué está haciendo...?
Sintió una sensación por todo su cuerpo, sus mejillas se ruborizan fuertemente, trago saliva y puso una de sus manos en su pecho, sus pulsaciones se elevaron.
...
Pasaron unos segundos y ella, sin que se pudiera ver su expresión actual, entró al lugar en silencio...
Conejito~
Una nueva sensación rozo eso de ahí abajo... Abrazaron su cuerpo ardiente, comenzó a sentir algo muy suave tocando su espalda, y también que estaban atrapando sus piernas como una enredadera.
¿¡E-EH!?
Todo se detuvo para Bell, quien abrió sus ojos atónitos, acababa de escuchar la voz de Aiz muy cerca, justo cuando estaba a punto de un clímax. Parecía irreal, miró hacia el lado que provino la voz y entonces se dio cuenta que si era así. Ella, la espadachina dorada estaba ahí, mirándolo con esos ojos.
¿Estoy alucinando?
Le costaba creer que fuera real...
...
...
...
No. No lo estaba. Realmente sentía como algo externo estaba tocando ahí abajo, la respiración de la joven la tenía cerca de sus labios, y la mirada profunda de esos ojos dorados nunca se podría comparar con un sueño.
–¿A-Aizu...?
Bell no entendía que sucedía, no se creía que fuera verdad. Pero Aiz se acercó a su oído y le susurro con su tono sensual unas palabras que lo dejaron quieto en su lugar. Ella tenía unas intenciones...
–D-Déjame ayudarte con eso...
–E-Espera, ¿q-qué~? ¡A-Ah~!
Sus palabras se volvieron verdad, ella tenía en sus manos el miembro del muchacho que por fin reaccionó, aunque fuera por el placer que le estaba dando la chica con su mano. Era completamente diferente cuando él lo estaba haciendo, se sentía mejor. La acción siguió durante unos segundos.
–¿Có-Cómo lo sientes, B-Bell~?
–T-Tan... bien~ Ah~
¿A-Ah? ¿¡Hmm~!?
Aiz tomó la barbilla de Bell y lo obligó a mirarla a los ojos mientras que ella seguía sacudiendo su miembro constantemente. La suave y delgada mano de la princesa estaba cruzando desde la base hasta la punta de la espada del aventurero.
Parecía tener experiencia, pero sus movimientos algunas veces fueron lentos y desconfiados. Cómo Bell, Aiz seguía sus instintos. Ella también comenzaba a verse afectada por la sensación placentera de hacerle eso al joven.
Los dos respiraban apresurados, mirándose el uno al otro con deseos apasionantes, se besaban, probaban el sabor del otro en una lucha desenfrenada por dominar el campo.
Su excitación estaba llegando a la recta final.
¡Argahhh!
El gruñido del albino hizo que los dos separaran sus labios, y Aiz por una razón aumentó la velocidad de su mano. Bell experimentó de nuevo el cómo todo su cuerpo estaba ansioso, tambaleante y ardiendo, ella quería hacer algo. Siguió así unos segundos y de pronto.
¡Ngharh!
*Squish*
Cerró los ojos y gritó en su mente cuando sintió algo salir, toda esa carga de excitación comenzó a bajar progresivamente hasta que pudo abrir los ojos de nuevo.
Estaba agotado, se sentía sin muchas fuerzas, pero se olvidaba de eso cuando veía como ahí abajo estaba la mano de la chica y su miembro cubierto de algo blanco. No sabía que era, pero seguía saliendo de ahí, escurriéndose por el suelo y la palma de la joven.
Miro hacia un lado, observo como al igual que él, ella estaba sorprendida, mirando fijamente esa zona, luego elevo su mirada. Hicieron contacto visual, ninguno dijo nada, pero ahora ella de verse llena de picardía, se veía totalmente avergonzada. Rápidamente se hizo para atrás.
Parecía que había recuperado su conciencia, y estaba atónita de lo que acababa de hacer...
–¿Aizu...?
Bell la llamó preocupado y tembloroso. Aiz, por otro lado, miro su mano de nuevo, el extraño líquido que tenía por toda esta se sentía tibio, yendo a calientito. Pasó sus dedos por este sintiendo su textura tan viscosa y espesa.
¡...!
Luego sintió un fuerte aroma, volvió a sentir esa extraña sensación por su cuerpo... Instantáneamente agarró una toalla pequeña, dejando la grande en el suelo abruptamente, se limpió y luego se levantó evitando que miraran su rostro.
–¿A-Aiz?
–Y-Yo... ¡Lo-Lo-Lo sientoooooooooooooooooo!
Abrió la puerta casi azotándola, salió del lugar corriendo. Bell estaba boquiabierto, y pasaron unos segundos hasta que reaccionó, sus párpados se abrieron como platos, pareciendo que entendía un poco lo que sucedió...
Todo esto, ella... lo había manoseado. El muchacho expresó su vergüenza intentando limpiar todo su cuerpo que ya tenía ese líquido blanco en su entrepierna. Ya no sabe cómo debería verla a los ojos.
La realidad es que llegó a un punto en que había dejado de prestarle atención a su entorno, y por alguna razón la joven entró al baño sin avisarle. Tal vez escuchó sonidos extraños de fondo y entró pensando que le paso algo, pero lo que no llega a entender es porque hizo eso...
¡AHHHHHHHH! ¡NO PUEDO NI IMAGINAR SU ROSTROOOOOOOOO!
Se ocultó en la bañera, hundiéndose como podía en el espacio reducido.
En la habitación, Aiz estaba acostada boca abajo abrazando muy fuerte la almohada con la que Bell había dormido. Pequeños respiros se podían apenas percibir, estaba oliéndola otra vez.
Se detuvo y dio la vuelta quedando de un costado, más a delante de su vista estaba la ventana de la habitación, su rostro estaba de color carmín, sus ojos cristalinos, y su boca tapa por la almohada de la cual salía un aroma.
A comparación de hace unos momentos, parecía estar tranquila, pero muy escurridiza mientras se apegaba al cojín... Sus pensamientos no lo olvidan, está teniendo sensaciones que nunca antes había experimentado, unas que descontrolaba su interior.
–Eso se... sintió bien.
Recordaba como ella había tomado la acción de lo que Bell estaba haciendo. Primero comenzó viéndolo todo, lo más íntimo del hombre, lo que todo el mundo quiere evitar mostrar, lo que está más allá que los pantalones cortos del muchacho, eso que hace que el muchacho sea del género masculino...
–Bell es grande...
Aiz nunca estudió sobre la anatomía humana, pero eso que vio, al menos para ella le pareció ser grande lo de ahí abajo. Se sintió abrumada cuando lo presenció, pero no por alguna extraña razón tuvo la idea de querer tocarlo, de sentirlo.
Fue así, ella separó la mano del joven y lo tomó mientras susurraba unas cosas al oído que ni ella recuerda, pero sí que lo había hecho con sensualidad, con sentimientos de decirle sus intenciones sucias... y después comenzó.
La sensación de su mano, eso estaba ardiendo, como un corazón, sentía que palpitaba, que tenía vida propia. Era duro, toda su estructura se sentía muy diferente a otras partes del cuerpo. Lo que le hacía, le parecía ser satisfaciente hasta para ella misma.
La de la piel húmeda, sus venas sobresalientes, la punta con una impresión diferente, todo moviéndose mientras se ponía más rígido. Los gruñidos del joven, su expresión excitada mientras lo abrazaba.
Bell~
Nuevamente su cuerpo sintió esa sensación. Apego la almohada contra su cuerpo, se sacudió y entrelazo sus piernas, las sobo con esas mismas y su respiración se tornaba cada vez más rápida y excitada.
Su mano descendió hasta sus piernas, se retorció en la cama mientras parecía estar experimentando la sensación que parecía ser más una necesidad. Elevo parte de su falda y toco por encima de sus pantis su intimidad.
Rozó con sus dedos y gimió en silencio. Oculto de nuevo su rostro y siguió haciéndolo hasta que pasó un rato... y sintió húmedo sus piernas.
–En verdad, ¡lo siento!
El albino quien tenía en su cintura una toalla, estaba haciendo una reverencia de disculpas en el suelo, mientras que la joven de cabello dorado estaba de pie en medio de la habitación, sosteniendo las sábanas de la cama. La chica estaba sorprendida por lo que hacía el muchacho.
–B-Bell, no te preocupes, solo fue...
–Pero, eso, eh...
Pasó un rato desde lo antes sucedido, Bell salió del baño con la toalla que quería entregarle Aiz en un principio, caminó hasta donde estaba la recamara y fue ahí cuando la ambos se vieron.
Ocurrió lo más obvio, se evitaron, pero dentro del chico quería disculparse, y eso llevó a esta escena.
–Entiendo que te debo muchas explicaciones, pero en verdad, ¡perdón por lo que viste! Se me fue la mente a otro lado, seguro querías darme la toalla y yo... ¡Haa~ Que complicado es esto!
Se sacudió la cabeza mientras un humo salía de esta. Aiz se rio nerviosa de verlo, pero miró un momento lo que tenía en sus manos, centrándose en cómo estas sábanas tenían unas manchas extrañas, se avergonzó y las dejó a un lado.
–H-Hey, tranquilízate Bell, yo entré y te hice algo peor. Eh... ¡Si, no era mi intención, pero no pude evitarlo!
–¿E-EH?
Los dos parecían querer disculparse, pero solo empeoraba su mensaje al decir ese tipo de cosas. Aiz repitió lo que dijo y se tapó el rostro, mientras que Bell apenado se rio mentalmente.
Fue complicado decirlo sin describir a detalle lo que fue la acción de ese momento. Son solo dos adolescentes que experimentan emociones a la par, descubren cosas a muy temprana edad, algo que asusta, pero el punto es que era mejor no dejarse llevar por impulso.
Así fue su conversación muy incómoda, por suerte ninguno preguntó qué era eso que salió.
Después de conversar por unos minutos tratando de arreglar sus confusiones, las cosas se detuvieron y tranquilizaron. Sin embargo, Aiz necesitaba aún saber la respuesta a porque dijo su nombre...
–¿Puedo saber porque... me llamaste?
–Hmm... Bueno, yo...
Explicar que se estaba masturbando pensando en ella no es algo que se cuente así porque sí. Pero el hecho ya lo vieron ambos, alguna idea ya se hará, pero no podía quedarse callado.
–Siendo sincero, me sentía muy alterado por algunas cosas que hemos hecho. Qué has hecho mayormente...
–¿T-Te dañe?
–¡No digo que sean malas! Al contrario, m-me...
–¿Me?
–... Me han gustado.
Entonces no hice nada malo. Me alegro.
–No has hecho nada malo, Aizu. Soy solo yo el que está exagerando las cosas. Perdón por eso.
Declaró y luego el silencio llegó. Sin mencionar nada, Aiz se sentó en la cama, lo miró e hizo una seña para que Bell la siguiera también. Bell entendió e hizo lo que ella pidió.
Los dos miraron sus respectivas piernas, pero algo llamó la atención, las manos de la chica, ella jugaba con sus dedos. Fijo su vista al rostro de la espadachina, estaba avergonzada, pero con una sonrisa.
–Tenía la certidumbre que había hecho algo mal desde la mañana, y pensé que te molestaste conmigo. Creía te había dañado haciendo las cosquillas, y porque te obligue a mirarme a los ojos. Aún tengo la certeza de que estás incómodo por mis acciones.
–Oh, ya veo. En realidad, no es así, es lo que digo, estaba nervioso. Lo siento, enserio. No quería huir de nuevo así.
Ella tomó su mano.
–Y yo estoy en un punto en el que a mi corazón a veces deja de importarle hacer ciertas cosas para que al final tú estés bien. Si te sientes así, podría... ayudarte de nuevo.
Lo decía desde el fondo de sus sentimientos, y aunque sonara muy atrevido, Aiz no tenía nada malo que esconder, era verdad lo que estaba diciendo. Ella se prometió de hacer lo posible para que Bell estuviera a salvo, estuviera bien, aunque tuviera que hacer cosas que nunca antes había hecho.
El albino no encontró la forma adecuada para responder a eso, pensó en diferentes significados, pero sí logró entender lo que quería decir Aiz. Sonrió cálidamente, cosa que puso a la chica sonrojada.
–Me gusta esto de ti, Aiz.
Le susurró al oído y dio ese mensaje, la joven no pudo quitar sus ganas de abrazarlo con mucho cariño, él correspondió.
–Haces que mi corazón se conmueva, Bell.
La pareja se relajó con el ambiente reconfortante y cálido de sus intenciones, en un abrazo así ninguno tenía la intención de soltarlo, dejarlo huir de nuevo de sus manos. No importa ya que tan complicada fue la situación de antes, las sensaciones buenas que se transmiten ahora es lo que los mantiene unidos.
–Oh, me acordé de algo. Quería darte esto.
–¿Huh?
Se levantó de su lugar y sacó una bolsa, la puso en las piernas del joven que aún tenía su toalla cubriendo su cuerpo.
–Desde que hace unos días, en los que salí por algunas cosas que necesitaba para hacer las pociones, me acordé que no tienes más ropa exceptuando tu pantalón cortado.
Saco varias de las playeras y shorts que había comprado, las extiende para que el joven las viera.
–Busque algo parecido a tu ropa, al menos a la que he visto. Encontré esta camiseta negra y estos pantalones negros, pero tal vez tener esto puesto todo el día sea incomodo, así que también te traje varios pantalones cortos cómodos.
El tono animado de la chica cautivo el corazón del joven. Bell rasco la parte trasera de su cabellera blanca y parte de su nuca. Cuando Aiz terminó, el chico se quedó sin palabras, tenía las mejillas ruborizadas.
–Aizu. En verdad, no sé cómo agradecer todo lo que has hecho por mí. Tu afecto hacia mí, tu protección e intenciones estas últimas semanas, tu regalo... Gracias.
Bell la abrazo, Aiz lo aceptó con mucho gusto, acarició la espalda del joven con una sonrisa satisfactoria de haber hecho algo agradable. Fue un hermoso detalle para el muchacho que no olvidaría.
–Quisiera regresarte la sorpresa...
–Con que estés aquí no necesito nada más~
La sonrisa de la chica lo hizo feliz, esto puede contarse como una necesidad, pero Aiz solo necesita de la presencia de Bell, con ver que puede ayudarlo y regresarle sus emociones estará contenta.
–Una vez más aquí.
Mencionó Riveria estando frente a la puerta de una habitación. La mujer miró el número que estaba colgado en la mitad de este, luego como unos textos mágicos deslumbraban el nombre de la propietaria. Aiz Wallenstein.
–...
Respecto a sus inquietudes con lo que ya había pensado durante días, debía de tenerlas para otro momento, con todo el tema de las expediciones y la petición de Tiona, cuando se lo comento a Finn, el hobbit respondió que como fuera posible convenciera a la espadachina de cooperar.
Soy lo suficientemente madura como para no sentirme presionada por esto, es solo una chica teniendo sus problemas de la adolescencia, ¿no?
Se intentó convencer de esa forma de que estaba capacitada para afrontarla. Algunos aventureros que rodaban por el pasillo vieron como la ejecutiva parecía de negar y a la vez asentir ella sola, se rieron nerviosos y luego se marcharon.
–Hmph. Necesito dejar de estar insegura. Mientras más clara pueda ser con ella ninguna de las dos se sentirá totalmente presionada.
*Toc, toc*
Pero primero espero que esté aquí.
*Toc, toc*
–¿Hmm?
La chica se levantó de su asiento. Estaba leyendo sus libros mientras esperaba al chico que se estaba probando la ropa.
¿Quién será?
–Aiz. Soy yo, Riveria, necesito hablar contigo un momento...
Eh, ¿Riveria?
Escuchó la voz de la Alta Elfa del otro lado de la entrada de la habitación y se asustó. Por su tono de voz sentía que venía sería o algo por el estilo.
–... ¿Qué necesitará?
Comenzó a caminar hacia la puerta, pero justo en la esquina donde estaba el pasillo a la entrada se detuvo repentinamente. Se percató a tiempo de algo.
No puedo abrirle la puerta viéndome así, pero tampoco...
Miró detrás suyo, la habitación estaba caótica, nada propio de ella al menos en un pasado. Si por alguna razón la Elfa ve algo de esto, y entrará por curiosidad, le dará una regañada, pero lo preocupante es que pueda sospechar.
Esto es malo. Me escuchará si...
Recordó lo más importante antes que eso. El fugitivo. Tenía el presentimiento de que si le avisaba a Bell quien estaba dentro del baño.
La habitación tiene paredes fuertes contra el sonido, pero no lo suficiente para los oídos de aventureros de primera clase. Por eso suelen conversar muy bajo ambos jóvenes, para evitar ser descubiertos. Aiz miro las dos diferentes puertas, intentando decidir qué iba hacer...
...
–Aiz.
–... ¿R-Riveria, ocurre algo?
Al final se cantó por abrirle la puerta a la Alta Elfa. Tenía algo en la mente, que intentaría hacer las cosas rápidas en la conversación con ella para así evitarse problemas, y sería así que ni Bell se enterará hasta dentro de un rato.
Genial idea, malo que estuviera temblando de miedo.
–Necesito hablar contigo seriamente.
Huh...
–¿Podemos hablarlo dentro?
–¿¡E-Eh!? Ah...
Está presión abrumante la tiene tensa de todos los huesos de su cuerpo. Intuyendo que se trataba de algo serio lo mejor parecía aceptar la petición de Riveria para no malgastar su tiempo.
–S-Si, si... claro.
~~~
¿¡Qué rayos estoy haciendo!?
Acabar de aceptar la solicitud de Riveria sin siquiera primero confrontarla. Hasta ahora su error fatal. Estos nervios que siente, realmente le están acabando su razonamiento.
Aiz miraba antes de llegar a la recamara, delante suya veía como la Elfa miraba la habitación detalladamente. Antes de que abriera logró guardar todo lo que pondría en riesgo su operación.
Estaba muy corta de tiempo para poder reaccionar adecuadamente, así que sólo aventó todo lo que encontrará por ahí que fuera irregular en los lugares más oscuros de la faz de la tierra, olvidados por los ojos de todo ser; debajo de la cama.
Suspiro un poco más tranquila. Cómo era de esperarse la Alta Elfa crítico lo que veía.
–... Veo que no has hecho un poco de limpieza, Aiz.
–E-Eh, si, jeje~ Lo limpiaré cuando pueda...
Riveria siguió caminando alrededor de la habitación, se detuvo cerca del sofá cuando noto algo fuera de lo común con el color del sofá que era de un toque verde bosque deprimente. Más abajo había una tela blanca parecida a las vendas. Arqueo la ceja.
–Lo dices como si estuvieras muy ocupada...
–¡...!
Muy sospechosa las palabras de la espadachina según la mujer esbelta. Riveria tenía ese presentimiento de la mentira que ya de por si había tenido antes con Aiz, pero ahora no se dejará manipular.
–Pero por lo que yo veo no sales mucho de este espacio, jovencita. ¿No te parece sospechoso?
Por fin la miró de reojo por encima del hombro. Su párpado entrecerrado intimidó a la espadachina quien sentía un nudo en la garganta, además de imaginar que el espacio se reducía, sus rutas de escape se limitaban.
Riveria se acomodó en el sofá, cruzó sus piernas al igual que sus brazos, cerró sus ojos y suspiró lentamente. Aiz no le quitó la mirada, pero ocultó sus manos y tomó una de ellas de la muñeca, como una niña intentando de ocultar la travesura.
–... Bueno. No vine del todo para cuestionar tu comportamiento, pero hay cosas que sí me gustaría hablar en otro momento.
–¿Qué necesitas de mí?
–Tengo un aviso de Finn. Cómo no te presentaste ayer, tomé el cargo de explicártelo. La reunión de ayer fue para que la <Familia> se alerte de que comienza a tener una escasez de suministros y fondos, por eso tomamos la decisión de realizar dos expediciones.
–¿Dos expediciones? Espera, ¿Cuándo se harán?
–Como fue ayer, hoy empezamos con los preparativos, dentro de poco empezarán con la más pesadas expediciones. Durará aproximadamente una semana en los pisos profundos. Necesitamos todos los recursos posibles. La segunda será más riesgosa, algunos de los ejecutivos iremos a intentar derrotar a los jefes de piso, todos los que sean posibles.
–...
–Pero también hay otra cosa que necesitaba comentarte. De acuerdo con Finn y Gareth, Tiona y las demás quieren que vayas con ellas para hacer una expedición aparte, les dijimos que te avisaríamos.
–... ¿Tiona?
¿Por qué...?
Tuvo una caída de ánimos a escucharla.
–Simplemente me dijo que te lo dijera. Aunque según sus palabras, y lo que puedo interpretar, es para hacer un aporte extra a la <Familia>. Mucho de lo que dijo está para debatirse, pero también se entiende que quieren pasar tiempo contigo.
Aiz entendió perfectamente la posición de la <Familia Loki>, aunque no lo dijera sabía que le estaban pidiendo una cooperación. Sin embargo, siendo honesta consigo misma no le importaba, y no tenía ganas de luchar para conseguir dinero...
Y en cuanto a Tiona...
Su relación con ella está afectada por el cambio de opinión por el joven. Aunque puede que sea su culpa no defender su opinión, está el riesgo que la vean mal y luego la apuntan como traidora. En todo caso declina la petición.
Entenderé que ni irás a decirles que no quieres.
No se le escapa esos detalles a la Elfa, con ver el rostro amargado de la chica sabía lo que pensaba, pero eso sí, tentaba su curiosidad. El rechazo a sus amigas, lo que sea que oculta la mantiene encerrada en este lugar.
Aiz suspiro cansada, cambió su amargura por una seriedad.
–Comprendo, pero... ¿Cómo es que no tenemos recursos?
Mostraba una cara seria por fuera, pero por dentro se miraba irónica de sí misma. "Digo eso como si no fuera responsable", lo acepto, pero tenía muchas agallas de hacerse la ignorante.
Riveria seguía sin verle la cara, pero ella pareció que no estaba conforme.
–... Ya que no te has familiarizado mucho con nosotros, y con los encargados del Gremio y otras actividades que han surgido, ocurre que desde hace un tiempo tenemos desapariciones de pociones y otras cosas valiosas, de alto nivel y costosas...
Unas pesas encadenaron las piernas de Aiz, las deudas de eso que comenta Riveria deberán ser altísimas, y a la espadachina siempre le aterra cuando escucha las cifras exageradas, trauma por sus espadas.
–Me refiero a los frascos de sanación de la <Familia Dian Cecht>. Airmid Teasanare está confundida porque se nos haya acabado su mercancía en menos de dos semanas. Y esto ya pasó en casi un mes, la siguiente compra nos dejará limitados.
Malas noticias para la joven, ¿ahora a quien le robara?
–¡Huh!
Riveria se dignó en abrir sus ojos y mirarla, ese sonido captó su atención. Juzgando esa reacción podría decirse que tenía algo en la mente.
–¿Sabes algo al respecto?
Aiz trató de hallar una forma de responderle, pero debido a la presión le costaba elaborar una excusa creíble, se intuía que Riveria sabía cosas de ella... La pregunta, ¿Qué tanto sabe de ella, o más bien que tanto sospechara?
–... No, la verdad no sé...
Fue el colmo para la mujer de cabello jade. Gruño molesta con sus párpados nuevamente cerrados.
Suficiente teatro por hoy, tendré que quitarme la máscara de bufón con la que me vez, jovencita...
Ella se levantó con una vena marcada en la frente, Aiz se sobresaltó. Riveria tenía una estrategia perfecta para esta situación.
–No te atrevas a engañarme, Aiz. Sabes perfectamente que ya pasamos por esa etapa de mentiras cuando eras una niña, recuerda que conmigo no se juega.
–Eh... S-Si, lo sé, pero enserio no...
–Solo escúchate, tu tono de voz está lleno de inseguridad, note tu sorpresa y confusión desde que me abriste la puerta, y me has estado vigilando cada uno de mis movimientos. Tienes miedo de mi presencia, lo que implica que me intentas evitar.
La intimidación, el hacer que sabes es un arma letal cuando mienten, por qué, aunque no se pueda mentir a un mentiroso, la verdad falsa apuñala peor. La tenía contra las cuerdas.
–Ya no eres una niña, Aiz. Dime la verdad. Todo esto que nos ha sucedido desde el principio de los monstruos es por ti, ¿sí o no?
Y combinado con la presión de alguien en la que había depositado demasiado confianza era demasiado. Aiz se sentía muy mal, era un golpe emocional.
–Deberías saber que a alguien cercana como yo le duele más que la mentira venga de su familia. ¿No es así?
–Yo...
Su inocencia era el punto débil que conocía la Alta Elfa, por eso ya estaba muy segura de qué, aún si dijera una mentira sabría que es una. No obstante, en el fondo se encontraba sentimental de tratarla así.
–Entonces dime la verdad. ¿¡Qué es lo que me ocultas aquí!?
–¡Y-Yo...!
*Track*
–Aizu. Me probé la ropa, me quedó perfecta la mayoría, exceptuando estas de aquí, pero no tengo problemas. Y está naranja me gusta mucho, queda bastante... b-bien.
El muchacho albino entró en la escena mientras miraba su camisa anaranjada, qué le quedaba un poco grande de las mangas, pero le gustaba. Sin embargo, cuando miró hacia adelante, vio el encuentro de ambas damas y se quedó helado, en silencio.
Abrió sus labios y tartamudeo.
Mi-Mierda...
Esto era malo. Empezó a sudar mucho. Reconoció a la Elfa quien estaba con Aiz, Riveria Ljos Alf, alias <Nueve Infiernos>, de las mejores magas de Orario, la conoció realmente en la zona segura del calabozo. La aventurera de primer nivel estaba ahí, pero... ¿Por qué?
El muchacho se asustó y por reaccionó retrocede unos cuantos pasos así atrás, miro de reojo a la rubia intentando saber una explicación.
Sin embargo, mientras por otro lado, el ambiente se tornaba pesado y asfixiante, la mirada ultra escalofriante de la mujer mayor hizo temblar los huesos del joven. Riveria estaba impactada de lo que veía, sin palabras, pero por dentro teniendo un conflicto mental.
Sus ojos no la engañaban para nada, el muchacho que está frente suyo. Cabello blanco, ojos rojos, tez esbelta, casi pálida, con cicatrices por el rostro y las manos vendadas, era el fugitivo conejo que estuvieron persiguiendo por días. Pero, ¿por qué? ¿Que...?
¡...!
No... No te creo que tú...
Miro de reojo a la chica de cabello dorado, todo... Todo le hacía sentido ahora, tenía una relación con lo que ocurría en esta actualidad, su comportamiento, el robo y el arrepentimiento que menciono...
Muy dentro de ella, su corazón estaba ardiendo de furia. Ella se levantó y señaló al joven aun mirando a la chica.
¡Aizu Wallenstein!
–¿¡Qué significa esto!? ¡Por qué demonios tienes a Bell Cranel en tu habitación! ¡Exijo una respuesta ya!
Riveria le gritó a Aiz exclamando. Estaba alterada, su reacción explosiva era justificable por el hecho que la Alta Elfa no comprendía bien los motivos para que la chica hiciera esto a sus espaldas.
Aunque no parecía que iba tener la respuesta de inmediato, se acercó a Bell para meter presión, pareciendo que tenía unas intenciones agresivas. Pero antes de que pudiera al menos dar un paso fue jalada del brazo con mucha fuerza.
En un movimiento rápido fue empujada hacia atrás por Aiz, chocando contra el lateral del sofá.
–¡Detente ahí!
*¡Whoosh!*
La Elfa se sorprendió y quedó inmóvil de pie. Observó como delante suya estaba la chica rubia empuñando su espada, apuntando con la punta de su hoja hacia ella mientras se ponía a la defensiva delante del conejo.
–¿¡A-Aizu!?
–¿Aiz...?
Hasta Bell quedó sorprendido por como Aiz estaba apuntando con un arma a su compañera. Riveria estaba en shock total, impactada por lo que estaba viviendo. Amenazarla de esta manera nunca antes lo había hecho, o por lo menos de esta manera.
Estaba atónita, pero en el fondo asustada y confundida.
–¡No lo señales! ¡No te acerques a Bell!
–¿Aiz...? Oye, calma, no estoy...
–¡No te dejaré que te lo lleves!
¿Qué me lo lleve?
Ni siquiera había mencionado sus intenciones, solo exige respuestas a esto y porque reacciona de esa manera agresiva contra ella. Acecharla con la mirada escalofriante, una terroríficamente protectora por querer alejarla del muchacho, debía tener una razón.
¿Qué se lo lleve? Una chispa cruzó sus pensamientos, tal vez ella se refería a llevárselo ante los demás... ¿Por quién la toma, un policía sin cabeza o qué demonios? Se podía sentir preocupada, pero su dignidad no iba a ser afectada.
Siendo las cosas así, Riveria se vio algo perturbada, si bien entendía que Aiz protegía al joven debía ser por lo que le había mencionado ella misma hace un tiempo, ese arrepentimiento de sus acciones en el pasado, el sentimiento que mencionó, la llevó a hacer esto.
¿Se confirmó sus sospechas?
–¡Espera un momento, Aiz! No me has dejado termi-
–¡No digas nada! ¡No des ni un paso más!
Aiz dio un paso adelante, la punta de la espada estaba cerca del pecho de la Elfa.
Está muy alterada.
Si le preguntaban de nuevo si se sentía capacitada para manejar la situación con la adolescente, se lo pensaría un par de minutos, pero en este momento sería un rotundo no. Conoce a la chica desde que era pequeña, la rebelde niña desobediente que solo quería aventurarse al calabazo. Era una sensación familiar.
Sus pupilas verdes miraron de pies a cabeza a la chica, seguiría insistiendo, pero antes comenzaría analizando a ella.
–Está bien, no me moveré, pero déjame hablar un poco. Te prometo que no haré nada.
–¿Y cómo aseguras que te voy a creer?
Negociarlo parecía llevar al fracaso, entonces miro a un lado de Aiz, al responsable, al muchacho albino. Fue entonces como vio que la espadachina aprecio percatarse de que miraba al joven, y usó su mano libre para tomar la mano de este.
Ya veo... Esto no se trata solo de una redención, ¿verdad? Ustedes...
–Por Loki-sama, no puedo creer que en verdad esto esté ocurriendo.
Riveria tenía la frente sudorosa, no por ya la tensión o por la inseguridad que le había hecho tener Aiz, sino por haber hallado la raíz de este movimiento de parte de la espadachina.
Esa noche, según Riveria fue por alguien habilidoso, y mencionó a Aiz como alguien capaz de hacer algo así, pero por ese detalle de que posiblemente hizo al que normalmente no haría descarto la posibilidad de la chica, pero ahora... se dio cuenta que tenía la respuesta desde el principio.
Esa "travesura", ¿era por... amor? ¿Arrepentimiento y amor? ¿Por eso ella... lo rescato? Era para jalar del cabello con mucha rabia, pero que puede hacer ya... Es verdad, necesita aclarar sus intenciones, pero también recibir una explicación.
–...
–...
–...
Por otro lado. Bell y Aiz veían como Riveria parecía intentar calmar su mente, o eso pensaban así porque no se movía ya y respiraba relajadamente. Abrió sus ojos y bajó sus brazos, esperando que entendieran.
El oji rojo miró de reojo a la rubia, pues había acatado de una de lo que la Elfa estaba dispuesta, a no usar la violencia. Pero hubo algo que llamó la atención.
–Aizu, estás temblando...
Bell se percató del cuerpo tambaleante de la chica, hasta su espada era inestable, se sacudía un poco en diferentes direcciones, la fuerza con la que sostenía el mango no era toda. Antes la mujer y el muchacho, la princesa bajó su mirada, ocultó su rostro con sus flequillos dorados.
–No quiero... ¡No quiero de perderlo, Riveria! ¡No me puedo perdonar de lo que hice! ¿Entiendes...?
Relato su debilidad. La razón por la que estaba actuando así desde el comienzo. Riveria permaneció en silencio, atenta de las palabras de la chica herida.
–...
–... Lloré por días, pensando que nunca podría solucionarlo, y no quería aceptar una realidad en la que yo arruine su vida. Por eso los traicione, ¡me prometí de que debía corregir mis acciones, aunque me cueste la confianza de los demás!
Tenía sentido, Riveria lo entendía bien porque lo mencionaba. En sí la ciudad está en contra del chico, lo detestaban por ser según un traidor, pero ella no está de acuerdo del todo y ahora menos podría estar si ellos dos le dijeran su realidad.
No obstante, Aiz quería olvidarse de esos momentos horribles, toda esa emoción negativa que traía recordarlo, la rechazaba con toda su alma. Diferente a su actualidad, donde estaba mejorando toda su relación con el albino, estaba cumpliendo con sus deseos, pero la mera presencia de la Elfa es una amenaza.
Bell lo comprendió perfectamente, le parecía conmovedor el esfuerzo que había hecho Aiz por él, pero sabía que si seguía las cosas así irían mal después. Se acercó a la chica, tomó sus hombros por detrás y la acerco un poco, le susurro unas cosas esperando poder hacerla entrar en razón.
–Aiz, de nada servirá que intentes alejarla... Ella ya lo sabe y si sigues haciendo esto solo logramos ganarnos un enemigo poderoso. Por favor, piénsalo.
La expresión de la espadachina dio un giro luego de escucharlo. Lo dudo, pero al final pareció aceptarlo, parte de su miedo pareció irse. Sin embargo, se quedó callada unos segundos antes de volver a mirar a la Elfa. Trató de regularizar su respiración.
–... Te daré mis explicaciones, pero necesito que me escuches completamente. Quiero que estés sin opinar hasta que termine, ¿está bien?
Riveria la miró unos instantes, la Elfa cerró sus ojos, por dentro agradeció que el joven fuera más racional, aunque se sienta inseguro. Tal parece que no todo es malo, Aiz lo ha cambiado a lo que recuerda cuando él llegó aquí...
Suspiro cansada, cosa que hizo que ambos chicos se mirarán de reojo confundidos.
–Te escucharé. Solo deja de amenazarme con <Desperate>, por favor, Aiz. Seguiré tus reglas.
Dentro de los amantes, el nudo que tenía su corazón pareció aflojarse un poco. Estaban dispuestos a tomar el camino pacifico, todavía cuando empezaron de esta forma violenta de establecer una conversación. Ahora tenían que revelarle la verdad de todo lo que habían hecho, cosa que tomaría un tiempo...
–Entonces. Si es que lo entendí bien. Ese arrepentimiento del que me hablaste. Todo este tiempo, por querer disculparte con Bell, fue lo que te llevó a hacer estas cosas, aunque fuera en nuestra contra.
Ahora Riveria podía decir que sus suposiciones eran acertadas, y entendía por qué Aiz se comportó así con todos, ya que ella no confiaba en nadie como para pedirle ayuda, aunque no explicó porque sólo pareció intentar obtener respuestas con ella. Se puede hacer la idea que fue que tenía aun una leve seguridad con ella.
Pero estaba claro, aunque Aiz no lo dijera, Riveria sabía que entre ese arrepentimiento nació el amor por el chico. Un poco fuerte todo lo que tuvo que ocurrir para que lo tuviera en su opinión.
–Si. En cuanto eso... Yo estuve robando muchas pociones.
No me sorprende, o espera un poco sí...
Entre otras cosas, le comentaron de la relación que ambos tenían ahora. Riveria no necesitaba saberlo, que era más que una amistad reconstruida, sino algo sobresaliente.
Pero escucharlo de ellos pareció ser la clave para que Riveria tomará una decisión interna, lo que la relajó y permitió que la explicación de la joven fuera clara y precisa. Y ahora, Aiz y Bell tenían que saber algo.
–Pero... ¿Guardarás el secreto?
–...
Riveria todavía no llegaba a asimilar del todo lo ocurrido, se quedó en silencio un rato. Bell y Aiz se quedaron expectantes, esperanzados por recibir una respuesta positiva, una cooperación sencilla como hacer la que no vio nada...
–No me gusta contar los secretos así porque así, pero tampoco me aseguro de mentirle a la gente con la que me relaciono.
Aiz y Bell se sintieron fatal al escuchar eso, no supieron si interpretar las palabras de Riveria como si estaba indecisa o aferrada con no engañar a la gente con su secreto, pero para su sorpresa ocurrió lo inesperado.
–Pero ya que son ustedes... haré la excepción.
Volvieron a respirar ambos jóvenes al escuchar lo que deseaban. Riveria lo noto al instante y por dentro no pudo evitar reírse divertida de ver sus expresiones. Luego de eso los tres hablaron un poco más hasta que la Alta Elfa indicó que tenía asuntos que atender urgentemente.
Pero antes, Aiz la detuvo antes de que pudiera levantarse del sofá. Con todo lo anterior, la espadachina estaba compungida por lo que había hecho antes, amenazar y eso... Necesitaba una respuesta.
–¿Estás molesta?
–... Si.
Era de esperarse, la duda seria si fuera al revés y no estuviera molesta, sería raro, o tal vez un exceso de confianza, pero el punto que ella estaba molesta, pero no tanto como Aiz pensaba.
–Aunque entiendo por qué actuaste así, estabas aterrorizada, pensabas en que quería llevarme a Bell. Es en parte mi culpa, pero por favor, no vuelvas a apuntarme con tu espada. No todo se soluciona con violencia, Aiz.
–Perdón... Me deje llevar de nuevo.
–No importa ya... No obstante, me gustaría que me ayudaras con algo.
–Dime.
–Respecto al robar suministros y pociones, ya no lo hagas. No puedo llegar a entender como aun así con las mejores pociones de Orario, puedas aplicarlas tan mal...
–Huh...
Fue un golpe directo para el orgullo de la chica. En verdad lo estaba intentando como fuera posible, pero ella es experta con esas cosas, así que será verdad. Sin embargo, Riveria no es tan mala, tenía una solución en mente.
–En cambio, te puedo ayudar con eso para ahorrar mucho trabajo.
–¿En serio?
–Si. Pero antes de eso necesito que me ayudes con las expediciones. Tómalo como un castigo por tus travesuras.
–Está bien, lo haré.
La determinación de Aiz convenció a Riveria, parece que ahora va tener una nueva alumna en la magia, e inesperadamente será la espadachina dorada... Mientras lo pensaba divertida, dirigió su mirada hasta donde estaba el otro individuo de este espacio, el albino quien aún mantenía su distancia.
–En cuanto a ti, Bell Cranel.
–¡S-Si!
–... Por favor, cuida de ella, tanto como ella lo hace por ti.
Sus palabras conmovieron al joven quien no pudo evitar sentir el decir que no fracasara, que cumpliría con su petición sincera.
–Si. No la decepcionare, Riveria-san.
–Hmph, vaya que son un par de tortolitos.
Dijo mientras comenzaba a acercarse a la puerta del cuarto, en respuesta los jóvenes se miraron avergonzados.
–Mantengo mi promesa. Ni una palabra, y queda entre nosotros tres. Veremos después lo que hablamos, ¿de acuerdo?
La pareja asintió a la par. Riveria les dedicó una leve sonrisa y se marchó de la habitación. Después, los jóvenes por fin parecieron relajarse. Aiz se tiró a la cama mientras que Bell al sillón, cada uno tocando su pecho.
–¡Vayamos al calabozo!
Grito la Amazona menor repentinamente. Lefiya y Tione quedaron aturdidas mientras jugaban a las cartas. Estaban dentro de la habitación de las hermanas haciendo la actividad recreativa para matar el aburrimiento, pero al parecer Tiona estaba harta.
–¿Ahora mismo? ¿No es un poco tarde?
–¿Qué tan desesperada estás por ir al calabozo? No jodas, Tiona, estamos en media partida.
–¡El juego es aburrido! Vamos, mi sangre está pidiendo a gritos el sentir la adrenalina de la batalla. Estoy muy aburrida aquí encerrada en casa.
–¿No será porque no entiende cómo jugar, Tiona-san?
–Eh...
–Hey. Yo también estoy aburrida, pero si fueras un poco inteligente sabrías con que entretenerte. Te recuerdo que ahora mismo deberías de estar revisando el equipaje del grupo F, G y H...
Tiona rasco su cabeza muy nerviosa, era verdad lo que decían las chicas, pero siguió intentando convencerlas de seguirle con su objetivo. Tione y Lefiya suspiraron cansadas al ver que tendrían que aguantar la presión de Tiona.
*Whooooosh*
Una gran corriente de aire entró por la ventana de la habitación, sacudiendo las cortinas de un lado a otro frenéticamente. Bell se acercó a esta y miró el exterior, podía ver la ciudad laberinto desde ahí, pero lo que le llamó la atención fue el cielo.
–Pronto anochecerá, pero al fondo se están acumulando nubes en el cielo. Creo que lloverá esta noche, Aizu.
–...
–¿Aizu? ¿Estás bien?
El oji rojo miró hacia atrás al no recibir una respuesta, la encontró recostada en la cama mirando el techo, tenía puestas sus gafas y en sus manos tenía un libro. Se acercó a ella y tomo su mano, ella reacciono.
–Bell. Perdón, estaba pensando, ¿decías algo?
–Hmm... Pues mira afuera de la ventana, el cielo se está haciendo gris, el viento está algo apresurado, y hasta el fondo creo que vi unos relámpagos. Es muy probable que llueva hoy en la noche.
Mientras lo decía sobo sus brazos, cosa que Aiz se percató y se dio cuenta del frío que se comenzaba a sentir en el ambiente. Otra fuerte brisa de aire sacudió la habitación.
–Será una tormenta.
Aiz se levantó de la cama y se apresuró a acercarse a la ventana, miró hacia afuera para confirmarlo, metió de nuevo la cabeza y cerró la ventana con seguro. Ahora el ruido del viento solo se podía percibir como un silbido.
–Parecía que iba a ser un día sin nubes, pero que rápido puede cambiar las cosas. ¿No crees?
–Si...
A Bell no le pareció ser una respuesta muy animada, sabía que algo no andaba bien con ella. Antes de que pudiera llamarla, la chica se dirigió de nuevo a la cama donde se sentó.
–Hmm...
–¿Sigues triste?
Preguntó el muchacho mientras se ponía de rodillas para estar a la altura de la joven, tomó una de sus manos, y fue correspondido su agarre al instante con algo de fuerza por parte de ella.
–... Un poco. Riveria es casi como una madre para mí, y no me creo que en verdad haya tomado mi espada para evitar que te toque. Soy horrible...
Se sentía así desde que ella se fue del lugar, había analizado todo desde cero y aceptó que su comportamiento no fue el mejor para el momento, con una actitud explosiva no sólo hace daño a los demás, sino también a uno mismo. Esta era su consecuencia, sentirse nefasta consigo misma.
Pero lo que más le afectaba era el que entre tanta mentira que intentó ocultar de alguien de confianza como la Elfa, tuviera que decirlo de esa manera, siempre con el pensamiento que ahora ella podría rechazarla por mentirosa.
Los dos jóvenes pensaban similar y por eso Bell la entendió. Con su otra mano acarició la mano de la joven, esperando poder transmitirle seguridad para que le diga sus preocupaciones.
–Oye, arriba esa carita. Recuerda que hablaste con ella y pudieron arreglar sus conflictos. No sé mucho de Riveria-san, aunque tiene una esencia que impone respeto, pero pude notar que te tiene mucho aprecio en el fondo, Aizu.
–Y por eso me siento mal, hasta tú la viste, ella es muy buena por dentro, aunque a veces pueda ser estricta. Siempre ha sido la persona con la que puedo decir que me siento segura... protegida. ¿Y así es cómo regreso? ¿Atacándola?
Sus intenciones eran hacer que Aiz no cargara con todo ese peso emocional sola, él también se sentía responsable, por no decir que era el catalizador de eso.
No obstante, no sería tarea sencilla mientras veía a Aiz totalmente decaída. La chica mencionó todos sus sentimientos al respecto, no le agrado y no quería aceptar que hiciera eso a alguien especial.
–¿Por qué soy así, Bell?
Reflexionarlo la hizo sentirse cada vez más deprimida. Aiz no estaba de acuerdo con sus acciones, por su forma de ser ahora ante estas situaciones, las emociones cegadoras que está obteniendo la hacen creer que su formación personal acabará con sus relaciones.
No obstante, respondiendo a esa pregunta...
Bell parecía tener su propia respuesta, debido a que, así como ella se sintió por cómo la trato, ese arrepentimiento, existe lo que no se quiere desear después de todo, y lo entiende perfectamente. Quiso detenerla, por lo que tomó con ambas manos la de ella.
–Aizu, sabes perfectamente por qué sucedió eso. El miedo. No solo fuiste tú, ambos reaccionamos por miedo. Y es comprensible, hasta Riveria-san lo menciono por que se dio cuenta. Que no lo aceptes es engañarte a ti misma, y eso sí que está mal.
*¡Zap!*
Un relámpago se escuchó cerca. La gran luz que descendió hizo brillar los rostros de ambos jóvenes. Aiz se veía sorprendida con las palabras que le había dicho Bell, por alguna extraña razón se sentía relajada.
...
...
...
–¿Cómo lo haces?
–¿Qué cosa?
–¿El ser tan brillante, tan honesto, tan bueno conmigo?
Su adorable voz, era tímida, pero a la vez encantada. El chico elevó sus cejas, la respuesta a eso...
–Por lo que eres para mí.
La chica se impresionó, pero luego se rio levemente.
–... Y, ¿qué soy para ti?
–No tengo como explicarlo con palabras, pero si gustas te lo demostraré si lo deseas~
Progresivamente el joven se levantó del suelo y se subió encima de ella, siempre mirándola a los ojos.
Aiz se sonrojo al ver como Bell estaba en esa posición, pero le resultaba familiar. Era lo mismo que había hecho en esta mañana, pero con sus papeles invertidos.
*¡Zap!*
Otro relámpago descendió de los cielos. El lugar se iluminó y luego se oscureció un poco en un color grisáceo.
De pronto, la única luz tenue que iluminaba parte de la habitación era de las linternas de la muralla del castillo que entraba por la ventana. El fuerte viento acompañado de una gran lluvia pegaba el resistente cristal.
Sé que hay mucho en este mundo que me falta por entender...
Dijo el muchacho en sus pensamientos.
–No quiero permitir que te menosprecies así... Te lo dije antes, y lo repetiré las veces que sean necesarias, no permitiré que caigas en ese pozo. Mi gran deseo siendo tú, significa que eres todo para mí... ¿Entiendes?
La declaración de Bell cautivo el corazón de Aiz otra vez.
–¿Todo para ti?
–Si, todo para mí.
Los dos acariciaron un lado de sus mejillas mientras se veían con unos ojos llenos de pasión y afecto. Desde los párpados rojos del joven se reflejaba la imagen de la chica hipnotizada por lo que veía, actuando como una enamorada perdida en su sueño.
–Tus ojos parecen dos grandes rubíes.
–Los tuyos brillan intensamente aun estando oscuro...
El lugar se oscurecía todavía más, pero aún lograban ver las pupilas del otro, parte de rostro iluminado por las tenues lámparas de exterior. Aiz siguió cruzando el rostro de Bell con su mano, explorando hasta que se topó con sus labios
–Tus labios son pequeños.
Pasó su dedo por estos, llenándolo de la humedad que tenían, y luego trazó la misma línea en los suyos. Al final se lamió los labios y dio unos besitos al aire.
–Pero saben muy bien.
–El sabor es bueno cuando se hace con cariño~
Ahora él puso su dedo en el suyo, pero en un extremo, y con cuidado elevo el labio superior haciendo que ella sonriera. La chica presionó la mitad de su pecho al sentir las manos de calidad del chico.
–Entonces sé que pediré esta vez~
Y levantó su mano para señalar al chico. Esta acción hizo que Bell la mirara con los mismos ojos que ella solía hacer, unos traviesos y coquetos.
–Qué problema, justo tenía que llover el día de hoy.
–El calabozo y el Gremio estarán cerrados hasta que no se vaya.
–Menuda suerte la nuestra.
–Por eso te dije que era mejor el día de mañana. Cuando digo que tengo un presentimiento deberías de escucharme, tarada.
Las tres chicas miraban desde la entrada de la mansión la gran tempestad que caía en la Ciudad Laberinto. Nubes grises, deprimentes de una forma más profunda de verlo.
El buen día puede arruinarse con este clima, pero también por no saber cómo solucionarlo, tiendo otros medios para entretenerse en el resto de esta...
La noche cayó, al igual que la tormenta caótica. Orario, la ciudad del centro del mundo contempló el diluvio sentimental. Las luces se fueron apagando por los distintos distritos, los comercios y hogares de las calles. En las grandes fortalezas de las <Familias> se resistieron como pudieron.
Pero cayeron igual, las violentas corrientes de aire terminaron con el fuego de las llamas de las lámparas, arrasando las hasta chocarse con los muros y cristales de los edificios, produciendo los cantos del viento, dejando una sensación fresca al final.
Las gotas de lluvia, el ruidoso viento hacía tambalear el cristal de la ventana, los múltiples relámpagos descendientes hicieron brillar el interior del cuarto.
–Siento frío, Bell... –Pero tu pecho se siente diferente... Hay algo acogedor que me calienta mi mano...
La sutil voz de la chica dorada se escuchó, su esbelto color de piel se enfrió del exterior, sin embargo, su mano respondía diferente.
–Puede que sea mi corazón.
El joven de cabello como la nieve respondió, sus pulsos constantes calentaban su pecho, ella había encontrado agradable la sensación aun si era por encima de sus prendas.
*Pum* *Pum*
–Se siente demasiado bien... Me gustaría sentir lo mismo.
Su mano se aferró a la ropa, arrugándola levemente por quererlo. El oji rojo lo entendió, la miró cálidamente y poco a poco fue descendiendo, hasta el punto de casi chocar su pecho con el de la oji dorada.
Ahí dejó que la joven siguiera tocándolo.
–Entonces déjame compartirlo~
–¿Cómo lo harás, conejito~?
La sonrisa que le mostraba aceleró su corazón latente. Aiz pasó de nuevo sus manos por las mejillas de Bell esperando saberlo, qué sería lo que él haría para atribuir con la causa. Este se rio en voz baja.
–La verdad es que tengo una idea, pero solo... Necesito que me prometas algo.
–¿Qué cosa?
Bell se quedó con una mirada centrada en sus deseos, lentamente descendió su cuerpo hasta acostarse encima de ella, levantó sus manos y de forma atrevida masajeó el cuerpo de la chica, sin miedo a sentirla.
En un comienzo Aiz se sorprendió, la pasión y el afecto que le transmitía la introversión de Bell la acepto, no detuvo nada de lo que hacía.
Que confiaras en mí.
Susurró mientras continuaba, ella sintió como la cabeza del joven quedó en la mitad de sus pechos, observándola con una mirada conquistadora, con una petición en esta. Aiz se quedó en silencio, pero después asintió tímidamente.
...
Después de escuchar sus palabras, un calor me invadió.
Bell dijo tener una idea de cómo compartirlo, y lo logró.
Él rozó sus dientes por encima de mi seno, mordió sutilmente y dejó marcas por besos al final, ese era el instinto, su deseo.
Bell usó esa sensación, la que no podía comprender por qué lo hacía sentir así antes... pero parece que, siendo este momento, quiere dejar que las cosas fluyan por sí mismas.
Era parte de su plan el dar un paso "más allá", o en ese momento así lo pensó la chica de sentirlo más cerca que nunca...
...
...
...
Ambos se miraban directamente a los ojos. Con las luces del exterior podían ver sus cuerpos desnudos, uno frente al otro. El frío que sintieron antes se fue, sus cuerpos comenzaban a calentarse progresivamente, derritiéndose de pasiones.
Los párpados de la joven se abrieron y cerraron un par de veces, mirando al muchacho con vergüenza, pero incapaz de despejar lo que veía. De pronto él se volvió a subir encima de ella.
Aiz abrazo la espalda y cabellera blanca de Bell mientras entrelaza sus piernas con las suyas, y sintió como sus pómulos fueron acariciados. La mirada relajante y cálida del chico la cautivo, miraron abajo viendo "eso" cerca de su intimidad, y entonces entró... en mí.
Una sensación ardiente se esparció internamente en mi cuerpo...
Sentí un dolor, como si me hubieran arrancado algo, pero luego... me sentí bien, la apreciación amable y agradable dentro de mí que transmitía...
No se parecía cuando yo lo había hecho con mis manos, pero con él me sentí mejor...
Lo abracé, le pedí más. Gentileza y satisfacción recibí cuando él me escuchó, y entonces apasionadamente ambos nos unimos... y disfrutamos.
...
...
...
Y al final me quede con una duda...
–Entonces... ¿Esto es amar...?
Acarició el pecho desnudo del joven lentamente, mientras mantenía su cara en este, llena confusión acompañada de su incertidumbre interna respecto a lo que vivió hace unos instantes.
El muchacho sonrió cálidamente. Mientras estaba observando la figura de la chica envuelta en las sábanas, sabiendo que debajo no había nada por esa acción de compartir sus sentimientos podría decirse que conocía la respuesta, una muy clara.
–Si, lo es.
La abrazó con delicadeza, atrayéndola a su cuerpo. Aiz sintió el calor acogedor del pecho de Bell, escuchó su corazón latente unos instantes y luego cerró los ojos con una sonrisa. Ya tenía la conclusión de esa preocupación que estuvo llevando desde el principio.
Amor. El amor hacia alguien se consigue cuando los dos comparten ese mismo deseo... y este era el caso. Entre sufrimiento y situaciones conflictivas nunca se rindió y consiguió por fin, completar su verdadero deseo.
–Te amo, Bell~
Comenta qué te pareció el capítulo.
Si te gustó te agradezco por si es así y por si también decides darle estrellita. Los próximos capítulos los estoy haciendo con calma...
--- --- —
Estadística final: (20,752)
–Capítulo 4 de Confía en Mí. El nombre sigue siendo el mismo, pero mejor lo cambié a traducción español. En cuanto al capítulo, quería que se centrará en la formación de la nueva relación entre ambos protagonistas, además de la inclusión de Riveria.
–El lemon... estaba entre sí poner algo explícito al final, pero la verdad no me salía, no me convivencia, por eso mejor se quedó así. Aunque si, hay una parte que algunos les habrá incomodado, pero en respuesta a eso es diré que es más algo inevitable que iba ocurrir, y también por mi mente retorcida y llena de calentura, jeje~
–En este momento no estoy al 100% por temas personales, así que de una vez lo comentare, y seguramente se intuía. Probablemente dure dos capítulos más...
Atte: ShinkuNoNeko
Siguiente Capítulo:
--- --- ---
Capítulo 5 - Consecuencia de un Nuevo Comienzo...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro