Capítulo 3 | En Busca de la Redención...
Este sentimiento... ¿Es acaso?
~~~
Hay mucho que no entiendo, pero esto es lo correcto.
~~~
De este frío lugar, en esta noche oscura... hay algo que acogedor que me calienta~
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Sentirte tan cerca nunca había sido tan... complaciente.
¿Cómo debería hacerlo?
*¡CRASH!*
–¿¡E-Ehhhh...!?
Un gran estruendo asustó al muchacho canoso, haciendo que se levantara como de golpe con algo de esfuerzo.
Varios escombros de piedra y metal volaron para todas direcciones, además de las lámparas de piedra mágica que cayeron al suelo, algunas piezas de todo casi le daban, y no eran pedazos muy pequeños.
Las barandillas de acero se vieron afectadas, algunas siendo dobladas por la gran fuerza de impacto. El resto de lo que era esa gran puerta cayó abruptamente contra el suelo, aturdiendo al joven y levantando una pantalla de humo, nublando su vista y respiración por unos momentos.
*Cof, cof*
Fue forzado a cerrar los ojos, cubrió su boca y nariz por el polvo que llegó a sus fosas nasales, haciendo que tosiera un par de veces con dificultad, y dolido un poco de su cuerpo por las heridas que tenía cerca del pecho.
Cuando se calmó un poco la nube de suciedad, agito con su mano libre para quitar el resto.
¿Q-Qué demonios está pasando...?
Su pulso se había disparado por los aires, le costaba respirar debido al temor. Apenas podía usar sus instintos, pero poco a poco su aturdimiento se fue y logró escuchar unos pasos cada vez más cerca.
Rasco sus pupilas varias veces y con ayuda de la luz que provenía de la rejilla, vio la silueta de una figura femenina. No podría distinguir de quién se trataba, hace tiempo que no ve a una chica.
Espera, ¿una chica?
Pero cuando escucho una voz, se detuvo su tiempo...
Bell...
Los ojos del joven se asombraron inesperadamente. No creía que estaba pasando, pero ese tono de voz, lo conoce muy bien.
Aun queriendo olvidarla, aun queriendo de alguna forma evitar recordarla, estaba aquí...
Su largo y sedoso cabello dorado, esa piel blanca hermosamente cuidada, su pequeña, pero perfecta nariz, sus ojos áureos profundos, y su bella figura femenina.
No entendía qué estaba sucediendo... pero estaba ella ahí. Y erróneamente, o por su confusión, un miedo se apoderó de su cuerpo, sus pupilas se dilataron y comenzó a sudar fríamente por todo el cuerpo. Con el frío de la noche, su respiración agitada era visible.
¿A-Aiz...? ¿Qué hace aquí?
Varias cuestiones precipitadas llegaron a su mente, y azorado mayormente llegó a su mente una idea... ¿Vino para verlo o para acabar...?
Ninguna de sus hipótesis era cierta o incierta, pero estaba asustado, delirando.
Aiz se mostró completamente, se veía un poco fatigada, esos guardianes de la noche sin vida le habían dado más problemas de los que imagino. Y se excedió que hasta voló la puerta por los aires junto al muro.
No quería usar mucha de su Magia, pero esas armaduras solo podían ser cortadas con ella. Respiro ya más relajada, y se centró en mirar hacia adelante. Después de su lucha... su recompensa estaba ahí.
–...
–...
Frente a frente mirándose, sin moverse y pronunciar ni una sola palabra...
Siendo únicamente iluminados por la pequeña rejilla que daba al exterior. Aiz abrió levemente sus labios, pareciendo querer pronunciar algo. Bell se quedó expectante. La joven por fuera era notable su agotamiento, pero dentro se mostraba temerosa.
Después de todo, hacía un tiempo desde la última vez que lo vio. Ahora por fin podía, lo estaba volviendo a ver, pero... no sabía decir si estaba llena de alegría de verlo, o verlo así le parte su corazón.
Tenía aún el estado deplorable de ese día por todo su cuerpo... Apretó sus puños, se tiene rencor, pero no lo sentía tan pesado, al menos lo estaba viendo, seguía vivo. Tenía ese miedo.
No obstante, la mirada de pánico del joven, seguramente confuso y lleno de nervios, pero no como la de esas veces que recuerda, era de un miedo real... Veía una amenaza.
Un recuerdo de un pensamiento le llegó a la mente, eso era una preocupación que tenía desde que lo conoció. Comenzó a sentir un dolor en su pecho, al final parecía que sí... ocurrió una de sus preocupaciones, pero no de la misma forma.
No obstante, aun teniendo ella miedo también, no podía dejarse intimidar, aunque le costara. Venía por algo, venía por él...
Fuertemente se llenó su corazón de una emoción que le traía tranquilidad y paz, hizo que sus labios lo pronuncian sin temor y con claridad lo que deseaba...
–Vine por ti...
...
–¿Q-Qué?
–Te voy a sacar de aquí.
Ella se acercó hacia él, puso su mano en uno de los barandales grandes que encerraban al joven, la cual parecía estar en la puerta, pero antes de cortarlos se detuvo, porque vio cómo el joven albino retrocedía y cubría su cuerpo con sus manos.
Aiz se vio ahora asombrada. Su expresión asustada, era tan... rechazante.
–¿Bell?
–¿A-Ayudarme? ¿Ayudarme de que, Aiz?
Estaba por abrir la puerta, pero sus palabras la empujaron. Miro directamente los ojos de Bell, dejó de verse tan asustado, era una mirada frustrada, ¿indignada? Aiz, si bien se sintió algo encogida, siguió con lo suyo.
–... Necesito sacarte de aquí. Destruiré las rejillas.
–¿Sacarme...? ... ¿Es enserio?
–Si.
No tenía una mejor forma de explicarlo, era lo que sentía, lo que debía de hacer, pero Bell no pensaba igual. No... él no lo aceptaba, tanto que dudaba. Tantas cosas que pasaron, tanto por ella... Estas desgracias que vive, ella, ¿salvarlo?
...
Mentiras...
Eres una mentirosa...
Aiz se paralizó, sintió como si la hubieran abatido. Ella lo miró de nuevo, observando como los ojos carmín del joven mostraban enojo y más rechazo. Para Bell, pensaba que Aiz estaba siendo impetuosa.
¿Enserio le va a creer?
¿Enserio va creer esa gran mentira?
Nadie quiere salvarlo. Especialmente ella...
Muchas cosas le comenzaban a hacer sentido, y soltando un pensamiento ingenuo dijo:
Tu viniste para acabarme.
–Para acabar con lo dejaste esa noche.
Su mirada se fue a los suelos, apretando sus dientes con fuerza y evitando que lloré con lágrimas de dolor. Estos sentimientos que tenía acumulados, era todo lo que había sentido cada noche que pasaba, cada día que era torturado siempre pensó en ella...
Era su culpa.
Todo era su culpa...
–¡N-No es verdad!
–¡Si lo es! ¿No te bastaba con arrebatarme todo? Me dejaste así, y esa vez ahí tirado desangrándome, muriendo lentamente... Ahora lo entiendo. ¡Me curaste para solo sufrir! Para ser torturado por todos estos desgraciados... Eso es lo que querías.
No lo olvidaría por nada en este mundo. Había entendido lo que dijo Finn, Aiz fue quien le dio unas pócimas esa noche, y ese suelo extraño era una realidad combinada con lo que verdaderamente sentía de verla, terror. Todo le hacía sentido.
Ya sus razones... no le importa cuales fueran, pero desde ese día hubiera preferido yacer ahí en el suelo, y no estar despierto en una verdadera pesadilla ahora. No puede, no quiere ser recatado por ella.
–¡¡No fue así!! ¡Escúchame, por favor! Aún hay esperanza para ti.
–¡NO! ¡Tú escúchame! Me arruinaste lo que tenía, todo el trabajo que hice... Mi <Familia>, mis amigos, los Xenos... Mi vida se destruyó. ¡Nunca quisiste escucharme desde aquella noche! Ahora, solo mira como estoy...
No pudo contener más sus heridas, y lloró dolido. Para él estaba muerto en vida, destrozado y arruinado aun con mente, pero no tenía qué más hacer, todo se le fue de su alcance. Solo le quedaba esperar su muerte, y así se liberará del sufrimiento...
–Y ahora quieres que te perdone... ¿Qué confié en ti...? Que absurdo.
Mi esperanza se fue cuando me dejaste, Aiz... Desde que tu odio grande me traicionó.
Terminó su desahogo por tumbarse. Su tono de voz había pasado del enojo al cansancio, esto era lo que es, alguien por los suelos, desanimado y acabado por el mundo.
No sentía ya una forma de ser salvado.
...
Es un sentimiento parecido...
Aiz había bajado su mirada, pero su rostro no era visible. Bell solo la observó unos instantes y también bajo mirada al suelo, no había nada más. Pero cuando parecía que lo había dejado claro, la barandilla que sujetaba la joven se torció.
–¡Tu... eres el que está siendo impetuoso!
Como hubiera leído su mente... El tono de la joven se volvió el de alguien molesto.
Bell elevo la mirada sorprendido y atemorizado, veía como Aiz apretaba aún con fuerza el tubo de metal que no era pequeño, y con una sola mano era complicado o hasta imposible. Tenía mucha fuerza
Pero de eso sintió que tenía verdad ahora... Esos ojos dorados llenos de ira, serán como los de esa vez, ¿verdad? Se quejó expectante, pero sobresaltado aún. No obstante...
*¡Clank!*
Para su gran sorpresa parecía que se equivocó un poco...
Aiz sí estaba molesta, mayormente herida, pero no demostrándolo. No obstante, no estaba para discusiones ahora. Con mucha fuerza pareció arrancar un barandal.
–Tu... eres de las únicas personas de la que no tendría desprecio... ¡Pero el único odio que siento en este momento por ti es por tu impetuosidad! ¡Bell Cranel!
–¿¡E-Eh!?
*¡Spank!*
Entró al cubo del retenido. Tomó del hombro a Bell y con mucha molestia le dio un sape en la cabeza, dejándolo casi inconsciente. El joven cayó desmayado con ojos en forma de remolino, y con un chichón rojo en la cabeza.
–Esto si me enojo bastante...
De la mano de Aiz salía humo, y lo apretaba fuertemente hasta que pareció que se calmó. Suspiro pesadamente y miró al joven acostado en el suelo, su expresión tuvo un repentino cambio de temperamento y se arrodilló para poder ver su estado.
–No le cause una herida grave.
Ahora estaba preocupada por eso, pero sorprendentemente lo que sería un golpe serio para gente de Nivel inferior a ella fue casi inexistente, esto hizo que se confundiera, pensando que había perdido fuerza de la nada.
No le tomo importancia, porque ya había hecho lo que quería, solo faltaba lo realmente complicado.
Mirando al joven aún en el suelo, cuidadosamente lo cargó entre sus brazos y se dirigió hacia la salida algo apresurada. Pero fue en ese momento que un rechinido sonó detrás suyo.
–¡...!
Una gran hacha pasó por encima de su cabeza, esquivando el tajo a duras penas mientras cargaba el cuerpo del muchacho. Su mirada se dirigió hacia atrás y observó dos guardianes más de armaduras oscuras, estos se veían más grandes.
¿Cómo no me había percatado?
En ningún momento sintió otra presencia en la sala, pero por una extraña razón estaban ahí. Retrocede un poco, pero extrañamente su salto fue menos de lo que esperaba, algo andaba mal.
*Whoosh*
–¡...!
Intentando hallar una explicación a la irregularidad, apenas pudo percatarse de otro hachazo. Logró proteger a Bell, pero el filo del arma de doble hoja rozó su brazo, creando una herida horizontal leve, pero con sangrado.
Esto es malo.
Podían ser solo dos, pero no estaba desarmada mientras carga a Bell. Era una situación delicada, por un lado, si no hacía nada podría empeorar más las cosas de lo que ya están, pero a la vez no puede soltarlo de sus brazos...
Esto es... lo que se siente al querer proteger a alguien.
Sus ojos dorados tuvieron un destello verdoso, y su cuerpo fue rodeado repentinamente por el viento de la tempestad. Los dos seres de la noche se preparaban para atacar, mientras que Aiz parecía acumular energía.
–¡¡No me lo arrebataran!!
Y de pronto un gran destello los rodeó, seguido de una explosión.
*¡Ka-Boom!*
///
–¿¡Qué fue eso!?
–Parece que vino de abajo.
Dos Amazonas salieron de su habitación alarmadas. El repentino estruendo que se escuchó las levantó al instante, como también sucedió con otros más en la <Familia>. Todos comenzaban a salir de sus habitaciones, algunos asustados y otros aun con sueño.
–¿¡Quien mierda se atreve a interrumpir mi descanso!?
Bete apareció desde su cuarto pateando la puerta bastante molesto, causando más pánico entre los miembros. Tione miro como Tiona se le acercó y comenzó a jugar y decir que era el fin del mundo, ella vio hacia otro lado del pasillo, viendo como Finn aparece con los brazos cruzados.
–Tione, ¿sabes que está sucediendo?
–Hubo un estruendo, algunos dicen que viene de la zona de abajo...
–¡...!
Finn se percató de que varios hombres y mujeres corrían por las escaleras, parecía ser que así eran las cosas. El Hobbit llamó la atención de los miembros de la <Familia> que estaban ahí para acompañarlo.
///
–Uf...
Momentos antes del alboroto, pero después de la explosión. Aiz observó hacia adelante aun con el cuerpo del joven albino, un gran hueco se había abierto en la pared, conectando con una calle del exterior. Una gran brisa de aire fresco sacudió la nube de polvo.
Ella se quedó un momento sin moverse, bajo su mirada al suelo, viendo que los restos de armadura de esas cosas estaban tirados por todos lados. Sin embargo, regresó en sí del aturdimiento. Debía de irse ahora...
Sabía que debía de apresurar el paso, su Magia fue lo suficiente catastrófica como para generar el sismo en toda la mansión. A pesar de ello, se comenzó a sentir realmente asustada, como si ahora... ¿Qué debía de hacer?
Entre sus pensamientos para ver qué es lo que podría realizar, una parte de su manta que fue rasgada, se cayó al suelo.
–¿Lo traje aquí...?
Todo salió bien... aunque muy extraño. Aiz había logrado escapar con Bell de alguna forma, o con mucha suerte, evitando ser vista.
Corrió por todos los pasillos de la mansión mientras escuchaba como empezaba un alboroto por esta, pero cuando llego aún lado... Aun cargando el cuerpo desmayado del joven se dio apenas cuenta del lugar donde habían terminado.
Era una habitación que identificó perfectamente. Toda la simplicidad que tenía era suya, nada extraordinario exceptuando su impecable limpieza. De todos los lugares posibles... ¿Por qué tenía que estar aquí?
–¡...!
Aiz no se distrajo más, aunque fuese de noche, sabía que no tardaría en llegar el alboroto hasta esta parte de la mansión. No debía de hacerlo ella, por lo que con mucho cuidado dejó en la habitación al joven mal herido en un sofá que estaba enfrente de la cama, asegurándose que estuviera de pies a cabeza dentro del asiento.
Inmediatamente después de eso fue a la entrada y la bloqueó. Escuchaba ya pasos afuera, y eso hizo que sintiera el pulso cada vez más acelerado, por lo que de un poco de pánico decidió que tenía que bloquear la puerta con algo, por lo que empujó un mueble.
–Con eso debería de bastar... por ahora.
Estaba un poco indecisa, aun habiendo pasado por esos guardias extraños cuando realizó todo su plan, no sabía muy bien que podrían hacer ahora. Se mostraban poderosos desde que los vio, pero fue todo lo contrario, y por no esperarse que hiciesen algo, los corto sin problema. Un poco decepcionante, pero no importa.
–Hmm...
Los ojos de la joven se abrieron mucho, empezó a sudar fría mientras giraba lentamente su cabeza hacia atrás, ese sonido la alarmó. Bell estaba recuperándose del noqueo.
–Ehh...
¿¡No te podías quedar más tiempo, como solía pasar!?
Se quejó de Bell, esperaba que el joven estuviera más tiempo dormido, pero esto le iba a complicar las cosas. Él no se vio muy animado de verla... Aiz tragó saliva con dificultad y dejando la puerta se fue cerca de la cama, en unos cajones busco unas cosas.
–Debería de tener algo por aquí... Eh, esto no... Tampoco...
–... Ay, mi cabeza.
Bell acarició su frente mientras trataba de levantarse. Aiz lo miró y algo asustada movió todo lo que tenía, pero nada parecía que le sirviera. Viendo que debía hacer se le ocurrió la peor idea del mundo.
No me perdones si quieres, pero tengo que hacerlo.
Se acercó por la espalda del joven. Bell apenas podía entreabrir sus ojos, pero para cuando lo hizo lo único que sintió es como tomaban sus hombros por detrás, y su cuerpo era jalado de nuevo hacia el suelo.
–E-Eh...
Lo único que alcanzo a apreciar fue como la joven rubia con las mejillas ruborizadas estaba encima suyo, y después una ropa interior que de alguna forma había visto en algún lado, era azul y desprende un aroma...
¡K-Kyaaaa!
Pero lo extraño para Bell fue que sintió cómo apretaban su cabeza con algo suave, se sentía demasiado bien, pero... estaba siendo forzado a quedarse dormido. Lo ahogaron poco a poco hasta que no resistió.
–... En verdad, lo noqueé así.
Aiz estaba tan roja de la cara que hasta se la tapó. Lo que había sucedido fue que tenía pensado hacerle una almohada regazo, y ya teniéndolo ahí con un golpe silencio para noquearlo.
Pero no lo calculó bien y el joven se topó con el sofá. Y ahí digamos que... sintió como un aire caliente rozó en su zona privada, y de una reacción de vergüenza por sentir el pequeño aliento de Bell cerca, cerró las piernas, apretando con sus muslos la cabeza del joven.
Fue un movimiento afortunado... Aiz pareció calmarse y dirigió su mirada hacia abajo, nuevamente el joven inconsciente estaba durmiendo en su regazo, como solía hacerlo.
Sentía una necesidad, levantó su mano para intentar acariciar ese cabello blanco, aun estando sucio no le importaba, pero hubo algo que la detuvo.
No debo...
Alejo sus manos. Antes tenía algo pendiente, sus sentimientos no deben de interponerse primero, hay que arreglar su asunto. Aunque doliera, debía primero pagar con lo que propuso.
–...
Todo lo de antes...
Pero los recuerdos le llegaron. Se quedó quieta un rato mientras veía al joven noqueado. Lo que hablaron hace unos momentos, en verdad...
¿En verdad Bell la odiaba...?
...
Era muy probable. No es fácil que pueda perdonarla, tenía razón en varias cosas, pero... Aiz estaba segura que aún tenía solución en la mayoría, que podía hacerlo. Pero no se debe de negar que su corazón fue herido, con tan severas palabras contra ella.
El rechazo, cree entender ahora lo que transmite. Deberá ser un tipo de karma.
Aunque no era del todo por sus palabras, para la joven lo doloroso era que... había perdido un compromiso propio.
Ese muchacho que conoció hace tiempo, de sentimientos inocentes, muy bondadoso y animado, nervioso algunas veces, pero otras muchas valiente y admirable... ya no estaba.
No sabría decir ella si realmente pudo salvarlo, al final si sucedió lo que la atormentaba...
–S-Soy una tonta...
Pequeños sollozos comenzaron a escucharse, Aiz había logrado lo que quería, pero a cambio perdió lo más importante para ella. El Bell Cranel que había conocido se fue por culpa de su maldición, sentimientos e irá propia, por su pecado.
Ese era su riesgo, pero, aunque sabía que tenía que aceptarlo... Nunca pudo hacerlo desde su planificación.
O tal vez nunca hubo una. Realmente todo fue por impulso, debido a sus emociones que la nublaron. Ahora espera arreglar todo lo que pueda que suceda.
Aiz se levantó de ahí, nuevamente dejó acostado a Bell. Con sus manos temblorosas tocó sus mejillas, mientras apreciaba su rostro.
Suspiro con algo de esfuerzo y dejó que durmiera, pero cuando lo soltó vio que su brazo derecho estaba goteando sangre. Observó su herida y una idea se le vino a la mente, miró de nuevo al joven.
–Necesitare unas cosas...
–Y una mierda...
–Lo veo, pero no me lo creo.
El alterado lobo <Fenrir> y la Amazona de cabeza hueca observaban sorprendidos el gran desorden que había en el calabozo. Junto a otros Aventureros de la <Familia> inspeccionaron la zona a detalle.
Algunos salieron por el hoyo que daba al exterior, haciendo una barrera para evitar que alguien entre.
–Hmm...
–Capitán. ¿Cree que alguien...?
Más atrás estaban Finn y Tiona mirando a los demás, mientras que otros corrían de un lado a otro llevando varias cajas. Estaban recatando todos sus recursos para ponerlos a salvo. Mientras tanto, Finn ponía su mano en su mentón.
–Sea lo que sea que haya ocasionado parecía que sabía que estaba haciendo, pero se fue un poco de las manos. Aun así, esto nos acaba de arruinar mucho.
Tiona podía saber con claridad que Finn estaba molesto, y ella también se encontraba de la misma manera. No hace nada de gracia quien o quienes hayan hecho sabía lo que hacía y a quien.
–No hace falta decir que principalmente vinieron a sacar a Bell Cranel. Lo extraño es intentar saber si llegaron a tener otro motivo, porque no se llevaron nada, pero si hay muchas cosas que fueron desintegradas por la explosión.
Sus ojos azules observaban los escombros en el suelo, pero también como había residuos de materiales de herrería además de las barras de metal y los accesorios de los guardianes oscuros.
–Estos pedazos de basura fueron aniquilados.
–Que extraño, no hay nadie usándola.
Bete pateó un casco, sacándolo fuera del sitio, mientras que Tiona miraba por dentro el gran peto de uno. Aunque no sabía que eran, ya que les parecía raro que no hubiese algún cadáver dentro, estaba claro que quien haya sido era tan fuerte o estas cosas no eran lo que pensaban.
Pero lo más preocupante para el Hobbit era...
–La persona quien haya dirigido esto sabía de la ubicación del muchacho.
Bajo para recoger algo que le llamó la atención, una tela que no concordaba con todas las cosas de alrededor. Una posible pista.
–Tione, sé que he pedido mucho de tu ayuda, pero ahora más que nunca necesito de tu cooperación.
–E-Esta bien.
–No podemos dejar que la demás gente se entere de lo que sucedió aquí, necesitamos limpiar toda la calle y reconstruir ese muro...
Se comenzaba a ir por la salida del lugar, al mismo tiempo que Tione miraba y escuchaba con atención.
–Capitán, ¿y qué sucederá con el Gremio? ¿Cómo explicaremos esto?
–... Yo... lo veré después. No te preocupes. Centrémonos en cubrirlo.
Finn se detuvo y siguió mirando hacia el frente, ahí estaba su Diosa, Loki mirando bastante frustrada por la situación. Sin embargo, en parte por dentro estaba demasiado estresado como para dar una explicación.
Esto no traerá nada bueno...
Analizo de reojo de nuevo la tela. Nadie parecido a lo que había visto...
En otra parte de la <Mansión Crepúsculo>. Riveria caminaba junto a Gareth por los pasillos de la mansión, ambos portando su armamento. La Alta Elfa le dio unas indicaciones a unos Aventureros que los acompañaban, estaba revisando que nada más fuera dañado.
–Riveria.
–... Dime.
–¿Crees que se trate de un ataque de alguna <Familia> enemiga?
El enano de barba larga aprecio como una pared estaba dañada, consecuencia del temblor, aunque no era grave la grieta. Riveria miro otro pasillo, con su rostro calmado le respondió que dudaba un poco de esa posibilidad.
–Sería muy extraño, o demasiado personal, que una <Familia> nos atacará sabiendo que no somos especialmente débiles. Por eso considero que no fuera eso. Más bien algún tipo de enemigo diferente...
–... ¿The Evils?
–Probable... mente. Aun cuando sería extraño sabiendo lo que sabemos...
Las cejas de Gareth se fruncieron, para él esto ya era más serio, todavía más misterioso. No obstante, Riveria mientras miraba hacia un lado, pudo observar un pequeño rastro en el suelo que le llamó la atención.
–Gareth, yo me iré por este camino. Nos dividiremos para revisar que nadie se haya quedado en su habitación.
–Si.
El Enano se marchó siguiendo el camino opuesto. Riveria se aseguró que se fuera y ya cuando se quedó sola siguió caminando.
–No hay duda, es sangre reciente.
Por el tono de color carmín y el olor característico lo identifico sin problema. No era un rastro grande, pero había suficientes manchas en el suelo, se mostró intrigada.
–Puede que se trate de un enemigo que desconocemos.
Pasaron por su mente los grandes hombres de hojalata, pero cuando iba seguir se dio cuenta que las manchas de sangre terminaron de un momento para otro. A sus lados había varias habitaciones, pero sabía que estaban desocupadas y cerradas con magia porque...
–La habitación de Aiz es adelante, pero no hay una puerta manchada. ¿Para dónde fue?
Llegó a su mente el pensamiento de que posiblemente de quien se trate logró parar su desangrado, y para poder seguir el rastro tardaría un tiempo sin la ayuda de exploradores.
Sin embargo... Un repentino pensamiento cruzó por su mente. Todo esto... el mismo día que volvió la joven rubia, porque le parecía sospechoso.
...
...
Estaba frente a la puerta de su habitación, sin moverse.
–¿Estará adentro?
Toco la manilla de la puerta y cuando estaba por abrirla...
–¿Riveria?
La voz de una chica le llamó la atención, se dio la vuelta y en quien pensaba se mostró.
–Aiz... Saliste.
–... Eh, si... Escuché un estruendo afuera del cuarto, y salí para ver que era. Ya me enteré un poco... ¿Y, esta sangre?
Aiz observó las manchas rojas de sangre y con una mirada estupefacta lo analizó. Riveria se quedó mirando en silencio, pero dejó la manilla de la entrada. Miro como la joven usaba uno de sus dos guantes largos, era extraño.
–... No lo sé. Llamaré a alguien para que lo limpie luego.
La Alta Elfa se acercó a la joven, explicó que era mejor reunirse con la <Familia> por lo mientras. Aiz pareció aceptar, pero dijo que tenía algo que checar en su cuarto. Usando una excusa que estaba preocupada de que algo haya entrado...
Aún algo callada, Riveria aceptó e indicó que la esperaría en las escaleras. Cuando se fue, Aiz se acercó a la puerta lentamente. Ya no escuchaba nada cerca suya.
–... Estuvo cerca.
Susurro muy bajo mientras veía como en su mano tenía un rollo de tela parecido a la de un vendaje, abrió la puerta y entró.
Pero la chica algo acelerada en sus decisiones no se percató que en la esquina por donde se fue la Elfa, estaba aún ahí, con sus ojos cerrados y recargada contra la pared.
Entreabrió sus ojos y cruzó sus brazos.
¿Qué me ocultaras...?
–Hmm~
Un pequeño gruñido salió de Bell, quien estaba profundamente dormido en una cama, cubierto por una sábana acogedora. El chico albino se movía un poco tratando de acomodarse, hasta que halló una posición que le agrado y se quedó nuevamente quieto.
Nuevamente hizo otro sonido, pero él se había vuelto a dormir. Esto era observado por una joven que estaba a su lado, pero a diferencia que estaba sentada en una silla. La persona que observaba se fijó en la sabana, estaba se había salido un poco del joven y se la puso de nuevo.
Lo curioso era que en los dos había una misma tela cubriendo ciertas partes de sus cuerpos. Apenas fue visible, pero debajo de la cobija, el muchacho estaba atado del pecho por vendaje, y las manos y dedos de la chica estaban vendadas por completo. Ella lo dejó ahí y se dio la vuelta.
–Te resfriaras si no te cubres bien...
La bella voz de Aiz se lo dijo en un tono amable. Sus manos tomaron unos lentes que estaban en una mesita de noche, después prendió una lámpara que estaba a su lado.
...
Varios días pasaron desde aquella noche.
La situación en la <Mansión Crepúsculo> aún no se había relajado para nada, y ahora había más cosas que hacer que todos los miembros de la <Familia>. Estaban cada uno arduamente en un trabajo específico.
Afortunadamente se logró encubrir lo que había sucedido, pero lastimosamente para Finn y Loki le tuvieron que dar la noticia al Gremio sobre lo que sucedió.
Lo que recibieron fue lo esperado, no les hizo nada de gracia que el criminal Bell Cranel se diera a la fuga. Intentaron convencer con que se trataba de alguien posiblemente externo a Orario, ya que las técnicas usadas no eran comunes.
Las únicas pruebas que tenían era que las armaduras de los grandes caballeros oscuros que fueron cortadas con algo que dejó un aroma suficientemente fuerte y desagradable. Metal derretido un poco tóxico, probablemente de algún tipo de arma para fundir usaron.
No obstante, no le importó al Gremio y sus superiores lo que tuviesen. Mucha mala reputación les llegó, así como la buena cuando hicieron sus hazañas de salvarlos de los monstruos.
Las cosas no pintaban bien para la <Familia Loki>, pero no tuvieron otra cosa que hacer más que aceptarlo.
Por otro lado, especialmente en este lugar, hubo varios cambios en la habitación. Siendo apenas la mañana, el lugar estaba notablemente cambiado de pies a cabeza, toda su limpieza y orden ya no era la misma...
–... Entonces es así.
Había varias tiras de vendaje regadas por todo el suelo, junto a botellas de pociones. En un escritorio la joven de cabello dorado estaba sentada en su asiento con lo que parecía un cambio de apariencia.
Su largo cabello estaba algo desordenado, además de sus manos, su brazo derecho tenía un vendaje rodeándolo. Su atuendo seguía siendo el característico vestido sin mangas y con una minifalda, pero no tenía su armadura, aunque en general estaba un poco sucio y manchado.
Movía lentamente sus piernas que estaban completamente descalzas, y con un libro en sus manos leyéndolo. Repentinamente acomodó sus gafas.
Delante tenía unos cuantos libros más y una lámpara de piedra mágica que alumbraba la mesa. Parecía estar leyendo unos textos de medicación, que contienen gráficos con muestras del cuerpo humano.
Revisaba la sección que era sobre heridas superficiales y profundas.
–... No parece complicado de aplicar. Necesito comprenderlo para ayudarte.
Dijo al aire sin preocupación. Aiz, si bien estaba algo desordenada, también se le veía cansada; sus párpados tienen ojeras...
Estos dos últimos días fueron demasiado complicados. También, Aiz tuvo que arreglárselas para hacer que nadie sospeche de lo que sucedió, a pesar de que estuvo atenta de lo que decían sus compañeros, mantuvo su actitud distante.
Lo lógico era que aún debía de estar como llegó, pero como tenía más pendiente de ver qué hacer con las heridas del fugitivo conejo aprovechó algunas veces para tomar prestado unos libros de medicación.
Algo que nunca pensó que haría, pero es como habían dicho... Cuando estás enamorada de alguien, harás cosas nuevas o que previamente no harías por gusto.
En un principio se asustó mucho de que Bell no despertara al día siguiente, pero supo controlar sus emociones para centrarse en obtener todo lo necesario. Estaba sola en esto, por lo que también necesitaba adquirir conocimiento de lo que iba hacer antes de que pueda lastimarlo.
Sería muy peligroso preguntarle a Riveria de cómo curar a un herido...
–Necesito sanar cuanto antes su abdomen.
Cerró los ojos al mismo tiempo que lo hacía con el libro. Era una de las heridas más graves que tenía Bell, y por eso se estuvo centrando específicamente en ello los dos días anteriores.
Aiz se dirigió hacia unos cajones de los cuales sacó unas pociones, luego cerró la cajonera y se acercó hacia la cama donde Bell seguía durmiendo. La joven lo destapó hasta que pudo ver de la cabeza hasta la mitad del cuerpo del albino.
Debería cambiar las vendas.
Lo dijo para sí misma ya que tenía sus dudas cada que cambiaba el vendaje del chico; se ensucia muy rápido luego de que lo aplica. Y ahora como quiere darle las pociones que ha visto que mejor le han servido al cuerpo del joven; quiere que se recupere bien.
Con cuidado levantó al muchacho hasta recargarlo contra el cabecero. Retiró toda la tela de Bell hasta dejarlo con el pecho desnudo.
–Cicatrizo. Sus brazos y espalda se han sanado, pero...
Examinó como varias heridas ya estaban cerradas, pero debido a lo profundo de los cortes y también ella no siendo una médica, las marcas se quedaron ahí. Se fijó en la más grande que estaba cerca del estómago del joven, la más grande y mortal.
–... Es mucho, aunque creo que estoy logrando un avance.
Se acercó a la zona y antes de aplicar las sustancias sanativas que tomó prestadas... limpio cuidadosamente. Luego de aplicar las pociones volvió a poner vendaje por todas las zonas que anteriormente había puesto. Es de lo único que se le daba bien.
–Ya está. No tardará en tener hambre, aunque ayer rugió su estómago hasta muy tarde... ¿Debería ir ya por la comida?
Ya más o menos tenía un horario para cuidarlo, pero especialmente de lo que se le ha estado complicando es la alimentación. Bell no ha despertado, y darle de comer a alguien dormido es una tarea demasiado difícil y riesgosa.
Aún recuerda cómo se asustó cuando el joven tosió varias veces cuando lo intentó por primera vez, pensó que se estaba ahogando.
La verdad es que Bell no ha comido en días y fue repentino para su cuerpo la llegada de los nutrientes.
–...
La joven se volvió a sentar cerca de su escritorio y suspiro cansada. Se quitó sus lentes y los aventó a la mesa, luego limpió sus párpados varias veces.
Por su mente cruzó la idea de descansar, pero sus preocupaciones la retuvieron. ¿Y si le pasa algo? o, ¿Qué tal si se duerme y este se despierta? En un comienzo le costó ir por suministro, pero es por el bien del joven.
–Ha~
Estiró sus brazos hacia arriba, bostezo y luego dejó caer su cuerpo al escritorio, recostando su frente en ese. Su mirada cansada paso a la tristeza, aún se siente vacía algunas veces, pero ansiosa mayormente...
–... Quisiera que despertaras pronto, para escuchar tu voz otra vez...
Agacho su mirada, sus mejillas se sonrojaron. Su sentimiento de desasosiego interno existía porque, aun cuando quisiera hablar junto a él, y todo lo que quería aclarar... ese miedo prevalece.
–Hablar sola es... aburrido.
No se siente preparada para afrontar lo que suceda cuando despierte, pero...
Te extraño...
Inconscientemente cerró sus ojos, el sueño la alcanzó...
...
...
...
*¡Cruk!*
–¿...?
Un crujido interrumpió la siesta. Aiz abrió de nuevo sus ojos, pero el sueño aun evitó que se alarmara por completo. No sabe cuánto tiempo pasó exactamente. Ella se dio la vuelta pensando que seguramente ya era la hora para la comida, aunque...
Aún es la mañana.
Su mirada se fue de la ventana a la litera, se asustó un poco cuando se percató que lo que parecía que temía, al final ella no se salvaría de esa inquietud en su corazón.
Sus ojos dorados veían con exactitud cómo Bell se movía más de lo suele hacer, hasta que se levantó y se logró sentar. Varios gruñidos y quejidos nocturnos, por cómo escuchaba, estaba confundido el albino.
–... ¿Q-Que...? ¿Dónde estoy...?
El joven pareció por fin levantarse, miró hacia los lados, pero estaba borroso su vista. No lo veía, pero su cara estaba aún adormilada, su sueño profundo no se iba. Cerró sus ojos y quitó la saliva que salía de uno de los lados de sus labios. Sonó su nariz varias veces y limpio las lagañas de sus párpados.
–Siento que dormí por días...
–...
Lo seguía mirando, sorprendida, pero confundida. Bell, un poco curvado de la espalda, miraba las sábanas en las que su cuerpo se tapaba, o tal vez miraba al vacío; ella no puede saberlo con exactitud.
... ¿Qué se supone que haga ahora?
*Glup*
–¿Hmm?
Debido a los nervios Aiz trago saliva, y fue escuchado por el muchacho, quien miró hacia su lado y la vio. Un silencio incómodo hizo acto de presencia. Ambos mirándose a los ojos sin decir nada.
–...
–...
¡...!
Y de pronto se sobresaltaron a la par.
–¡A-AIZ!
La expresión facial del joven se puso pálida al instante, con una mirada aterrorizada retrocede un poco del susto en la cama mientras Aiz también intranquila se levanta de su asiento, pero hace lo opuesto a Bell y se le acerca mayormente preocupada.
–¿¡¡Q-Q-QUE HACES AQUI!!? ¿¡Do-Donde estoy!?
–¡C-Calma, Bell!
Aiz trató de calmarlo mientras se le acercaba, pero Bell solo se hacía más para atrás, apartó su mano que usó para cubrirse, evitando de que sea tocado. No obstante, no tenía mucho espacio ya que estaba cubierto por las sábanas y al final la joven tocó sus hombros.
Poco a poco ella se ponía encima de él, haciendo que se siga moviendo de un lado al otro. Esa posición no pudo evitar que ambos sintieran mucha vergüenza.
–¡De... jame!
–¡Por favor, Bell, escúchame un momento!
Se retorcía hacia atrás, con sus brazos intentó alejarla lo más que podía, pero sus fuerzas eran casi nulas. Por otra parte, Aiz aunque estaba intentando no agarrarlo a la fuerza, se le complicaba sacar las palabras indicadas y la forma en detenerlo.
No se dieron cuenta, pero mientras Aiz se subía encima de Bell y este se alejaba, se acercó demasiado a la orilla de esta. La joven se percató y trató de avisarle.
–¡Te-Te lastimaras si...!
Pero lanzó muy tarde la advertencia, terminando con ella tratando de alcanzarlo mientras daba su mano sin éxito, y él cayéndose y golpeándose la espalda contra el suelo. Aunque haya hecho eso, seguramente de todas formas no escucharía.
–¡Agkk! ¡Mi-Mi cuerpo!
La espadachina se levantó de la litera y se agachó hasta estar a la altura, y siguió tratando de hacer que entrara en razón, pero no puede evitar que se comenzaba a molestar por la actitud rechazante del conejo.
–¡Hey! Deja de moverte. Te seguirás lastimando y abrirás tus heridas de nuevo, y... ¡Ya no podré sanarlas!
–¿Sa-Sanarlas?
Él se detuvo instantáneamente. La voz confusa del joven también frenó su cuerpo por completo, y ahora ella era quien se sentía algo asustada al ver la mirada incrédula del muchacho albino.
–¿Cómo sanarlas...? ¿Ahora... mientes en todo?
Estaba molesto. Aiz no se lo tomó bien, nuevamente sintió como su corazón fue lastimado, pero nuevamente se le acercó, esta vez más cerca de lo normal y se lo dijo también molesta.
–¡N-No es así! ¡Estás equivocado!
Sus rostros estaban algo rojos, ¿su molestia o sonrojo? No se sabe. Pero lo que, si es que Bell se vio aún explosivo contra ella, aunque aún no esté completamente despierto, recuerda cosas...
Ahora fue él quien se hizo hacia adelante, haciendo que Aiz fuera quien retrocediera.
–¡No estoy equivocado en nada! ¡YO LO VI! ¡Tú me las hiciste!
Se quedaron quietos sin decir nada. Aiz estaba atónita, pero progresivamente su rostro se vio decadente, haciendo que bajara sus manos hasta el suelo como también su mirada también. Bell pareció también hacer lo mismo, y en un tono menos desahogante la cuestionó.
–¿Cómo voy a creerte...? Ya-Ya no necesito ayuda. De por sí ya no la tendré ahora...
¡...! ¡P-Pero yo aun...!
Elevo de nuevo la mirada alarmada, observando cómo Bell cubría su brazo y con una mirada dolorosa evitaba el contacto visual. Muchos pensamientos pasaron por sus mentes, pero Aiz estaba ya indecisa y sin palabras. En cambio, Bell con mucho esfuerzo y con quejas logró levantarse.
–M-Me voy de aquí.
–¿E-Eh? ¡E-Espera!
Camino hacia la salida, pero repentinamente su cuerpo casi cede hasta el suelo, a causa de su tobillo esguinzado. Sin embargo, se contuvo del dolor y como fuese posible trato de llegar hasta la salida.
Aiz no se quedó en el suelo y lo siguió, pero aun manteniendo una distancia siguió tratando de decirle que no saliera. Ella sabía que el joven no es tonto, pero posiblemente su cerebro no este aun despierto; había una cosa importante que se olvida el conejo.
–¡Si sales no sobrevivirás allá afuera!
–¡...!
Afortunadamente logró hacer que escuchara eso. Como tenía razón, Bell no pensó en algo tan importante como es de las personas más buscadas de Orario. Apenas había caído en eso, no estaba en esa prisión, lo que quiere decir que...
... Soy un fugitivo.
No sabría decir que estaba contento con eso... Se dio media vuelta y vio otra puerta, la cual parecía ser un baño de la habitación.
...
Sorpresivamente se apresuró hacia ella.
Aiz se impresionó a la velocidad a la que se movió el joven aun lastimado del pie, pero se dio cuenta hacia donde iba. Aunque para mala suerte se tardó en acercarse, y este había entrado al baño, azotando la puerta y cerrándola por completo.
–¡Bell, abre la puerta, por favor!
Toco varias veces la entrada al baño. Dentro no era algo impresionante, solo era un baño común con una bañera, completamente limpia, pero esto no era relevante para Bell, quien se dejó caer contra la puerta, haciendo que sea complicado que se abriera si la empujaran.
Jadeaba por el sobreesfuerzo que hizo, le dolía mucho sus piernas, pero su adrenalina y enfado era lo único que lo mantenía aún capacitado.
Cuando parecía calmarse la constante toc, toc la puerta de la puerta suspiro más calmado.
–No lo haré, Aiz... Aun así, no hay otro lugar al que ir, ¿v-verdad...?
En el otro lado, Aiz se vio estupefacta, iba tocar de nuevo la puerta, pero aun así tenía razón Bell... pero de esa razón, aun... se puede hacer algo, aún puede ayudarlo.
–Conmigo aun puedes...
–... No creo.
Sus ilusiones se cortaron con sus palabras. Bell no quería nada de ella, después de todo para él ella seguirá siendo de los responsables a lo que terminó siendo. En un sentimiento doloroso lo que siente ambos, pero no el mismo.
–... So-Solo déjame en paz.
No dirigieron más la palabra después de eso.
Una imagen quebradiza que muestra su división. Aiz mirando la puerta con una de sus manos tocándola, y Bell recargado contra esta misma. El rechazo, la insistencia y tristeza era previsible.
Duele en el fondo de sus corazones, pero sus pensamientos son opuestos.
–...
No pasó mucho para que Aiz comprendiera, aunque varias de sus conclusiones le dieron aún un tipo de esperanza...
Se trató de convencer con que Bell aún necesita pensarlo, se levantó exaltado y asustado, debe ser una reacción normal, pero espera que sea así... Él aún sigue molesto con ella, puede que necesite insistir un poco más...
...
Antes, durante los días que lo estuvo cuidando, llegó a pensar que podía esperar poder a hacer que Bell fuera racional y cooperativo, sin muchas quejas o discusiones, como el que conocía...
Grande inocencia de su parte... Aceptar lo que es ahora no es fácil.
–... Aun puedo ayudarte.
No recibió una respuesta. Ella solo comenzó a descender lentamente hasta quedar en cuclillas. De ahí... se quedó bastante tiempo esperando.
Pasaron unas horas desde aquello, y Aiz al final regresó a su escritorio, pero nunca despegó su mirada de la entrada al baño. Nada cambiaría si se quedaba mirando, por lo que a su pesar tuvo que pensar en que hacer ahora que se le complicó.
Entre sus pensamientos ideó varias estrategias para convencerlo de que ella no tenía malas intenciones, solo quería ayudarlo. No obstante, se hacía para atrás al recordar las afiladas palabras del joven. Estaba intimida en cierto modo.
–... Supongo que lo mejor es darle su tiempo.
Lo dijo mientras dudaba si abrir el libro de conocimientos que ya había tomado como una necesidad, no estaba de ánimos, pero el aburrimiento solo empeora el mal sabor de boca de antes.
Al final Aiz si le pareció correcta la idea, pero por lo mientras debía de hacer algo, así ella vio como la habitación era un desastre, por lo cual decidió limpiarla. De hacerse cargo del joven olvidó la higiene de su espacio de confort, pero que ahora parecía ser una clínica de conejos.
Entre recoger y tirar la basura, Aiz se percató que los medicamentos y alimentos que estaba usando para cuidar al muchacho se habían agotado. Ahora debía de ir por más, o sea robándolo de su <Familia> en secreto.
Al principio no se sentía contenta de eso, pero su deseo hace que no le afecte ya.
Sabía que en muy poco ya se comenzarán a dar cuenta, pero mientras pueda aprovechar del caos que produjo no le tomarán mucha importancia. Será más precavida, seguirá siendo distante con los demás.
–Debería ir ahora... mismo.
Para ese momento había terminado de limpiar, pero antes de salir del cuarto se detuvo justo cuando su mano sujetaba la manilla. Se le olvido tener en cuenta algo, si se sale deja a Bell solo, y eso...
... Casi nadie tiene acceso a las habitaciones.
Era eso, casi. Puede que esté exagerando sus pensamientos, porque debido a su reputación ahora muy elevada sería muy raro que alguien trate de entrar, es respetada entre los miembros, pero siente ese miedo.
¿Y si por casualidad entran Loki, Finn, Gareth o Riveria porque si...? Aunque no tendrían ningún motivo, pero si eso sucede todo se habrá acabado.
Espera...
Había algo más que la preocupaba. ¿Y si Bell se entera que sale, y así huye...? ... No, negó con la cabeza repetidas veces esa posibilidad. Bell era consciente de que sería un suicidio salir de este espacio seguro, hasta él lo dijo, no tiene a donde ir.
–Aun así, debería ir por más medicamentos y comida.
Un poco indecisa de qué hacer dejó que su corazón tomara el camino ideal.
–... Bell, ¿estás ahí?
Estaba frente a la puerta del baño, con una bolsa de cartón en una de sus manos. Ella se había cambiado por una nueva ropa, una más limpia para salir, pero antes debía avisarle al joven de su salida.
No recibió una respuesta luego que tocará dos veces la puerta. No obstante, escucho como algo se movió adentro, por lo que entendió que estaba bien, pero solo ignorándola.
–... Eh, yo saldré un momento. Ya deberías haberte dado cuenta que estas vendado y eh... eso. Intente ayudarte cuando estabas dormido, use varias pociones, pero ya se me han acabado, como también la comida...
Todo seguía en silencio. Aiz hizo una pausa algo prolongada.
–No creo tardar en volver, pero mientras estoy fuera, podrías... salir. Li-Limpie la habitación, y deje la comida restante que tenía guardada en un plato cerca de la mesa del sofá, por si gustas.
Se quedó esperando una respuesta, o al menos un "Hum" de parte del albino, pero nada de eso sucedió. Un poco embarazoso para Aiz, pero al final terminó entristecida.
–... Volveré por ti.
Dio media vuelta y se fue de lugar. Aiz salió de la habitación luego de recoger unas bolsas de basura. Mientras tanto, dentro del baño, Bell con sus ojos cerrados se limitó a escuchar mientras recargaba aun su cuerpo en la puerta.
Cuando sus sentidos de Aventurero lograron escuchar como una puerta se cerró, abrió los ojos y elevo la mirada hacia arriba.
–...
Abrazo sus piernas y oculto su rostro entre ellas, no lo admitía, pero estaba algo ruborizado del rostro.
–¿Sigues trabajando el cerebrito de nuestro querido capitán~?
–Ha~
La voz juguetona de la Diosa Loki tratando de molestar al Hobbit solo pareció irritarlo. Dentro de la sala de los ejecutivos estaban reunidos los tres altos mandos junto a sus mejores Aventureros y Aventureras.
El Enano Gareth como suele ser costumbre, bebiendo cerveza mientras conversa con las Amazonas que no paran de quejarse de temas triviales, además de insultar de paso a Bete quien ya estaba a punto de estallar de ira de escuchar puras estupideces.
Lefiya se veía muy preocupada de la situación, pero Riveria le aconsejaba mantener la calma con la mirada. La Alta Elfa estaba esperando a que empezara la reunión de emergencia de la <Familia Loki>, por lo que miraba a Finn, quien seguía pensativo.
–... Como ya deben de esperarse, <Familia>.
Toda la atención fue recibida.
–Los llame para atender el asunto que nos tiene a todos contra las cuerdas. No daré especificaciones respecto a que es, ya que todos deberíamos estar enterados. El Gremio está bastante molesto con nosotros, que haya escapado Bell Cranel de nuestras manos los ha decepcionado, y ahora nos tienen amenazados.
–Debemos de encontrar a los responsables y al fugitivo cuanto antes sea posible, ¿entendieron?
Declaro Finn, y Loki finalizó dejando su esencia de diversión. Ellos tampoco están contentos después de todo. Gareth pareció estar de acuerdo.
–Si, pero está claro quien quiera que haya sido, se debe de reconocer que es habilidoso, aunque no lo suficiente para ser discreto.
–Nah, de seguro fue un grupo de imbéciles que tratan de hacerse los villanos de Orario. Y estas muy mal conque habilidosos. ¡Dejaron un cráter tan grande como para dejar escapar miles de prisioneros!
Bete se quejó como siempre, aunque en parte podría tener razón con sus palabras. Se desconoce el enemigo al que enfrentan, no obstante, Gareth lo dejaría sin palabras con un punto de se saltó el hombre lobo.
–Entonces, explícame porque no puede rastrear nada.
–Ah...
<Elgarm> se rio despreocupado, cosa que solo elevo la rabia del chico canino. Por otra parte, Tiona levantó su mano como si fuera una clase de escuela.
–Finn, ya sé que esta complicado todo, pero... ¿Y qué pasa con Aiz? ¿Ella no debería estar presente?
–Tiona...
–Tch, ¿No puedes ser más estúpida?
Loki volteo su mirada hacia el Hobbit, quien no dijo nada, pero solo miro de reojo a la Alta Elfa quien cruzaba sus brazos. A su lado, Lefiya pareció expectante de lo que diría.
Riveria se vio rodeada por las miradas invasivas. Querían una respuesta, y Finn no era el indicado para dársela.
–... Será mejor no meterla en esto.
–¿Ehh~? ¿Por queeeeee?
–Tonta. Te recuerdo que regresó hace pocos días de haberse desaparecido. Aunque no hemos podido establecer una conversación con ella, deberías de haber notado que no está para eso en estos momentos.
Tione jaloneo los cachetes de su hermana, y esta se quejó constantemente con su cara de dolor divertida. De pronto, Loki se acomodó, estaba sentada en el escritorio de Finn, dijo algo que los sorprendió.
–Le doy la razón a Tione y Riveria. Aiz-tan no se encuentra emocionalmente bien, y es mejor darle su espacio hasta que veamos que sea el momento.
–Me sorprende que Loki-sama diga esas palabras...
–¡Hey! ¡Yo soy especial, así que yo sí puedo hacer lo que me plazca!
–En tus sueños...
Riveria no lo iba a permitir. Ahora Loki se quejó de la mamá estricta y aburrida que tenían. La Elfa de clase alta resopló hacia un lado molesta, luego cerró sus ojos. Mientras tanto, cada uno de la <Familia> opinaba de varias estrategias para rastrear a los responsables, además de solucionar los demás problemas.
... Aun así, me preocupa su estado.
En el fondo, Riveria pensó en la chica, aunque tenía sus dudas respecto a muchas cosas de ella desde la noche anterior.
–Con esto bastará.
En un susurro apenas previsible dijo la joven de cabello dorado mientras tomaba una poción de color azul de frasco carmesí. Estaba en la enfermería de la mansión, tomando prestada unas cuantas cosas ya siendo casi la hora en el que el sol se despide.
–Según la receta necesitare unas cuantas más de estas y aquellas...
Sería más fácil y rápido todo si entendiera como hacerlas, pero no se me da bien la alquimia.
Guardo más frascos en la bolsa de cartón que estaban entre sus brazos.
*Track*
Una puerta se abrió, alguien entró a la habitación. Siendo ya casi de noche, Aiz regresó con más cosas de lo que esperaba en un principio. Dejó las bolsas en su escritorio y al instante se aventó a la cama.
No duró mucho en ella ya que se levantó para quitarse las botas y aventarlas sin preocupación hacia un lado. Luego de dar unas vueltas pareció recobrar sus sentidos.
Caminó con sus pies descalzos hacia la mesa donde había dejado los alimentos. Solo encontró un plato aún lleno de frutas. Se sorprendió, pero antes de hacer conclusiones tomó una que seguía como la dejó, así como también los vasos agua.
–¿Bell?
Se dirigió al baño. Tocó de nuevo la puerta y lo llamó.
–Ehm, bueno, ya volví... Es algo obvio. Fui por más suministro como te dije hace unas horas, pero... ¿Por qué no agarraste nada de la mesa?
Puso su mano y se deslizó lentamente, no escucho nada, pero sentía su presencia. Del otro lado, Bell estaba escuchando, pero a diferencia de la mañana o tarde, se veía menos serio, un poco más relajado.
Aiz se quedó esperando, pero al paso de dos minutos suspiro cansada.
–... Tal vez no tenías hambre, jeje... Entonces, cuando tengas, am, recuerda que hay agua y comida... Me iré a dormir, descansa.
La joven se levantó del suelo, después de eso solo se cambió para tener su pijama. Cuando Bell escuchó cómo se iba, ahora él fue quien suspiro cansado. En realidad, no sabía que decir respecto a ello.
Varios días después.
Durante esos días, la joven de cabello dorado siguió pendiente del joven durante gran parte de su día, aun esperando recibir una respuesta del muchacho albino que se había adueñado de su baño personal...
...
Era de esperarse que no cambiará nada.
Seguía siendo muy insistente los días posteriores, hasta en un momento pensó en amenazar con tumbar la puerta.
Obviamente se echó para atrás al llenarse de preocupación, y por si en vez de arreglarlo lo arruinaba aún más; ya no era una opción.
Sabe que está en una situación complicada.
Por eso sus ánimos fueron decayendo con el paso del tiempo, siguió intentándolo, pero ahora desde una hora temprana y tocando sutilmente la puerta, le llamaba varias veces, pero no continuamente porque quería evitar ser muy pesada, aunque aun así terminó siéndolo.
Pero es la única manera que tenía para hablar con él. Sabe que está bien ya que escucha como se mueve constantemente. Sin embargo, le preocupa que no abra la puerta ni aun cuando necesita comer.
Surgen varios inconvenientes de eso.
Para que Bell coma, había pensado que necesitaba no estar ella presente para así éste tome confianza para salir a caminar por el cuarto y alimentarse. Siempre lo sería así mientras trataba de reforzar sus conocimientos para tratar heridas, y ocurrirá cuando sus recursos se le agotaran, y así como también la comida.
Había tomado la decisión de que antes de salir le avisaría, así él podría aprovechar para comer sin que ella esté presente. Ya cosas que el conejo huyendo se fueron de su mente, de por si no cree que Bell huya con medio mundo tras su cabeza.
Era una buena idea en un principio, pero... todos los días que ella vuelve.
Siempre encuentra la misma escena, el plato de comida intacto, y sin indicios de que hayan tomado un poco.
Ya le preocupaba bastante desde un inicio, pero sus sentimientos dolidos no le permitían actuar ya muy bien con qué más hacer.
Nuevamente frente a la puerta, Aiz se sentó, pero no tocó esta vez.
–... Bell. Sé que no quieres verme, pero necesitas comer, beber agua y usar unos medicamentos para tus heridas... Saldré un rato por más cosas.
Aiz dejó cerca del sofá y la mesa un plato de frutas frescas y varios vasos de agua, además de las pociones que menciono. Luego se acercó a la puerta del baño para avisarle, pero no recibió respuesta de este.
–... Por favor, no dejes de nuevo la comida y las pociones. Por lo menos toma agua de la que te deje.
Se retiró cabizbaja. Con su apariencia cansada salió de la habitación.
–...
Del lado del baño, Bell estaba acostado en el suelo, mirando a la nada.
La entrada del lugar estaba bloqueada por un mueble que estaba debajo del lavamanos, no pareció reaccionar hasta que su oído agudo escucho como una puerta se cerró. Fue ahí cuando volvió al mundo.
Se levantó lentamente del helado suelo del baño, que seguía muy limpio aun pasando los días. Aunque, Bell, cada vez estaba más sucio del cuerpo, su cara seguía con ojeras y arrugas. Sus labios estaban resecos y su cuerpo muy pálido, asemejando el color de piel con el de su cabello.
Todo seguía siendo igual, pero ahora solo era el silencio y escuchar la voz de ella...
No puede saberse con exactitud cómo está internamente, o cómo son sus pensamientos, su mirada vacía...
–... ¡A-Achu~!
Parecía que solo estaba conteniendo el querer estornudar. Sonó su nariz varias veces, además de que se sobo la nariz ya que sentía un leve ardor.
–Ne, ne, Aiz. Aun no entiendo ese nuevo cambio de apariencia.
–...
–Tiona...
Sabía que era mala idea.
En el comedor de la mansión, tres jóvenes estaban sentadas en una de las muchas bancas y mesas de la zona.
Las dos Amazonas estaban sentadas junto a Aiz, quien tenía en sus manos un plato de sopa que comía lentamente con una mirada de pocos amigos, aunque deprimente.
Tiona hizo el comentario ya que las pocas veces que ha visto a la <Princesa de la Espada> salir de su cuarto se ha dejado de arreglar como lo solía hacer. su cabello todo enmarañado y desordenado, le traía mucha curiosidad, pero también le era divertido.
Tione no pensaba igual. Hasta pareció estar algo molesta con su hermana y con ella misma al no detenerla.
–Es que solo necesitas mirarla. Su cabello solía estar sedoso, peinado y reluciente, pero ahora paso mis dedos por este y se me enredan los dedos.
–Si que eres bastante tonta. Hazme el favor de dejarla en paz.
–...
–Pero si ella ni se queja. Ha estado muy rara desde esos días, ni siquiera levanta la mirada cuando le hablo, se la pasa ignorándome, mira.
La joven Hiryute tocaba constantemente la mejilla de la chica rubia.
Quien debía enojarse no fue la correspondiente, pero si lo fue Tione, le palpitaba una vena en la frente mientras elevaba su puño, estaba por soltarse un golpe, pero Tiona siguió hablando hasta que se le salió lo peor.
–Hey, Aiz. No me digas que estás arrepentida con ese fugitivo del conejo traidor... A decir verdad, yo me siento arrepentida de llamarlo Argonauta, un verdadero héroe no haría las cosas que él hizo. Estoy ahora de acuerdo con tener ese casti...
*Crack*
La cuchara que sujetaba la espadachina se partió en dos, asustando a ambas Amazonas. La mirada aterrorizada de Tiona se vio cegada de miedo al ver como Aiz se levantaba del lugar y con sus dientes apretados la fulmino con una mirada asesina.
Tiona pareció chillar e hizo el gesto de que cerraba su despreocupada boca, pero pensó que ahora sí se había pasado. No obstante, cuando esperaba lo peor, culminó el asunto con Aiz yéndose del lugar muy molesta, dejando su comida.
–... Ay.
–¡Niña idiota, te dije que la dejaras en paz!
Al otro lado del lugar, la mayor Elfa de cabello jade miraba la escena de las Amazonas peleando mientras bebía de una taza con un poco de café. Cuando dejó la taza en un plato, suspiro decepcionada.
Hasta yo me sentiría así.
Se levantó con sus trastes y se fue hacia otro lado.
Unos minutos pasaron. Afortunadamente Aiz logró calmarse antes de estallar contra su compañera, tocó heridas de su corazón, pero si actúa más de esa manera podría sospechar de ella. Se encaminó hacia la biblioteca para relajar su ira adquiriendo conocimiento.
–...
Estaba leyendo un registro médico de los muchos que tenía enfrente suya, trataba de comprender el apartado de la Magia Sanativa. No es como que tuviera una, pero se había parado para entender cómo funcionan.
Con esto hubiera sanado a Bell en una semana.
–Raúl-san.
–¿...?
La voz de alguien interrumpió sus pensamientos.
–Raúl-san. Otra vez han desaparecido varias de nuestras pociones, y no tenemos un rastro que nos permita averiguar quién es.
–¿Enserio, otra vez? Ha~ Ya tengo suficientes problemas. Aki, ¿ahora qué hacemos?
–No queda de otra... Le diré al Capitán que lo mejor es que pongamos más guardias hasta que descubramos quien sea.
Escuchó la conversación de tres de sus compañeros del otro lado de la estantería. Lefiya, Anakitty y Raúl se habían enterado que desde hace unos días habían desaparecido varios recursos en sus suministros de emergencia.
Ya se lo comentaron a Finn, pero hasta ahora solo parecía una pequeña pérdida. Se volvió constante. Son problemas y más problemas. Sin embargo, a Aiz le alarmó ya que eso significa que tendrá que ser más cuidadosa, o tal vez gastar ella misma esos productos.
La espadachina cerró el libro, lo puso en su lugar y en silencio se marchó. Los Aventureros del otro lado siguieron discutiendo, por lo que no notaron su presencia.
Cosa que no sucedió con alguien de la cual Aiz no se percató que estaba cerca de ahí. Riveria la había seguido desde el comedor, y siempre estuvo mirándola con su mirada de sospechas.
–... Volverá a su cuarto.
Ella se fue hacia un escritorio donde elegantemente se sentó, apoyó sus codos en la mesa, muy pensativa se quedó que hasta comenzaba a incomodar a las personas que estaban por el lugar haciendo sus cosas. Pensaba que estaba molesta o estaba tomando el puesto de vigilante de la biblioteca.
Aiz.
Riveria está inquieta, el comportamiento de la espadachina le parece demasiado raro aunque actúa tan bien, o simplemente está entrando en paranoia. Lo último ocurrido es demasiada coincidencia.
Bell Cranel fue encarcelado después de que Aiz lo neutralizara, pasan días y el mismo día que Aiz vuelve, ahora es liberado de la nada por un enemigo desconocido. Las manchas de sangre, los suministros robados, la joven llevando muchas cosas a su habitación.
Se siente engañada, ¿o tal vez preocupada? No puede dejar de pensar en ella en ningún momento. Pero todo le parece decir que ocultan muchas verdades.
–¿¡Aiz-san!? ¡Agghhhk!
En un callejón oscuro, la voz asustada del muchacho joven terminó en un grito de dolor tormentoso. Bell salió volando contra un muro, estrellándose destructivamente con este. De su brazo brotaron chorros de sangre, en el suelo sintió como fue pateado.
–¡AGHK!
Una terrible patada en su estómago hizo que vomitara sangre, y que agonizara en el suelo del dolor insoportable. Aun lado de él, la joven espadachina con su arma en mano veía la escena, pero... algo no andaba bien.
Su mirada seria era tan aterrorizante, parecido a alguien sin vida. Emanaba oscuridad, y sus ojos miraban con ira al pobre conejo, masacrando sin misericordia, un instinto asesino.
Y Bell no lo entendía, hace unos momentos ella se detuvo repentinamente, pero así como fue, lo atacó como nunca lo había visto antes. Solo duró un segundo de pie y cuando se percató, tenía heridas por doquier.
Sus piernas no respondieron ya que una patada que le dio la joven le fracturó el tobillo y parte de su rodilla.
Ahora, ella sin ningún esfuerzo tomó del cabello blanco al joven, elevando lentamente mientras con su otra mano hacia un puño. Bell comenzó a llorar, cerró los ojos del miedo y gritó por su rescate.
¡A-Ayuda...!
*¡Crack!*
–...
La noche había llegado. Bell seguía recargado en la puerta del baño, pero para él las horas en las que había estado ahí pasaron en un parpadeo. El silencio vacío, y sus recuerdos desgarrantes, solo en este pequeño espacio.
–No dejo de pensar en eso... N-No lo entiendo.
Sobaba su mejilla lentamente, recordó cómo empezó eso... Estaban en esa plaza de la Calle Dédalo, y se habían detenido los dos en un momento crítico, pero de ahí todo se fue tan rápido.
Ese golpe, su mandíbula casi se salió de su lugar de no ser porque se protegió en el último momento, pero aún le cuesta abrir la boca. Cuando le gritó a la chica, le dolió más de lo esperaba, y ahora no puede dormir.
Más bien, aún no puede dormir, y no lo puede entender del todo.
Han pasado días, ya no recibe visitas diarias de personas extrañas que solo abusan de él por su gusto, agrediendo de todas las formas para su entretenimiento, estaba en este espacio pequeño, silencioso y aburrido, pero un poco... intranquilo.
–So-Solo pienso en ella...
~~~ ~~~ ~~~
Vine por ti...
Mentirosa.
Tu viniste para acabarme.
Y ahora quieres que te perdone...
¿Qué confié en ti?
Que absurdo.
Mi esperanza se fue cuando me dejaste, Aiz...
Desde que tu odio grande me traicionó.
¡N-No es así! ¡Estás equivocado!
¿Cómo voy a creerte...? Ya no necesito ayuda.
De por sí ya no la tendré ahora...
~~~ ~~~ ~~~
–...
No se va de mi cabeza.
Esos momentos con ella, rechazando su apoyo y confianza, en verdad parecía que la odia, pero ahora se siente... mal, y no lo comprende del todo. Lo pensaba y lo pensaba, recordando esos momentos cada vez más lento, analizando.
¿Puede que... realmente se viera arrepentida...?
–¿O por qué me siento tan mal?
Su mano bajó hasta su pecho vendado, sintiendo su corazón pulsante, sentía un alboroto inusual. ¿Dolor? ¿Tristeza? ¿Ansiedad? ¿O acaso él se siente arrepentido de hablarle así?
–... Aiz. Aiz-san.
Sus ojos bajaron, apenas se dio cuenta que había dejado de llamarla con ese respeto. En sí, muchas cosas han cambiado entre los dos. Imágenes de ellos antes de esto, sus entrenamientos y momentos juntos.
Inconscientemente lo hizo sonrojarse levemente, pero no se percató. Recordarlo era agradable, pero la actualidad ya no es la misma, es dolorosa, pero eso siempre está ahí.
Está más confundido ahora. Esa bonita amistad, ese anhelo deseado, ahora se vuelve rechazo, pero no siente que deba de ser así. La verdadera incógnita estará ahí presente con esa ambición de la chica, de la que estuvo enamorado... ahora arrepentida de lo que le hizo, ¿se siente igual?
Suena inusual, pero no imposible.
... ¡...!
Entonces recordó esa pesadilla, ese ser tenebroso, usando el cuerpo de Aiz para atormentarlo, ¿será un aviso de su corazón, o está entrando en la locura? De por sí, entiende que no está del todo bien de la cabeza, pero le generaba un sentimiento que no entendía.
–¿Realmente...?
Y entonces recordó varias cosas antes de que fuera enviado a esa prisión, lo había olvidado. Recuerda que antes, pensó que no fuese ella quien lo atacó, sino algo más. Suena muy loco, pero en parte siente que puede ser así.
¿Quieres ayudarme?
Demasiadas dudas y tan pocas respuestas. Un sentimiento de miedo y a la vez de interés por saber la verdad. Se da entender que esta noche tampoco podrá dormir.
En el otro lado. Unas horas pasaron hasta casi la madrugada, y la joven de cabello dorado había vuelto a su desordenado cuarto. Ella estaba cerca de la mesa, mientras cargaba en una de sus manos una bolsa y vestía una túnica, observando lo mismo de los días anteriores, el plato completamente lleno.
Cambió de dirección su mirada, dejó la bolsa de cartón en un sitio y se quitó sus botas y túnica, tirándolas sin decir nada. Luego se sentó en el sillón aun viendo los frutos, no hizo nada por un par de minutos, solo dejo que sus flequillos tapando su rostro.
Después, tomó una manzana y le dio una mordida, que mastico lentamente. Pasaron los segundos y solo se podía percibir pequeños sollozos que hacía mientras comía frutas, cenando con un llanto silencioso.
Esa noche, ella no dormirá por la tristeza.
///
–Si vas a venir conmigo, al menos arréglate un poco.
–...
Riveria se lo comentó a Aiz con un tono serio. La joven se vio intimida, pero su rostro deprimente solo provocó que la Elfa suspirara fastidiada. Fue algo inesperado para ella que la espadachina rubia viniera hacia ella.
Era muy temprano por la mañana, y habían tocado la puerta de su habitación. Encontró a la niña aún en pijama, y ella solo preguntó si podía pasar. Ahora estaban frente a frente, sentadas en unas sillas al lado de una pequeña mesa para beber té.
–...
–Y... ¿Qué es lo que necesitas? No me has dicho nada aún.
–... Ne-Necesito ayuda.
–¿Ayuda? ¿Aiz? Explícate, por favor.
La Elfa se mostró preocupaba aun manteniendo su rostro "molesto". Aiz entendía cómo era ella, desde que era una niña lo sabe. Es nostálgico, pero en verdad en este momento necesita su ayuda.
Fue complicado explicarlo sin decir nada de su secreto, pero con suerte priorizo en hablar de cómo se siente desde hace unos días. Consecuencias de lo que sucede con el fugitivo, pero que ahora se entera de su sentimiento triste, comienza a sentir un miedo.
–No me siento bien.
–Bueno, eso... ya lo había notado. Hace ya varios días. Tu estilo de vida es muy diferente al que recuerdo, no hay ningún solo día en el que te vea decaída, molesta y triste.
–... ¿Tienes una idea del por qué?
Ah... ¿Acaso quieres jugar conmigo?
Ella no es una adolescente como ella, ya tiene madurez de un adulto. Que inocente diría en un momento más calmado, pero puede entender que de por si tiene interés en algo ya más personal.
–Tengo una idea... Pero la verdad es que tengo algo con lo que sigo indecisa si preguntarte...
–... E-Estoy abierta a escucharte.
–... Es respecto a lo que ha sucedido en estas semanas.
–Si...
–Quiero escuchar de ti la verdad detrás de los últimos acontecimientos. Desde ese día de los monstruos hasta lo que pasó con el joven. Espero que seas sincera conmigo, Aiz.
Una mirada recta e intimidante. La joven espadachina no dejó fuera su expresión de sorprendida, pero sí la de su temor. Pocas personas son con las que suele ser totalmente sincera, Riveria ha sido una figura maternal en cierto modo, y hay veces que no puede ocultar su verdadero sentir.
No obstante, desconoce qué tanto es de confiar la Alta Elfa. No se siente nada segura de revelar que fue ella la protagonista de gran parte de los problemas de la <Familia>. Y menos conoce la opinión de ella con eso.
Aunque siendo ella recordó que es la más razonable...
Aiz dio un suspiro largo, sus puños se cerraron mientras agarraban con fuerza su falda.
–Y-Yo...n-no quería eso.
La voz quebradiza de la niña alarmó a la Elfa, quien no dudó en mostrar su preocupación. Luego de empezar, Aiz se desahogó su arrepentimiento ante Riveria. No revelo nada respecto a que ella tenía a Bell, pero si que no esperaba este final.
Ser sinceros es bueno, pero varía respecto a la persona con la que seas. Aiz se lo contraria todo, teniendo la esperanza de que sea ayudada por su madre Elfa, pero el miedo no se lo permite.
La mentira se mantiene... por ahora.
–Si que me veo mal... ¿Esto es mi cráneo?
El muchacho fugitivo estaba mirándose frente al espejo del lavamanos, apoyando su cuerpo con sus manos tomando los bordes, observando su estado deplorable, hasta comparándolo con un esqueleto humano aun con algo de piel.
Sus ojos carmesíes analizaron las heridas de sus pómulos y labios, se puso más cerca del espejo, veía las cortadas y moretones que tenía. Su rostro estaba mugroso y se sentía bastante decepcionado.
Pero antes de tocar su rostro, después de un largo tiempo, limpio sus manos completamente. Sin darse cuenta, se quedó mirando sus manos, y el agua cayendo sobre ellas.
Agua... Hace tiempo que no bebo algo.
Sorprende que tenga un metabolismo tan resistente, pero esto se considera extremo, así que tragó saliva pensando en darse esa oportunidad, pero...
–Ella dijo que me dejaría agua... No lo sé... ¿Hmm? ¿Está fría el agua, pero... duele? ¡Ay!
Olvido por completo que sus manos tenían quemaduras que solo habían sido vendadas, sintió un ardor tan doloroso de la corrosión, trato evitar quejarse en voz alta. Pasó un rato hasta que se le bajó.
–... M-Mierda... ¡...!
Se cubrió la boca, se le escapó la palabra. Se disculpó con su Diosa mientras estaba mirando a la nada, pensó que no es propio de él decir esas cosas, y seguramente hubiera recibido un sermón de parte de ella si lo escuchaba.
Inaudito de su parte reírse levemente.
–No es propio de mí, ¿eh~? La verdad es que... olvide ya como eran mis días, como era yo.
Quería forzar una sonrisa por tener nostalgia, pero la verdad es que, aunque se engañara no podría. El pasado, solo unos meses, como fue que todo cambio a esto... A este presente tan crudo.
Espero que ellos estén bien.
Recordó que en una de las visitas de Aiz, ella le mencionó el estado de su <Familia>. En parte eso le regresó la luz a sus ojos, pero no duró mucho su emoción porque aún no puede hacer nada.
–Ahora que lo pienso, yo no soy el único que cambio. Ella... Aiz.
~~~
Conmigo aun puedes...
~~~
–... Su voz. Era dulce...
Fue un golpe de felicidad, o más bien de timidez al decir esas palabras. Si alguien lo viera, diría que nunca se ha peleado con ella, solo es un chico que siente aprecio, sentimiento y amor por ella. En otras palabras, quedó embobado.
–Aiz... Aiz... Aiz...
Varias imágenes de Aiz pasaban por su mente, cada vez que estaba con ella...
Su imaginación solo le mostraba una cercanía que había decidido dejar cuando se sintió herido, pero ahora estaba fuera de control. Ella cambió mucho, y apenas se daba cuenta.
Ella solía ser de muy pocas palabras cuando la conoció. Pasando el tiempo con ella pareció abrirse más con el conejo, sin que lo consideran ambos se generó un cariño especial, pero ahora que estaban así... ha cambiado más de lo que esperaba, y él también.
La joven espadachina que conoció en esas murallas, tan callada, y muy... afectuosa cuando lo noqueaba. Él no sabría que decir respecto a ello, pero después de recordar su batalla, esa Aiz con la que ahora trata de ayudarlo, no se parecen en nada.
–...
Siente como si ella no fuese la que lo atacó...
Desde hace unos días salió esa cuestión, tenía pesadillas y recuerdos de lo que sucedió, pero no en un momento dejó abrir su mente a más posibilidades. No le negó en un principio, pero la realidad siempre tenía dudas de ese día.
Todo se centraba en porque ella lo había ayudado, o más bien, si lo había ayudado, ¿por qué lo dejó?
La Aiz de ahora, ella muestra una emoción que le resulta atractiva, tan atrayente. Su bella imagen, aunque la recuerde por como lucía su vestido con armadura, es una hermosa chica que le extendió su mano cuando lo salvó del Minotauro.
Esto es mi anhelo... ella es mi anhelo.
Pensó en lo inalcanzable, y ahora se muestra tan diferente con él, ¿se siente afortunado? Puede que sí... Aunque muy mal de su parte el cómo la ha tratado.
–Escuchar su voz ahora me es tan... relajante.
–¿Bell?
–¡EHHHHH!
La repentina aparición de la voz de Aiz del otro lado agarró al joven desprevenido, que por reacción retrocedió y casi se resbala por un tapete que estaba junto a la bañera.
–Bell... ¿E-Estás bien?
– Eh, eh, s-si...
Aiz quedó sorprendida de varias cosas, aunque la voz nerviosa y el grito que dio la dejaron algo aturdida.
–¿S-Seguro?
–S-Si, no es nada...
Bell tenía la cara roja, esto era el amor que sentía desde un principio con ella, lo había olvidado por completo, que tonto de su parte, y que desafortunado de su parte haber revivido ese sentimiento justo cuando estaba ella ahí.
–Am, pues es que hace tiempo que no me dices nada y cuando volví escuche murmullos del otro lado. ¿Tienes hambre o sed?
–... N-No tengo hambre, ni sed...
Le mintió, él está totalmente deshidratado y muriendo de hambre. Aiz no pareció verse convencida, y obvio que no, todos los días se ha encontrado con lo mismo. Puede que sea fuerte aguantando el hambre, pero no es para siempre...
–Hmm... Bell, no te dañes así, podrías enfermarte o, o...
–¡Te estoy diciendo la verdad, no tengo hambre o sed!
–...
Un silencio incómodo apareció. Aiz se levantó después de haberlo escuchado, Bell pareció estar más nervioso de lo habitual.
–... Vuelo en un rato.
Dejó de escuchar el ruido del otro lado de la puerta. Bell trago saliva nervioso, se sentó, como ya era común, recargado contra la entrada, se le veía un poco inquieto.
–Su voz, se escuchó un poco... molesta.
Se dio la vuelta y bajó la mirada apenado, rasco la parte trasera de su nuca. No esperaba esa reacción. Su corazón se apretó, se sintió mal de haber dicho esa mentira. Realmente quería comer y beber, pero su voluntad débil no le permite verla, o salir de aquí.
En las calles de la ciudad, un grupo de chicas caminaba sin ningún rumbo aparente. Las cuatro jóvenes bellezas reciben diferentes comentarios elogiantes, solo una de ella parecía inflarse de orgullo mientras que las demás mantienen su comportamiento.
–Debo decir que caminar mientras me halagan es una experiencia muy agradable.
–Lo único que hará es inflarte el ego, hermana. Sería mejor que madures.
–Tiona-san, recuerde que vamos por lo que nos encargó Gareth-san. No podemos distraernos.
–Últimamente es pura aguafiestas ustedes. ¡Vamos, sintámonos grandiosas mientras la gente nos aplaude!
Tione le echo la mirada de desaprobación, Lefiya solo miro hacia atrás. Aiz estaba con ellas, pero mantuvo su distancia, pero sabía que la mayoría de halagos y porras que les mandaban era para la <Princesa de la Espada>.
Ella estaba por hablarle, aun teniendo miedo de que se enoje debido a su actitud, pero Tiona interrumpió sus ideas repentinamente cuando la tomó de los hombros.
–¡Miren, entremos a esta de aquí!
–¡Oye! No es momento para ver... ropa. Esa está en descuento...
–Ehm, ¿Tione-san?
–¡Veamos cómo queda Lefiya con un bikini!
–¿¡EHHH!? ¡Ayuda, Aiz-san!
Ni la misma Tione se resistió en ver la ropa de Amazonas, además de ser ropa provocativa, a ambas hermanas les pareció buena idea usar a la tímida Elfa, Lefiya, como muñeca de pruebas.
Aiz ni siquiera las miro cuando sucedió, solo dirigió la mirada hacia otro lado. Entre la gente que pasaba, algunas mirándola sorprendidos, la joven espadachina se centró en un lugar.
Donde había un puesto activo de comida, ahora estaba abandonado en la calle. Varias personas estaban desarmando la humilde tienda. Ella recordaba a la perfección, y quien era la vendedora de papas fritas que estaba ahí todos los días, la Diosa de Bell.
Después de todo esta es la calle para llegar del calabozo a la <Mansión Crepúsculo>, siempre que volvía la veía. Algunas veces sentía una mirada de rabia de parte de ella, pero nunca entendía el porqué. Si sucediera ahora, lo entendería.
Bajo la mirada cuando el puesto ya había desaparecido.
–Oye. Escuche rumores de la fecha.
–¿...?
La voz de alguien cerca de un callejón llamó la atención de Aiz. Se ocultó sin dar mucha sospecha delante de la tienda, mientras sus compañeras seguían para ver que hallaban, mientras que ella escuchaba. De reojo observo dos Aventureros comiendo y conversando.
–¿En serio? Nah, no creo que ya haya salido esa información. El Gremio no es tan descuidado como para soltar algo así de importante.
–Te estoy diciendo que son rumores, pero no falta más de una semana para que liquiden a ese traidor. Me parecía muy extraño que no dieran nada respecto a eso desde hace un tiempo, pero ya con esto digo que no falta mucho.
–Hmph... Pues si es así te creeré. Ojalá así hicieran con todo los seres aberrantes de esta ciudad, deberían de ser ejecutados el mismo día que son condenados.
–Aberrantes dices, pero luego sale con barbaridades...
–Tch. Ese mocoso merece sufrir, me parecería muy bien que antes de morir lo hagan sufrir...
*Tack, tack*
"Escuche suficiente". No fue un pensamiento y tampoco salió de sus labios, su corazón la impulsó a defenderse. Aiz se mostró ante los dos Aventureros, que se vieron intimidados y confundidos.
–¿La <Princesa de la Espada? ¿Qué hace ella aquí?
–... Supongo que ella sabe respecto a eso.
La despreocupación del compañero hizo cavar la tumba de ambos. Aiz no está establemente bien, y escuchar esos comentarios ya no es que le causan tristeza, estaba llena de ira.
...
–¿¡Ahora que hiciste!?
–¡Y-Yo na-nada!
–¡No me mientas, Tiona! ¡¿Qué tipo de comentario absurdo dijiste ahora para que Aiz desapareciera?!
–¡Que no dije nada, sorda!
–¡H-Hey, chicas, eh...! ¡Cálmense, por favor!
Lefiya estaba temblando de miedo viendo como ambas hermanas Amazonas parecían listas para darse un duelo en media calle, toda la atención de los Aventureros y ciudadanos de Orario en la avenida vieron la escena.
Lejos de ahí, Aiz observaba desde la cima de un edificio la comisión que se había generado. Al final esos dos fueron brutalmente apaleados por ella... y escapó cobardemente antes de que se diera cuenta alguien.
Unos segundos miró y luego se sentó, cubrió su rostro con sus piernas haciéndose una bola. De primeras no quería venir, y escuchar los comentarios de la gente... solo empeoraron su autoestima. Nadie en esta ciudad la puede ayudar.
–Bell... Ayúdame.
Nuevamente la noche.
Las cosas volvieron a ser como ya era común, las chicas regresaron luego de haber montado su show en la calle y ser castigada por la ley. Por otro lado, Aiz regresó mucho antes a la mansión, haciendo lo que ya era una rutina.
–...
Estaba frente de la entrada de la habitación, con su bolsa en mano.
*Track*
Se abrió y de ella entró la joven mirando al suelo. Camino hasta la recamara, se quitó sus botas y las aventó como de costumbre. Mientras deambulaba con la mirada perdida por su cuarto, sus recuerdos de lo último que pasó se le pasaron por la mente.
Solo han sido caída tras caída, pensamientos pesimistas y escuchar las mismas mierdas cada día. Apenas hablar con Riveria le quitó esa esponja absorbedora de mala vibra, ahora solo era atravesada.
Ahora solo existía lo único que le permitía tener cordura... Siguió hasta que repentinamente se detuvo en el mismo lugar. Su rostro dio un bajón completo, la bolsa que sujetaba sus manos cayó al suelo, y varias cosas se rompieron.
*¡Clanks!*
///
¿Qué fue eso?
Bell se despertó alterado, miró hacia los lados cuando escuchó como algo se rompió. Como todo seguía igual dentro, pensó que venía del otro lado. Se recargó en la puerta y puso su oído cerca de esta.
–¿A-Aiz?
Había bastante ruido afuera que se preocupó de lo que podría estar pasando, pero todo se detuvo cuando la llamó. Escucho como se acercaba, pero cuando pensaba que diría algo, solo sintió como algo toco la puerta.
Después, se oyó una voz quebrada acompañada de un llanto.
–Ya no sé qué puedo hacer para ayudarte...
–¡...!
–¡Estoy haciendo todo lo posible para que sigas con vida! ¡¡Estoy gastando mi vida en querer salvarte! ¡En corregir mi error!
–¿A-Aiz?
–¡Hago todo lo posible! ¡Intento aprender a usar la medicina para sanarte, para curar las heridas que te hice! ¡Me arriesgo a traerte todo lo que necesitas para que sigas viviendo, robándole a espaldas de mi <Familia>, solo para que sigas viviendo!
Nunca antes la había escuchado gritar con una voz destrozada, escuchar todo el sentimiento que le ha generado no tener avances con él golpeó fuertemente el corazón del joven.
Se sentía como si le pegaran, pero luego lo trataran de sanar. Pensó que le estaba echando culpa, pero la verdad es que Aiz lo hacía para ambos, más para sí misma.
–¡Fui nublada por la ira y los celos! ¡Y no me perdono!
Del otro lado el joven se sorprendió, de tantos motivos que existían, nunca pensó en esa posibilidad... No sabría decir cómo se sentía, Aiz estuvo celosa de él... Podría entender que se refería a las veces que estuvo con chicas a su alrededor.
En parte es así, pero Aiz no iba del todo con ese motivo. Pese a eso, Bell recibió de nuevo el golpe verbal como si fuera un real. Aiz no podía aceptar la realidad, del miedo existe esa gran amenaza.
–¡No puedo aceptar ya nunca ver tus ojos, de escuchar tu voz, de acariciar tu lindo cabello, de estar contigo cuando te acuestas en mi regazo! ¡No te quiero perder! ¡No quiero verte morir!
Estaba cansada de escucharlo, que le recuerden lo que hizo, sin que tomen en cuenta sus sentimientos, sus pensamientos de eso, lo que ha vivido con él no se perdió ese día, no todo.
Casi nadie parece comprender que lo que siente, el que se haga para atrás de todo no es porque lo quiera así, es porque entendió que este mundo hizo que no pueda confiar en todos.
–¡No quiero que te alejes de mí!
Pero niega la posibilidad con Bell. Es... de lo poco que le queda.
–...
–...
El albino y la rubia se ruborizaron, sus palabras se pueden tomar con múltiples sentidos, pero no pueden engañar sus corazones. Lo que pensó Bell que podía ser inalcanzable, ahora ya no le parecía tanto, solo que está más cerca de lo que había pensado. Solo lo separa una barra de madera.
–Pero ya no sé qué puedo hacer... Estoy desesperada de no poder ayudarte, de no poder disculparme con todo mi ser frente a ti.
–Aiz...
Su voz se apagó, al igual que su corazón lo hacía lentamente. Cuando los deseos se infectan de la negatividad es difícil poderse recuperar, y Aiz aunque intentó pedir ayuda, ya solo podía depender de ellos dos. Y aun así no lo ha conseguido.
–Aiz.
–¿...?
–... Respóndeme, por favor.
–Dime.
No puede resistir escucharla así, pero sus dudas no se acabarán hasta que la responsable sea quien las responda. Ella quiere algo de él, o hace esto por un motivo que desconoce.
–¿P-Por qué quieres salvarme, Aiz...? ¿Por qué esa ambición?
–... Bell. ¿¡No es obvio!? T-Tú mismo lo dijiste, ¡que te arruine! ¡¡Y quiero enmendar mis acciones, sea como sea!! ¡No puedo vivir con la culpa, no puedo vivir sabiendo que me odias!
...
–... Odiarte... ¿Odiarte?
–¿...?
Alguna vez pensó en eso, pero la verdad es que, aunque lo intentara, no podría. Su corazón desde que nació sigue siendo respetable, pero hay gente que, si no puede perdonar, es porque tampoco han querido dar una explicación.
–Pero te cuestioné ese día, te decliné varias veces la posibilidad... y aun así sigues insistiendo. Yo te traté de mentirosa, hasta hice de todo para hacerte a un lado. Y ahora me doy cuenta que yo soy un idiota... Tu eres la que realmente me debería de odiar por eso, aunque digas que nunca podrías...
Esa era su conclusión, tanto daño que le han hecho y él también le ha hecho no merece el perdón. Mucho fue un ataque de ira, como asimismo le sucedió a ella... Cometieron sus equivocaciones, ninguna espera de una disculpa, pero si la oportunidad.
–Y no quiero llegar a eso... Quiero que me des la oportunidad... de corregir mis errores.
Que confíes en mí.
Aiz no lo soportó más, y finalmente expulsó su dolor con lágrimas. Todos sus sentimientos comprimidos, todo lo que decía era lo que realmente pensaba, lo que quería, su verdad.
¡Quiero ser tu esperanza!
...
...
La puerta se abrió por completo. Aiz se quedó inmóvil, aun llorando profundamente, pero sus sollozos fueron interrumpidos cuando sintió cómo algo se apoyaba en su hombro, abrió los ojos dorados cristalinos, viendo una escena que nunca se olvidaría.
Sorprendida y confundida, pero podía decir como delante suya, Bell con la cabeza baja, descansaba cerca de ella, en la misma posición, arrodillado y lamentado. Él había salido, y ahora estaba más cerca que nunca de ella, lo que pensó que nunca pasaría.
–¿B-Bell?
–Perdóname, perdóname... ¡Lo siento, lo siento!
Hundió más sus ojos lagrimeantes, y aunque no lo podía ver, sabía que estaba rojo, pero del mismo arrepentimiento. Hasta el final, una verdad salió a la luz; nadie puede engañarse.
–Y-Yo... lo siento.
Aiz lo miro, pero al cabo de unos segundos lo abrazo cuidadosamente. El pequeño conejo necesitaba de su ayuda, y eso es lo que siempre quiso hacer. Bell correspondió sin dudarlo.
–Soy un idiota, un completo idiota.
–¡No! ¡No lo eres, no lo eres!
Sujetó las mejillas del joven, haciendo que la viera a los ojos. Bell lloraba sin parar, no se perdonaba haber dañado a Aiz hasta este punto, pero lo que no sabe es que quien no acepta es Aiz. Bell no tiene la culpa para ella.
–Yo... arruine tus sueños, los de tu <Familia>, los de tus amigos... Soy la responsable de dejarte así, de acabar... con tus deseos. No merezco el perdón, nadie se lo daría a alguien que hizo lo mismo que yo...
–...
–... Solo trato ahora de hacer lo posible por corregirlo, y para eso necesitaba un poco de confianza. Pero ahora que lo veo, tampoco lo merezco...
Bajo su mirada, hasta ocultar su rostro en el pecho del joven, quebró de nuevo en llanto. Bell seguía sollozo, pero al escuchar sus palabras quedó más entristecido. No obstante, entendía lo que quería decirle, y tenía una clara respuesta.
–Aiz...
La voz del joven hizo que la nombrada elevará su mirada hasta hacer contacto visual. "Tan cerca de ti", dijeron en sus pensamientos.
Al paso de un tiempo, todo parecía estar igual... No obstante, sus miradas se encontraron más cerca, centímetros de diferencia. Ambos apreciaban todo del otro en un silencio muy lejos de lo incómodo. Voluntariamente cerraron sus ojos.
–Bell...
–Aiz...
Un roce tan cercano con una coordinación tan sencilla, pero confortable, con un sentimiento tan cálido de un movimiento. Dos corazones abriéndose mutuamente, impulsados por una verdad.
Unidos por fin, sus labios fueron a decir su verdad... No es tarde ni temprano, solo es pasión compartida en el momento deseado.
Quiero hacer que... confíes en mí.
Comenta qué te pareció el capítulo.
Si te gustó te agradezco por si es así y por si también decides darle estrellita. Los próximos capítulos los estoy haciendo con calma...
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Estadística final: (15,243 palabras)
–Hola gente, sé que me he tardado bastante en subir el siguiente capítulo, pero como verán fue un poco más largo de los anteriores. Respecto a unas cosas me encontraba como Riveria, indecisa respecto a algunas partes del capítulo.
Considero que se ve muy apresurado el final, pero siento que se volvió repetitivo la mayor parte de este. Aun así, tenía que hacer algo, sino nunca sale a la luz xD.
Atte: ShinkuNoNeko
Siguiente Capítulo:
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Capítulo 4 - La Pasión de la Cercanía...
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