─── ⚘ tres.
—¿En qué momento decidí declararme? —los nervios la estaban matando, el arrepentimiento también. MiYeon y YuQi la ignoraron mientras seguían arreglándola— ¿Y si le digo que me enfermé? necesito prepararme mentalmente antes de decirle.
—Te conozco, chica, si no lo haces ahora no lo harás nunca —evidenció YuQi—. Vamos, esto podría funcionar y así conseguirás a quien ponerle el anillo y tener mini sirvientes.
—YuQi...¿te estás refiriendo a bebés? —interrogó SooJin con el entrecejo fruncido.
—Eh, así es —dijo con una mueca de obviedad—, quiero hijos para que me sean útiles en algo.
—Uh, MiYeon, no tengas hijos con ella, por favor. —le susurró a la castaña.
—Hey, Seo, puedo oírte. —los ojos de la pelinaranja se clavaron en su amiga como cuchillos ardiendo en llamas.
—Esa era la intención. —dijo, logrando robarle una suave risa a Cho y un poco del mal humor de YuQi.
Luego de algunas innecesarias horas -esto según SooJin- de polvorear su rostro con maquillaje y escoger con sumo esmero la prenda que usaría para el "gran día", aunque de gran día no tenía nada, al menos para Seo, quien estaba hecha un manojo de nervios, con su positivismo arrastrándose por el suelo y a medio morir. Si la china pudiera leer sus pensamientos, ya le habría regañado como una madre estricta.
La de pelo azul se observó en el objeto reflejante que reposaba en la esquina de la habitación, las chicas habían rizado su cabello y habían ocultado su flequillo con un par de hebillas que combinaban a la perfección con su pelo azulado, su rostro mantenía un maquillaje más cargado que lijero, sus párpados estaban coloreados de un celeste chillón, una delgada línea negra decorando el contorno de sus ojos, sus carnosos labios destellando en un intenso rojo, resaltando estos e invitando a otros labios a besarlos. Luego, observó el vestido -evidentemente azul- que se abrazaba a su cuerpo con esfuerzo, presumiendo las femeninas curvas, era sencillo, pero no significaba que era feo, a veces había más belleza en lo simple.
—Eres una diosa, Seo SooJin —halagó MiYeon—, hoy es tu día, ve y conquista a Nicha Minnie.
—Tú puedes, SooJin-ah, se lo más valiente que puedas ser, lanza esas palabras y espera por lo mejor. —alentó YuQi, asomándose por el hombro de su mayor y viéndola a través del espejo.
—Está bien, yo puedo, sé que puedo —sonrío para sí misma, sintiéndose segura—. Hoy voy a declararme a Nicha Minnie y no hay nada que pueda detenerme.
Oh. Dios. ¿Qué carajos le había pasado a Minnie? una vez había llegado al pequeño parque, se sentó en una banca a esperar a su amiga, y una vez llegó... lo hizo con moretones adornandole el rostro. No sabía lo que había pasado con ella, pero estaba extremadamente preocupada por su estado.
—¡Cielos, Minnie! ¿Qué te pasó? —preguntó al punto de asemejarse a una madre preocupada.
—Lamento este aspecto tan horrible, creí que podía meterme en una pelea física. —se disculpó y enrolló sus brazos al cuello de la menor.
—Tu aspecto es lo que menos importa ahora, ¿por qué te metiste en una pelea? —atrapó su cintura para sujetarla en caso de que cayera.
—En la calle habían unas chicas atacando a un pobre chico y... quise defenderlo, como podrás notar no salió muy bien. Esto pasa cuando te crees capaz de algo y en realidad es todo lo contrario. —río sin gracia
—Minnie, eres demasiado buena, y a veces eso es algo malo —le dijo—. Digo, es bonito que quieras ayudar, pero la gente se aprovecha de eso cuando eres muy inocente o, en tu caso, te metes en problemas como estos cuando quieres defender a la gente.
—Bueno, tienes razón esta vez, quizá soy demasiado buena —admitió—. Lo siento por arruinar nuestra salida siendo imprudente, Jinnie.
—No te disculpes, ahora debemos curar tus heridas, ¿sabes de algún hospital por aquí cerca?
—No, mejor llévame a mi casa, ahí hay un kit de primeros auxilios.
—Si así lo quieres, pues vamos.
Honestamente, la casa de Minnie no quedaba tan lejos del parque, así podrían ir caminando con tranquilidad antes de que la rubia se sintiera peor o por alguna razón se desmayase.
—Oh, eso duele demasiado, ¿cuándo terminarás? —se quejó del algodón con alcohol rozándole las heridas.
—Ahora debes resistir, fuiste tú quien se metió en una pelea así. —regaño la de cabellera azul.
—No volverá a pasar, lo prometo.
—Pues espero que sea cierto, no quiero que te lastimes de esta forma de nuevo.
—Aw, que tierna eres preocupándote por mí. —sonrió por un breve segundo antes de chillar por el ardor en sus heridas abiertas.
—Ya está, ¿tienes banditas? —cuestionó.
—Sí, están en mi habitación, voy a traerlas. —intentó ponerse de pie, pero la menor no se lo permitió.
—No, iré yo, tú quédate aquí.
Se levantó del sofá y se condujo hacia la habitación de su amiga para buscar las banditas, no le costó mucho, pues al entrar de inmediato divisó un paquete que contenían las mismas. Entre sus manos lo sostuvo y sacó algunos, lució sus dientes cuando encontró un tierno diseño en las bandas de Minnie, eran de un suave rosa y con unos lindos osos de contorno blanco.
Devolvió sus pasos hasta la sala donde Nicha se hallaba, sonriéndole con dulzura.
—Que bonitas son tus banditas.
—Oh, sí —sonrió apenada.
SooJin prosiguió a colocar las bandas en el rostro de la rubia, intentando ser lo más cuidadosa posible.
—Eso es todo, te quedan muy bien.
—Gracias —hubo un breve silencio antes de que la mayor pronunciara algunas palabras—. Jinnie, recordé algo, me dijiste que debías decirme algo importante hoy, ¿qué es? puedes contarlo.
¿Por qué tuvo que recordarlo? oh, ya se había arrepentido de nuevo. En un momento sintió las palabras de Yuqi abofetearla, insistiendo en que debía soltarse con Nicha, compartir sus sentimientos. Bueno, tal vez si debía hacerlo porque si regresaba sin resultado alguno si se ganaría una bofetada por parte de la china.
—Sí, cierto...
¿Cómo empezaba? era más complicado de lo que creyó, ¿y si sólo soltaba el "me gustas" y escapaba? Bueno, no, ella no era así.
—Puedes decirlo, vamos. —dijo al notar ciertos nervios en la contraria.
—Minnie, la verdad es que... le agradezco a YuQi por haberme arrastrado hasta ustedes, porque si no, no te hubiera conocido y hoy no serías alguien tan especial en mi vida, me agradas mucho, te quiero —bien, la tailandesa se sentía tan conmovida por sus palabras—. Gracias por haberme ofrecido tu amistad, lo aprecio mucho, pasarla contigo fue muy agradable, pero... —honestamente, Minnie le temía a los "pero"— yo no quiero ser tu amiga, ya no —lo que presentía. El rostro de Nicha hizo un cambio drástico respecto a sus emociones.
—¿Cómo que ya no quieres ser mi amiga? ¿hice algo mal?
—No, nada de eso.
—¿Entonces?
—Yo quiero ser algo más que tu amiga. —soltó sin más, esperando cualquier reacción de su parte, estaba lista hasta para ver a Satán salir de sus joyas.
Minnie tenía sentimientos encontrados, su silencio sólo notificaba que se situaba en sus pensamientos, procesando todo lo dicho con anterioridad.
Los siguientes segundos que transcurrieron fueron como eternidades para SooJin, quien ansiaba una respuesta lo mas antes posible, fuera cual fuera.
—Entonces eso quiere decir que...
—Me gustas. —interrumpió, completando la frase.
La mayor guardó silencio otra vez, torturando a la contraria sin saberlo. Minnie no la observaba directamente a los ojos, sólo mantenía su mirada gacha mientras su trabajo de pensar seguía en pie.
—Nini —llamó, capturando la atención de la rubia—, di algo, tu silencio es desesperante.
—Yo... —pausó sus palabras, esforzándose por decir lo que quería— amm, no esperaba q-que dijeras esto, me tomó por sorpresa, así que tan sólo... sí. —terminó por decir con torpeza.
—¿Sí? ¿sientes lo mismo? —la ajena afirmó— Yo pensé que dirías todo lo contrario, pero es un gusto ser correspondida.
—Digo lo mismo —sonrió—. Y ahora, ¿qué procede? —interrogó, cosas así no le habían sucedido antes y no sabía qué hacer.
—Quizá... ¿besarnos? creo que es una buena opción.
No necesitó respuesta de la tailandesa, puesto que ella misma se acercó con parsimonia para adherir sus labios a los ajenos, fue un contacto breve, sin movimiento, aun así fue lindo para ambas. Luego de eso SooJin se lanzó al cuerpo de la rubia a envolverla entre sus brazos, sonriendo como si fuera una colegiala enamorada. El amor se sentía bien.
F I N
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