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Capítulo 9

—Y... ¿En qué curso estás? —preguntó Félix cuando se sentaron en los bancos cerca del jardín, cada uno llevaba un vaso desechable de jugo en sus manos.

—Uhm, tercero F —contestó con timidez—. ¿Y tú?

Félix estaba en segundo A, Changbin lo sabía a la perfección, pero debía fingir que no sabía nada.

—Estoy en segundo A —respondió aquello que ya estaba en los conocimientos de Changbin—. ¿Están muy difíciles las clases del último año?

—Pues depende de cada persona, para mí no lo están. Si comprendes bien los temas del segundo año no se te será difícil el último.

—Ya veo... Pero siento que será difícil para mí, principalmente las materias de coreano e historia, como estudié gran parte de mi vida en Australia se me hacen difícil comprender esas materias —mencionó, soltando un suspiro.

—Te puedo ayudar con esas materias y en todas en las que necesites —sugirió—. Siempre saco 10 en coreano e historia, puedo serte de ayuda y eso... Claro si quieres y te pa-parece bien...

—Me parece estupendo —dijo Félix, sonriendo—. Gracias, Changbin.

—No es nada.

—¿Cuándo podríamos iniciar?

—Cuando quieras.

—¿Te parece a partir de la próxima semana, después del día deportivo? Podría ir a tu casa o tú venir a la mía.

—¿A tu... a tu casa?

—Sí, a mi casa.

¿Ir a la casa de su crush? Dios mío, Changbin jamás imaginó que tendría esa oportunidad.

—¿No quieres? Bueno, entonces podría ir a tu casa y...

—¡Sí quiero! —expresó, elevando un poco su voz, carraspeando cuando se dio cuenta de lo impulsivo que fue—. Digo, está bien para mí, no tengo problema, puede ser en tu casa y luego en la mía.

Félix sólo sonrió, enternecido por lo tierno que se veía Changbin cuando estaba nervioso.

—Entonces dame tu número para escribirte —pidió Félix, sacando su celular del bolsillo de su chaqueta para dárselo a Changbin.

—Oh, sí...

Changbin tomó el celular y empezó a agendar su contacto, luego se lo regresó a Félix y continuaron hablando de otros temas, como las materias, el día deportivo que se acercaba y algunas cosas sobre ellos. Su amena plática finalizó cuando el timbre sonó, ambos se despidieron sin muchas ganas de hacerlo y regresaron a sus salones.

Las siguientes horas de clases transcurrieron con Changbin fantaseando con Félix y prestando 0 atención a lo que decían sus profesores.

Pensando en la bonita conversación que tuvo con Félix y que él tenía su número. El sólo pensar que Félix le escribiría, le causaba mucha emoción.

Félix le escribiría porque tenía su número.

Su número...

Changbin despertó de esa nube de fantasía al darse cuenta de algo. ¿Habría escrito bien su número? No estaba seguro de si se equivocó, estaba tan nervioso y emocionado que no se fijó.

—Qué tonto eres, Changbin —musitó, golpeando su cabeza contra el escritorio sin darse cuenta que aquello llamaría la atención de sus compañeros.

—¿Qué sucede, joven Seo? —preguntó la maestra. Changbin levantó su cabeza para observarla—. ¿Acaso le molesta la clase?

—No... No, no, maestra, yo sólo estaba...

—Póngase de pie y venga acá al frente, va a ser el primero en leer su ensayo.

Joder, quería que lo partiera un rayo.

—¿Qué sucede contigo? —preguntó Chan a su lado, ambos saliendo de la última clase de ese día—. Estuviste toda la clase distraído.

—Siento que hice la mayor estupidez de mi vida y todo porque los nervios me ganaron.

—Ay, tú siempre haces estupideces, no creo que sea para tanto —expresó, pero se ganó una fulminante mirada de su amigo—. Bueno, ¿qué fue lo que hiciste?

—Creo que le di mal mi número al chico que me gusta y ahora no recibiré ningún mensaje suyo. ¡Soy un estúpido!

—Al fin te das cuenta —murmuró, desviando su mirada.

—¡Chan, no me estás ayudando! —le reprochó.

—Lo siento, pero no entiendo por qué te atormentas tanto con eso cuando simplemente puedes acercarte a pedirle su número o decirle que se lo diste mal.

—No es tan sencillo cómo suena, realmente ese chico me pone tonto de los pies a la cabeza.

—En serio no entiendo por qué tanto problema por eso.

—¡Eres un insensible y eso porque no te has enamorado!

—Qué horrible es estar enamorado, por suerte yo no caigo en esas bobadas.

—Por ahora puedes decir eso, pero ya veremos más adelante cuando caigas inevitablemente antes los encantos de alguien, estarás sufriendo por amor, lleno de celos o actuando como un completo idiota.

—Jaja, lo dudo —dijo, riéndose cortamente.

—Ahora te ríes y dices que no, pero te vas a acordar de mí cuando eso suceda.

—Cómo sea —soltó con un bufido—. Mira, ahí está tu crush —avisó cuando visualizó a ese lindo castaño.

Changbin giró su cabeza hacia donde le señalaba Chan, pero su mirada se enfocó en Félix, quien estaba caminando junto a Jeongin con lentitud hacia la enorme puerta.

—Mejor aprovecha ahora para darle bien tu número, luego se va y no lo verás hasta el lunes.

—Sí, tienes razón, vamos.

—¿Vamos? ¿A qué te refieres con...?

No terminó de decir porque Changbin lo tomó del brazo y lo jaló hacia la dirección de Félix.

—¡Félix! —lo llamó cuando estuvo a una corta distancia. Félix se detuvo al escuchar su nombre, sonriendo suavemente.

—Hola, Changbin.

—Hola —contestó con su boba sonrisa—. Oh, hola —saludó a Jeongin que se encontraba a lado de Félix.

—Hola —devolvió el saludo con timidez, puesto que podía sentir una intensa mirada sobre él, pero no tenía el valor de voltearse a ver.

—¿Me ibas a decir algo? —indagó Félix.

—Oh, sí, sí.

—Okey, ven acá.

Félix tomó el brazo de Changbin para alejarse un poco, dejando a Jeongin y Chan a solas.

—Ahora sí, dime.

—Es que... Creo que te di mal mi número y como en ese momento no llevaba conmigo el celular no podía comprobarlo —explicó, sacando su celular—. ¿Me darías tu número?

—Claro que sí —dijo con una sonrisa, también sacando su celular para intercambiar números.

Mientras tanto, Jeongin abrazaba uno de sus brazos con su mano, nervioso porque Chan se situó cerca suyo y podía olfatear su perfume.

—Uhm... —musitó Chan, luego carraspeando para captar la atención de Jeongin, quien lo giró a ver—. Creo que esto es tuyo, lo encontré cerca de los casilleros —dijo, extendiéndole un bolígrafo decorado con stickers.

—Eso no es mío.

—¿Ah? ¿En serio no lo es?

—Sí, no lo es. Generalmente mis cosas suelen ser de Hello Kitty, pandas, pingüinos, pero no tengo nada de koalas.

Así que te gustan de esos.

—Oh, ya veo... en serio creí que era tuyo, como tienes de este tipo de bolígrafos.

Luego un corto y tenso silencio los rodeó, Jeongin pensando de qué tanto hablarían Félix con Changbin para que se tardaran demasiado.

—¿Podrías quedártelo? —murmuró Chan, volviendo a cortar el silencio entre ellos.

—¿Qué cosa?

—El bolígrafo, puedes quedártelo.

—Pero no es mío...

—Lo sé, pero no creo poder encontrar al dueño y la única persona que conozco que le gusta este tipo de bolígrafos, eres tú. Al fin tendrías algo de koalas. ¿Lo aceptas?

Jeongin hizo contacto visual con Chan, manteniendo la mirada por varios segundos, por primera vez, puesto que, apenas chocaba mirada con Chan, siempre giraba su cabeza debido a los nervios.

—Está bien —contestó, tomando el bolígrafo y rozando su piel con la de Chan, aquello lo puso más nervioso, por lo que ya no pudo sostener su mirada.

—Ya nos vamos —avisó Félix cuando regresó junto a ellos—. Nos vemos el lunes.

—Sí, cuídate —respondió Changbin sin dejar de sonreír.

Félix rodeó el brazo de Jeongin y lo arrastró hacia la salida del colegio.

—Creí que te gustaba Jeongin —musitó Chan cuando las siluetas de ambos jóvenes ya se habían perdido de su campo visual.

—¿Jeongin? ¿De dónde sacaste eso? —preguntó, algo confundido—. Jeongin es lindo, pero ante mis ojos Félix lo es aún más, a mí siempre me ha gustado él.

—Es bueno saberlo...

Y Chan no entendía por qué de repente sintió un gran alivio al saber que a su amigo no le gustaba aquel castaño de bonitos ojos.

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