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Capítulo 7

Pasaron ya varios días y Jeongin continuaban llevándole a Chan aquellas bolsas coloridas con comida preparada por él. Aún recordaba la primera vez que encontró que Chan se había comido lo que preparó, fue un día lleno de felicidad para él.

Estaba llegando a la terraza con poca esperanza, pues encontró la bolsa en el mismo lugar de siempre, con una expresión desilusionada se agachó para dejar la nueva bolsa y tomar la del día anterior, sin embargo, no esperó encontrar una nota.

Llevaba tiempo resistiéndome para no comer el contenido de estas tarrinas, porque no sé quién eres y tampoco sé qué es lo que quieres de mí, pero el olor era muy fuerte y ya no pude contenerme por más tiempo. Mi mamá siempre solía decir que cuando el olor de una comida es fuerte y te llega aunque estés algo lejos, es porque la comida es deliciosa y vale la pena probarla. Mi mamá no se equivocó, cocinas muy rico, I.N.

Gracias por la comida, la disfruté mucho.

Atentamente, Chan.

Una inmensa sonrisa se mostró en el rostro de Jeongin, aquella que marcaba esos bonitos huequitos en sus mejillas. Sacó la nueva bolsa de su pequeña mochila y con cuidado la dejó en el suelo, ocupando el lugar de la bolsa de ayer. Guardó la bolsa vieja para desecharla después y bajó las escaleras con brincos, como si fuera un inocente niño. De esa manera volvió con Félix, dando saltos y sin dejar de sonreír, cuando visualizó a su amigo fue de inmediato a abrazarlo con fuerza, riendo como si fuera un loquito.

Pero no iba a mentir que estaba loquito por Chan.

—¿Y a ti que te sucede? —preguntó Félix.

—Chan se comió lo que preparé —contó Jeongin en el oído de Félix, pues sólo él debía saberlo.

Félix dio el grito de su vida, llamando la atención de los demás en el salón, pero eso no era relevante en ese momento, pues lo más importante era celebrar y compartir la felicidad que sentía Jeongin por eso.

—¿Por qué sonríes como idiota?

Jeongin escuchó una voz a su costado, la cual lo sacó de sus pensamientos. Giró su rostro para encontrarse con el entrecejo fruncido de Minho, su primo.

Ese fin de semana fue a visitar a sus tíos y a su primo, puesto que llevaba un corto tiempo sin verlos. Se quedaría a dormir y aprovecharía a jugar videojuegos con Minho, sin duda su primo favorito.

—Uhm, nada, sólo recordé algo bonito.

—¿Y qué era?

Jeongin lo miró seriamente.

—Eres bien chismoso.

—Pues sí, no te lo voy a negar. Vamos, In, cuéntale el chisme a tu primo favorito, ¿sí?

Minho hizo el intento de una cara tierna, aunque a Jeongin le causó risa, las expresiones de Minho siempre eran tan únicas y divertidas.

—Sólo recordé al chico que me gusta, ¿okey? No creo que quieras conocer más detalles.

—La verdad sí quiero conocer más detalles —dijo, alzando sus cejas con una sonrisa pícara.

—¡Minho!

—Bromis, bromis —soltó con una risa—. Pero puedes contarme, sabes que conmigo hay extrema confianza.

—Luego te cuento los detalles, ¿sí?

—Te haré acuerdo, después te haces el loquito y no me cuentas nada.

Minho lo apuntó con un dedo, manteniendo su peculiar sonrisa, pero luego esa sonrisa se desvaneció para dejar ver una expresión más seria.

—Hablando serio, si ese chico te lastima, tú sólo dime que lo hago papilla.

—No creo que sea necesario, puedo manejarlo.

—Está bien, pero si necesitas la ayuda de mis puños, están disponibles, ¿okey?

—Okey, okey —soltó Jeongin, negando con su cabeza y una pequeña sonrisa.

—Aquí tienen, mis niños —dijo la madre de Minho, dejando dos platos con comida frente a ellos—. No te puse el gordito de maní, porque sé que eres alérgico a él.

—Está bien, tía, gracias.

—No es nada, disfruten. Ahorita voy por el jugo.

—Qué triste que seas alérgico al maní, de lo que te pierdes —dijo Minho, llevándose una cucharada de arroz mezclado con el gordito de maní a su boca.

Jeongin sonrió y se concentró en comer. No sabía a qué sabía el maní, si era dulce, agrio, amargo o salado, no lo sabía porque jamás lo había probado y eso debía a que era alérgico a él.

Alérgico...

Automáticamente pensó en Chan, siempre lo tenía presente en sus pensamientos y ahora no era una excepción.

¿Chan sería alérgico a algo, así como él era alérgico al maní? Jeongin se empezó a cuestionar y una nueva incertidumbre abundó su interior.

Chan subía las escaleras a pasos lentos, abrió la puerta de la terraza y una suave sonrisa se dibujó en sus labios cuando volvió a ver aquella bolsa colorida, situaba en el mismo lugar que ya se había vuelto una costumbre. Chan se acercó hasta ella y con cuidado tomó la nota entre sus manos.

"Cuando te veo, es aire del bueno,
colores de fiesta, sonidos de trueno.
Cuando te veo, es cielo, infierno,
es magia dorada, es todo lo extremo.

Cuando me ves, entierras mi piel,
me vuelvo miel, el amor ya no es cruel.
Poco tengo pa' ofrecer.
Poco tengo pa' ofrecer."

- Cami, 'Esta canción'

Me gusta mucho esa canción, es una de las tantas canciones que describen lo que siento por ti cuando te veo o te tengo cerca. 

Aún sigo recordando la emoción que sentí cuando vi que te habías comido todo lo que preparé, ese día me hiciste muy feliz, Chan, muchas gracias. 

¿Sabes? Estos días he estado pensando sobre las cosas que te gustan y las que no, te he oído hablar con tu mejor amigo sobre algunas de las cosas que te gustan, pero no sé lo que te disgusta o a lo que quizás seas alérgico. Me preocupa preparar algo que te haga daño, por eso dejo un papel en blanco para que escribas las cosas que no te gustaría comer para nada. 

Con cariño, I.N.

Chan leyó la nota y aquellas palabras llenaron de calidez a su alma.

«Se preocupa por mí». Fue el pensamiento que surgió en la cabeza de Chan y que inevitablemente agrandó más su sonrisa. Sacó el lápiz que solía guardar en el bolsillo de su saco y empezó a escribir los alimentos que le disgustaban y aquellos que eran sus favoritos.

Seguía sin terminar de entender por qué había continuado leyendo esas notas anónimas y aceptando esos almuerzos. A veces se preguntaba por cuánto tiempo más I.N continuaría mostrándose anónimamente.

Quería conocerlo... sin quererlo nació un inmenso deseo de saber la identidad de aquella persona que dejaba tan bonitas notas y tan deliciosas comidas. Su plan para descubrirlo ya estaba en marcha y Changbin lo iba a ayudar.

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