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Capítulo 31

Félix caminaba a toda prisa hacia su salón de clases, aún quedaban algunos minutos antes de que acabara el receso.

—¡Jeongin! —vociferó Félix, entrando a su salón.

Jeongin se encontraba sentado en su pupitre, revisando un rato su libro de matemáticas. Elevó su cabeza al escuchar su nombre, y se encontró con Félix, quien se mostraba algo agitado, mientras se acercaba a él.

—¿Qué ocurre? —preguntó con curiosidad.

—Es sobre Chan y Sumin.

—Félix, no me interesa saber nada de...

—¡Esto es importante! —lo interrumpió el chico de pecas—. Tienes que escucharme, ¿sí?

Jeongin lo meditó un momento, al final terminó por aceptar escuchar lo que quería contarle su mejor amigo.

—Sumin encontró tu nota —dijo Félix sin ataduras.

—¿Mi nota? —preguntó Jeongin en un susurro—. ¿Hablas de la última nota que le escribí a Chan?

Félix asintió con su cabeza.

—Sí, esa nota misma nota. La encontró Sumin, no sé cómo, pero ella la tiene y se aprovechó para ocupar tu lugar. Se hizo pasar por ti.

—Querrás decir que se hizo pasar por I.N.

—¡Da igual, Jeongin, al final de todo sigues siendo tú! —expresó Félix, elevando un poco su tono de voz—. No importa si te llamas I.N o Jeongin, eres tú el que escribiste esas notas y te levantabas temprano a prepararle los almuerzos a Chan. Y no me parece nada justo que esa víbora este usurpando tu lugar.

—Ya no me importa, Lix —dijo sin ánimos.—. No me importa si Sumin se está haciendo pasar por mí y tampoco me importa si Chan está con ella.

Mentía, pues en el fondo sí que le importaba que Chan estuviera en compañía de Sumin, pero no quería admitirlo. Sentía que sería más doloroso si lo aceptaba.

—Pero, ¿qué dices, Jeongin? Eso no es justo. Invertiste mucho de tu tiempo y de tus energías, no me parece bien que ella se esté llevando todos los resultados de eso.

—Quiero dejar ese asunto atrás, Lix, ya renuncié a Chan, quiero superarlo. Así que, no me importa si Sumin se hace pasar por I.N.

—Pero, ¡está engañando a Chan! ¡Tú deberías estar caminado al lado de él, no Sumin!

—Félix...

—No voy a dejar que esa descarada se aproveche de todos tus...

—¡Félix! —vociferó Jeongin, ya algo agotado de esa situación—. No harás nada y yo tampoco, dejaremos que ella siga con esa farsa.

—Pero...

—La mentira tiene patas cortas, Lix, tarde o temprano Chan se dará cuenta de que Sumin no es I.N. Recuerda que no es fácil engañar a alguien, porque la verdad siempre sale a luz.

—Lo sé, pero...

—Dejemos la cosas así, ¿sí? —pidió en voz baja, su tono de voz se escuchaba muy desgastado—. Yo ya no quiero saber nada de Chan, por favor, Lix...

Félix dudó en sí era buena idea lo que decía Jeongin, pero recordó una vez más que eso era decisión de Jeongin, no de él, no de nadie más. Por lo que, a regañadientes, terminó aceptando. Asintió con su cabeza, no muy convencido por dentro.

—Gracias —musitó Jeongin, poniéndose de pie—. Iré al baño antes de que se acabe el receso, ya regreso.

—Okey.

Félix observó los movimientos de Jeongin, hasta que ya no pudo verlo más.

Si Jeongin creería que Félix se quedaría de brazos cruzados sin hacer nada, estaba muy equivocado. Félix no iba a permitir de ningún modo que Sumin se llevara lo que le correspondía a Jeongin.

No, por supuesto que no lo permitiría. Iba a desenmascarar a Sumin.

—¿Y qué tal todo con Sumin? —preguntó Changbin.

Ambos se encontraban en el salón de clases, decidieron quedarse a conversar. O más bien Chan no quería encontrarse con Sumin.

Habían pasado dos días desde que Chan conoció la verdadera identidad de I.N y le incomodaba la presencia de la chica, pues nada había sido como Chan lo había imaginado.

—No he hablado con ella.

—No quieres pasar tiempo con ella, ¿cierto?

Chan asintió lentamente.

—Me incomoda de algún modo —respondió con honestidad—. ¿Sabes? Siempre pensé que I.N sería un chico.

—¿Por qué?

—No lo sé, la forma en la que se expresaba en las notas, siempre me dio la impresión de que se trataba de un chico, no de una chica. Por eso me sorprendió tanto cuando Sumin dijo que era I.N.

—Mmmm... —musitó Changbin, pensativo—. Sinceramente... yo también pensé que era un chico, incluso creí que sería Jeongin.

Ante la mención de ese nombre, el corazón de Chan empezó a latir mucho más rápido.

—Sí, yo también lo creía —susurró, tan bajito que Changbin no fue capaz de escucharlo.

—¿Has notado algo más que se te haga extraño?

—Pues el día que recibí la última nota, todo era diferente.

—¿Cómo? ¿En qué sentido?

—La funda, los envases, la hoja e incluso la letra. Todo era diferente a lo habitual —contestó Chan—. Llámame loco, pero en la escritura no sentí que fuera I.N, lo sentí como si fuera otra persona. Una que yo desconocía.

Changbin se mantuvo en silencio, procesando las palabras de Chan.

—Entonces, ¿estás tratando de decir que Sumin no es I.N?

—Es mi sospecha, no sé si sea cierto...

—No te equivocas —escucharon la voz de alguien más. Inmediatamente dirigieron su mirada hacia la entrada del salón, encontrándose con Félix.

—Félix...

—¿Por qué lo dices? —preguntó Chan.

Félix se acercó hacia el par de amigos.

—Sumin no es I.N.

—¿Cómo sabes sobre I.N?

—Yo se lo dije, lo siento, yo... —musitó, Changbin.

—Eso ya no tiene importancia en este momento —interrumpió Félix—. Lo importante ahora es desenmascarar a Sumin, porque ella no es I.N.

—¿Y tú cómo estás tan seguro de eso? —cuestionó Chan, mirando fijamente a Félix—. ¿Acaso conoces quién es I.N?

Félix se puso nervioso, pero se esforzó en no demostrarlo.

—No, no lo conozco —mintió—. Pero te puedo asegurar que Sumin no es I.N.

—¿Y cómo lo puedes asegurar?

—Sumin está en mi curso y sé perfectamente que ella no sabe cocinar. Siempre saca calificaciones bajas en la clase de cocina. Es tan fresa que odia que se le rompa una uña cocinando.

—Okey, sigue —pidió Chan.

—Tampoco es buena en literatura, no es capaz de escribir un solo poema ni sabe expresar en palabras sus sentimientos, seguramente cometería muchas faltas ortográficas. Y según lo que me contó Changbin, I.N tiene una ortografía impecable, ¿o no?

—Sí, estás en lo cierto. Jamás encontré una palabra mal escrita ni una coma mal ubicaba.

—¿Cómo eran las notas de I.N en un principio? ¿Cortas o descriptivas?

—Siempre han sido detalladas, pero la última fue distinta.

—¿Ves? Que Sumin sea I.N es muy extraño, nada coincide, lo cual nos dice que ella está mintiendo.

—Pero ella...

—Dile que te deje leer la carta que ella te escribió cuando se te confesó y comprueba la redacción.

Es cierto, Chan no había pensado en eso.

—Ya vuelvo —anunció, colocándose de pie y saliendo del salón en busca de Sumin.

No fue difícil hallarla, pues se encontraba en la cafetería junto a sus amigas.

—Sumin —llamó en voz baja.

La muchacha se giró y al verlo sonrió enormemente.

—¿Sí? —dijo con su voz aguda.

Para nada el gusto de Chan.

—¿Podemos hablar?

—Claro, dime.

—En otro lugar.

—Oh, sí, está bien.

Ambos salieron de la cafetería, siendo observados por todos. Sumin se sentía como la chica más afortunada porque tenía la atención de Chan. Eso era lo que muchas querían, pero solo ella lo había conseguido.

Cuando salieron y se alejaron lo suficiente, Chan se giró hacia la chica.

—¿Te acuerdas de la carta de confesión que me escribiste hace un tiempo?

Sumin pestañeó, un poco confundida por esa pregunta.

—Uhm, sí, me acuerdo.

—¿Todavía la tienes?

—Sí, está en mi mochila.

—¿Me la darías? Es que antes te rechacé sin saber que eras I.N, ahora me gustaría tenerla conmigo —mintió, pero era la única forma de convencerla.

—Ah, eso. Sí, está bien. No tengo problema, déjame ir a mi salón.

—Te acompaño.

Sumin asintió, caminando hacia el salón de segundo A, con Chan a su lado.

Cuando llegaron, Sumin fue directo hacia su puesto, mientras Chan enfocó su atención en el asiento de Jeongin, fue algo automático que no pudo controlar.

Sumin empezó a buscar la carta entre sus cosas, en eso se cae un papel doblado, ella no se dio cuenta, pero Chan sí. Por lo que, tapó el papel con uno de sus pies.

—¡Aquí está! —dijo la chica con una sonrisa cuando encontró la carta—. No es lo mejor que he escrito, pero ten, espero que te guste.

Chan tomó la carta entre sus manos, pero sin querer la dejó caer.

—Descuida, yo la agarro —habló, agachándose para recoger el sobre y de una vez agarrar el papelito doblado debajo de su pie.

Sumin estaba tan ida por Chan que no se dio cuenta de nada.

—Bueno, nos vemos más tarde —avisó Chan, caminando hacia el frente, en dirección hacia la puerta—. Regresaré a mi salón, luego se me hace tarde.

—Ah, sí, está bien. Nos vemos.

Chan salió de ese salón y caminó hacia el suyo a pasos apresurados. Cuando Chan llegó a su salón, el timbre sonó, anunciando el retorno de las clases. Guardó la carta y el papel en el bolsillo de su uniforme, posteriormente se sentó en su respectivo puesto.

A la salida comprobaría si realmente Sumin era I.N.

Pero no iba a mentir que se sentía demasiado impaciente para comprobarlo de una vez, sintió que cada minuto tardaba una eternidad en transcurrir.

Cuando finalmente acabó la última clase, guardó sus útiles con rapidez y salió del salón. Detrás suyo lo seguía Changbin, quien también se moría de curiosidad por preguntarle a Chan.

Ambos caminaron hacia la parte trasera del colegio, en donde se encontraron con Félix.

—¿Y Jeongin? —fue lo primero que dijo Chan al estar frente a Félix—. ¿Por qué no está contigo?

Aquello lo desconcertó a Félix, ¿Chan estaba preguntando por Jeongin? Eso no era nada habitual.

—No nos vamos juntos a la salida, porque me voy con Changbin —respondió Félix—. Él se fue con Hyunjin.

Molestia. Eso fue lo que sintió Chan.

¿Por qué Jeongin estaba todo el tiempo con ese sujeto desagradable? Chan lo detestaba.

—¿Sumin te dio la carta? —preguntó Changbin, causando que Chan lo mirara, dándole su atención.

—Sí, aquí está —sacó el sobre color blanco. Félix lo tomó, abriéndolo de inmediato.

—"Me gustas, quiero seas mi novio. ¿Quieres salir conmigo?" —leyó Félix en voz alta.

—¿Solo eso? —preguntó Chan con su ceño fruncido.

—Sí, solo está escrito esto —contestó Félix, dándole la hoja a Chan, quien la tomó y lo comprobó.

Se sentía decepcionado. I.N jamás le había escrito nada tan corto y sin sentimiento.

—¿Así suele escribir I.N? —preguntó esta vez Changbin.

—No, así no suele escribir I.N.

—Entonces Sumin no es I.N, aquí tienes la prueba. Ahora tienes que confrontarla y que ella te diga la verdad.

—No creo que eso sea tan fácil, Lix, Sumin podría negarlo todo y buscar alguna excusa. Necesitamos otro tipo de prueba.

Chan se metió la mano en el bolsillo, recordando el papel doblado que se le cayó a Sumin. Cuando lo vio caer se le hizo muy familiar, por eso no dudó en llevárselo. Lo desdobló y de inmediato reconoció no solo típica hoja que I.N usaba para sus notas, sino también su letra.

La verdadera letra de I.N.

Empezó a leer con su corazón palpitando a gran velocidad. Con cada palabra que leía sentía cómo su corazón se desesperaba, pero no emoción, sino de dolor.

I.N se estaba despidiendo.

Sintió unas enormes ganas de llorar, pero se contuvo, no iba a hacerlo frente a los demás.

—Sumin no es I.N —dijo Chan finalmente—. Aquí está la prueba de que Sumin me mintió.

La pareja observó el papel que Chan tenía en la mano.

Félix identificó de inmediato la letra de su amigo, intentado ocultar su sorpresa, él sospechaba de Sumin, pero no estaba cien por ciento seguro de que ella tenía la última nota que escribió Jeongin. No mentiría que una parte de él se sentía satisfecho, porque la mentira de Sumin caería, Jeongin tenía razón, la mentira tiene patas cortas y la verdad siempre saldrá a la luz. 

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