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Capítulo 3

Para los siguientes días, Jeongin intentó que todo transcurriera con normalidad, sin embargo, sabía que eso ya no sería posible.

Se encontraba a Chan en ciertas zonas de la escuela y él le saludaba con un asentamiento de cabeza o murmurando un «hola», pero no pasaba de un simple saludo. Jeongin se acostumbró a eso, aunque aún le dolía haber sido rechazado.

—Creo que tienes oportunidad con Chan —comentó Félix, metiéndose una patata frita a la boca.

Ambos se encontraban sentados en el césped del jardín, refugiándose debajo del árbol de ese día soleado.

—Me rechazó, Lix, como a las demás personas. Dudo que tenga alguna oportunidad con él.

—Sí, te rechazó, pero ten en cuenta que jamás se había llevado la carta de alguien y Chan tomó la tuya —le recordó—. Además, estos días te ha saludado, es decir que te reconoce, porque al parecer se olvidó de todas las personas que se le confesaron, pero aún se acuerda de tu cara. Eso ya es un avance, así que tienes oportunidad con él.

Aquello era cierto. Chan era popular por su belleza, pero por lo que era más famoso en el colegio era por siempre rechazar las confesiones de amor. Chan jamás había aceptado una carta de confesión, llevaba más de 100 y todas fueran rechazadas, incluyendo la de Jeongin.

Entonces, si Chan se había llevado su carta, aquello significaba que estaba aceptando los sentimientos confesados, aunque de manera inconsciente.

Jeongin no había pensado en eso.

—¿Y qué hago entonces? Me da miedo acercarme y hablarle.

—Puedes acercarte a él de forma anónima hasta que ya no tengas miedo.

—¿Cómo enviarles notitas y esas cosas clichés?

—Sí, puede ser —respondió, pensativo—. Si no recuerdo mal, una vez me dijiste que Chan siempre pasaba en la terraza en los descansos y no solía comer.

—No estás mal, así es —dijo asintiendo—. En los recesos se va a la terraza y se queda allí, la mayoría de las veces sin almorzar y en muy pocas ocasiones come chucherías.

—Ya veo —dijo, masticando la patata en su boca, luego la tragó—. Tú cocinas super rico, podrías prepararle el almuerzo y dejárselo en la terraza con una nota de manera anónima.

—Pero estoy seguro de que no se lo comerá —habló, desanimado—. Y sabes muy bien que no me gusta que la comida se desperdicie.

—Ay, Jeongin, lo sé, pero igual inténtalo.

—Pero... ¿Y si no funciona? —musitó Jeongin con duda—. ¿En serio crees que funcione?

—Funcionará —dijo Félix con seguridad en su voz—. Y si no, pues al menos se intentó. Ten confianza, Jeongin.

—De acuerdo, lo voy a intentar.

Félix chilló de emoción, abrazando a Jeongin con fuerzas.

—Lix, me ahogas.

—Sorry, no puedo evitarlo —dijo soltando una risita al final.

A Félix le encantaban los abrazos, algo muy particular de él era que amaba el contacto físico. Mientras que Jeongin era lo contrario, no le gustaba que lo tocaran demasiado, aunque había ciertos momentos de excepciones como lo era Félix.

—Está bien.

—Bien, volviendo al tema —habló Félix—. Mañana empiezas, ¿okey?

—¿Mañana? ¿No es muy pronto?

—Vamos, Innie, no hay que perder más tiempo, alguien más se te puede adelantar. Recuerda que no eres al único que le gusta Chan.

—Es cierto —susurró Jeongin con miedo.

La inseguridad volvió a invadir el interior de Jeongin, recordó la existencia de esa enorme fila de admiradores que tenía Chan y que la mayoría eran muy bonitos, no como él que le faltaba mucho para serlo.

—Bueno, mañana empiezo.

—Ánimo que sí consigues conquistar el corazón de Chan —dijo con entusiasmo—. Por cierto, si te sobra algo, me traes un poquito del almuerzo que prepares.

—Ay, Lix... ¿Seguro que lo sugeriste para ayudarme con Chan o es que querías que te trajera comida?

—Fue por ambas, mitad y mitad —dijo sonriendo.

Jeongin negó lentamente con su cabeza, aún manteniendo su sonrisa.

Luego ambos continuaron comiendo las patatas fritas y conversando de otro tema trivial hasta que se acabara el descanso.

Mañana empezaría a preparar el almuerzo y dejarle notas a Chan, a ver qué sucedía después. Jeongin lo intentaría, todavía confiando en ese 1% de posibilidad que tenía.

No obstante, en lo que Jeongin no pensó fue en el destino de la carta luego de haber sido entregada. Porque Chan se la pudo llevar, sí, es cierto, pero Jeongin no sabía qué hizo Chan con la carta luego de llevársela.

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