Capítulo 26
Pocos entendían su pasión por la pintura. Hyunjin amaba pintar, y su madre lo sabía, por eso nunca se lo prohibió, sin embargo, su padre... Él era otro asunto.
A Hwang Inyeop nunca le gustó que su hijo estuviera cubierto de pintura y que desperdiciara su tiempo con un pincel y un cartón blanco, en vez de hacer algo productivo como aprender algún idioma.
Su padre quería que estudiara administración para que pudiera manejar la empresa Hwang, pero Hyunjin no quería eso para su futuro. Se sentía frustrado, más le prometió a su madre que no pelearía más con su padre. Quizás su mamá tenía algún plan para que él pudiera ser feliz con lo que deseaba.
Su madre siempre lo conseguía.
Era fin de semana y necesitaba comprar unas cosas para sus cuadros, hace poco se le acabó algunas pinturas, además de que quería cambiar los pinceles que ya tenía desgastados. Es por ello que se encaminó hacia el supermercado de artesanías. Allí encontraba de todo.
El lugar no estaba muy lleno, lo cual Hyunjin lo agradecía, si bien era alguien muy extrovertido, había días en los que no le gustaba estar en lugares llenos de personas.
Iba caminando por uno de los pasillos cuando notó que un chico se estaba estirando para alcanzar algo, pero no lo conseguía debido a que no era tan alto. Entonces decidió acercarse y tomar lo que el muchacho intentaba agarrar. Esa acción causó sorpresa, puesto que el chico volteó para ver quién había estirado su mano.
Y Hyunjin no supo si fue buena idea.
Vio a un chico de cabello castaño oscuro, con ojos de color negro y labios rosados y bien cuidados. Parecía un adorable cachorrito.
—Uh... —musitó el chico con nerviosismo.
Hyunjin carraspeó antes de hablar.
—Ten —le extendió la caja, la vio antes de dársela, notando que se trataba de un rollo de cámara.
—Gracias...
—¿Sacas fotografías?
—¿Eh? ¿Cómo sabes?
—Oh, lo digo por eso —señaló la caja.
—Ah, sí... Sí, me gusta tomar fotos.
—Qué bueno. ¿Y sobre qué sueles tomar?
—Todo lo que sea bonito para mis ojos —respondió con una sonrisa y con un brillo en sus ojos.
A Hyunjin le pareció muy bonito.
—¿Me dejarías ver alguna de tus fotos? —preguntó con demasiada confianza, algo muy característico de él. Hyunjin era alguien muy extrovertido, no sentía vergüenza cuando se trataba de socializar con las personas. Pero a veces esa extrema confianza podría incomodar a los demás, sobre todo, si se trataba de alguien tímido. Aunque eso Hyunjin aún no lo sabía.
—Ah, es que nadie jamás ha visto las fotos que saco, son muy...
—¿Personales? —completó Hyunjin, interrumpiendo al otro.
—Sí, son muy personales.
—Comprendo, me pasa algo similar con mis pinturas. Forman parte de mí y por eso no se las muestro a cualquiera.
El chico asintió simplemente, bajando su mirada y pensando en cómo podría escapar de esa situación. El muchacho frente suyo se veía muy atractivo, como de esos chicos ficticios escritos por mujeres en los libros. Eso lo ponía nervioso.
—A propósito, soy Hwang Hyunjin —se presentó, extendiendo una mano—, puedes decirme Hyunjin o llamarme por cualquier apodo lindo que se te ocurra —le guiñó el ojo, causando que el contrario sintiera sus mejillas ruborizarse.
—Oh, yo... Yo soy Kim Seungmin —aceptó su mano
—Qué lindo nombre, combina a la perfección con tu rostro —el contacto de sus pieles lo puso nervioso, por eso no duró mucho—. ¿Siempre vienes a comprar aquí?
—Sí, sólo cuando se me acaban estos —dijo, mostrando la caja—. Bueno, yo me tengo que ir.
—¿Tan rápido? ¿Acaso te incomodé?
—No, no, para nada. Pero tengo que regresar temprano. Nos vemos —habló Seungmin, yéndose hacia la caja registradora para pagar.
Hyunjin se quedó observando sus movimientos, no podía quitar sus ojos de encima. Luego Seungmin salió del lugar y tuvo que regresar su atención hacia sus compras.
—¿Y qué era eso que querías contarme? —preguntó Jeongin, sentándose en el césped junto a Félix. Hace unos minutos acababa de dejarle el almuerzo y una nota Chan, como siempre; nadie lo notó.
—Esto sucedió el sábado, no te lo conté porque estábamos muy preocupados por tu pérdida y eso... En fin, adivina quién ya tiene novio, no, mejor adivina quién es el novio de Seo Changbin.
Jeongin abrió sus ojos y una sonrisa se formó en sus labios.
—¿De verdad? —indagó, a lo que Félix asintió sin dejar de sonreír—. Oh por Dios, eso es una estupenda noticia, me alegro mucho. Debes estar muy feliz.
—No te imaginas cuánto, es que Changbin es tan hermoso, amable, inteligente y caballeroso, y...
—Lo entendí —expresó Jeongin, riendo suavemente.
Continuaron hablando mientras comían su almuerzo.
Por otro lado, Chan se encontraba en la terraza, leyendo la nueva nota que le dejó I.N.
"La vida es una colección de recuerdos,
pero nada como tú recuerdo tan bien.
Desde la redondez que tienen tus labios,
el olor de tu pelo,
el color de tu piel".
- Shakira, 'En tus pupilas'.
Hola, Chan. ¿Qué tal todo?
¿Sabes? A mí me gusta mucho el olor de tu colonia, no sé qué tiene exactamente, pero me parece muy adictiva. No te imaginas cuánto me gustaría abrazarte y esconder mi cabeza en tu cuello y disfrutar de ese aroma. Es muy masculino y agradable.
Ay, no, parezco un pervertido, ¿verdad?
Lo siento mucho, de verdad, te prometo que mis intenciones no son impuras ni perversas. Te quiero honestamente que a veces siento que escribirlo en papel no es suficiente.
Creo que estoy poniéndome bobo y escribiendo tonterías.
Ojalá te guste el almuerzo de hoy, te preparé unas galletas de postre, que las disfrutes. <3
Con cariño, I.N.
Chan sonrió sin evitarlo, para nada pensaba que I.N era un pervertido. De hecho, siempre se lo imaginó como alguien muy adorable, quizás tendría unos ojitos chiquititos y unos hoyuelitos en sus mejillas.
Tomó el almuerzo y empezó a comerlo, estaba delicioso. I.N siempre cocinaba exquisito y Chan se estaba volviendo adicto a su sazón.
Cuando terminó de comer revisó el empaque de las galletas, se quedó confundido, sintiendo algo así como un déjà vu. Según él, ya había tenido la sensación de tener en sus manos esas galletas, pero no recordaba si había sido en sus sueños.
No le tomó importancia, recogió todo y se dirigió hacia su salón, dentro de poco acabaría el receso y tendría que volver a las clases.
Al llegar a su salón se encontró con Changbin revisando un libro. Aquello le extrañó.
—¿No ibas a estar con Félix? —preguntó, sentándose a su lado.
Hace un día Changbin le dio la noticia de que estaba saliendo con Félix, el amor de toda su vida. Estaba muy contento por su mejor amigo, por fin pudo conquistar a su crush. Y si Changbin estaba feliz, él también lo era.
—Ah, eso, pues no. Él iba a pasar con Jeongin, nos pusimos de acuerdo para no estar todo el día juntos. Él tendrá su espacio para pasar con Jeongin o para estar solo, y yo el mío. Creemos que no es bueno estar todo el tiempo juntos, por eso nos veremos a la salida.
—Ya veo.
—¿Qué tal las galletas de Jeongin? —preguntó, señalando con la mirada el empaque que tenía en la mano.
—Ah, estas. No son de Jeongin, las hizo I.N.
Changbin frunció su ceño.
—Se parecen mucho a las que te dio Jeongin, incluso diría que el empaque es el mismo.
—¿Tú crees? —dijo Chan con duda.
Inmediatamente buscó el empaque que le dio Jeongin en el mañana, se dio cuenta de que tenían el mismo diseño. Abrió el empaque y sacó la última galleta que le quedaba, notando que estaban forradas de la misma forma, ambas tenían un lazo de color rojo.
—Son el mismo empaque...
—¿Y el sabor?
—No lo sé, las que me dio Jeongin eran de chocolate, mientras que las de I.N son de vainilla. No sabría decirte.
—Mmm, pero es sospechoso. De todas formas, yo ya te había dicho que mi mayor sospechoso era Jeongin, así que quién sabe si él...
Sus palabras quedaron en el aire, ya que Chan salió corriendo del salón.
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