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Capítulo 21

¿No les ha pasado que están en los momentos menos indicados, presenciando algo que no deberían? Como presenciar un asesinato, sabiendo que luego corres el riesgo de que el asesino te persiga a ti por haber sido testigo.

Bueno, algo parecido le sucedió a Jeongin, pero no al extremo de temer por su vida.

Iba caminando hacia la sala de profesores para entregar unos documentos que el profesor de Química le pidió. Como la mayoría se encontraban en clases, los pasillos estaban algo desolados, por eso le extrañó cuando escuchó unas voces de personas discutiendo.

Debería marcharse y evitar escuchar, porque está mal escuchar conversaciones ajenas, ¿no es así?

Pero Jeongin, como cualquier otra persona, tiene alma de chismoso.

Se quedó parado detrás de una pared que le permitía escuchar todo con mayor claridad.

—¡Te dije que no lo hicieras enojar, sabes muy bien cómo se pone cuando se enoja! —vociferó la voz de una mujer—. Y a mí me está costando seguirle mintiendo para que tú puedas hacer lo que te gusta.

A Jeongin le costó unos segundos darse cuenta de que se trataba de la directora.

—Lo sé, lo sé —dijo la voz de un chico, la cual Jeongin no supo identificar—, pero yo ya le dije que no quiero hacer lo que él quiera, ¡es mi vida, mamá!

¿Mamá?

Jeongin abrió su boca, la cual fue cubierta por su mano unos cortos segundos después.

Hace un tiempo se corría el rumor de que el hijo de la directora estudiaba en el instituto, Jeongin no entendía cómo inició, cómo se enteraron o quién lo difundió, pero no había sido confirmado, puesto que nadie lo conocía ni tenía idea de quién podría ser, ni siquiera los profesores. Muchos cuchicheaban acerca de las razones del porqué no se mostraba al hijo de la directora, entre esos rumores estaban que era muy feo y la directora estaba avergonzada. Otros decían que el hijo había pertenecido a una pandilla y no querían revelar esa información porque dañarían la reputación del instituto. También se escuchaba que era un infiltrado, un espía de la directora para contarle todo lo que hacían los estudiantes.

Rumores algo ridículos, ¿no? Pero a veces hasta lo más random termina siendo cierto.

—Yo solo quiero pintar por el resto de mi vida, no quiero estar metido en una oficina consumiéndome hasta morir —volvió a escuchar al chico, esta vez con un tono de voz lastimero.

Jeongin se asomó un poquito para ver la discusión, esperando que ninguno de los dos se sintiera observados.

—Lo sé, cariño, pero tienes que entender que es tu deber, quieras o no, tendrás que manejar la empresa de tu padre.

—Pero yo no...

—Y seguirás pintando todo lo que quieras —lo interrumpió la directora—. Podrás seguir haciéndolo como lo haces ahora, ¿o acaso yo te lo he prohibido todo este tiempo?

—No...

—Bien, pues seguirás haciéndolo, yo me aseguraré de eso, te lo prometo. Pero por ahora no hagas enojar a tu padre y hazme caso, ¿entendido?

—Sí, mamá...

—Bueno, yo regresaré a mis labores, tú ve a clases —dijo la directora, acariciando la mejilla de su hijo para luego depositar un beso de despedida—. Nos vemos en casa.

—Hasta luego.

La directora se marchó, Jeongin agradeció que se fuera por el lado contrario, porque si no, sería descubierto y probablemente estaría metido en un enorme problema.

Estaba muy metido en su cabeza que no se dio cuenta de un par de ojos mirándolo hasta que guio su atención a ellos. Así notó como el hijo de la directora se encontraba observándolo.

Jeongin se asustó, por lo que, intentó esconderse. No obstante, fue imposible hacerlo.

—¿Qué hacías escuchando conversaciones ajenas, ratoncillo?

En otra situación Jeongin se hubiera enojado por ese apodo, pero en ese preciso momento se sentía muy avergonzado, incluso tenía miedo. ¿Y si el rumor de que pertenecía a una pandilla era cierto y ahora que había descubierto su secreto se desharía de él?

—¡Por favor, no me hagas nada malo, prometo no decir nada! —se apresuró a decir, sintiendo mucho miedo y esperando lo peor.

Pero lo único que recibió fue una fuerte carcajada.

Jeongin levantó la mirada, aún con un poco de miedo, y observó bien al chico frente a él. Era alto, muy alto, tenía el cabello de color marrón que casi parecía negro, un poco largo y con ondas en las puntas. Su rostro era increíblemente atractivo, tanto que Jeongin estaba seguro de que, si no estuviera enamorado de Chan, estaría embobado por el hijo de la directora.

—No me digas que te creíste ese rumor de la pandilla —dijo el chico con una sonrisa.

Muy coqueto, pensó Jeongin.

—Oh, no, no, bueno, yo... —empezó a balbucear por los nervios.

—Tranquilo, no te secuestraré en un closet ni nada parecido, ese no es mi estilo —Jeongin abrió los ojos con miedo, pero entonces el chico frente a él le aclara de inmediato—. No te asustes, no soy parte de ninguna pandilla, puedes estar tranquilo, pero sí me gustaría que guardaras el secreto. Honestamente, me gusta seguir pasando desapercibido por los demás.

—¿No te gustan que sepan que eres...?

—Exacto —lo interrumpió—. Si saben que eres el hijo de la directora y eres débil, comienzan a criticarte y a decirte que todo lo consigues con la ayuda de ella, y no por tus esfuerzos. Además, otros podrían acercarse y fingir ser tus amigos solo para obtener beneficios, eso no me gusta.

—Entiendo, es muy cierto.

—Por eso me gustaría que no dijeras nada, Jeongin.

Ante la mención de su nombre, Jeongin levantó la mirada con confusión.

—¿Cómo...?

El chico frente a él le sonríe, señalando con su dedo indicie al broche que tenía escrito su nombre.

—Ah, es cierto —musitó Jeongin con una sonrisa nerviosa.

—Soy Hwang Hyunjin —habló de nuevo el chico, mostrándolo el broche con su nombre escrito en él.

Justo en ese momento se escuchó la campana, anunciando el cambio de hora.

—Tengo que regresar a clases, pero fue un gusto conocerte, Jeongin.

—Oh, está bien. Prometo no decir nada.

—Sé que no lo harás —dijo Hyunjin con una sonrisa—. Nos vemos luego.

Y se fue antes de que Jeongin pudiera contestarle.

Si Jeongin llegó a creer que estaría a salvo después de enterarse del secreto de la directora, se equivocó rotundamente

—Hey, Jeongin —escuchó la voz de Hyunjin a sus espaldas.

Porque desde entonces Hyunjin lo seguía en los recesos.

—Hola —saludó amablemente con una sonrisa.

—¿Vas hacia la cafetería?

—Sí, iré a comer con un amigo. ¿Quieres venir?

—Sí, hoy no traje comida, veré si compro algo.

Sin embargo, aquello no le molestaba para nada. Quizás al inicio tenía miedo y se sentía inseguro, pero conociendo mejor a Hyunjin se dio cuenta de que es una persona muy agradable y divertida. A veces se portaba algo coqueto, como la vez que conoció a Félix y enseguida le coqueteó, pero Félix no se lo permitió.

A Jeongin le gustaba pasar tiempo con él.

No obstante, había alguien a quien no le gustaba esa reciente amistad. Chan se encontraba un poco lejos de la cafetería, observando a ese insoportable e irritante chico acercándose muy "amigablemente" a Jeongin.

—Qué molestoso —susurró para sí mismo, o eso creyó.

—¿Quién? —preguntó Changbin a su lado, observando lo que veía Chan—. Ah, Hwang. Bueno, quizás sí, es un poco molestoso. ¿Puedes creer que intentó coquetear con Félix? Qué descaro.

—¿Hwang? —murmuró—. ¿Así se llama ese sujeto?

Changbin lo miró con desconcierto.

—Chan, ¿en qué mundo vives?

—En la tierra, obviamente.

Changbin negó con su cabeza.

—No puedo creer que no reconozcas a Hwang Hyunjin, nuestro compañero de clases.

—¿Está en nuestro salón? —preguntó con bastante sorpresa. En ese momento Changbin quería darse una bofetada en la cara.

—Ay, Chan, en serio que no te fijes en nadie. Sí, es nuestro compañero de clases y ocupa el tercer lugar.

—Ah, era él.

—¿Ya recuerdas?

—Solo recuerdo que tuvimos una riña porque obtuve mejor nota en Artística y, según él, mi trabajo estaba horrible y no lo merecía.

—Sí, lo recuerdo, se sintió ofendido. En fin, no me gusta que se acerque a Félix, es muy extrovertido, atractivo y coqueto, Félix podría fijarse en él.

—¿Acaso te has visto bien en un espejo? Tú también tienes tus atributos, no te compares con él.

—¿Estás intentado animarme?

—Tómalo como quieras, pero ten en cuenta que ese sujeto no es mejor que tú y que tú también tienes posibilidades con Félix.

Chan se levantó de su asiento, caminando hacia la salida, ya no quería seguir viendo como ese sujeto le sonreía a Jeongin, lo peor es que Jeongin también le sonreía.

No entendía por qué se sentía muy irritado. 

A mí me re encantan los celos. 🤭

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