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Capítulo 19

Chan caminaba con lentitud hacia el muy cuidado jardín del instituto, ya sabía a qué se debía, pues una vez más recibió aquella nota pidiéndole que se reunieran en ese lugar.

Se quedó parado frente al bloque de los cursos de segundo año, donde estaba el salón de Jeongin, miró hacia arriba esperando verlo.

Espera, ¿qué?

Chan sacudió su cabeza por la confusión, no lo comprendía... no entendía por qué quería verlo, ¿por qué seguía pensando en él? Sin duda algo debía andar mal en su cabeza.

—Uhm... Hola...

Chan escuchó a un costado, lo cual lo sacó de sus pensamientos, dirigió su mirada hacia la persona que provocó el sonido.

—¿Me buscabas? —preguntó Chan sin mirar el rostro de la chica.

—Sí, yo... yo quería... —tartamudeó con su voz aguda.

Pero muy chillosa para el gusto de Chan.

La voz de Jeongin es más bonita.

La chica tomó aire y luego lo soltó, preparándose para su confesión.

—Soy Bae Sumin de segundo A —empezó a hablar sin tartamudear—. Te cité aquí porque quería decirte que tú me gustas desde hace mucho tiempo y quiero pedirte que salgas conmigo.

Chan no dijo nada por algunos segundos que le parecieron eternos a Sumin.

—Por favor... —suplicó la chica, extendiendo la carta y agitándola para que fuera tomada.

Entonces Chan recordó ese momento en el que Jeongin se confesó, evocó su rostro, su voz, las palabras que utilizó y ese bonito brillo en sus ojos que ese día no lo notó, pero que en ese momento recordó.

Y sin percatarse, tomó la carta entre sus manos.

No se dio cuenta de lo que había hecho hasta que sintió como alguien lo apretujaba sin previo aviso. Bajó su mirada, notando a Sumin abrazándolo con fuerza.

Pero a Chan no le gustaba que lo tocaran los extraños. De hecho, no le gustaba el contacto físico sin un vínculo afectivo de por medio. A duras penas aceptaba que Changbin lo tocara.

Trató de ser lo más caballeroso al momento de separar a Sumin de él.

—¿Eh...? —musitó la chica con cierta confusión—. Oh, lo siento, es que me emocioné de más.

Chan pudo seguir haciendo lo que hacía siempre que se le confesaban; no ver el rostro de las personas. Porque al no verlo, no podría recordarlo y, por ende, no se sentiría mal por haberlas rechazado.

No obstante, era la segunda vez que hacía algo diferente, pues fijó su mirada en el rostro de Sumin.

Era una chica medianamente alta, de tez pálida y cabello castaño. Chan no negaría que a simple vista se veía muy hermosa, pero no era su tipo, no tenía los ojitos de zorrito ni los hoyuelos en sus mejillas como Jeongin, tampoco lograba hacerlo sentir nada en su interior, absolutamente nada.

Y esa era una de las razones principales por las que llevaba rechazando las confesiones; ninguna chica había logrado captar su atención, ni por más bonitas que fueran.

—Lo lamento —dijo lo más suave y considerado posible—. Estoy agradecido de que te fijaras en mí, pero no puedo corresponderte. Ten, es mejor que te quedes con esto —le regresó la carta, la cual fue tomada lentamente por Sumin.

Chan se dio vuelta sin fijarse en qué expresión tendría Sumin, prefirió regresar a su salón, se sentía agotado. Honestamente, esas confesiones lo desgastaban demasiado.

Antes de marcharse por completo, alzó su mirada al salón de segundo año, notó que la mayoría estaban asomados, curioseando como siempre.

Pero no estaba él, y eso de alguna forma lo entristeció.

¿En dónde estás?

El timbre anuncia la salida había sonado hace ya varios minutos y varios de los estudiantes ya se habían marchado, solo quedaban uno cuantos, pero Jeongin seguía sentado en unos de los bancos situados afuera del baño. Observaba a las chicas salir y entrar juntas, otros conversando.

Pero su cabeza no estaba en sincronía con sus ojos.

Seguía pensando en la confesión que recibió Chan, en cómo aceptó la carta de Sumin y permitió que ella lo abrazara. ¿Por qué dejó que lo tocara? Se suponía que a él no le gustaba el contacto físico. Y eso lo sabía porque llevaba mucho tiempo observándolo.

Todavía sentía un hueco en su pecho.

—¡Ahí estás! —escuchó la voz de su mejor amigo—. Te fuiste y dejaste tiradas tus cosas, pero te traje tu mochila como el buen amigo que soy.

Félix extendió la mochila negra con detalles en fucsia, Jeongin la tomó y la colocó encima de sus muslos.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Félix, tomando asiento al lado de Jeongin.

—No lo sé... Me gustaría decirte que estoy bien, que yo ya sabía que no era el único que está enamorado de Chan, pero no sé, me dolió que aceptara la carta y dejara que lo abrazara... Yo le tuve que insistir mucho para que aceptara la mía y creo luego terminó botándola —explicó, haciendo un puchero inconscientemente, sintiendo sus ojitos picar.

—Entiendo cómo te sientes, Innie, pero ¿sabes algo?

—¿Qué cosa? —dijo Jeongin sin muchos ánimos.

—Chan no aceptó la carta y, por ende, tampoco aceptó los sentimientos de Sumin.

Entonces Jeongin se quedó quieto, procesando lo que dijo Félix. Lentamente, giró su cabeza para ver a su amigo a los ojos.

—¿Qué...? Pero yo vi cómo él...

—O sea, sí, lo que viste fue real, en un principio Chan aceptó la carta e incluso dejó abrazarse, pero ese abrazo fue únicamente de parte de Sumin, ella fue la atrevida que lo abrazó, porque luego Chan la apartó y le regresó la carta. Y por cómo tenía Sumin su cara, todos sabemos que la rechazó —explicaba en voz baja, luego se acercó al oído de Jeongin para que solo él lo escuchara—. Incluso luego escuché que se encerró en el baño de abajo porque estaba llorando.

Jeongin no podía creerlo, él realmente pensó que Chan la había aceptado.

Sumin era muy hermosa, popular e inteligente con un cuerpo bonito y deseado por muchas chicas. Luego estaba él, que no tenía muchos atributos, sí, tenía un cuerpo fornido debido al club de natación, pero no le gustaba su sonrisa, a pesar de ya no usar los brackets aún se sentía inseguro de sonreír mostrando sus dientes, era inteligente, pero a veces se sentía muy torpe, muy tonto. No había manera de compararse con Sumin, ella era básicamente el tipo de mujer perfecta para cualquier hombre. Por eso creyó que a Chan le podría gustar ella, es mucho más bonita que él.

Pero enterarse que la rechazó le aliviada muchísimo.

—Todavía tienes oportunidad, Jeongin —le dijo Félix, trayéndolo de nuevo a la conversación—. Eres hermoso y con una personalidad muy bonita, no te sientas menos que Sumin. La verdadera belleza no se encuentra en el exterior, ¿lo recuerdas? Muchas cosas no son bonitas, hasta que...

—Pensamos en lo bonitas que son —completó Jeongin con una sonrisa.

Esa era su frase favorita, la cual la leyó de su libro favorito. Le hizo sentir tantas cosas que jamás pudo olvidarla.

—Lo sé, Lix, no lo he olvidado.

—Entonces, ¿seguimos con el plan?

—Sí, todavía tengo esperanzas de conquistar el corazón de Chan.

Puede que tenía oportunidad con Chan, porque la esperanza era lo último que se perdía. 

Vengo a pedir perdón, yo sé que dije que actualizaría más seguido, pero pasaron muchas cosas en el año pasado que me mantuvieron ocupada. En fin, esta vez sí retomaré en serio la escritura. Gracias por la paciencia y gracias a las personas que han leído y dejado un comentario, me animan a querer terminar de escribirla.🥺💓

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