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Capítulo 13

Los pasillos del colegio solían estar algo habitados por aquellos estudiantes que simplemente se quedaban a conversar antes de ingresar a clases.

Chan caminaba hacia su casillero para retirar unos libros que necesitaría más tarde, luego de sacarlos, guardó aquellos libros en su mochila y cerró su casillero con seguro. Se dio la vuelta y estaba listo para dirigirse a su salón, cuando cierto individuo se aproximaba a él y captó toda su atención.

Era Jeongin, quien venía con la mirada al frente, más se notaba que se encontraba distraído.

—Buenos días —dijo Chan, se atrevió a saludarlo. No eran cercanos, pero sería descortés verlo y no saludarlo cuando llevaban algunas veces topándose, sobre todo cuando sus amigos estaban empezando a relacionarse.

Jeongin elevó su mirada hacia los ojos de Chan y soltó un suspiro que Chan no supo cómo tomarlo. ¿Acaso estaba cansado de verlo o algo así?

—Hola... —saludó el menor.

—¿Estás bien?

Jeongin se sorprendió por esa pregunta, puesto que con Chan solo había tenido cortas conversaciones sobre temas no personales; como materias o actividades escolares.

—Uhm, sí, eso creo... Solo tuve un inicio del día complicado, me levanté un poco tarde y por poco no me daba el tiempo de cocinar —explicó sus motivos, aunque Chan no se los hubiese pedido.

—¿Cocinas? —soltó Chan, intentando no mostrar mucho interés. Sin embargo, su mirada hacia la bolsa que llevaba Jeognin en su mano no lo ayudaba a mostrarse desinteresado.

Ay, no...

—Eh... Sí, cocino para mi mamá que se va a trabajar —musitó Jeongin con un poco de nervios, intentando ocultar la bolsa detrás de él—. Bueno, debo irme, se me hace tarde para la clase —dijo, pasando de largo y yéndose a pasos rápidos.

—Pero...

Chan se quedó en silencio, observando la silueta de Jeongin desaparecer entre los pasillos.

Un pensamiento apareció repentinamente en su cabeza. Jeongin no había llenado el formulario de inscripción para el día deportivo, no era su letra, y hoy le dijo que cocinaba y se veía sospechoso con esa bolsa. ¿Acaso las sospechas de Changbin serían ciertas? ¿Jeongin era I.N?

Su corazón empezó a latir más rápido ante ese pensamiento. ¿Era miedo acaso, o algo más?

Sin comprender del todo sus emociones, Chan se dio la vuelta y se encaminó a su salón, encontrándose con Changbin revisando su celular, con una enorme sonrisa adornando su cara.

—Hola, Bin —saludó a su amigo, sentándose a su lado.

—Hey, ¿qué tal?

—Todo bien. Oye, te quería preguntar algo.

—Claro, dime.

—¿Ya sabes quién es I.N? No me contaste si revisaste los formularios.

—Oh, sí, cierto, me olvidé de hacerlo —musitó, recordando por qué había olvidado comentarle a su amigo sobre eso, pues en su cabeza rondaba Félix a cada instante.

—¿Y quién es?

—La verdad que no sé, revisé cada ficha, incluso las que no eran sospechosos, pero ninguno coincide con la letra de I.N... ni la de Jeongin, en serio creí que era él.

—Mmm... —susurró Chan, pensativo, quedándose varios minutos en silencio en los que pensaba en si debía decirle a su amigo lo que sabía—. Creo que es Jeongin —pero al final terminó por contarle.

—¿Por qué lo crees ahora?

—Porque no fue él quien llenó el formulario, fue la maestra, así que...

—Aún es un sospechoso —completó Changbin—. Bien, entonces estaré más al pendiente de eso, intentaré buscar su letra.

—¿Y cómo piensas hacer eso?

—No lo sé, pero ya encontraré una forma —susurró más de lo que habían estado haciendo, puesto que vio a la maestra entrar al salón.

Chan ya no dijo nada más, solo asintió y se acomodó en su pupitre para empezar las clases de ese día.

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—Qué estrés el profesor de matemáticas —expresó Changbin con disgusto—. No entiendo por qué nos debe tocar a la última hora, uno se encuentra agotado y solo quiere irse a su casa.

Chan soltó una suave risita, compartía un poco lo que sentía su amigo. Justo acaban de salir de su última clase del día, la cual fue matemáticas y que los dejó con horrible dolor de cabeza. Ahora ambos estaban caminando por las escaleras de su edificio.

—Oye, recuerdas lo que me debes, ¿cierto? —habló Chan luego de unos minutos de silencio, en los que avanzaron hacia la salida.

—¿Qué cosa?

—No te hagas el loco, sabes muy bien que me debes una photocard.

—Oh, eso... —dijo Changbin, soltando una risita al final—. Sí te la voy a dar, pero no hoy porque no estaré en casa.-

—¿Y a dónde te irás? Tú no sueles salir, menos un día lunes en la tarde.

—Iré a la casa de Félix, le ayudaré con algunas materias —contó con una sonrisa, estaba ansioso por su tarde con Félix.

—Mmm, ya veo... ¿Solo serán ustedes dos?

—Sí, esta vez solo seremos él y yo, pero el sábado iremos los cuatro al cine, no te vayas a olvidar de eso, o si no Jeongin se sentirá incómodo.

—Aunque yo fuera igual se sentiría así... —susurró para sí mismo.

—¿Qué cosa?

—Nada, que ahí viene Félix —avisó cuando vio al otro par acercarse a la puerta de salida.

Cuando aquel par llegó hasta ellos, rápidamente Changbin se puso nervioso, con su respiración alterada y su corazón latiendo a mil, en su rostro se mantenía una boba sonrisa.

Qué estúpido te pone el amor, fue lo que pensó Chan cuando observó el estado de Changbin al tener cerca a Félix, soltó una risita para sus adentros, esperando que jamás le sucediera.

—¿Vamos, Bin? —le preguntó Félix a Changbin.

—Sí, vamos —contestó sin dejar de sonreír—. Nos vemos mañana, Chan. Hasta luego, Jeongin —se despidió de ambos, empezando a seguir a Félix.

Entonces una vez más Chan y Jeongin se quedaron solos y en silencio.

—Eh, pues... Yo también me voy, hasta luego —habló Jeongin, y sin esperar respuesta empezó a alejarse de Chan.

—Aguarda —sin embargo, Chan se lo impidió, tomándolo del brazo sin saber por qué lo hizo.

—¿Qué pasa?

—Uhm, bueno...

¿Ahora qué inventaba? Fue un acto impulsivo, ni siquiera sabía por qué lo detuvo, solo sintió como una parte de él le decía que no dejara que Jeongin se marchara.

—¿Te gusta el helado? —le preguntó lo primero que se le vino a la cabeza.

Jeongin se quedó quieto y desconcertado, al menos por unos cortos instantes hasta que soltó una sutil risa. El corazón de Chan brincó en su pecho al escuchar aquel sonido tan... bonito.

—Sí, me encanta el helado —respondió con una sonrisa que mostraba aquellos huequitos en sus mejillas.

—¿Te gustaría ir por uno? Bueno, si es que no tienes nada más que hacer y claro, si quieres también.

¿Acaso estaba soñando? Porque parecía un sueño que Chan lo estuviera invitando a comer un helado.

—Ah, bueno... Sí me gustaría ir por uno, además, no tengo nada más que hacer...

Jeongin quiso agregar: "Y siempre estoy solo en mi casa", pero al final evitó hacerlo.

—Entonces vamos.

Jeongin asintió con una pequeña sonrisa en su cara, sintiéndose contento y emocionado porque pensó que quizás estaba avanzando con Chan... Pensando en que tal vez tendría oportunidad con él.

Pero qué triste que la razón por la que Chan lo invitó fue otra.

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