Capítulo 4Daniela
Hace uno días conocí a Daniela, era morena gordita y con mucha flacidez. Era de sonrisa linda y hermosos ojos color marrón, no era muy bonita pero ya saben tampoco tan fea.
Daniela en el poco tiempo de conocernos -dos semana para ser exactos - se me vivía insinuando, yo no quería pero quería ya entienden; el hombre le gusta el sexo pues. La cosa es que mis amigos siempre vivían criticando que sería un loco el que se tirará a la gordita - el bendito machismo con el cual no estoy de acuerdo - pero en fin un día decidí hacerle el favor a Daniela y ver qué tal.
Al principio no fue nada mal, fue fácil penetrar y poner las cosas en un clima ideal. Pero, su cuerpo no se veía nada bien en la cama. En medio de mi faena me desanime pero aun así continúe; ya saben el cumplir del deber.
Daniela quedo satisfecha con los servicios prestados.
Pero una furia en mi deseaba sangre; después de bañarnos, cada uno por su lado por su puesto, la invite a dar un paseo por un viejo campo a las afuera de la ciudad, al cual llamaban el campo del amor, pues muchos jóvenes y no tan jóvenes iban hasta allá a disfrutar en pareja y amistades.
Una parte del campo del amor, la parte más alejada para ser exactos siempre era solitaria y para allá me lleve a Daniela y esta vez iba preparado. Llevaba unos cuchillos en el auto y esta vez tome la precaución de utilizar el condón -aunque a veces resulta incómodo es importante utilizar protección- ya saben para prevenir un embarazo, enfermedades o simplemente para no dejar tu ADN en tu próxima víctima.
Daniela se veía emocionada, extasiada por lo sucedido, y yo solo sentía rabia.
Deje que bajara del auto a disfrutar de la vista, pues la lleve hasta una especie de mirador; mientras tome los dos grandes cuchillos y los escondí en la cadera de mi pantalón - llevaba un jean azul - y mí camisa negra los tapaba. La abrase por la espalda y le susurré al oído que era una gorda fea y que fue mi peor error haberla tocado. Daniel se voltio al instante alarmada con sus bellos ojos aguados y me miro, pues no entendía nada de lo que yo decía, pero no hablo.
Agacho la mirada, se cubrió su rostro gordo con sus manos gordas para llorar; yo aproveche sacar los cuchillos de mi pantalón sin cortarme yo. Y espere.
Luego de llorar por un minuto y pensar -eso imagino yo- levantó su rostro para hablar pero yo me adelante y le grite
-¡Y por eso debes morir! - fue un grito de esos de película de acción un poco dramático, así como cuando el protagonista de la película ya en la pelea final le grita al malo. Y al instante como si fuera todo un samurái o un legionario romano cruce los dos cuchillos a la altura de mis hombros y le corte su gordo cuello mientras grita un:"haaa' el de la mano derecha corto en sentido hacia la mano izquierda y el de la izquierda en sentido hacia la mano derecha. Daniela se tomó el cuello gordo y sangrante con las dos manos y cayo de rodillas. Me veía, su mirada mostraban confusión y a la vez temor; mientras yo la observaba desangrándose de dolor y juro que disfrute más ese momento que cuando le hacia el amor.
Su blusa de seda color azul ahora se teñía de un color rojo intenso hasta llegar al suelo. Mi pulso se aceleró por la emoción y mi cien palpitaba a una velocidad increíble tanto que pensé a creer que me volvía loco.
Después de unos minutos viendo cómo se desangraba tenía que irme y antes de morir la patee en el pecho empujándola hacia el barranco que caía a su espalda eso me emociono tanto que no pude dejar de dar un grito de alegría como un niño al ver su papagayo volar. Luego me monte en mi auto y me fui no tenía que esperar a que muriera pues ya se había desangrado lo suficiente y cuando la encontrarán ya habrán pasado algunos días, además el barranco tenía más de 10 metros de profundidad.
Esa tarde volví a mi casa vi una película de terror y suspenso donde un asesino serial asesinaba sistemáticamente a todo el reparto de la película y entendí su deseó de sangre.
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