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parte única

Disclaimer: Ni Kimetsu No Yaiba ni sus personajes me pertenecen, son obra exclusiva de Koyoharu Gotōge, yo solo los uso para dar rienda suelta a mi imaginación.

Disclaimer: Este One' shot pertenece al concurso "Mariposa Ahogada" creado por Princess_Saremi

Tema: Atrapados en el ascensor

Nota: Las imágenes que utilice para la portada y separadores no son de mi autoría, pertenecen al artista @nannani (su usser en Twitter)

Lo que debería ser una gran excursión, empezaba a tornarse en un gran desastre.

Shinobu esbozó una sonrisa incómoda, y él tragó pesadamente con gesto de amargura. A ninguno de los dos le causaba gracia lo que acababa de acontecer, y menos sabiendo que tenían el tiempo encima. Tras unos feos chirridos, el ascensor se había detenido súbitamente en el que se indicaba era el piso dieciocho.

Actuando como se esperaría de un profesor, Tomioka se apresuró a reaccionar, aprovechando también que él era el más próximo a las puertas. Shinobu, mientras tanto, se encontraba en uno de los rincones del pequeño confinamiento, observando la situación en silencio.

El azabache pulsó desesperadamente el botón que debía indicarle a la máquina que tenía que dejarlos en el Lobby del hotel. No hubo respuestas. El ascensor se quedó quieto en su lugar.

─Por Dios, tenemos prisa ─maldijo Tomioka entre dientes mientras propiciaba un último golpe al panel de botones.

—Es una lástima, parece que la violencia no funcionará —dijo Shinobu cual damisela en apuros, acercándose al hombre─. Sensei, ¿trae su celular a la mano? Quizá podamos hacer una llamada a recepción o alguno de los otros alumnos para que nos auxilie.

El hombre se apresuró a enderezarse, considerando la buena sugerencia que había recibido de parte de su alumna. Asintió mientras buscaba el teléfono en sus bolsillos. Apenas lo encontró introdujo el número que a duras penas se había aprendido y marcó. La línea muerta que recibió como respuesta le indicó que su llamada no había entrado. Separó el aparato de su oreja y miró con enfado la pantalla. Las pequeñas barras que indicaban la señal al lado de la batería habían desaparecido. Tomioka volvió a proferir una maldición entre dientes y se giró a Shinobu.

—No me llega la señal —indicó con un poco de hastío en sus palabras—. ¿Por qué no intentas con el tuyo, Kochō?

─Si se lo sugerí es porque yo no traigo el mío ─respondió la chica como si fuera la cosa más obvia del mundo, logrando que el azabache se sintiera un completo tonto.

Fueron esas palabras por las que Tomioka empezó a recordar el porqué le daba mala espina esa chica. La Kochō menor siempre le atacaba sin miramientos, por alguna razón que desconocía, parecía que él era el blanco preferido de su humor mordaz.
Decidió no responder, volviendo a centrarse en el problema en el que estaban metidos.

Al cabo de unos minutos, el toque del exterior contra las puertas del elevador hicieron que ambos se pusieran atentos, ¿habían llegado a sacarlos? Sincronizados en sus movimientos, se acercaron a la superficie metálica, esperando respuestas después de lo que sentían, había sido una eternidad.

—No entren en pánico, estamos teniendo dificultades eléctricas, pero lo arreglaremos... —anunció la masculina voz del otro lado. Los inquilinos dentro del claustrofóbico confinamiento parecieron levemente aliviados. Anhelaban que la falla fuera corrregida en breve—. En unas dos a tres horas podremos lograrlo hacer funcionar nuevamente...

¿De dos a tres horas? Eso definitivamente aplastaba los planes que ambos tenían para ese día y no podrían hacer más que resignarse a permanecer en ese reducido espacio.

─Pues, parece que pasaremos aquí un largo rato. Deberíamos tratar de llevarnos bien, ¿no cree? —le cuestionó Shinobu a su profesor tratando, a su modo, de ser positiva ante la situación.

Incluso sin la necesidad de articular palabras se podía entender la negativa del adulto a la propuesta que Shinobu acababa de extender. Sin embargo, para no parecer maleducado Tomioka declinó la invitación de la chica.

─A mí solo me interesa saber cómo salir de aquí. —No se había dignado en voltear a verla, permanecía fijo en su lugar, contemplando las puertas.

La de ojos violáceos sonrió. En realidad no esperaba una respuesta diferente del cortante profesor.

─Qué aburrido es ─canturreó la joven ─. Bueno, suerte con eso. Dijeron que tardarían de dos a tres horas en sacarnos, ¿no? Me parece que no hay mucho que usted pueda hacer, Sensei. Sería mejor ponernos cómodos.

Shinobu inspeccionó su alrededor en busca de algún cómodo punto en el cual sentarse, decidiendo finalmente tumbarse en uno de los rincones.

Tomioka lo sabía perfectamente, lo único que podía hacer era limitarse a esperar. Sin embargo, su personalidad espartana le hacía incapaz de relajarse ante la situación, y más sabiendo lo que el indeseable contratiempo ponía en juego tanto en la excursión como en su carrera.

Por otro lado, una débil sonrisa de resignación se dibujaba en el rostro de Shinobu. A pesar de su comportamiento relajado también le preocupaba la situación. Inquietudes relacionadas al resto del alumnado, que los esperaba en la planta baja, empezaron a carcomer su mente, por lo que decidió que de momento lo mejor sería guardar silencio.

Transcurrían unos segundos de su conversación cuando un ensordecedor chirrido proveniente de los cables que sostenían el elevador, invadió sus oídos. La habitación se sacudió un poco y finalmente la luz fue cortada, dando paso a una abrumadora oscuridad. Shinobu, como primer instinto, se aferró a la manga de Tomioka, buscando protección.

Giyuu sintió el contacto de la azabache, pensó en apartarla, pero desechó la opción. Debía mantenerse estoico. Ambos estaban compartiendo la impotencia de una situación que cada vez más empeoraba. Como adulto, él tenía que actuar con la cabeza fría y ayudar a su alumna si lo necesitaba.

Los dos se empezaban a resignar a que tendrían que esperar sumergidos en la pentrante oscuridad, cuando unas amarillentas luces de emergencia parpadearon sobre sus cabezas. Al menos eso volvía la espera menos agobiante.

—Creo que... Puedes soltarme —dijo Tomioka al seguir percibiendo sobre él las manos de Shinobu.

Como si estuviera haciendo algo ilícito, la chica se soltó y miró hacia otro lado. Aquello había sido..., más incómodo de lo que se había imaginado.

***

Minutos iban y minutos venían, y al cabo de lo que pareció ser una hora, el estoico hombre flaqueó. Era verdad, como profesor de gimnasia su condición era muy buena, y en circunstancias normales podría permanecer de pie e imperturbable durante horas. Sin embargo, el cansancio por haber pasado la noche en vela debido al viaje empezaba a hacerse presente, y dentro del pequeño espacio las cosas se tornaban insoportables. El calor empezaba a abrumarlos. Por lo que ya no pudo mantener la compostura; Tomioka se tumbó en el piso, colocó los brazos sobre sus rodillas encogidas y ocultó la cara entre ellos. Estaba totalmente derrotado.

Shinobu lo miró con extrañeza, pensaba que su maestro era tan terco como para quedarse ahí de pie hasta que los sacaran, e incluso llegó a creer que en cualquier momento él abriría las puertas del elevador para buscar su propia salida. Pero no. Ahí estaba, tirado como un solitario sin amigos que es odiado por todos.

«En verdad debe estar pasándola mal», se compadeció la chica para sus adentros.

***

Aquella parecía una máquina del tiempo. Los segundos llegaban a sentirse como horas y la falta de entretenimiento los hacía perder la noción de los intervalos. Más allá de los golpes que ocasionalmente se hacían presentes nada habría cortado el profundo silencio que se había instalado. Hasta que unos quejidos los interrumpieron.

Shinobu se sobresaltó al percatarse de que provenían del hombre tumbado a escasos pasos de ella. «¿Está llorando?», fue la primera pregunta que atravesó su mente. La sola posibilidad actuó como un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. Le causaba repelús el simple hecho de imaginar a su estricto profesor llorando y que posiblemente tenía que ser ella quien lo consolara.

No, no podía ser, seguramente tenía más decoro. No obstante, no iba a dejar pasar esa oportunidad para molestarlo. Así que silenciosamente la azabache se levantó de su sitio y se posicionó a su lado.

─No me diga que está llorando Tomioka- sensei ─comentó en un tono de ligera mofa mientras le picaba la cabeza usando su dedo índice─. ¿No es eso vergonzoso? Usted como adulto debería de mantener la compostura ante esta situación y dar el ejemplo a sus pupilos.

─No digas tonterías, Kochō ─respondió él, tajante, apartando a la chica de un manotazo─. Yo no estoy llorando.

Tomioka levantó la cabeza y sus miradas se cruzaron. El hombre tenía razón, no había llorado, pero su rostro denotaba una palpable amargura.

─¿Entonces que le pasa, Sensei? Me preocupa.

La sonrisa cínica había desaparecido del rostro de Shinobu al pronunciar esas palabras. Los ojos violáceos que se posaban sobre él contenían una sincera preocupación, o al menos así le pareció a Tomioka. Fuera o no ese el caso, la verdad es que la mirada que le dirigía le puso los nervios de punta.

─Me pasa que estoy irritado, y no haces las cosas más sencillas ─contestó incapaz de seguirle manteniendo la mirada. Giyuu no pensaba decirle a su alumna la verdadera razón de su pesadez.

La situación no lo había hecho lo suficientemente vulnerable como para hablar de sus problemas con un menor de edad, ni menos con uno de sus alumnos.

─Bueno, en esta situación realmente no hay mucho que pueda hacer al respecto —murmuró la chica al percatarse de la actitud evasiva de su profesor.

─No. Pero estamos aquí por tu culpa así que lo menos que podrías hacer es guardar silencio.

«¿Así que de eso se trata?... Todo ese tiempo ha estado ahí recriminándome en silencio», dedujo la muchacha entrecerrando los ojos. No podía quedarse callada con la indignación carcomiéndole el pecho.

─¿Por mi culpa? —cuestionó con fiereza—. Permítame que le recuerde, Sensei, que fue a usted a quien se le olvidó la cartera con los paces. Yo simplemente subí a recuperarlo. Y ahora, no solo no se responsabiliza de su error, sino que tiene el descaro de culparme por él.

La muchacha sintió como sus labios pintaban una sonrisa, pero lejos de sentirse feliz, contenía una palpable ira. ¡Ese maldito hombre le parecía tan malagradecido! Shinobu era consciente del período de prueba al que habían sometido al Sensei Tomioka y había intercedido a su favor para que ahora le pagara de esa forma.

—¿No era acaso que debía recibir un buen puntaje de parte del alumnado y ganarse una buena nota? —le volvió a preguntar la chica sin aguantar más. El hombre levantó los ojos hacia ella. ¿Lo sabía?—. Le aseguro que está lejos de lograrlo.

Eso puso a la defensiva al estricto maestro y antes de evitarlo, se levantó como un resorte para encarar a su insolente alumna.

—Ese no es problema tuyo —indicó entre dientes, tratando de contener la ira que empezaba a formar parte de su sangre, calentando sus miembros del enojo que lo invadía.

—Nadie lo quería dentro de su club, ¿problema de quién más va a ser si yo ofrecí el mío para que usted formara parte? —A esas alturas parecía que Shinobu disfrutaba de provocarlo. La sonrisa que tan irritante a él le parecía no había desaparecido de entre sus cínicos labios—. Mi hermana era la original para venir en su lugar, pero al ver la situación decidí pedir el cambio.

Tomioka pareció impactado por la confesión. ¿Por qué había decidido ayudarle? Pensar que le daba lástima era aún más insoportable para él. No quería despertar la pena de nadie, podía valerse por sí mismo. De haberlo sabido jamás habría accedido a supervisar esa excursión del club de esgrima.

—Para tu información, no necesito que me cuides. Ahora, por todo esto estamos atrapados aquí. Si no hubieras insistido en usar el elevador, esto no habría pasado —volvió atacar el hombre, deseando quitarle la ventaja que la joven le llevaba.

Ella levantó la mirada hacia la figura de pie que tenía delante y entrecerró sus violáceos ojos. ¡Y pensar que por un momento llegó a salvarlo porque de verdad estaba enamorada y le dolía la posibilidad de dejar de verlo!

—Se nos hacía tarde y era bajar desde el piso veintiuno...

—Eres una perezosa, te hace falta más disciplina y te podía ayudar para rebajar esos rollos —refutó el impasible hombre.

Eso fue la gota que rebasó el vaso. ¿Se había atrevido a insinuar que estaba pasada de peso? La azabache se puso de pie. Aunque Tomioka le ganaba por varios centímetros intentaba que sus rostros se encontraran.

─¡Es un total cabeza hueca! No sé porqué me ofrecí a ayudarlo. Hubiera dejado que la APM lo echara ─estalló finalmente con una impaciencia nada propia de Shinobu.

El silencio los invadió. Parecía que Shinobu tenía más conocimiento sobre el asunto de lo que aparentaba. Así que sí lo había hecho por lástima... Tomioka intentó mantener la calma y con sus ojos azules desafió a la joven.

─¿Tú cómo te enteraste que tengo problemas con la "Asociación de padres y maestros"? ─indagó el hombre al cabo de unos eternos minutos callados.

—Lo escuché por ahí. Y no me sorprende, todo el mundo lo odia y ya entendí porqué.

Las palabras salieron como filosos cuchillos lanzados por su lengua directamente hacia él. Se notaba el rencor y la ira en cada sílaba que pronunciaba. Tomioka actuó con mofa ante la idea que acababa de plantearle.

─A mí nadie me odia y si tú lo hicieras, ¿por qué querrías ayudarme?─ preguntó finalmente después de asimilar sus palabras—. ¿Te doy lástima, acaso?

Una sonrisa volvió a ornamentar los labios de la azabache. Así que eso era... Había herido su frágil ego masculino, al plantearle que ella había salvado su pellejo. Se giró incómoda hacia otro lado y se encogió de hombros.

─Ni lo odio ni hice esto por tenerle lástima... Solo..., me pareció triste pensar que podía dejar de verlo. Podrá parecerme un cabeza hueca, pero no quiero que se vaya. Es un gran maestro que mantiene el orden dentro de la academia -confesó recuperando su suavidad característica mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.

Al igual que sus palabras anteriores lo habían logrado herir, esos dichos compensaban el daño causado en su ego. Tomioka nunca se habría esperado semejante confesión.

─ ... Kocho.

—Pero no me gustó que me dijera gorda. Es el suéter que da esa ilusión —afirmó la joven quitándose la prenda con violencia para mostrar una delgada figura.

El hombre apartó la mirada, como si de pronto contemplarla fuera algo incorrecto. Si ella había cedido, le parecía propio hacer lo mismo, reconociendo que tal vez se había pasado intentando herirla.

—De acuerdo, no necesitarás ejercicio para desaparecer los rollos, pero sí para mejorar tu disciplina —cedió el maestro dándole de espalda y volviendo a su posición frente a la puerta.

De pronto, el ascensor prendió sus luces y retomó su marcha, bajando hasta el Lobby del hotel. Ambos se miraron aliviados. Por fin, su tortuosa pesadilla había terminado. Aunque dentro de ellos, estaban conscientes que una nueva aventura empezaba. Sentimientos aparecían en sus pechos como incautas flores naciendo en pedregales.

N.a: Ahhhh espero que les haya gustado (';ω;')

Esté es el primer aporte que hago para el fandom de Kimetsu No Yaiba (y la primera historia que subo a Wattpad en general)
Debo admitir que me puse muy nerviosa al ver la temática que me tocó, la verdad no sabía cómo iba a desarrollar la situación, pero dentro de lo que cabe siento que quedó decente el resultado final jsjsjs, ¿ O ustedes que dicen? A lo mejor los enrede un poco en la lectura ¡Pero no los culpo! Había veces en los que ni siquiera yo me entendía °(ಗдಗ。)°.

Bueno, quisiera agradecer a la organizadora del concurso Princess_Saremi por darme la oportunidad de darle amor a una de mis shipps favoritas, me divertí muchísimo, sino hubiera sido por esta oportunidad quizá jamás me hubiera animado a hacer algo ('ω`★)

También quiero agradecer a mi beta Bambirille por no dejar que me rindiera y apoyarme tanto WAAAA 🤧😭

Tengo muchas ideas para futuros proyectos relacionados a esta shipp y fandom, espero sacarlos a la luz algún día y que sean de su agrado ☆ミ(o*・ω・)ノ

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