PARTE ÚNICA
PARTE ÚNICA
—Mírala, allí va de nuevo. —había murmurado en lo bajo MiJoo, sintiendo lástima de su pobre amiga.
El pupitre vacío al final del salón parecían ser prueba de lo infeliz que se convirtió Yo Seob en tan solo menos de dos meses, su sonrisa se desvaneció, y aunque siempre fue alguien fría con los demás, en el último tiempo apenas se la veía tranquila, sonriendo, o hablando con los demás, sus amigas sentían su pecho pesado. Cambiaron las flores a punto de marchitarse en el florero por ella, el pupitre rayado con mensajes y cartas de cariño ni siquiera eran capaz de traer un poco de felicidad; rezaron en silencio por la pronta recuperación de su corazón marchito, y que un chico pudiera volverla a conquistar.
Caminó por el pasillo lleno de personas, cuerpos ajenos la veían caminar con su bello rostro decaído, pues ni todo el maquillaje del mundo podría tapar un alma rota. El calor llega con la primavera, la epoca del año que trae un poco más de sudor a su frente, comienza a pensar en cortar su cabello negro, aquel que él tanto alagaba, ¿No sería egoísta mantenerlo? Cuando cada mínimo detalle le recuerda a la persona que se fue. Subió las últimas escaleras que le quedaban, y abrió la puerta de la azotea. De espaldas, lo vio observando hacía abajo los numerosos estudiantes ruidosos que le recuerdan que aún es una adolescente en su último año de escuela secundaria, y que le queda toda una vida por vivir. Le recuerda que el tiempo pasa rápido, al igual que Abril, Junio seguirá transcurriendo.
Sus pasos parecen haberle hecho notar que llegó, y giró. Con sus hoyuelos y ojos de dragón la observó feliz. ¿Por qué no se rinde? ¿Por qué no desiste de la idea?
Kim NamJoon es su nombre, es un chico inteligente de apariencia guapa, es el favorito de todos los profesores de la escuela, ha sido el promedio más alto durante los tres años que lleva allí. Lo conoció hace dos años en el primer año, y desde entonces comparten salón, sus miradas se encuentran sabiendo tantas cosas que ninguno puede evitar la realidad.
—Terminemos con ésto rápido.
—Dime que me amas. —pidió.
—No. —su rotunda y directa negación hizo que él suspirara.
—Yo Seob, no me rendiré. Voy a conseguirlo.
—Nunca lo lograrás. —sentenció decidida.
Han transcurrido semanas enteras desde Abril, y el joven moreno de cabello castaño no se rinde. Día tras día deja una nota en su pupitre pidiéndole subir a la azotea en la hora del almuerzo, y así como la primera vez, mirándola a los ojos confiesa su amor, ansiando obtener la respuesta que ambos saben. Es aceptado muy dentro suyo, pero Yo Seob tiene miedo, su corazón se rompió en miles de pedazos y cayó al abismo de querer acabar con sí misma. NamJoon no quiere verla mal, tan solo desea que pueda abrirse y dejar de retener sus sentimientos, ¿El amor está mal?
Volvieron a la cotidianidad, sin separarse.
En la cafetería almorzaron juntos, debido a que desde hace un tiempo la muchacha se ha alejado del resto, odia ver sus expresiones de lástima tratando de complacerla con cada mínimo detalle para hacerla olvidar, al menos por un minuto, que su vida cambió. El único que no actúa diferente es Kim, y aunque odia sus confesiones en la azotea, ama que no la deje sola. De alguna forma se acostumbró a tenerlo a su lado todos los días, a escuchar su risa estrepitosa y chistes malos, le comenta sobre el último libro que leyó sobre física, la teoría de algún científico super inteligente lo vuelve un chico feliz.
Ella lo escucha atenta, masticando al arroz blanco que dan en la cafetería. No lo ve probar ni un bocado porque se mantiene demasiado inmerso en su explicación, nota cada detalle de su rostro moreno, sus hoyuelos y dientes alineados, sus ojos rasgados que en realidad necesitan anteojos pero no quiere usar porque teme ser aún más nerd de lo que es. Y se convence a sí misma que no aceptarlo es lo correcto.
—¿Me estas escuchando? —su ceño se frunció— Yo Seob.
—Ajam. —asintió— Es mejor que comas, tu comida se enfriara.
—Me gusta verte comer. —dijo. Tomó su par de palillos de plata, y recogió una bola de arroz para llevarla a sus rosados labios esponjosos, se ha preguntado mucho tiempo a que sabrán— Di: 'Ah.' —abriendo la boca, dejó que la alimentara. Cuando los restos cayeron en sus comisuras, él mismo lo limpió con sus dedos.
—Ya estoy grande para ser alimentada. —mierda, no podía ocultar de nadie sus mejillas sonrojadas. Es natural, supone, a cualquier chica le pondría nerviosa que un muchacho guapo esté detrás suyo y le dé de comer sin vergüenza a miradas ajenas.
Rió un poco, divertido de esa frágil expresión— Eres tan linda.
—No lo digas con tanta libertad, tonto.
—¿Por qué no? Park Yo Seob es la chica más linda de la escuela, ¿oyeron? ¡Park Yo…! —sus intenciones de gritar en medio de la hora del almuerzo fueron frustradas por un par de manos. Se abalanzó sobre su cuerpo incluso con la mesa de por medio, temerosa de llamar más la atención de lo que normalmente hace. Lo observó molesta.
—Cierra la boca, tonto.
Los días juntos eran cálidos, agradables para un corazón roto como el suyo que busca consuelo en el mero recuerdo de lo que alguna vez fue una vida feliz. Como de costumbre, salieron de la escuela juntos, NamJoon encima de su vieja bicicleta que hace muchos años fue de su padre y que al cumplir quince años pasó a ser suya. Era su más grande tesoro, la cuidaba con todas sus fuerzas, nunca dejó que nadie más que él la montara. Excepto… claro, ella. Ojos encima de cada una de sus acciones los hacen reír, Yo Seob reposa su trasero en el manubrio, era llevada por las hermosas calles de Seúl, sintiendo la brisa mover su cabello brilloso que cosquillizcaba en el rostro del moreno. Aquella fantasía a plena luz del día fue rota cuando la culpa martillo la cabeza de la chica.
Suspirando le pidió a NamJoon que se detuviera, este sabiendo de qué se trataba frunció el ceño. ¿Hasta cuándo sería así…?– Recordé que debo hacer algo.
–Es… –ella asintió, dándole la razón a lo que insinúa con tanto disgusto y pena. Su mirada deambula entre los árboles que han florecido año tras año, y no hay nada que NamJoon pueda hacer para sacarle una sonrisa honesta nuevamente, porque ya nunca podrá y eso arde dentro suyo, es su más grande dolor.
Decide acompañarla desde atras,arrastrando su bicicleta sin sdr montada. Caminan como dos almas unidas en una misma pena agonizante, sin opcion a llegar al otro lado de la frontera, eran uno mismo en su mente. Llegado a su destino pactado, la muchacha se pone de cuclillas frente a la lapida grisacea repleta de flores y obsequios, cartas e incluso fotos de sus antiguos amigos. Los mimos que intentan ayudarla a mejorar.
–¿No has pensado en seguir adelante?
–Callate. –pidió apretando los ojos, negándose a oírlo de él.
–Enamorarte, conseguir un nuevo amor y olvidarte de ese muchacho mu…
–¡Cierra la boca, dije! –estalló frente a él, llorando a mares– ¡Nunca lo hare,estaré aquí siempre, aunque te niegues!
El Kim no dijo nada, tan solo la observó, y esos segundos donde ninguno expresó con palabras sus emociones fueron suficientes para saber que nada estaba bien. Subió a la bicicleta, y así como llegó, se fue.
Pasaron varios días donde no apareció en ningún lugar, ni siquiera en la azotea o en sus sueños, NamJoon se había esfumado, al parecer, de todos lados, y nadie podría decirle dónde encontrarlo. Hasta que una tarde saliendo de la escuela, caminando hacia su casa sola, alejada del resto que camina en grupos, vio a lo lejos lo que parecía ser la silueta del joven de lentes. No pudo evitar seguirlo de atrás. Esa ilusión era suya, y corrió lo más rápido que pudo entre las calles para alcanzarlo.
–¡Lo lamento! –grito– ¡Lamento herirte, NamJoon!
–No lo hiciste –dijo una vez dado la vuelta, usaba el uniforme de la escuela y tenía una expresión llena de cansancio– Pero, Yo Seob, odio verte de esta forma, ¿Lo dirás?
–¡No! –sus rodillas flaquean– Porque si lo digo, así entonces tu… te iras.
NamJoon fue una persona que brillaba en bondad, todos querían ser sus amigos, tener un poco de él, Yo Seob quería cuidarlo siempre, pase lo que pase estaría ahí porque era su mejor amiga. Intentó protegerlo lo más que pudo, estando cerca suyo hasta que algún día alguno de ambos se animara a confesar sus sentimientos verdaderos.
Ese sería el, tenía todo planeado para hacerlo, cumplir su propósito y ser el hombre que su amada necesita. Hasta que… el destino le jugó en contra, y todas sus metas quedaron estancadas dentro de unas flores que llevaba en la mano mientras andaba en su bicicleta directo a la escuela. Tal vwz fue su extrema emoción lo que no le hizo ver bien al camión que se acercaba, o su mala vista,
Lo que haya sido, dejó a una enamorada destruida en la azotea de su escuela, aguardando a su llegada,
Dos días después del funeral, lo vio en el mismo lugar donde había estado esperándolo. Inhalo fuerte escuchando su confesión. ¨Quería decírtelo desde hace tiempo. Estoy enamorado de ti.¨ y ella también lo estaba pero no podía decirlo, no aun.
Yo Seob lo sabia, sabia la consecuencia de sus actos, pero egoístamente lo mantenía a su lado, pues no estaba lista para verlo marchar eternamente.
— Lamento no haberme confesado antes de irme. Ese día, mi meta era clara, decirle a la bonita chica de mirada dura lo mucho que la amo. Si consigo que digas que me amas, entonces mi alma estará tranquila y pasaré a la otra vida. Descansaré.
— ¡No, no, no! —gritó— ¡¿Crees que voy a decirlo solo porque quieres irte!? ¡Me niego a perderte y que me dejes sola! Todo es tan fácil para ti, ¡NO TE VAYAS A OTRA VIDA! Quédate conmigo, por favor Joon...
— No puedo, han pasado cuarenta y nueve días desde el accidente, al día cincuenta si no logro mi último propósito entonces mi alma quedará estancada aquí.
Aunque sabe que el sufre no quiere perderlo. Es egoísta.
— NamJoon… –ruega, tratando de postergar ese momento de dolor y agonía.
— Ven a visitarme el próximo año. ¡Te esperaré con ansias! No te olvides de mí, y yo nunca dejaré de esperarte. ¿Puedes por favor, decir que me amas?
Ya está. No hay más que hacer, no podía seguir dañandolo, aunque no era lo que deseaba, la chica asintió entre llanto.
— Te amo, y te amaré por siempre. Definitivamente mis sentimientos por ti nunca cambiarán, Joon.
— Gracias. –susurro, y esa imagen siempre joven del último día que estuvo vivo y lleno de amor se evapora entre la brisa cambiante de estación. Corrió a sus brazos, como si de verdad pudiera sentir el calor que antes había, cerró los ojos imaginando que incluso en la despedida él seguía sonriendo.
FIN
— ¡Gracias por la portada a dorasilove! ♡ siganla que hace arte y es un amorshh
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro