Capítulo único
El día de San Valentín había llegado. Momo tomó la bolsa donde había guardado los chocolates que iba a repartir ese día. Había preparado chocolate de cortesía para todos sus compañeros, excepto para Kaminari. Para el rubio más ruidoso del salón había preparado bombones especiales, todos tenían rellenos distintos y fueron decorados con corazoncitos de azúcar.
Para cualquiera que lo viera era muy evidente, pero estaba bien. Ya no quería esconder sus sentimientos. Llevaba mucho tiempo enamorada de Denki, cada vez que él la llamaba Yao-Momo su corazón latía con fuerza y sus mejillas se coloreaban.
Ella sabía bien que Kaminari pensaba que era una chica bonita, pero eso no quería decir que a él le gustara ella. Además, Denki era amistoso con todo el mundo y muy coqueto, pero a la vez algo inseguro. No iba a averiguar acerca de sus emociones si solo se quedaba mirándolo desde el fondo del salón.
Quería que sus sentimientos sean escuchados, el catorce de febrero era el día ideal para eso.
Durante el primer receso se dispuso a entregar los chocolates. Algunos chicos los recibieron con vergüenza, otros como Koda y Shoji los aceptaron con cariño, sabiendo que era un gesto amistoso. Las chicas se emocionaron mucho, sobre todo Ashido y Hagakure que sin poder aguantar la emoción le dieron un abrazo.
Kaminari miraba a todos con pena, él era el único que no había recibido chocolate. Mineta se rio de él.
—Creo que Yaoyorozu me aprecia más a mí que a vos.
—¡No es cierto! Yao-Momo no es así, seguramente se lo olvidó —replicó Denki.
—Hey Mineta, ¿qué te pasa? —habló Sero—. No le hagas caso Kaminari, podemos compartir.
Denki estaba a punto de agradecer, cuando Momo se acercó a ellos.
—Kaminari, lamento mucho haber olvidado tu chocolate. Si me acompañas podemos ir a buscarlo juntos.
Las mejillas de Denki se pusieron rosadas y se levantó de su asiento asintiendo con la cabeza. Mineta los miró con la boca abierta en forma de O. Sero se rio de él, diciéndole que cierre la boca o le entraría una mosca.
Una vez que estuvieron fuera del salón, momo se giró hacia Denki.
—En realidad no me olvidé lo tuyo. —Denki se sintió desanimado, pensar que Yao-Momo había olvidado su paquetito era mejor que darse cuenta de que no le había preparado algo, pero ella no era esa clase de persona, ¿o sí? Antes de que pudiera responder algo, Momo siguió hablando—. Lo tengo acá, pero me gustaría dártelo en otro lado.
—¿Eh? Eh, sí. Vamos.
Aunque el día estaba un poco frío salieron a los jardines. Se pararon frente a frente, Yaoyorozu buscó en su bolso y sacó una cajita de color rojo decorada con un moño grande de color amarillo. Kaminari miró la caja y la tomó extrañado cuando ella la extendió hacia él. Esa cajita no se veía como las bolsitas de celofán que había entregado antes en el salón de clases.
—Abrilo por favor —pidió ella con los ojitos brillantes y las mejillas rosadas. Denki quería quedarse mirando esa expresión, se veía hermosa y frágil. Sentía deseos de protegerla. Se obligó a salir del ensimismamiento y abrió la pequeña caja.
Adentro había muchos bombones de chocolate blanco y negro, decorados con corazoncitos rosas y amarillos. No se parecían en nada a los que habían recibido sus compañeros. La sospecha de lo que estaba sucediendo se abrió paso en su interior y por algún motivo se asustó.
—Yao-Momo qué... qué es... —Levantó la cabeza para mirarla.
—Me gustás, quisiera saber qué sentís por mí. Si yo también te gusto podemos, ya sabés.
A pesar de que sonaba muy segura, tenía mucha vergüenza, estaba haciendo uso de toda su fuerza de voluntad para declararse.
Denki no podía creer lo que escuchaba, no podía ser que una persona tan increíble como Yaoyorozu se haya fijado en él. Apretó la caja que tenía en sus manos.
—No. ¡O sea sí! Sí me gustás, pero no es correcto.
—¿Por qué? ¿Estás saliendo con alguien? —Kaminari rio amargamente.
—¿Quién querría salir conmigo? Soy un tonto que no sabe controlar su quirk. —Momo se acercó a él y puso una mano en su mejilla. Él la miró sorprendido.
—Yo, yo quiero salir con vos —sonrió con ternura—. No sos tonto. Sos una persona valiente, que se enfrenta al peligro aunque tenga miedo, que se esfuerza por comprender las materias que le son difíciles, que siempre tiene un comentario gracioso para decir. Sos maravilloso Kaminari.
Los cachetes de Denki estaban tan rojos que había comenzado a tener calor.
—Vos sos maravillosa Yao-Momo, no te merezco.
—¿Por qué no? ¿No querés estar conmigo? ¿Es eso? —Estaba por despegar su mano de la mejilla de Denki, pero él la tomó por la muñeca con suavidad.
—¡No! Sí quiero. Es que... sos una diosa y yo, soy yo.
—Sos maravilloso —dijo ella poniendo su otra mano en la otra mejilla de él—, y si tengo que decírtelo todos los días hasta que comiences a creerlo, lo haré.
Se miraron a los ojos con todas sus emociones a flor de piel. Momo sonreía con los cachetes rosados y Denki sentía que la veía por primera vez como lo que realmente era. Le devolvió la sonrisa.
—Entonces, tengo que responder a tu confesión. —Momo asintió con la cabeza—. También me gustás, tanto que no puedo sacarte de mi cabeza. Incluso en mis sueños estás presente. ¿Estás dispuesta a darme una oportunidad?
—Sí, todas las que quieras.
Sin dilatar más el momento se besaron con timidez y amor. Momo seguía sosteniendo sus mejillas, por lo que Denki pensó que debería ser un poco más confiado. Soltó su muñeca y apoyó su mano en su espalda, a la altura del hombro.
Se separaron apenas para poder mirarse a los ojos.
—Esto es como un sueño —dijo Denki—. Creo que voy a necesitar otro beso para estar seguro de que no es uno de mis sueños.
Momo se rio y lo abrazó por el cuello al tiempo que le daba un beso un poco más atrevido, pero que, al igual que el anterior, demostraba todo el amor que sentía por el rubio que se había robado su corazón hacía tiempo.
Cuando volvieron al salón de clases no pudieron escapar del interrogatorio de sus compañeros que no podían creer que estaban juntos. Quizás hubiese sido mejor guardar el secreto un tiempo.
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