❥┊Capítulo 2┊
Ahí estaba, frente a la puerta de esa casa murmurando una y otra vez lo que diría: "¡Hola, Luka! Me pidieron que te entregara estas copias! No has venido a la escuela estos días ¿andas mal?", haría que todo pareciera casual, normal, que no sospechara que estaba preocupada, porque no lo estaba ¿verdad? Era solo curiosidad. Claro.
Cuando ya tuvo las agallas suficientes logró que sus manos temblorosas tocaran el timbre. Ya no había vuelta atrás, ya no podía salir corriendo al arrepentirse, aunque ganas no le faltaban.
Sintió su corazón dar un salto cuando la puerta frente a ella empezó a abrirse. Sus piernas empezaron a temblar y podía jurar que unas gotas de sudor corrían por su frente, pero todo eso se terminó de golpe cuando observó a un rostro diferente mirarla con curiosidad.
—¿Sí?
Era una mujer diferente a Luka, bueno, no tanto. Tenía su tono de cabello, de ojos incluso de piel, pero era más madura y con algunas arrugas en su cara. Parecía andar en los treinta y tantos.
Meiko al notar que empezaba a ver demasiado a la mujer frente a ella, se sonrojó y se obligó a si misma a hablar.
El problema es que acababa de olvidar todo lo que le diría.
—Ah, ¡buenos días! Digo... tardes, buenas tardes. Soy Luka, no, no, soy compañera de Luka y... el profesor me ha pedido que le entregue estas copias a Luka. —Finalmente logró hablar pero sólo para luego avergonzarse del ridículo que acababa de hacer.
Pero la mujer en lugar de burlarse de ella sólo sonrío con dulzura y tomó los papeles.
—Muchas gracias, eh...
—Meiko, soy Meiko.
—Muchas gracias, Meiko. ¿Te gustaría pasar a comer algo? Justamente acabo de hacer unas galletas.
—No me gustaría molestar.
—Al contrario, Meiko. Luka y yo estamos solas así que un poco de compañía no nos hace mal.
Eso significaba que Luka estaba en casa y si aceptaba podría verla. No había mucho que pensar.
—En ese caso aceptaré.
—Me alegra mucho. Pasa, por favor. —Cerró la puerta tras ella y empezó a caminar hacia la cocina siendo perseguida por Meiko quién no dejaba de observar cada detalle de la casa—. Luka no ha podido ir a clases por un pequeño problema que tuvo el sábado, me alegra que esos profesores sean tan atentos como para mandar copias a los alumnos. Aunque no dejo de preguntarme por qué no le pidieron a Lily si sólo vive a dos casas de aquí.
—¡Ah! Es que Lily no estaba cuando le pidieron a alguien hacer el favor.
Había mentido. Odiaba mentir, pero no podía arriesgarse a que sea quién fuera esa persona se enterara de que estaba preocupada por Luka. Porque no lo estaba después de todo.
—Ah, entiendo —respondió con una sonrisa haciendo que Meiko dejara salir un suspiro de tranquilidad.
Pronto llegaron a la cocina donde había un comedor con tres sillas en él. El inconfundible olor a chocolate fue lo segundo que notó y en lo que terminó por perderse por el aroma.
—Siéntate aquí —le señaló una silla del comedor-, estaba haciendo chocolate caliente. ¿Quieres?
—Por supuesto —dijo casi al instante, después de todo, nunca decía "no" cuando se trataba de chocolate.
—En seguida te traigo. Luka no debe tardar, está bañándose.
Luka bañándose.
Una imagen de la chica desnuda con el agua recorriendo su blanca piel pasó por su mente pero al instante trató de alejar esos pensamientos pervertidos agitando la cabeza de lado a lado. ¿Por qué estaba teniendo ese tipo de pensamientos con Luka? Su cara estaba caliente y estaba segura de que tenía un enorme sonrojo en su cabeza por lo que trató de pensar en otras cosas antes de que la mujer lo notara. Y por el bien de su salud cardiaca también.
Un buen tema para pensar era la mujer que estaba alegre y tarareando una canción desde la cocina. ¿Quién era? Hasta donde sabía Luka era huérfana. Siempre que hablaba de sus padres decía que no tenía. Pero entonces ¿quién era esa mujer tan idéntica a ella? ¿Podría ser ese tipo de historias donde la hija y la madre se llevan muy mal y por eso Luka la niega? Pero esa señora se miraba tan dulce y amable. ¿cómo podría odiarla? ¿Pero si no era eso entonces qué pasaba allí?
Yendo a esa casa sólo había logrado aumentar su curiosidad y odiaba ser tan curiosa.
—¡Hermana! ¡Ya salí de baño! —una voz que Meiko fácilmente reconoció se escuchó no muy lejos de la cocina.
¿Hermana? Eso lo explicaba.
Pronto una Luka con solo una toalla de baño entró en la cocina, al principio con ansisas de darle una probada al chocolate que su hermana estaba preparando, pero al final terminó por congelarse al ver a nada más y nada menos que Meiko sentada en su comedor, mirándola casi con la misma mirada de sorpresa que ella.
—¿Meiko? —preguntó aún sin poder creerlo.
Meiko no sabía que decir ante tal situación, y precisamente era porque Luka estaba justo frente a ella con una toalla que resaltaba sus senos y su cintura, he incluso dejaban a la vista sus blancas y largas piernas. Su piel parecía delicada y ahora más que podía mirar lo que su uniforme no le permitía.
—Luka, no saludes semi-desnuda a las visitas, por favor —pidió la mujer con una sonrisa de burla en su cara haciendo que Luka se percatara de su desnudez.
—¡I-iré a vestirme! —exclamó y salió corriendo del lugar hasta que el sonido de sus pisadas se perdió a la distancia.
Meiko aún miraba a la puerta recordando el cuerpo de Luka, como si hubiese estado hechizada por ella. Con eso había descubierto que Luka sí podía ser aún más bella.
—Lo siento por Luka. Cuando no está mi esposo ella tiende a caminar por la casa de forma muy despreocupada.
Ella se acercó a Meiko y dejó una bandeja con galletas y una taza de chocolate frente a ella, y el dulce aroma la hizo olvidarse totalmente de todo para poder probarlo.
Cuando ya había probado el chocolate calmando así su antojo, lo puso sobre la mesa y miró a la mujer volver a la cocina.
—Yo tiendo a ser así cuando estoy en casa —dijo, para que ella no pensara que la había ignorado.
—Bueno, creo que la mayoría tendemos a ser así, en especial en la juventud.
Puso otra taza de chocolate frente a otra silla que estaba delante de Meiko y le sonrío.
—Debo ir a hacer un mandado a la tienda que no había tenido la oportunidad de hacer. Dile a Luka que este es su chocolate, por favor. Trataré de no tardar. ¿Cuidarias de ella mientras no estoy?
—Claro, no se preocupe.
Apesar de que Meiko respondió eso una pequeña espina de curiosidad empezó a molestarla. ¿Por qué le había pedido cuidarla? Entonces ¿Luka si estaba enferma? ¿o sólo era una hermana sobreprotectora? No lo sabia pero seguro lo entendería cuando volviera Luka.
La puerta de la entrada hizo dos sonidos por lo que Meiko dedujo que la mujer ya se había ido.
Estaba apunto de darle una mordida a una de las galletas en la bandeja cuando Luka apareció con una tierna pijama de lo que parecían ser pulpos en ella.
Ambas se miraron durante un par de segundos y luego apartaron la mirada avergonzadas al recordar lo que acababa de pasar.
—¿N-No has visto a mi hermana, Meiko?
Meiko se aclaró la garganta y sin voltear a verla le contestó.
—Dijo que iría a la tienda o algo así.
—Esta tonta... —musitó Luka y se acercó al desayunador para buscar su taza de chocolate pero por más que la buscó no la encontró.
La castaña se percató de ello y finalmente forzandose a dejar su vergüenza de lado, la llamó.
—Tu hermana dijo que este era tu chocolate. —Señaló el chocolate frente a ella.
—Ah, gracias —agradeció y se acercó al comedor para poder tomar la taza de chocolate.
Luka tomó asiento frente a Meiko y ambas permanecieron en silencio sin saber qué decir o de qué hablar. Solo permanecieron mirando de vez en cuando a su acompañante de reojo y comiendo las galletas frente a ellas.
Meiko se sentía inquieta principalmente porque lo que le había dicho la aparente hermana de Luka que la había dejado con curiosidad, ¿pero cómo le preguntaba si estaba enferma sin parecer entrometida? Quizá era algo grave, por eso quería saberlo. Pero al mismo tiempo no quería preguntar.
—Meiko, ¿qué haces aquí? —preguntó Luka y Meiko casi la abraza agradecida por haber terminado con ese silencio incómodo.
—Te traía unas copias que te mandaron los profesores —respondió encontrándose con el par de ojos de Luka lo que la hizo volver a apartar la mirada.
—¿Copias? ¿Pero por qué no las enviaron con Lily?
—Lily no estaba cuando pidieron el favor —volvió a responder temiendo que Luka no se tragara esa mentira tan fácil.
—Es entendible.
Dijo Luka y Meiko volvió a dar un suspiro.
—Pero no tenías que venir tú. Es decir, vives en dirección opuesta, ¿verdad?
—Ah, n-no me molesta, en serio. La estación de tren no queda tan largo de aquí así que tomaré el tren cuando me vaya.
—Gracias, Meiko.
La sonrisa que Luka puso en ese momento hizo sonrojar a Meiko al punto de tener que apartar su mirada de nuevo. Empezaba a sentirse muy nerviosa con Luka y con cualquier cosa que ella hiciese terminaba por sonrojarse y avergonzarse. Claro, eso podía deberse a que no hacía mucho esa misma chica le había declarado su amor. Era normal estar avergonzada. No podría haber otra razón.
—No es nada, en serio. P-pero quería saber, Luka, ¿has estado enferma? ¿por qué no has ido a clases?
Ya lo había preguntado, no podía soportar más la curiosidad.
Luka guardó silencio y bajó la mirada mientras jugueteaba con una de las galletas hundiendola en el chocolate y sacándola de nuevo.
Un pequeño sentimiento de miedo invadió a Meiko. ¿Entonces sí pasaba algo malo después de todo? Eso explicaría porqué su hermana quería que la cuidara y también el silencio de Luka. Pero ahora que había previsto lo peor una nueva pregunta la invadía: ¿qué era eso tan malo?
—He estado un poco enferma —dijo Luka después de reír un poco.
Meiko no acababa de tragarse ese cuento, es más, casi estaba segura de que le estaba mintiendo pero decidió no protestar, después de todo, no podía suponer que le contaría todo a la primera.
Un nuevo silencio reinó en la habitación. Principalmente porque Meiko estaba divagando entre preguntas sin respuesta e hipótesis que a lo mejor no podría comprobar, hasta que notó como una de las mangas del camisón de Luka caía dejando a la vista su brazo, lo que le permitió ver algo que la dejó casi paralizada.
El brazo de Luka tenía diversas cortadas.
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