Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

4. Estrella fugaz


Moon bailaba en la fiesta junto a más extraterrestres. Habían distintas especies, algunas más altas que otras, otras muy pequeñas. Sus texturas eran distintas, de muchos colores y otras opacas como la noche sin estrellas. Realizaban movimientos rítmicos, y otros, no se movían. Todos estaban allí, conectados en una corriente galáctica, que los unía en cuerpo y alma.

Y ahí estaba ella. La Reina estelar.

Su piel era de un celeste pálido brillante. Su cabello blanco muy largo que parecía danzar en el viento. Sus ojos se enfocaron en Moon, quién sintió una estática en todo su cuerpo.

La seguía con la mirada. Parecía decirle algo. Moon oyó sin oír en realidad que le pedía que la siguiera.

Y se desplazó hacia fuera de ese pequeño planeta, para sentarse en su nave espacial, estacionada en el aro de luz y gas de color rosado pálido casi inexistente que fascinó a Moon.

—Siéntate junto a mí, cariño. Veamos el cosmos —agregó con una voz que parecía no estar en ese lugar, pero que revoloteaba en la cabeza de Moon con profundidad.

—¿Samantha? ¿Eres tú?

Aquel hermoso ser femenino extrajo polvo de estrellas del ambiente y lo inhaló.

—Soy quién soy. Así como tú eres quién eres. Y todos... Somos uno.

—¿Entonces estamos conectadas?

Ella sonrió—. Estamos realmente fundidas —se acercó a Moon y la besó.

Fue una sensación maravillosa para la pelinegra. La buscó con sus brazos ocupando fuerza y en desesperación, pero sin hacerle daño. Pensaba que era efímera, etérea, y que se iría en cualquier momento. No quería perderla. Y la abrazaba para fundirse en ella, para no perderse a sí misma.

Sonó la alarma.

Moon se despertó experimentando un horrible dolor de cabeza producto del alcohol en exceso en su sistema desde anoche en la fiesta.

Fue directamente al baño y se bañó. Agradeció que no le habían dado náuseas, y aprovechó para prepararse el desayuno. Mientras hacía todo esto, no podía dejar de pensar en ese sueño que había tenido. Ese ser que se parecía mucho a Samantha, o que era Samantha, que le provocaba sensaciones sobrenaturales, le carcomía la razón.

Entonces, a medida que tomaba su café matutino, se percató de algo muy importante: ¿Dónde carajos estaba Sally?

Buscó su teléfono y la marcó con preocupación. A medida que escuchaba ese sonido intermitente, intentaba recordar cómo había llegado a su departamento.

Recordó lo más importante, había visto a Samantha Wood en la fiesta, con un hermoso vestido color vino, con un gesto de preocupación en su rostro, o frustración, y que tenía la necesidad de hablarle, después de tantos años.

—¿Moon? ¿Por qué me molestas tan temprano? Estaba durmiendo. —Se escuchó a Sally en la línea. Su voz carrasposa denotaba sueño.

—¡Sally, ¿dónde estás?!

Se escuchó un silencio.

—Uy, sé donde no estoy, en nuestro departamento —rio nerviosamente.

—¡Sally! Iré a buscarte enseguida. Rastrearé tu ubicación.

—¡No, mujer! ¡Estoy bieeen! ¡De hecho, muuy bien! —Aún seguía un poco ebria. Su tono de voz la delataba—. Dormí con un apuesto joven que me hizo gemir como sólo los caballeros te pueden hacer gemir, y ahora me ducharé y llegaré. Tú tranquila, ve a la Universidad. Sé responsable.

Pero Moon no obedeció. Tomó el auto de su amiga, -que había quedado en el estacionamiento del edificio la noche anterior porque ninguna quiso manejar, y ambas querían alcoholizarse-, y fue a buscar a una romántica Sally, mandándole un mensaje para que le de la ubicación.




La primera clase y el almuerzo habían terminado. Moon esperaba encontrarse a Samantha en los pasillos interminables de Everest, ya que si estaba en esa fiesta era porque iba a estudiar aquí. Era una fiesta exclusiva de los nuevos ingresados.

Pero no la vio en todo el día, y llegó a pensar que sólo la imaginó. Como esos destellos de luz que se apagan con rapidez en el cielo. Una estrella fugaz.

Luego de terminar la segunda clase, se dirigió al aula de Sally para volver juntas al departamento, cuando se percató de que aquella hablaba emotivamente con su profesor, a solas. Prefirió no entrometerse.

Caminó sola por el gran campus, decidida a irse caminando hacia su hogar temporal, debido a que no quedaba tan lejos de Everest. Y por las calles de la ciudad, encontró a quién había ansiado encontrar durante todo el día, y todos sus pensamientos de que probablemente la había imaginado, se fueron.

No la había imaginado. Había sido real. Lucía el mismo vestido rojo vino de la noche anterior, y parecía no haber dormido. Su rostro de preocupación provocaba ese mismo sentimiento en Moon.

La pelinegra estaba dispuesta a hablarle. Emocionada, comenzó a caminar rápido hacia su dirección. Pero entonces se detuvo.

La escena ante sus ojos mostraba a una Samantha llorando desconsoladamente mientras abrazaba a un joven de traje marrón que había encontrado recientemente.

Luego ella lo besó, mientras era abrazada por esos brazos fornidos que rodeaban su cintura. Ella, con sus tacones negros, se veía más alta que él. Moon dedujo que eran más o menos del mismo porte si ella se quitaba esos elegantes tacones.

Entonces ambos se fueron hacia otra dirección, caminando con pasos apresurados, él en ningún momento soltándola de su agarre. Ella, acercando su cuerpo lo más posible al de él.

Moon no entendía porqué se sentía tan vacía. Se sentía traicionada pero nadie la había traicionado. Samantha no era su pareja, nisiquiera era su amiga. En este momento, es una persona totalmente desconocida que tiene el derecho de ser feliz con una persona que ama.

¿Por qué me duele?

Pensaba Moon.

Y siguió caminando hacia llegar hasta su departamento con el atardecer rojizo acariciando sus espaldas.

Se dio una ducha corta para quitar el leve sudor del día, y llamó a su madre, para anunciarle que todo iba saliendo perfectamente. Le dio los detalles de cuán fabulosa es Everest, y preguntó por Rufus, dándole saludos cariñosamente. Luego se despidió de la misma forma y comenzó a preparar la cena.

No se percató de que Sally dormía en su habitación, hasta que la miró aparecer en la pequeña sala de estar, con una mirada sonriente y adormilada.

—Mi Moon, ¿preparaste la cena? Te juro que lo iba a hacer yo.

—Ajá, claro. —Agregó Moon—. Ven a sentarte.

Charlaron un momento. Moon dijo que estaba cansada y que lo único que quería era estar acurrucada en su cama, mirando las estrellas por la ventana. Y luego de alistarse para dormir, eso fue lo que hizo. Y sólo en el silencio de su habitación, pudo recordar cuando caminaba en las calles de su ciudad con su, -en ese entonces-, mejor amiga.

“—Siempre seremos amigas, ¿verdad, Sami?

—¡Siempre!

Moon la empuja con suavidad—. ¡La que llega última come menos porción de helado!

—¡Adelante, corre! Te daré ventaja porque siempre gano.

—¡Eso es porque eres una tramposa!

—¡No! ¡Es porque tu eres muy pequeña! —Rio, para luego alcanzar a su amiga, y ganarle la carrera, como todas las veces. Pero aún así, dejándole la porción de helado más grande, porque sabía que amaba el helado.”

¿Siempre seremos amigas, Sam?

¿Es que el "siempre" es demasiado pequeño?

Pensaba Moon, sin poder conciliar el sueño. Algo poco habitual en la soñadora.

Pero entonces, lo comprendió. No podía alcanzar a Samantha, ni en la realidad ni en los sueños, o cuando lo hacía, era sólo porque ella así lo quería. Y con ese dolor poco comprensible en su corazón, concluyó que Samantha era una estrella fugaz que ya se había marchado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro