Cap.6
Bueeeenoooo, sí, vengo a dedicar.
Mohi, te ha tocado.
Tengo pocas personas en mi vida que sean especiales, tú eres una de esas personas que no quiero perder.
Quizás no entiendes muy bien mis problemas, pero si estoy mal intentas hacerme reír, eres de los que luchan y sueñan con sus amigos y eso te convierte en una persona maravillosa.
Gracias por ser siempre el que me coge las videollamadas jajajaja y después meter a los demás y quedarnos hasta las 4am.
Gracias por esas llamadas en Viena.
Gracias, simplemente gracias.
Te quiero mucho Mohi, aunque te lo digo poco la verdad, quizá es porque eres un chico, aunque eso no debería ser un obstáculo para decirte que eres importante para mí y que cuando salgamos del instituto me va a doler porque no te veré tanto como ahora.
Nunca dejes de sonreír y recuerda, que si estás en esos momentos ocasionales en los que estás mal, llámame que yo estoy ahí siempre.
Ahora sí, a leer jajaja (lo digo riendo porque estoy llorando jsjs).
Besos, abrazos y rosas de fuego;)
Ya han pasado dos horas desde que entré a clase y me quiero ir ya.
Lo malo del instituto es que no tenemos taquillas, por lo que mi espalda demanda un descanso. Y lo bueno es que en los pasillos si se puede usar el móvil, aunque yo solo lo uso para ponerme música que retumbe en mis cascos y de ellos a mis oídos.
En eso estoy ahora, ignorando a mi alrededor mientras voy a la siguiente clase. Voy mirando al suelo, con dos libros entre mis brazos y la mochila colgada en un solo hombro.
Y pum me choco con un desconocido que pasa de largo.
-¡Eh!- le grito en medio de todo el pasillo, él se gira.
Se acerca lentamente hacia mí y yo me quito los cascos de cuajó, me agacho ligeramente para recoger los libros que me ha tirado.
-Lo siento- me dice y me choco con sus ojos color verde cristalino.
Tiene el pelo rubio, pero supongo que con la edad se va poniendo castaño, tiene la nariz perfilada, un aro en una de sus orejas y es demasiado alto. Tiene puesto el típico uniforme que te ponen de forma opcional en el instituto, lo cual hace que me ría para mis adentros.
-No pasa nada- le miro con mi cara seria de siempre, aunque para él será nueva, no le he visto nunca.
-Estaba con el móvil y...
-Que culo tienes Courtney, te pareces a tu abuela, hemos visto las fotos- dice alguien detrás mío y la ira brota de mí tan rápido que no lo controlo.
Me tiro encima suyo y le pego puñetazos en ambos lados de su estúpida cara, es la primera vez en diez años que mencionan a mi abuela fuera de la zona familiar y la sangre me hierve.
Le cojo de la cara y lo digo.
-Última vez que te diriges a mi o te juro que te rompo la cara- le iba a pegar más fuerte al escuchar su risa burlona.
-Ya, ya, Courtney, para- el desconocido me levanta por los brazos aún cuando me retuerzo para soltarme.
-¿Cómo coño sabes mi nombre?- le digo al desconocido una vez que me ha alejado del chico que he pegado, estamos en la zona de la cafetería y a estas horas no hay nadie.
-Lo ha dicho el chico ese y ya está, cálmate- me dice el chico misterioso mientras se apoya en la pared.
-¿Qué me calme?- las lágrimas empiezan a salir de mis ojos tan rápido como las palabras de mi boca- ha mencionado a mi abuela y ella lleva... lleva- las últimas palabras arañan mi garganta y siento que esta se puede desgarrar en cualquier momento si lo digo- lleva diez años muerta.
-Courtney, te entiendo, la mía también, pero esa no es forma de afrontar las cosas...
-A ti no te han faltado al respeto mirándote el culo.
-Si fuera mujer lo vería como un halago.
-Las más putas lo ven así, yo no, yo sólo estoy aquí para sacarme el puto bachillerato e irme.
-¿Alguna vez vas a decir una frase sin incluir una mala palabra?
-¿Alguna vez te vas a callar la puta boca?- le reté- seguro que tu también las dices angelito infernal.
-Vale, no te pongas a la defensiva conmigo, sé que estás enfadada, pero ya está, si te vuelve a decir algo seré yo quien le pegué un puñetazo, ¿contenta?- me sonrío- y sí, digo bastantes, pero me parecía un poco raro decirlas así, de la nada con alguien que no conozco.
Y no sé por qué, pero me empecé a reír, me empecé a reír un montón y quiero parar, pero no puedo. Las lágrimas se han disipado y lo que ahora ven mis ojos son las pequeñas pecas que hay en la nariz del chico que tengo frente a mí.
-Me gusta como te ríes, pero no entiendo el porqué- dice sonriendo de medio lado.
-No lo sé ni yo, es que...
-No hace falta que me lo expliques, nos acabamos de conocer y, siento lo de antes, iba a responder unos mensajes y pasé de largo.
-No importa- me le quedo mirando durante una eternidad, aunque sólo ha pasado un minuto como mucho, parece que me lee la mente, porque dice lo que le iba a proponer yo.
-Mira, soy nuevo y no es que sepa amigar muy bien, pero tú me has caído bien, si quieres podemos quedar hoy y me pones al día.
-¿Me estás pidiendo ser tu amiga?
-Cuando lo dices así se nota bastante que somos raros.
-Como si a mí me importara eso mucho- y suelto una pequeña risa- por cierto, no sé tu nombre.
-Me llamo Koen.
-Bueno, Koen, pues si quieres quedamos en mi casa, ¿a las cuatro?
-Me parece perfecto.
Y cuando se va a dar la vuelta, le cojo del brazo para decirle otra cosa más.
-Si quieres podemos ir en moto a mi casa y te quedas a comer.
Ole tú, Courtney, así se hacen amigos.
Aunque ya tengo a Koen como nuevo amigo, sigo pensando en el chico de las frases. Hace una hora ha publicado una.
No te enamores de una persona que sólo sea curiosa, te romperá el corazón. Enamórate de una persona loca, curiosa, aventurera y que no le importen los riesgos cuando esté a tu lado. Quizás no la has conocido o quizás ya lo has hecho y, aunque aún no lo sepas, ya te ha robado el corazón.
Le vuelvo a dar me gusta, con la esperanza medio muerta de que se de cuenta y me responda.
¿Le habrán roto el corazón?
Toca el timbre, lo que indica que la última clase ha terminado y vuelvo a sentir la misma felicidad que sentí por la mañana cuando toqué los manillares por primera vez de mi primera y nueva moto.
?: Holaa, me alegro de que te gusten, que tal?? :)
Y ahí es cuando se me acelera el corazón, no entiendo porque si no lo conozco, solo sé de él que le gustan las frases dolorosas y preciosas a la vez.
Justo cuando le iba a contestar, Koen aparece detrás mío.
Cierto, se viene a casa a comer.
-Bueno, ¿listo para montar en la moto de una desconocida?
-Vámonos anda.
Le entrego el segundo casco que gracias a Dios estaba en el mini maletero de la moto y se la pone, le queda ridículo con el traje que lleva, pero las risas me las guardo en el fondo de mi cabeza.
Al principio, aunque diga que somos amigos y tal, no confío en las personas, entonces a ellos tampoco les doy motivos para que confíen en mi. Si se queda a mi lado, con mis pros y contras, habrá valido la pena pasar con él esta tarde.
-¿Hace cuanto montas en moto?- pregunta agarrándose atrás de su asiento.
Y, mientras aprieto los aceleradores, se lo confieso.
-Desde hoy.
No le da tiempo a responder porque ya estamos en la carretera, esquivando cada coche que veo, como si de tratara de un videojuego y no de la vida real donde las personas mueren de verdad.
No se queja, por lo que en mi mente hay dos opciones, que se haya muerto de paro cardíaco o que se haya caído de la moto. Ninguna de las dos son favorables para mí.
Paro frente a la puerta del garaje mientras que ésta se abre lentamente y cuando ya he aparcado, me quito el casco y me levanto.
Koen me imita y veo su cara de sorpresa y su camisa y corbata algo arrugadas.
-Perdón, estoy un poco loca, tendrás que acostumbrarte.
-Me gusta eso y- dice antes de que sus mejillas se tiñan de rojo- este está siendo sin duda el mejor día de mi vida.
-¿Por?- me río.
-Porque acabo de conocer a la loca más loca del universo.
~
No se si ha sido buena idea traer a Koen a casa, seguimos en el garaje, me está ayudando a coger una manta para meterla en el pequeño maletero de mi moto, luego voy a hacer una pequeña visita a alguien.
Cuando entramos en silencio, confirmo la idea de hace cinco minutos de traer a Koen a casa.
-Hola, cariño, al final la cita es más tarde- me dice mi madre acercándose a mí, pero se frena cuando ve detrás de mí otra persona más.
-Hola a todos, este es Koen, es nuevo en el instituto y le voy a poner al día de todo, se queda a comer, espero que no os moleste- digo, mi madre me mira contenta, supongo que se alegra de que haya hecho un amigo, por el contrario, mi padre me mira serio, creo que es porque Koen es chico y no chica.
Nunca me ha gustado eso, que no se vea bien una relación de amistad entre hombres y mujeres, como si solo se pudieran tener relaciones amorosas y no de amistad o trabajo o lo que sea.
-Os podéis subir la comida arriba, ¿vale?- dice mi madre- Courtney, iros a tu cuarto y poneos cómodos, Koen- ahora le mira a él- siéntete como en casa, ¿si?
-Muchas gracias...- frena, no sabe cómo llamar a mi madre.
-Layla y él es mi marido Harry, el pequeñajo de ahí es Owen, el hermano pequeño de Courtney.
-¡Ey! ¡Qué no soy tan pequeño!- grita Owen, quien está en la otra punta del salón.
-Pues muchas gracias, Layla, a usted también señor Harry- mi padre se sorprende al oír la palabra "señor" junto con su nombre, pero parece que es para bien.
-No es nada- dice mi padre, con la cara seria todavía- la puerta un palmo abierta, nada de estar cerrada- me dice señalando con el dedo hacia mí.
-Harry, cariño, déjalos, son mayorcitos ya- le dice mi madre, pero al ver la cara de negación de mi padre, dice- iré a ver que tal en un rato- parece que eso le convence más.
-Gracias, mamá- le digo al oído cuando la abrazo.
Subimos las escaleras lentamente, oigo la respiración de mi invitado a mis espaldas, lleva sin dirigirme la palabra desde que me ha dicho que soy la primera loca que conoce.
¿Me ha gustado? Sí.
¿Me gusta Koen? No. Obviamente.
Pasamos a mi cuarto.
Las paredes blancas hacen que parezca que estás flotando entre la luz. Lo primero que se ve nada más entrar es la gigantesca cama que tengo para mí sola, en vez de cabecero está la única ventana del cuarto con un saliente donde está mi taza de café de esta mañana, un libro y mis velas apagadas. Algunas de las mantas que reposan en mi gran cama están arrugadas para crear un efecto desaliñado, pero a la vez moderno. Del techo cuelgan unas cortinas blancas que rodean mi cama, haciendo que parezca de princesa, entre ellas hay luces led de un tono cálido, siempre me gustó ese toque. Mi escritorio está al lado izquierdo de la cama, también es blanco y sigue igual que ayer, con el sobre de mi abuela y la lámpara en posición para que, cuando esta noche me quede sola, alumbre lo último que me dejó la persona que más quería. A la derecha de la cama hay dos puertas, una con el baño y otra con el vestidor, lleno de ropa.
-Pedazo cuarto- ríe Koen.
-Ajam- dejó mi mochila al lado de mi escritorio y él me imita- ponte cómodo, te puedes sentar en la cama si quieres, ¿por dónde quieres empezar?
-Pues... ¿qué es esto?- coge la carta.
-¿¡Qué haces!?- Le grito y le arrebato la carta de las manos.
-Perdón- su mirada viaja al suelo de mi cuarto y me doy cuenta de que le acabo de gritar.
-Era de mi abuela- me doy cuenta y rectifico- era de mi abuela- y recalco el "era".
-Lo lamento mucho, sé cómo te sientes, mi abuela tampoco está aquí...
-Lo siento.
-¿Qué pone?
-No- le digo, aunque sé que si sigo quizás me rompa a llorar, pero no quiero, no confío al cien por ciento en Koen- no la he abierto.
-Yo también tengo una carta escrita por mi abuela, lleva años en un cajón, sin abrir.
-¿En serio?
-Sí- dice- si quieres, un día te puedes venir a casa con tu carta y cada uno lee la suya.
-No sé, prefiero leerlo a solas.
-Si fuera así ya lo hubieras hecho.
Tiene razón. Joder.
-¿Tú porque no la has abierto?
-Nunca llegué a conocer tanto a mi abuela, la veía dos semanas al año y yo era pequeño cuando falleció.
-Yo también era pequeña, pero siempre que podíamos íbamos a su casa- digo- cuando falleció, nos mudamos aquí, a esta ciudad, quizás no fue la mejor idea del mundo, pero la siento más cerca.
-¿La vas a ir a verla luego? ¿Para eso la manta?
-Sí- me siento un poco desprotegida al ver como un extraño me está empezando a conocer.
-Entonces no perdamos mucho tiempo- dice y acerca su mochila.
Y entra mi madre en mi cuarto, con la comida. Dos huevos fritos con patatas cocidas y después fritas.
Noto como la boca se me hace agua enseguida y creo que a Koen le pasa lo mismo cuando admite que esa era su comida favorita.
En verdad, se podría decir que la mía también, pero prefiero las tostadas con mantequilla y mermelada, huevos cocidos y frambuesas.
-Gracias, mamá.
-Que aproveche, chicos- y cierra la puerta.
Gracias a Dios.
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