Orión termina por explicarme que soy una mujer loba y naturalmente mi especie tiene un compañero de vida con el cual haces conexión. Es como un lazo mágico del destino que te une para siempre con el otro, algo que designa la luna.

Hubiera preferido que lo explicara Gerriot, pero él me dejó a solas con este tipo, así que vuelvo al tema anterior.

—¿Me espiabas y mandaste a G para que me detuviera? Quiero más explicaciones y las quiero ahora.

El hombre toca su cabello con ese tono blanquecino tirando a plateado y luego sonríe tranquilo antes de responder.

—¿G? —consulta desviando el tema, que por esa conexión de la que hablan, logra el cometido de distraerme.

—Eh... —Siento mis mejillas arder—. Así estaba su nombre en el árbol.

—Ya veo, tus recuerdos. —Hace una pausa—. Tengo buenas noticias, el médico vendrá mañana.

Reacciono y lo empujo hacia la pared.

—No me gusta que me anden mirando mientras me baño, no me agrada que me mientan y por sobre todas las cosas, detesto que me manipulen, así que deja este juego, pero ya. —Presiono su cuello, sin embargo me doy cuenta de algo, así que lo suelto y retrocedo—. ¿Pero qué...

El corte se cura rápidamente.

—¿Piensas que un simple humano va a dejar que una loba entre a su casa? Yo creo que no.