|26| El primer golpe
―¿Cómo está la señorita?―habló una de las sirvientas en un susurro apenas audible.
Si bien aún me encontraba acostada en la cama, y permanecía con los ojos cerrados, la realidad es que llevaba despierta desde hace ya un buen rato. No obstante, no me sentía motivada a abandonar la comodidad placentera y calma que me ofrecía gratuitamente el colchón mullido. Habían pasado algunos días desde que me había mudado a la habitación de mi pequeña hermana, Natalie.
―Está bien, aún sigue durmiendo, al parecer al fin logró relajarse algo―respondió Liv, con una mentira tan ligera y sencilla que hasta parecía ser cierto.
―Me alegro que así sea, pobre señorita, viene pasando por tantas cosas que me apena tanto que no pueda disfrutar de su juventud. ¡Oh, y el joven señor también!―se trataba de Rose quien se afligía por mi hermano y por mí―. Me gustaría quedarme, pero debo administrar lo último de la organización de la pieza de la señorita.
―Está bien, le avisaré a la señorita que pasó a visitarla―El tono de voz de Liv se mantenía maravillosamente neutro, casi tanto que sonaba apático.
Quizás por eso le costaba socializar y no tenía gran número de amigos a pesar de que trabajaba aquí desde los 11 años. Escuché los pasos pesados de mi nana alejarse y la traba de la puerta encastrar con su cerradura. Separé los párpados y volteé hacia la puerta entreabierta por la que en poco tiempo entraría mi amiga. Torcí los labios al ojear la habitación, todavía no lograba acostumbrarme a los claros colores que abundaban el lugar y la decoración infantil.
No sé cuantos segundos pasaron con exactitud, más no fueron mucho hasta que Liv terminara de abrir la puerta y apareciera con el carrito de comida, su rostro sin expresión y sus pasos inaudibles.
―Señorita, buen día.
Saludó al mismo tiempo que terminaba de ingresar y cerraba la puerta. Se acercó a la cama con la comida, la preparó dejando la bandeja de oro a mi lado sobre la colcha que me rodeaba. En respuesta, asentí y mostré una pequeña sonrisa.
―¿Conseguiste la información que te solicité?― cuestioné mientras me incorporaba y acomodaba para almorzar.
Mi estómago rugió cuando llegó a mi nariz el aroma del pavo asado y las verduras cocidas bañadas con salsa. Peiné mi cabello hacia detrás de mis hombros y acto seguido posicioné la bandeja sobre mi regazo. Noté a Liv agacharse junto al carrito, pero elegí prestarle más atención a la zanahoria trozada que pinchaba con mi tenedor de plata. Me había salteado el desayuno ya que me había encontrado demasiado cansada como para despertarme temprano en la mañana. Tal efecto se debía nada más y nada menos a que la investigación con Liv se llevaba a cabo a altas horas de la noche, ya que nadie podría interrumpirnos y no se levantarían sospechas.
La información que encargué a Liv que recolectara era la necesaria para confirmar una sospecha que había surgido durante este último tiempo en el que cambié de pieza. Lego del altercado sucedido aquella noche en la cocina y con la sospecha ya infundada en ciertos empleados la madrugada que conocí al joven McNaugh, llegué a pensar que quizás el culpable podría encontrarse entre algunos de los ya inculpados anteriormente.
―Aquí está la información que me solicitó. La obtuve tras revisar el libro de empleados.
Explicó Liv para luego dejar una carpeta de color amarillo pastel a un lado de mi cuerpo, también sobre la cama. Corrí la bandeja con comida y tomé la carpeta en mis manos. Hace unas semanas atrás la lista estaba compuesta por René Martínez, Artur Robinson y Pedro Rubalo. Artur Robinson era quien se hallaba al comienzo. En las primeras hojas encontré la misma información que Cameron Courtney me había brindado, no parecía haber cambio alguno en la misma, exceptuando el hecho de que se había añadido una disposición otorgándole oficialmente el día del aniversario de la muerte de hija como descanso. Resoplé, todavía quedaban dos sospechosos más. El siguiente era Pedro Rubalo, quien tras leer detalladamente su prospecto no presentaba ninguna conducta que pudiera inculparlo. Inspiré alentándome, deseando no haberme equivocado con mi suposición. Repasé los detalles que se mencionaron de esa noche, René Martínez actitud sospechosa, pero Rose Montana aseguro que tenía una coartada. Su información finalizaba con que había sido despedido ayer por la mañana, más no decía cuál había sido el motivo ni quien se había encargado de hacerlo.
Creí que la información terminaría allí, pero al girar la última hoja noté que se había añadido una nota con un asterisco, recordé que en la coartada de Martínez había visto anteriormente el mismo símbolo, volteé la hoja hacía atrás para corroborarlo y así fue, junto al nombre de mi nana se hallaba dibujado el símbolo. Volví a la página con la nota y la leí con el corazón contraído en el pecho y las manos haciendo temblar los papeles que sostenían.
"No se ha encontrado evidencia de que la señora jefa de mucamas, Rose Montana realmente se encontrase con el joven guardia René Martínez. A falta de pruebas se ha decidido absolver de culpas a ambos sospechosos, debido al historial de la dama y aceptar el testimonio de Rose Montana como válido".
Se me revolvió el estómago.
―Liv, necesito alistarme. Debo hablar con Jackson de manera urgente―avisé, dejando sobre el colchón la carpeta y poniéndome de pie.
―Iré a buscarle un conjunto y sus calzados, vuelvo enseguida―informó antes de alejarse con ligereza hacia mi nuevo guardarropa temporal.
Necesitaba hablar con mi hermano, que él me confirmara si sabía quién había expulsado a Martínez y si sabía el por qué. Además, me era preciso conocer si todo eso se relacionaba directamente con mi nana. Rose era una de las personas más antiguas y con mayor trayectoria dentro del grupo de mis empleados cercanos. Resultaba extraño que ella estuviera comprometida en una situación que pusiera en duda su carrera, cabe incluir el hecho de que los Montana eran una familia que había estado atendiendo incluso a los padres de mis abuelos. Desprendí mi bata y me la quité dejándola sobre la silla frente al tocador, tomé el cepillo que se encontraba allí y peiné mi cabello en una coleta. Terminé de arreglar mi cabello para el momento en que Liv había regresado con la ropa y calzados. Me alisté en pocos minutos y con pasos presurosos me encaminé hacia la puerta, donde me detuve rotundamente. Debía controlarme y no levantar sospechas de ninguna clase.
―Estoy lista―susurré más para mí, no obstante, Liv pareció escucharme ya que después de eso me abrió la puerta.
Ella cargaba en sus brazos la carpeta que le había encargado. Dejó el cuarto primero y se acercó al hombre de rostro conocido con postura erecta e imponente.
―La señorita va a salir―avisó mi mucama al guardia en el pasillo que custodiaba la habitación.
―Buen día, señorita.
El saludo del guardia se concretó con una leve reverencia.
―Buen día, Smith. Tengo que visitar a mi hermano―informé sobre mis intenciones.
―De ser así deberíamos apresurarnos, tengo entendido que el joven señor debe regresar cuanto antes a Owlwood por solicitud de los señores―aclaró Cleivan con una mirada ansiosa.
Asentí antes de girar hacia mi amiga, la observé preocupada. Volteé y comencé a caminar con una dirección en mente, el despacho de Jackson. Se suponía que con mi hermano y Courtney partiríamos juntos a la capital unos días antes de las vísperas de Noche Buena. Faltaban varios días para ese momento, era extraño que mis padres lo solicitaran de manera tan repentina. ¿Qué podría estar pasando en Owlwood para que lo llamaran?
Tras caminar con pasos rápidos, llegamos al largo pasillo del primer piso que conectaba la biblioteca, el despacho, el living y otras habitaciones más. Estaba ajetreado, las sirvientas y el resto del personal iban y venían, entrando y saliendo de las habitaciones, el ambiente se percibía tenso y alborotado. Mi respiración se volvió pesada conforme avanzaba junto a Liv y Cleivan hacia el estudio de Jackson. Al llegar, golpeé la puerta llamando dos veces, la respuesta fue casi inmediata. El amigo de mi hermano fue quien apareció cuando se formó la abertura después de que esta se abriera.
―Courtney...―pensé en voz alta al verlo―, ¿se encuentra mi hermano?―indagué corriendo la vista de él a lo que había a su espalda, pero apenas lograba ver sobre su hombro.
La expresión en el rostro de Cameron también lucía perpleja, de seguro no esperaba que se tratase de mí quien golpeaba la puerta.
―Si...―respondió haciéndose a un lado―. ¿Qué haces aquí? ¿Ya te encuentras bien?
Cameron bombardeó con preguntas que no respondí al instante porque giré sobre mis talones y encaré a Liv, quien debía entregarme la prueba que me ayudaría a encarar mis dudas. Ella me extendió la carpeta; cuando alcé la mirada a la suya noté cierta duda o inquietud, más no había arruga en su rostro u otra expresión. No me sorprendía, pues se trataba de ella.
―Tengo algo importante que hablar con Jackson...―Rigió un silencio incómodo por unos segundos, hasta que añadí―. Puedes quedarte, también servirá hablarlo contigo.
Ingresé a la habitación, estaba iluminada con la luz amarillenta como siempre, los muebles antiguos en los mismos lugares y como de costumbre, mi hermano detrás del gran escritorio.
―Vaya, gracias por tanta compasión―expresó con sarcasmo―. ¿En realidad te encuentras bien? ―Su tono cambió a uno más serio con la pregunta.
―Un poco.
Alegué dirigiéndome con premura a mi hermano, quien al verme detener mis pasos frente a él recién levantó la mirada de la pequeña pila de papeles que parecía estar analizando. Debajo de sus ojos la piel era oscura, sus pómulos se marcaban más desde la última vez que lo había visto. Lo que me había dicho Rose sobre el estado de mi hermano vago por mis pensamientos al verlo cambiado. De fondo pude escuchar como la privacidad en el estudio volvían y los murmullos desaparecían tras el sonido de la puerta encastrándose con su respectivo umbral.
―¿Winter? ¿Qué haces aquí?―cuestionó frunciendo el entrecejo.
―¿Qué saben sobre el incidente de mi habitación?―repliqué ansiosa, mi pecho subía y bajaba en compás a mi respiración levemente agitada.
Los ojos de mi hermano me abandonaron y corrieron a su amigo, a mi lado. Lo imité, Courtney tenía su atención en mí. ¿A caso dudaba de si decirme o no?
―Estoy bien, me gustaría que respondieran mi duda―incité.
Jackson espiró de forma sonora, casi como resoplando, para continuarlo con un asentimiento de cabeza. Entonces, la voz de su amigo resonó en el silencioso cuarto.
―De hecho, tenemos un sospechoso, pero no hay pruebas y no hemos logrado contactarlo desde hace unos días.
―¿René Martínez? ―pregunté, con la intuición de que hablábamos de la misma persona.
―Me alegra saber que todos pensamos en él―agregó Jackson―. ¿Qué tienes en las manos Wint?
Usando uno de mis brazos corrí con el antebrazo los objetos de gran tamaño que había en el escritorio de mi hermano, dos pares de manos invadieron mi campo visual y colaboraron con mi objetivo.
―Lo que me llevó a ese pensamiento―expliqué abriendo la carpeta en el espacio que habíamos hecho―, es información sobre los empleados, específicamente sobre los sospechosos que ya teníamos en vista desde que pasó el desmayo masivo.
Pasé las hojas con movimientos rápidos hasta que alcancé a ver el nombre y la foto de Martínez.
―Hay un dato bastante importante que no pude contarles de hace unos varios días atrás―añadí.
Sentí la inquisición de las miradas de mi hermano y su amigo posarse sobre mí.
―Hace unas noches, precisamente la noche anterior al suceso del balcón. Había salido de mi habitación en la madrugada para buscar algo que comer y escuché una pelea en la cocina. Eran dos empleados masculinos.
―¿Los reconociste?―interrogó mi hermano.
Negué.
―No, ellos estaban en la cocina y nosotras nos detuvimos en pasillo cuando escuchamos las voces.
―¿Nosotras?―Está vez fue Cameron quien preguntó.
―Liv, mi sirvienta personal, y yo. Ella me acompañó para prepararme un aperitivo.
―¿Recuerdas que hora era?―habló Jack.
―Sí, eran cerca de las una y media de la madrugada. No había logrado conciliar el sueño, aún más después de las pistas que se encontraron en la biblioteca.
―Sucedieron muchas cosas en tan poco tiempo...―Mi hermano pareció pensar en voz alta.
―¿De qué hablaron los empleados? ¿Recuerdas?―curioseó el morocho.
―Estaban discutiendo si se había llevado a cabo algo que se les había encomendado por un tal Domino, Dominas, no recuerdo bien el nombre, pero sonaba similar. Y uno de ellos dijo que sí lo había hecho, el otro se enojó... No decir que se enojó sería leve, encolerizó tanto como para golpear a quien lo acompañaba―respondí.
―Eso es sospechoso―observó a quien llamaban Jekyll.
―¿Y después?
Cameron Courtney se inclinó unos pocos centímetros sobre mí como si así pudiera obtener más rápido las respuestas que quería.
―Después regresamos en silencio a mi habitación, se escucharon ruidos fuertes y quejidos. Uno de los dos debería haber terminado malherido, más cuando investigamos con Liv si había algún empleado herido no se encontró a nadie.
―Hace poco se despidieron a varios empleados masculinos, recuerdo haber firmado el consentimiento luego de que Regan Montana me trajera la solicitud.
La respuesta de mi hermano me puso la piel de gallina. Era la segunda vez que ese apellido se relacionaba a los actuales sospechosos. Jackson al instante comenzó a rebuscar entre los papeles en su escritorio. «¿Estará buscando lo que había firmado?», me cuestioné sin comprender del todo sus acciones. Sin embargo, solo bastaron unos pocos segundos para entender las razones de Jackson. Sus labios se movieron al mismo tiempo que sus manos presentaban unas impresiones frente a nosotros. Acomodó la lámpara en la mesa para que su luz diera de lleno a las hojas, logrando que centrara mi atención plenamente en ellas.
―Cuando Regan me los trajo y pidió que firmara, no les tomé mucha importancia porque me dijo que era de suma importancia llevar a cabo el despido de esos empleados debido a sus comportamientos recientes inadecuados―explicó mientras indicaba con su dedo índice los nombres de aquellos empleados escritos en el papel―. Cuando pregunté sobre sus acciones, solo dijo que causaban disturbios entre sus compañeros. Admito que no llegué a darle la importancia que requería ese día, Regan se me acercó cuando me encontraba ocupado...
Jackson no era la clase de persona que firmaría un papel como estos a la ligera, aun así, lo había hecho. Muchas de las acciones de mi hermano no concordaban con las habituales, me preocupa que su estado no sea el óptimo para llevar a cabo las ordenanzas y exigencias que alguien en su puesto debía.
―Jack...―Intenté llamarlo, pero una alarma de un celular me interrumpió.
―Mierda. Se me pasó la hora, tengo que irme―cortó mi hermano poniéndose de pie y juntando sus pertenencias en su maletín.
―Cameron, Winter, dejo en sus manos lo que está sucediendo en la villa. No podré ayudarlos a tiempo completo, pero estaré pendiente si me contactan.
El ambiente se tornó frenético y agobiante, Jack se movía de un lado al otro, llevando y trayendo objetos, alguno de ellos siendo guardados en su equipaje de mano y otros no. Quería hacerle una pregunta más, no obstante, se me hacía difícil encontrar el momento correcto para encararlo. Apreté mis puños cuando la impotencia comenzó a controlarme; no podía quedarme estática viendo mi hermano marcharse. Lo seguí por detrás al mismo tiempo que él avanzaba por su estudio hacia la puerta.
―Jack―dije su nombre con firmeza al alcanzarlo.
Él volteó con cierto asombro en las expresiones faciales y girando a medias hacia mí.
―¿Winter? ¿Qué sucede?―interpeló.
―¿Qué está pasando en Owlwood? ¿Por qué te llamaron nuestros padres? ¿Cuán grave es?―pregunté sin poder controlar la ansiedad.
La mirada de él poco a poco se volvió serena y dulce, la sonrisa que lentamente se formó en sus labios parecía querer tranquilizarme y asegurarme que todo estaba bien. Algo en mi pecho se hundió, era probable que mi hermano no lo supiera, pero conocía cuales eran sus expresiones para cada momento. Incluso cuando se trataba de intentar mentirme para "no dañarme". Mi mandíbula se tensó y me costó tragar saliva, el picor en mis ojos terminó por nublar apenas mi vista.
―No es nada grave, solo unos pequeños asuntos navideños que papá y mamá no están pudiendo resolver sin mi ayuda. No te preocupes y concéntrate en lo que está sucediendo aquí.
Mintió, sin apartar sus ojos de los míos, con una capacidad que yo nunca había logrado. Cualquier otra persona le hubiera creído, sin embargo...
―Manda mis saludos a nuestros padres y a los menores, diles que los extraño y quiero―Sonreí bajando la vista a la altura de sus clavículas.
Extendí las manos a mi hermano y acomodé su ropa, quitando algunas pelusas. Las manos se me cerraron frente a sus hombros, tenía el amargo presentimiento de que algo cambiaría después de esta despedida.
―Winter, debo irme...―señaló mi hermano tocando con suavidad mi hombro, como indicando que lo dejara ir.
No pude cumplir con sus deseos, desde mi interior sentía un clamor que urgía una despedida apropiada para un ser querido que no volvería a ver por un largo tiempo. Extendí mis brazos alrededor de su cuello y los cerré en un abrazó enérgico y corto. Me separé a los pocos segundos y volví a acomodar sus prendas. Subí la mirada a su rostro desconcertado y con una sonrisa difuminándose le expresé desde el fondo de mi corazón lo que necesitaba que hiciera.
―Cuídate, Jack. Mantente sano y visita a un médico, no te ves bien.
Esta vez, una sonrisa sincera se formó en los labios de mi hermano.
―Espero lo mismo de ustedes, debo irme. Cameron, cuida a Winter en mi ausencia, no te perdonaré si vuelve a suceder un incidente como el de hace unos días―La advertencia de Jack parecía estúpida siendo que su amigo no tenía forma de evitar que cosas como esas sucedieran.
―Lo haré con mi vida, Jekyll. No te preocupes, no le pasará nada en mi guardia―respondió con seguridad Courtney.
Jackson abrió la puerta, más antes de marcharse volteó una última vez y curvó sus labios hacia arriba. Seguido, su figura abandonó el despacho; un tedioso sentimiento crecía lentamente, dejándome intranquila. Cerré los ojos e inspiré. Debo descubrir cuanto antes qué había pasado con Martínez, los Montana y cualquier otro involucrado en los atentados. Un contacto cálido se posó entre mi cuello y mi hombro, unos segundos antes de que escuchará la voz del amigo de Jackson a mi lado.
―No te preocupes demasiado Wint, nos veremos de nuevo en unos días.
Giré el rostro hacia la derecha, donde se encontraba el morocho y asentí.
El bolsillo de mi pantalón vibró, movilicé desganada mi mano donde se encontraba mi teléfono y durante el recorrido el mismo volvió a vibrar. «¿Se trataría de Lola?», me cuestioné.
"Buenas tardes, Pearce. Me comunico contigo luego de haber recibido tu tarjeta de contacto a través de la bibliotecaria. Me comentó que"
El primer mensaje no terminaba de aclarar lo que intentaba comunicar, por lo que proseguí con el segundo.
"Me comentó que quería contactarse conmigo, al parecer con bastante urgencia. Este es mi número personal, puede comunicarse cuando lo desee, intentaré responder en cuanto me sea posible. Atte. Claude McNaugh".
Suspiré. Mi visita a la biblioteca casi se había desvanecido por completo de mis memorias recientes. Claude McNaugh era otro asunto que debía de resolver cuanto antes. Una sensación fervorosa e intensa provino de mi derecha, mi cuerpo se tensó como si me hubieran descubierto matando a alguien, tragué saliva y enderecé de a poco mi cuello para elevar con sigilo la vista a Cameron, quien me sonreía despreocupado.
―¿Has comido? Si quieres podemos hacerlo juntos en el invernadero o aquí mismo, mientras discutimos más detalles sobre lo que ha venido sucediendo últimamente―invitó.
―No... No he alcanzado a terminar mi plato, quizás algo ligero estaría bien.
―Bien, llamaré a las empleadas―finalizó, alejándose hacia la misma dirección que minutos antes había seguido mi hermano.
Quizás me hallaba demasiado sensible, puesto que la actitud de Cameron Courtney no había diferido en lo más mínimo a lo que ya conocía. Debo tranquilizarme, si no consigo calmarme no pensaré en claro. Antes de dormir tendré que tomar los suplementos que me recetó Mudler, espero que eso me devuelva al menos algo de paz.
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