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|06| Un colaborador distinguido ✔️

El estudio de mi hermano, al igual que el resto de la casa, estaba ambientado a un estilo rústico antiguo. Lo mismo se aplicaba a la iluminación, es por eso que aún abundaban las luces amarillas. Desconocía si se debía a la vejez de la estructura o si era por mantener el estilo. Era un tema que solo, de vez en cuando, me cuestionaba; más siendo algo de poca importancia era sencillo olvidarlo. Me moví con cierta incomodidad sobre el sillón de cuero marrón, cruzando las piernas y los brazos. Sentía que los ojos frente a mí me escudriñaban, mientras fingía no percatarme.

―Jackson, ― llamé a mi hermano, interrumpiendo su conversación con su osado amigo―me intriga saber hasta dónde has llegado con esa cuestión reciente, creo que debemos dialogarlo. ―dirigí la mirada hacia él, quien se hallaba sentado a mi derecha.

―Eso era justo sobre lo que estaba por hablar con Cameron, pero esperaba que vinieras primero, de tal manera podría ahorrar tiempo y explicárselo a ambos. ―justificó, antes de llevar un bocadillo salado a su boca.

― ¿El señor Courtney ya conoce el contexto? ―pregunté sorprendida.

El dueño del apellido curvó sus labios hacia arriba, como si le resultara divertida mi indagación.

―De hecho, el chófer que mandaste a que me recogiera me mencionó algo de camino aquí. ―interfirió el morocho haciendo referencia a, quien suponía se trataba, del chófer de Jack; desviando su vista a mi hermano.

―Disculpé señor Courtney, pero desde que lo vi no he parado de pensar, ¿cómo es que estás aquí? ―interrogué, sin rodeos a pesar que sentía la vergüenza pesarme sobre los hombros― Según lo poco que mencionó mi hermano de usted, tenía entendido que resides en Owlwood y estamos fuera de temporada de turismo en Forst.

El pueblo solía abrir sus puertas a turistas durante todo el año, sin embargo, era en otoño cuando se llenaba de viajeros. Considerando que nos encontrábamos en pleno invierno, era cuestionable su repentina visita. ¿Acaso Jack lo había invitado antes de que sucediera todo este alboroto? Sería muy de película si esa fuera la explicación.

―Bueno, vine al pueblo por temas de la empresa, y tenía intención de visitar a Jekyll antes de volver a la ciudad. Le llamé ayer por la noche para saber si podría pasar... ―se detuvo para expirar aire de forma sonora e inspirarlo con un sigilo similar al de los sirvientes, antes de proseguir― Pero esta mañana me despertó el timbre incesante del teléfono, tu hermano puede ser bastante angustiante a veces, pero comprendo la situación.

De todas formas, había algo que no cuadraba en la circunstancia actual. Consideraba que no estaba en mi deber cuestionar las decisiones de Jack, ya que, al final era él quien daba la palabra final en esta casa. Sin embargo...

―Me disculpo de antemano si soy descortés...―dije.

―No, no te preocupes...―se me adelantó Courtney, por lo que levante unos centímetros mi mano frente a mí pecho, en señal de que me permitiera el habla.

Él guardó silencio y yo continué con lo que planeaba decir.

―Verás, considero que lo que está sucediendo dentro de la casa, son problemas que solo deberían ser informados a la familia. Por lo menos hasta que se halle una solución. ―sentí la mirada de mi hermano tornarse seria y pude ver como el rostro de su amigo perdía cierto brillo mientras asentía de manera robotizada y sus labios se relajaban en una línea recta― Jackson― volteé hacia él― Entiendo que el señor Courtney sea tu mejor amigo, sin embargo, quiero creer que tienes una razón irrefutable para permitir su entrada, tan descuidada, ante el contratiempo que estamos pasando.

Cameron Courtney se rio burlón sin separar los labios y carraspeando se acomodó en su lugar. Corrí la vista de regreso a mi hermano, quien tenía la cabeza gacha, una mueca se formó en su rostro, tras apretar los labios una sonrisa ladina se escurrió por los mismos, a la vez que inclinaba su cabeza a un lado y levantaba sus cejas. Jackson alzó la mirada hacia mí, lucía como si le entretuviera el contexto.



Me dejé caer en la cama sintiendo no solo mi rostro arder, sino también mis orejas. Debía informar que la ignominia que sentía, no podía enfrascarse solo al hecho de que mi hermano le había ordenado a Cleivan cargarme hasta mi habitación cual princesa de cuentos de hadas. Era, además, por haber encarado tan abiertamente al señor Courtney para luego descubrir que, sería él quien colaboraría en la investigación. Gruñí escondiendo la cara sobre la suave almohada, en un intento de ahogar un grito. No quería apenarme aún más provocando que las sirvientas y los guardias me escucharan chillando del otro lado de la puerta.

De todas maneras, «¿Cómo esperaba mi hermano que supiera que su amigo tenía esas cualidades ocultas?». Según me informó después, Cameron Courtney había asistido a varios casos como Investigador colaborador. El aire explotó en mis labios cuando me reí con pesadumbre, una pizca de frustración se acumulaba en mi lengua, queriendo salir por medio de vociferaciones. «Era la primera vez que oía de un título como tal, Investigador colaborador. ¿No era acaso inventado?».

―Jackson, tu... idiota. ¿Por qué no avisas con anticipación tus planes? ―murmuré.



La puerta de la entrada a la casa se abrió desde adentro, gracias a una de las empleadas que se encargaba de recibirme.

―Buenas tardes. ―saludé mientras que otra mujer uniformada se me acercaba para despojarme del pesado tapado de cuero blanco, sentí mis hombros más ligeros al entregárselo por completo―Gracias. ―agregué.

La joven que se había encargado de recibirme, se posicionó a mi lado, esperando a que volteara a verla y preguntara:

― ¿Debes reportarme algo? ―mi tono fue amable, ya de hábito.

―El señor Cleivan me pidió que le informara que el señor Rodríguez ya se encuentra disponible para la reunión que solicitó la Señorita. ― informó con un tonó monótono y una voz algo aguda.

― ¿Rodríguez? ―cuestioné, desorientada.

― ¡Oh! Cierto, el señor Cleivan me pidió que lo llamara Michael, mencionó que de esa forma lo reconocería. ―su rostro pareció iluminarse al recordar las palabras del guardia.

Había pasado ya cerca de cuatro días desde que le pedí que organizará una reunión con el guardia de seguridad que había conocido la noche de la intrusión.

―Así es. ―afirmé― Llévame donde se encuentre el señor Rodríguez en este momento, por favor.

―Como desee, Señorita... ¡Oh! Si mal no recuerdo, tenía entendido que ambos estarían en el campo de entrenamiento hasta las diez y cuarto... Suponían que la señorita llegaría más tarde...―su tono disminuyó, como si temiera que la regañase.

― ¿Qué hora es? ―pregunté.

Ella corrió la manga de su camisa hacia arriba y revisó el reloj en su muñeca.

―Exactamente las diez. ―respondió como pensativa.

―Está bien, guíame hasta allí.

Su cabeza asintió enérgicamente y comenzó con lo que le correspondía. Nos adentramos en la mansión, recorriendo los pasillos como laberintos. Solo se escuchaban el resonar de los tacones en mis botas y ligeramente las pisadas de quien me guiaba. El recorrido estaba siendo inusualmente encalmado, no nos habíamos cruzado con ninguna persona, y apenas se escuchaba sonido aparte de nuestras pisadas.

― ¿Hay alguna razón por la cual la mansión está tan tranquila? ―pregunté, mirando los alrededores.

Ella dudó antes de responder, incluso detuvo su movimiento.

―En realidad, desconozco el por qué. Lo siento. ―respondió bajando la mirada a sus pies.

―Oh, no, no tienes que preocuparte. Solo sentí curiosidad. ―intenté tranquilizarla, mientras yo también detenía mi andar y le sonreía.

― ¿Sentiste curiosidad? Me intriga saber de qué. ―una voz gruesa, habló detrás de mí.

Fue repentino y sentí mi corazón explotar en mi pecho, ahogué el grito en un respingo. Volteé de inmediato asustada.

―Ah...―expiré al reconocer el rostro― Señor Courtney, no debería aparecerse así, tan sorpresivamente. ―regañé con una mano en el pecho.

«¿De dónde rayos había salido?»

―Lo siento, ―sonrió, lo miré atenta―bueno, si tuviera que decir la verdad... No lo siento tanto. ―se rio como un niño.

Fruncí el ceño en un intento de ocultar la sonrisa que amenazaba con formarse en mis labios. Cameron Courtney en estos días había resultado ser una persona sociable y agradable. La primera impresión que había tenido de él fue suplantada por una que, para mi sorpresa, era mejor.

― ¿Qué haces por aquí? ―interrogué.

―Venía de revisar la biblioteca. ―comentó mientras hacia un ademán señalando el pasillo a su espalda― Ahora, cuéntame pequeña hermana de Jekyll, ¿sobre qué sientes tanta curiosidad?

Descansé mi peso sobre mi pierna derecha mientras volteaba la mirada hacia los pasillos vacíos.

―Solo me preguntaba por qué no hay nadie en esta zona, ni siquiera sirvientes, no los hemos cruzados desde la entrada...

― ¿Ah sí? ―replicó.

― ¿Quizás vos sabes algo? ―probé.

―De hecho, fui yo quien mandó a todos fuera. Necesitaba el mayor silencio posible para poder concentrarme. ―confirmó― Es por eso que al escuchar pasos salí a ver de quien se trataba.

― ¿Puedes escuchar pasos de tan lejos? ― cuestioné sorprendida.

―Tenía las puertas de la biblioteca abiertas, además se encutra cerca. La ausencia de ruido hace más sencillo identificar casi cualquier sonido externo. ―explicó.

―Espléndido. ―musité atónita.

―Lo sé, soy demasiado espléndido. ―bromeó con una sonrisa inocente en sus labios.

Reí inconsciente― Me refería a tu capacidad auditiva. ―corregí.

―Ah, sí, eso también. ―respondió sin apartar su mirada mientras mantenía los labios curvados hacia arriba.

―Bueno, señor Courtney, debo seguir mi camino. ―acoté.

―Llámame Cameron, por favor, no es divertido si me tratas con tanta formalidad. ―ladeó la cabeza― ¿A dónde te diriges?

Con su extraña pose, me recordó al cachorro que había dejado en Owlwood, bajo el cuidado de mis hermanos.

―Voy hacia el área de entrenamiento. Tengo que hablar con un guardia sobre un suceso de hace unos días. ―justifiqué.

― ¿Puedo acompañarte? ―indagó.

Una parte de mí deseaba decirle que no lo hiciera, más por alguna razón preferí no hacerlo. Quizás se debía a que en realidad él se me antojaba agradable.

―Claro. ―respondí con tranquilidad.

―Perfecto, porque tengo algunas preguntas que me gustaría hacerte de camino. ―advirtió, a la vez que extendía su brazo para que me sujetara del mismo.

Mi mano rodeó su antebrazo, mientras ignoraba su mirada fija en mis movimientos. La portera, a un lado nuestro, clavó su mirada en mi como si me preguntara si deberíamos seguir. Tomando mi presentimiento como interpretación, asentí. Ella retomó el recorrido, mientras el señor Courtney y yo permanecíamos unos pasos atrás, ambos con la vista al frente y guardando un silencio momentáneo.

―Mientras investigaba a los empleados sobre que sucedió la noche de la infiltración, escuché de algunos de ellos algo que llamó mi atención. ―sus palabras salían suaves de sus labios como si estuviera narrando una historia.

― ¿Has obtenido información valiosa? ―indagué esperando unos segundos, después de que él finalizará lo dicho.

Ambos cuerpos, el suyo y el mío, se movían al compás, casi como si fuéramos un par; también podría aplicarse a como lo hace una pareja durante un baile, en sintonía. Lo cual me resultó entretenido.

―Bueno, eso es lo que quiero averiguar. ― su tono cambió, más no sabría discernir si eso era bueno― Y para hacerlo necesito de tu colaboración.

Mantuve mis labios sellados las siguientes tres pisadas. Su sugerencia, podía saborearse en ella algo más que lo que aparentaba a simple vista.

―Dime que puedo hacer por usted, e intentaré ayudarlo en todo lo que pueda. ―respondí, reprimiendo las ansias en un apretón de puño con mi mano libre.

―Me alegra oír eso, de ser así, comenzaré con mis preguntas. ―su voz que antes sonaba alegre, ahora tenía un tinte serio.

― ¿Dónde estabas esa noche? ―confrontó, conciso sin darme tiempo a prepararme psicológicamente.

― ¿Por qué necesitas saber eso de mí? ―refuté.

Quería, en cuanto me fuera posible, evitar hablar sobre mis pesadillas.

― ¿Acaso existe alguna razón que te impida responder la pregunta? ―contraatacó y la joven delante de nosotros se detuvo de repente, poco tiempo después pegó un respingo y siguió caminando.

Su comportamiento me pareció extraño, sin embargo, no podía catalogarlo como algo de lo que debiera preocuparme, puesto que yo reaccionaría igual en su lugar. Solté un suspiro, debatiéndome si sería correcto hablar sobre eso.

―Me encontraba en el invernadero cuando sucedió. ―respondí.

― ¿En el invernadero?

―Sí, estab...―me interrumpió.

― ¿No oíste nada? ―preguntó.

―No, no llegué a escuchar nada.

― ¿Qué hacías sola en un lugar como ese por la noche? ―si bien su expresión lucía apática, había un peculiar sentimiento en sus ojos que me sugería que le preocupaba.

No obstante, decidí ignorar mis presentimientos, debido a que sería incoherente de su parte sentirse así por alguien que apenas conoce. Me detuve y él conmigo.

― ¿Qué responda eso, aportará algo a la investigación? ―concluí que estábamos desviándonos del asunto principal, el cual, en este caso no se trataba de mí.

―Quizás lo haga, quizás no... ―apartó su mirada hacia delante nuevamente, retomando el movimiento de su cuerpo, atrayendo al mío con su andar.

Lo seguí.

―No creo que mi testimonio sobre esa noche sirva de algo. ―me excusé.

―Podemos suponer que no lo sabremos hasta que me lo cuentes. ―retrucó.

Guardé silencio, incapaz de tomar una decisión durante los restantes veintiocho segundos. Hasta que se me ocurrió como responder.

―Salí a dar un paseo, estaba cansada y me recosté en el living del invernadero. Poco después me quedé dormida, cuando desperté aún no amanecía y opté por regresar a la casa. De camino me crucé con el señor Mychael. Que es con quien me dirijo a encontrarme.

― ¿Mychael? ―preguntó, como si reconociera el nombre.

―Sí, el señor Mychael Ro... Rod...―no lograba concluir con su apellido.

―Disculpe señorita, lamento intervenir en su conversación, creo que se refiere al señor Rodríguez. ―medió la joven.

No me agradó que estuviera tan atenta de nuestra conversación, más era irremediable, debido a que no nos hallábamos hablando bajo como para que no lo hiciera.

―Gracias. ―me dirigí a ella, para luego volver a Cameron― El señor Mychael Rodríguez. ―finalicé.

―Mychael Rodríguez. ―repitió como si estuviera comprobando algo.

Me ahorré el indagar en sí lo conocía, pues sería ilógico, ya que Cameron Courtney había arribado tan solo hace cuatro días.

―Llegamos. ―reportó nuestra guía a la vez que frenaba frente a una puerta con cristal, para en suceso, abrirla.

Solté el brazo del señor Courtney y avancé unos centímetros.

―Gracias. ―dije mientras salía al patio, acompañada por atrás de Cameron.

Unos segundos después, reconocí la espalda de Cleivan y a su lado se hallaba un hombre agachado. Mi guardaespaldas volteó al instante luego de que la joven se le acercará y le informara que me encontraba aquí.

Inconscientemente,mis piernas me acercaron a ellos. La curiosidad se había acumulado desde micharla con Liv. La emoción y la sonrisa que se alzaba con esta, desaparecieronal instante en el que el señor Rodríguez volteó. Él sonrió, pero mis ojos sedesviaron a Cleivan, quien supo reconocer que algo andaba mal. 


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N/A: ¡Hola! Siento mucho haber desaparecido durante tanto tiempo, estuve muy cargada estos últimos meses con la facultad. 

Tengo la intención de publicar más capítulos pronto, mientras tanto, espero que disfruten mucho de este capítulo (el cuál me ha costado bastante terminarlo). 

Deseándoles un hermoso comienzo de semana, nos leemos pronto, besos rosas,

Dame Piglet.

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