♫ 1. Nueva Vida ♫
Ayer aterricé en Colombia, fue un viaje largo y cansado, al llegar a casa lo primero que hice fue dormir. Mi tía Susy y su esposo Andrés me recibieron felices, cuando llegué ya tenían una habitación lista para mí. Tuvimos una larga platica de todo lo que sucedió me animaron a estar tranquila, pero aún estando lejos siento que falta algo que estamos pasando por alto.
Aún no he podido hablar con Zulema por nuestra diferencia horaria, cuando llegué aquí eran las cinco de la tarde y en Rusia eran la una de la madrugada. Pero hoy pudimos hablar.
Apenas me estoy despertando pero al ver la hora me di cuenta que allá ya son las cuatro de la tarde y sin perder más tiempo la llamé y ahora estamos hablando. Ella me dió un regalo en el aeropuerto, era un celular ya que el mio se quedó en casa, Susy me dió una sim qué no dudé en ponerla y descargar todo en el celular para usarlo con normalidad.
—¿Qué tal Colombia? —cuestiona cambiando el tema.
—No sé —me enojo de hombros restandole impotencia—. Llegué solo a dormir y recién despierto, es raro esto de nuestras diferencias horarias... —hago una pausa para luego volver a hablar—. No me cambies el tema ¿que pasó con Lahiam? ¿Resolvieron o también te vienes a Colombia?
—No estaba embarazada, fue solo una mentira para intentar tener a Lahiam.
—¿Y luego...?
—No somos nada, o sea, yo le pedí tiempo, quedamos como amigos que verán como fluyen las cosas —dice nerviosa.
De pronto veo algo... Mejor dicho alguien caminando detrás de ella y segundos después aparece Lahiam dándole un beso en la mejilla. Puedo notar su cabello alborotado, está sin camisa y ahí veo que tiene una marca violeta en su cuello.
—Hola, cuñadita —me saluda Lahiam.
—¿Amigos de esos que duermen juntos o de esos que son amigos de verdad? —cuestionó burlesca—. No me digas, están reforzando amistad.
—Amigos de los que están para apoyarse cuando están tristes —comenta el pelinegro—. Ya sabes, solo para levantar ánimos —ambos reímos mientras Zulema lo observa con fastidio.
—Dejen de burlarse de mi como si no estuviera —se queja.
—No hermanita, no nos burlamos de ti, solo quería saber que clase de amigos eren.
—Como sea, te decía que hablé con mamá.
—No estábamos hablando de eso, pero igual cuéntame ¿está bien?
—No... Papá la golpeó de nuevo, pero no solo a mamá, las golpeó a ambas y por lo que me dijeron, casará a Turna ya que con nosotras no pudo, será ella —su voz se entrecorta en las últimas palabras.
Intento hablar pero no encuentro las palabras, no se que decir. Él nunca había intentado usar a Turna para sus cosas, siempre éramos Zulema y yo sus moneditas de cambio. Éramos su juego.
—¿Qué harán? —inquiero luego de un rato en silencio.
—Nada... Mamá cree que él va a cambiar y nosotras no tenemos pruebas, Turna se niega a hablar conmigo —su voz tiembla—. No hay nada que podamos hacer si ellas no colaboran, mamá me llamó loca cuando le hablé de denunciarlo.
Seguimos hablando un poco más hasta que Susy toca la puerta de mi habitación anunciando qué el desayuno está listo. Me despido rápidamente de Zulema y bajo a la cocina donde ya está ella junto a su marido e hija.
Al terminar de comer, me alistó y salgo a las calles colombianas en busca de un trabajo que me pueda ayudar a costear mis gastos para así ayudar a mi tía con ello.
Luego de varias horas de búsqueda, decidí que era momento de regresar a casa. Llevo cinco horas buscando un lugar donde pueda trabajar pero no encuentro nada.
Camino a paso lento mientras todos a mi alrededor hablan entretenidos, es raro no entenderlos completamente pero gracias a Dasha entiendo algunas palabras.
Me detengo al sentir una extraña sensación recorrerme, como si algo me dijera que me quede aquí en este lugar tan solo unos segundos más.
De pronto una melodía de piano empieza a sonar en el interior de un local, volteo a ver y noto que es una academia. La nota suena un poco distorsionada como si tocarán una tecla que no es. Aún sin saber que hacer, camino al interior en busca del causante de tan mal sonido.
Los pasillos inmensos me reciben con una luz tenue, la melodia se va haciendo cada ves más cercana hasta que encuentro un habitación con varios instrumentos, un hombre yace tocando el piano en medio de el lugar.
Puedo escuchar como intenta tocar El Cascanueces sin mucho éxito, está equivocado y por su frustración no ve donde está el error.
¿Será mala idea acercarme?
Me acerco a paso sigiloso hasta llegar a su lado, puedo notar lo tenso que está por su postura y de inmediato idéntico la sonata qué está tocando y el error que está cometiendo. ¿Será que habla inglés?
—Estás tenso —susurro en inglés sin siquiera pensarlo, detiene el movimiento de sus dedos y el sonido de la melodía desaparece, los nervios no me dejan voltear a verlo a la cara—. Debes relajarte, intenta respirar e inhalar y vuelve a iniciar.
Hace exactamente lo que le digo y vuelve a iniciar, pero comete el mismo error haciendo que se frustre de nuevo. Me armo de valor e intento hablar aunque él lo hace primero.
—Esto está mal —dice en español pero no logro entenderlo, intenta ponerse de pie para irse pero lo detengo.
Sostengo su mano y me voltea a ver, nuestros ojos se conectan en un breve instante, el color avellana de sus ojos brilla con singularidad haciéndome sentir plena.
Siento que lo he visto en algún lugar, pero no recuerdo donde. Los nervios se apoderan de mi cuando no despega su vista de mis ojos sosteniendome la mirada, en ese momento me doy cuenta que aun no suelto su mano y como si su tacto quemara, alejo mi mano de la suya.
—Debes iniciar con sol mayor porque así es la tonalidad, así mira —indico en inglés, deslizo mis dedos por las teclas mientras le voy diciendo el orden en el que hay que tocarlas—. sol, la, si, do, re mi, fa sostenido, sol... Recuerda que es sol mayor, inténtalo.
Vuelve a sentarse dándome a entender que si sabe inglés y lo hace como le dije, su sonrisa aparece y una sensación extraña recorre mi cuerpo.
—Gracias —murmura—. Llevo dos horas intentando que me salga el inicio.
—¿No tienes instructor? —cuestiono.
—No soy estudiante de la academia ¿y tu?
—No, yo... Solo escuché mal la melodía y me dejé guiar por ella, como si...
—Como si te llamara —interrumpe.
—Si, como si me llamara, es curioso, simplemente sentí necesidad de venir aquí y corregir tu fallo.
—Nos hemos visto antes ¿cierto? —cambia el tema.
—Eh... No, es decir, no recuerdo exactamente pero siento que te he visto en algún lugar.
—¿Rusia por ejemplo? —inquiere, frunso el ceño sin entender—. Soy Danilo, el hermano de Dasha, nos conocimos en la academia donde ella asiste.
—Oh... —es lo único que digo.
Claro que lo recuerdo, con razón sus ojos se me hacían tan familiares, ese brillo que vi en Rusia es igual al que veo ahora.
—¿Estas de visita en Colombia?
—No —respondo de manera hostil sin darme cuenta, su mirada baja a sus manos temblorosa y me arrepiento del tono que usé—. Es decir, vengo a vivir por un tiempo.
—¿Y que hacías antes de entrar a la academia?
—Buscaba trabajo.
—Ven conmigo.
Lo miro de mala manera y una risa sale de sus preciosos labios, extiende su mano y lo observo sonreír de manera muy atractiva.
»Vamos no te morderé.
Tomo su mano y me dejo guiar por los pasillos hasta detenernos en una puerta, toca y al instante alguien en el interior le da permiso de ingresar. Ambos entramos pero mi vista se pierde en la cantidad de trofeos que hay aquí, cada uno más bonito que el otro, distintas categorías pero igual de importantes.
Es maravilloso.
Me recuerdan a los míos, varios de ellos también los tengo de una que otra competencia que fui cuando era niña. Amaba tocar el piano mientras Zulema bailaba ballet al ritmo de las notas de mi piano. Conectabamos con cada nota que resonaba, poco a poco lo fui dejando hasta que el piano dejó de ser mi prioridad.
—Son lindos ¿cierto? —habla una voz masculina a mi lado.
—Son presiosos.
Al voltear a ver me doy cuenta que no es Danilo, él yace sentado en una silla frente al escritorio mientras el señor a mi lado saca un trofeo para luego tendermelo.
—Este se lo ganó una de nuestras instructoras, es de las mejores... Tú también podrías ganar uno de estos —lo observó confundida sin entender que quiere decir—. Danilo me explicó que eres buena con el piano, dijo que tenías un don al enseñar y que justamente andas buscando trabajo.
—¿Si?
¿En que momento le dijo eso? ¿Tanto tiempo me quedé admirando los trofeos? Y aun más importante ¿qué se supone que diga?
Apenas y conozco a Danilo, pero a este señor no lo conozco en absoluto.
—Puedo darte un puesto como vacante para que trabajes, si te gusta y haces bien tu trabajo puedes ser instructora de piano, justo estamos buscando una.
Busco la mirada de Danilo quien me da una corta afirmación para que acepte.
—¿Cual sería mi trabajo exactamente?
—Te asignaré un horario donde atenderás a tres personas al día para enseñar a tocar el piano desde cero, te pagaremos bien.
Seguimos hablando un poco más del tema hasta que finalmente acepto, firmamos un contrato donde dice que empiezo en dos días, salgo del lugar al lado de Danilo quien sonríe ampliamente como si fuese él quien encontró el trabajo de su vida.
Me gustaría decir que esto es lo que quiero, pero mi aspiración va más allá de melodías, sé que este es mi primer paso de muchos. Yo quería un trabajo que me gustara y ahora lo tengo.
Quizá ahora, después de todo, si pueda cumplir mis sueños, seguir lo que me apasiona y ser todo lo que siempre desee.
—Vendré a visitarte de vez en cuando, Dasha siempre habla de ti y lo bien que tocas el piano, ella ve en ti una ejemplo seguir.
—Es un niña muy tierna y dulce.
—Si, pero no se lo digas porque...
—No es una niña, es una señorita —digo intentando imitar su voz.
—Exacto.
Ambos reímos hasta que le llega una llamada haciendo que su cara cambie completamente, su sonrisa se borra y por un momento el brillo de su mirada desaparece.
Noto como habla molesto con la persona que está al otro lado de la línea, su ceño se frunce y deja de hablar por un momento, segundos después corta la llamada y vuelve a mi.
—Lo siento, debo irme... Fue un gusto verte.
Y con eso se va, sin esperar respuesta. Por alguna razón me hace sentir rara, con una sensación de bajón al sentir su ausencia como si se ha ido la pieza fundamental qué necesito para vivir.
—Igualmente, nos vemos pronto —murmuro sabiendo que no me escuchará.
♫♫♫
¡Hola corazones! ¿Como están?
Al fin les traigo el primer capítulo, espero les guste mucho.
Les agradecería que mucho si dejan su voto y comentario.
¿Que les pareció el cap?
Nos vemos en el próximo capítulo, besitos de azúcar y abrazos de algodón.
Muak.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro