Capítulo 6
Celos
Parte 3/3
Dos meses, habían pasado dos meses desde que Magnus había dejado al ojiazul y el chico se encontraba completamente destruido, Magnus era su todo y lo había dejado; aunque el chico sabía que había sido su culpa.
La primera semana Alec le estuvo rogándole día y noche al moreno, llamándolo, iba a su habitación, pero no, Magnus no le prestaba atención; Alec siguió suplicando su perdón pero el moreno se limitaba a ignorarlo... hasta que un día lo vio, Magnus estaba riendo con una chica, ella tenía el cabello dorado como el oro y ojos verdes completamente hermosos, eso sin hablar de su figura curvilínea... era perfecta, incluso Alec tuvo que admitirlo y él era completamente gay... no como su novio... bueno... exnovio.
El ojiazul intentó con más fuerza pedirle perdón, prometiéndole que confiaría en él, pero Magnus le había roto el corazón al pronunciar las peores palabras que ni siquiera él se había imaginado que podría escuchar salir de la boca del moreno.
≧▽≦ Aquel día... ≧▽≦
-Lo siento pero tengo novia.
Alec negó con fervor y lo tomó en brazos.
-Magnus no puedes tener novia, yo te amo y tú me amas a mí.
Magnus miró con lastima al ojiazul y acarició suavemente su mejilla.
-Mi dulce Alexander... yo ya no te amo –expresó encogiéndose de hombros antes de retirarse.
סּ_סּ
Y eso fue suficiente para Alec se sintiera completamente destrozado, había metido la pata...
Todo lo que había hecho lo había hecho para no perder a Magnus y al final esas acciones esas decisiones fueron las que alejaron a su novio.
Alec estaba sufriendo por eso, además no sólo había perdido a Magnus, lo había entregado en bandeja de plata a aquella rubiecita que había estado tanto tiempo persiguiéndolo.
Camille Belcourt, una de las compañeras de clase de Magnus.
Alec realmente quería morir... o al menos ya no tenía fuerzas para vivir, sin Magnus ya nada valía la pena y sí, quizás fuera un pensamiento muy estúpido y pesimista, pero desde que lo había conocido, Magnus se había convertido en su razón de ser y la había perdido, ya nada valía la pena, no sin Magnus.
En aquellos meses el descuido de Alec para consigo mismo se notaba con demasía.
Los pómulos estaban huesudos, al igual que sus sombras y sus costados, su ropa le quedaba inmensamente grande, su piel estaba tres tonos más pálida de lo normal, sus ojos habían perdido aquel hermoso color brillante que acostumbraban tener y como si eso no fuera suficiente, estaban rodeados por grandes ojeras, el rostro del chico lucía casi cadavérico, su promedio en la universidad había bajado notablemente, ya no hablaba con nadie, no salía... simplemente se limitaba a permanecer encerrado en su habitación aislado de todo el mundo y su única compañía era Jace.
Siempre que no tuviera clase, el rubio se limitaba a consolar día y noche, le rogaba para que comiera, muy pocas veces el ojiazul le obedecía, pero su compañero se alegraba bastante cuando lo hacía, se habían convertido en los mejores amigos, el rubio no dejaba solo a Alec, además, se sentía muy culpable de lo sucedido, pues en primer lugar tuvo que negarse desde el momento en el que Alec le pidió aquel favor, pero no lo había hecho y ahora aquel dulce chico estaba sufriendo.
Jace había intentado hablar con Magnus, pero el moreno no dejaba que se le acerca y cuando lo hacía se limitaba a mirar con odio al rubio antes de alejarse junto con su novia.
Jace aún no lo entendía, no entendía cómo es que Magnus tenía novia, siempre le había parecido que aquel moreno amaba con demasía al ojiazul... al parecer se había equivocado.
( '◔ ‸◔')
-Vamos a jugar ¿sí? Vamos a divertirnos un rato –dijo Camille mientras acariciaba el pecho desnudo del moreno. Magnus suspiró.
-Ahora no tengo ganas...
La chica lo miró furiosa.
- ¡Eres un idiota Magnus Bane! –Gritó golpeando su pecho –llevamos dos meses juntos y tú no quieres nada ¿sabes cuántos hombres pagarían por estar conmigo? ¡Ellos mataría por estar conmigo y tú eres un perdedor!
-Bueno... –Magnus miró con reproche a la chica–. ¿Entonces por qué no estás con ellos? ¿Por qué sigues conmigo? Los dos sabemos que tú sólo quieres sexo.
- ¿Y tú no? –Preguntó la rubia mirándolo retadora.
No pensó Magnus pero no lo dijo, en realidad no.
Él quería simplemente quería olvidar a su ex, porque lo amaba, amaba demasiado a aquel chico, pero no lo podía olvidar, ni siquiera estando con Camille y la verdad es que sólo estaba con la chica para qué Alec dejara de insistir.
La primera semana Alec había estado completamente insoportable persiguiéndolo una y otra vez para pedirle su perdón, en realidad se lo implorara demasiado y Magnus sabía que si Alec seguía insistiendo entonces terminaría perdonándolo y no podía, no podía... es decir, no podían, lo amaba demasiado, cuando le había dicho lo contrario Magnus sintió su corazón destrozado y lo peor es que desde aquel día no lo había vuelto a ver.
Sabía no se había retirado de la universidad, quizás simplemente lo estaba evitando, una parte de Magnus sabía que aquello era lo mejor, pero otra parte se sentía morir, nunca habría pensado que se fuera a rendir con aquella facilidad, pero al parecer lo había hecho.
Magnus jamás hubiera pensado que Alec seguiría con su vida, odiaba aquello y sí, sabía lo endemoniadamente egoísta que era eso, porque Alec tenía todo el derecho a seguir con su vida, eso le había dicho que hiciera, había insistido que era lo mejor, pero aun así aquello era demasiado doloroso como para enfrentar.
Él intentaba seguir con su vida, pero sin Alexander era demasiado difícil, siempre se encontraba caminando por el campus mientras lo buscaba con la mirada; no lo había visto nunca.
¿Por qué no estaba evitando tanto?
Bueno, está bien... se lo haya merecido, había terminado con él, le había dicho que seguir con sus vidas aparte era buena idea, pero en ese momento se dio cuenta que era el consejo más estúpido que había dado en su vida.
Necesitaba a Alec, necesitaba estar con él.
- ¡Magnus Bane! –Gruñó Camille–. ¿Me estás prestando atención?
Magnus lo sabía, ahora lo sabía, no podía vivir sin Alec, lo había intentado, pero no podías hacerlo... y sí, aún estaba furioso con Alec, y sí, debían dejar las cosas claras si querían volver y que aquello funcionara, debían arreglar las cosas como adultos responsables, debían confiar el uno en el otro... Alec debía confiar en él.
Necesitaban arreglar las cosas, le daría otra oportunidad porque lo necesitaba, Magnus siempre necesitaba a aquel chico...
-Debo irme –dijo Magnus poniéndose en pie y tomando su camisa.
Camille frunció profundamente el ceño.
-Pero amor...
-Terminamos.
- ¿Qué? –Preguntó Camille sin poder creérselo.
-Terminamos –repitió el moreno mientras se ponía la camisa.
La chica se puso en pie mientras lo fulminaba con la mirada.
-No puedes terminar conmigo ¿es acaso por aquel estúpido niño de literatura?
Magnus la miró con frialdad.
-No es estúpido, es amor de mi vida, esto fue un error.
-Él ya no te quiere ¿te vas a ir con él?
-Él me ama.
- ¿Es qué no lo sabes? El permanece encerrado en su habitación junto con Jonathan Herondale, tendrías que saberlo idiota.
-Eso no es cierto, sé que me estaba evitando a propósito.
- ¿Es el amor de tu vida y crees que si caminara por el campus tú no lo verías? Eres muy idiota, él siempre está con aquel rubio.
-Eso no es cierto...
-Entonces ve a hablar con él, ve, lo encontrarás en su habitación donde siempre permanece junto con Jonathan, eres un idiota, pero si crees que te quiere todavía, ve.
-Yo sé que me ama –gruñó el moreno.
Camille rió amargamente.
-Excelente, pero cuando te los encuentres juntos en la cama, no vuelvas a mí, porque yo ya tendré a otro chico sexy.
-Sí, bien, suerte con eso –indicó antes de abrir la puerta de la habitación de la chica.
Magnus salió corriendo.
Alec lo amaba profundamente y no lo cambiaría por un estúpido rubio teñido, no, definitivamente no lo haría.
Magnus corrió hacia la habitación de Alec y lo hizo tan rápido como podía, tan rápido como sus piernas le permitían.
Debían arreglar las cosas, ellos dos se amaban, se amaban con demasía y no podían permitirse arruinar aquello; Magnus no podía dejar libre a Alec su mundo se acabaría...
¿Y si lo que decía Camille era verdad?
¿Y sí Alec ahora estaba con Jace?
Con tal temor, Magnus abrió la puerta de la habitación del chico sorprendiéndose cuando no la encontró cerrada con seguro, Alec normalmente no era así de descuidado; entró en ella congelándose...
Allí en la cama estaba su Alec y estaba con el rubio... así como Camille lo había asegurado.
Alec estaba abrazado a Jace... recostado en el pecho del chico...
Entonces Magnus confirmó lo que más temía, Alec había seguido con su vida... y ahora él debía seguir con la suya... aunque eso significara hacerlo sin Alec.
Magnus se preguntó si podría hacerlo, si podría comenzar de nuevo sin el chico que tanto amaba... bueno, debía hacerlo, no tenía opción.
- ¿Magnus? –Preguntó Alec mirándolo con los ojos abiertos de par en par.
El moreno cerró los ojos, no quería ver a Alec, no quería verlo abrazando a otro hombre.
-Lamento interrumpir, no sabía que estaban ocupados.
Alec pareció darse cuenta en la posición que se encontraba y negó con fervor.
-No Magnus, no, no, no es lo que piensas...
-Debo irme.
-Magnus por favor, mírame, habla conmigo...
No quiero despertar a tu chico Alexander, yo solo... venir aquí fue un error –Magnus escuchó el peor sonido del mundo... Alec había sollozado, lo cual lo obligó abrir los ojos de golpe y allí lo vio su Alexander, su lindo Alexander con una vieja pijama desgastada, con sus huesos marcados, allí estaba su niño, aquel niño que tanto amaba y parecía un muerto en vida.
-Oh mi Alexander... has estado tan triste –musitó Magnus en un hilito de voz mientras Alec lo miraba desesperado.
-Magnus yo no sé si pueda vivir sin ti –dijo el ojiazul –lo siento... perdóname.
-Alec has silencio hermano –gruñó Jace adormilada pero Alec le dio un fuerte codazo que lo despertó–. ¿Qué demonios...? –El rubio se percató de la presencia de Magnus y luego pareció darse cuenta que estaba acostado en la cama de su compañero–. Esto no es lo que parece...
-Jace... –dijo Alec sonriéndole de lado al rubio–. ¿Crees que puedas dejarnos a solas un segundo?
Jace asintió con fervor.
-Sí, claro, por supuesto, yo... debo... voy a ir a ver a Clary.
Alec asintió y Jace salió corriendo de la habitación como alma que lleva el diablo, Magnus frunció el ceño.
- ¿Por qué estaba acostado en tu cama?
Alec suspiró.
-No he podido dormir bien, estaba cuidándome.
Magnus lo miró completamente preocupado.
-Oh mi Alexander, has estado tan triste –repitió Magnus.
El ojiazul miró al chico con desesperación.
-Mags, sé que metí la pata, sé que soy un idiota y un niñito y todo aquello que dijiste, lo sé, pero Magnus te lo imploró, dame otra oportunidad, no soy nada sin ti, en verdad lo sé... eres mi todo, desde el momento en que te conocí te convertiste en mi todo y para mí vivir sin ti es endemoniadamente doloroso –Alec miraba con desespero al moreno –Magnus por favor dime algo –imploró.
Magnus suspiró pesadamente.
-Bueno... desde que terminamos no puedo hacer nada sin pensar en ti –dijo con notable amargura y Alec se sintió mal porque aquello lo complacía en parte... Magnus también lo extrañaba.
-Tenemos que estar juntos... nos amamos demasiado Mags...
El moreno suspiró y asintió.
-Es verdad Alexander, te amo mucho, te amo demasiado y vivir sin ti para mí es una completa tortura, te necesito como necesito el aire, eres mi todo... pero lo que hiciste no estuvo bien... en realidad Alexander... pienso que nuestra relación iba a terminar en cualquier segundo...
Alec negó desesperado.
-Magnus puedo cambiar y...
-Déjame hablar por favor –Alec suspiró y asintió –nuestra relación se iba a acabar por tus celos, nuestra relación tenía que terminar.
-Magnus por favor...
- ¡Que me dejes hablar, joder! –Gritó exasperado.
Alec asintió mientras intentaba no llorar, no quería que Magnus le explicara porque era mejor que estuvieran separados, no lo soportaría, lo amaba demasiado, necesitaba estar con él.
-Debíamos terminar, debíamos hacerlo Alexander... porque si no lo hacíamos no nos daríamos cuenta lo mucho que nos necesitamos el uno al otro –Magnus lo miró con seriedad–. Es verdad, te necesito, mucho, demasiado diría yo, pero las cosas deben cambiar de ahora en adelante, somos adultos Alexander, se supone que somos adultos y estábamos actuando como unos niños, tú me estabas celando como si yo fuera un juguete nuevo y yo te estaba ignorando esperando que el problema desapareciera, pero los problemas no desaparecen simplemente porque los ignores, no, los problemas deben ser resueltos maduramente y aquello es lo que nos faltó; madurez, madurez para darnos cuenta que estábamos haciendo las cosas mal, tuvimos que sufrir tanto tiempo para darnos cuenta que no somos nada el uno sin el otro –el moreno acarició suavemente la mejilla del ojiazul–. ¿Qué tan idiota hay que ser para necesitar el sufrimiento como método de enseñanza? Fuimos unos idiotas, pero podemos cambiar, juntos, podemos cambiar Alexander, quiero estar contigo –dijo Magnus sonriendo de lado –pero debes prometerme que confiarás en mí, te amo, te amo demasiado y nunca te cambiaré por nadie... pero tenme un poco de fe, déjame demostrarte que eres el único para mí, porque Alexander, eres el amor de mi vida y no podría vivir sin ti, no puedo vivir sin ti, no quiero hacerlo, me niego a vivir sin ti... al menos no lo haré sin luchar, pero si tengo que hacerlo... si no podemos resolver las cosas, me esforzaré, Alexander ¿crees realmente crees que podamos intentar nuevamente todo y tú puedas cambiar? Quiero que dejes esos celos enfermizos, de verdad quiero que cambies porque te necesito mi vida, pero también necesito a un hombre que confíe en mí, que me ame y que sepa que nunca lo voy a dejar sin importar lo que ocurra... Alexander ¿crees que puedas ser ese hombre?
El ojiazul asintió con fervor.
-Lo seré Magnus, lo seré, cambiaré por ti, por nosotros.
El moreno suspiró.
-Eso debes demostrármelo Alexander, no es cuestión de sólo palabras, debes probármelo con hechos.
Alec asintió con fervor.
-Lo haré, te recuperaré –aseguró, Magnus sonrió abiertamente.
-Oh mi Alexander... tú nunca me has perdido.
((('♡‿♡'+))) tres años después ((('♡‿♡'+)))
Magnus entendió que su Alexander era un chico celoso, que siempre iba a ser un chico celoso, era su forma de ser y no la cambiaría, pero los dos habían aprendido a vivir con ello; Alec había aprendido a controlar sus celos lo suficiente como para que no se volviera un problema en su relación.
En una pareja siempre habrían celos, en algunas más que otras, tuvieron que pasar por demasiadas cosas para entender aquello, pero al final lo habían hecho, habían comprendido qué su amor era fuerte y resistiría cualquier cosa, incluso a un ojiazul muy desconfiado.
Alec por fin había entendido qué sin importar que tantos pretendientes Magnus tuvieran, estarían juntos por siempre y para siempre como ellos querían.
Ya se habían graduado de la universidad, Alec era un exitoso columnista en New York Times y Magnus era un diseñador exitoso, todos querían utilizar lo que creaba; como si eso no fuera suficiente, un año después de salir de la universidad los chicos se encontraban caminando tranquilamente hacia el hogar que compartía cuando un regalo había llegado a sus vidas, escucharon un fuerte chillido en un callejón, Magnus había querido salir corriendo, Alec por otra parte se dejó ganar de su curiosidad, aunque Magnus lo había reprendido por ello...
Y allí estaba en una caja, envuelto por una bolsa negra de basura... allí estaba un pequeño bebé de ojos casi tan azules como los de Alec, había mirado fijamente al hombre tras detener su llanto, aunque aún tenía un gran puchero mientras estiraba sus manitas hacia Alec, quien no lo había pensado dos veces, el ojiazul se había quitado su chaqueta y había envuelto al pequeño en ella para llevarlo con Magnus.
En primer lugar habían pensado en conservarlo hasta encontrarle un buen hogar pero el pequeño había conquistado los corazones de Alec y Magnus, por lo cual al final decidieron conservarlo; no mucho después llegó el segundo gran amor a sus vidas.
Alec había tenido que viajar a Buenos Aires en un trabajo de investigación para su próximo artículo y a las afueras del hotel un hombre le estaba gritando a un pequeño, Alec por supuesto y como siempre, había salido a la defensa de la criatura quien tras ello, lo había seguido durante el resto del día, habían almorzado juntos y aunque el pequeño hablara muy poco y Alec apenas podía entenderle un par de palabras, se había encariñado con el chico muy rápido sorprendiendo a Magnus cuando llegó nuevamente Nueva York con quién había afirmado Alec, sería su segundo hijo.
Algo que los había aliviado era el hecho de que Max, su primer hijo, aunque fuera el menor, aceptara inmediatamente a Rafael, el pequeño latino, como miembro de su familia sin problema alguno.
Los chicos tenían una familia completamente feliz, olvidando aquella época en la cual los habían dominado los celos.
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