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Capítulo 3









(•̀ᴗ•́)و Dos meses después (•̀ᴗ•́)و








-Eres lindo –murmuró Magnus acariciando el rostro de Alec mientras estaban acostados en la cama del moreno.

Se supone que Magnus le iba a dar clases de historia al ojiazul, pero Alec era demasiado aplicado como para necesitar tutorías, simplemente quería pasar tiempo con el moreno y el moreno ni corto ni perezoso, aceptó encantado.

Llevaban dos meses de amigos; poco a poco y sin que ninguno se diera cuenta, se habían enamorado. Magnus primero, ese chico le recordaba al amor que había perdido de infancia y aunque aún tenía aquella vieja foto, muy raras veces la veía, puesto que había decidido avanzar, necesitaba hacerlo, su padre lo había separado de Alexander y ya no lo volvería a ver.

Alec por otra parte se había enamorado de los bellos ojos de Magnus y de su hermosa sonrisa, cuatro años de diferencia eran demasiado, aparte de ser un chico, por lo cual Alec no le había hablado nadie su familia sobre aquel moreno, ni siquiera a sus hermanos, también sabía que con dos meses de amistad debía decirle a su nombre completo, pero tenía miedo que Magnus se enojara. Quería mucho al moreno y sí lo perdía por aquella estúpida mentira entraría en pánico... bueno, no era una mentira, era una verdad incompleta...

-Gideon...

-Magnus...

Los dos chicos hablaron al unísono, Magnus soltó una risita y se acercó más a Alec, quién se recostó en el pecho del moreno y cerró los ojos. Aquello le gustaba a Magnus porque sus cuerpos se acoplaban a la perfección, sus piernas se enredaban de una forma cómoda y hermosa; Alec alzó la mirada a Magnus y suspiró pesadamente.

-Te quiero Mags...

El moreno suspiró y sonrió completamente feliz.

-Te quiero Gideon.

-Magnus... hay algo que debo decirte...

- ¿Qué es cariño? –Preguntó el moreno acariciando la cintura del chico por sobre su camisa mientras acercaban sus rostros para besarse.

-Magnus... yo no te dije que me...

Unos fuertes golpes en la puerta los interrumpieron y Magnus suspiró pesadamente, completamente irritado.

-Pase –dijo sin dejar de abrazar a Alec aunque éste intentó zafarse del agarré del moreno.

-Magnus yo... –Asmodeus se quedó petrificado–. ¡Magnus maldición! Mira no me molesta que te gustan los chicos ¿sabes? Te amo como eres, te acepto completamente, pero me gustaría que mantuvieras tus visitas sexuales en un rango de cero.

Magnus cerró los ojos.

-Papá, Gideon no está en una visita sexual.

Asmodeus iba a hablar pero se fijó en el chico.

- ¿Robert? –Dijo suavemente. Alec lo miró curioso pero luego negó.

-No señor Bane, Robert es mi papá, yo me llamo Al... Gideon.

-Así que este es tu jueguito, te acercas a mi hijo con otro nombre para que no te reconozca, yo sabía de ser criado por tus padres te haría completamente mentiroso, tanto como ellos lo son.

Alec se puso rojo de la ira.

¿Quién se creía ese hombre para hablar así de sus padres?

-Señor, con mucho respeto usted no conoce mis padres como para hablar de ellos, son grandes personas y me han inculcado el valor de la honestidad y el respeto; y en segundo lugar yo no miento, mi nombre es Gideon.

-Oh sí, yo sé perfectamente cómo te llamas, yo elegí tu segundo nombre.

Alec abrió los ojos de golpe.

- ¿Cómo?

-Alexander Gideon Lightwood.

Magnus miró sorprendido al chico.

- ¿Alexander? –Musitó con sus ojos abiertos de par en par–. ¿Alec eres tú?

El ojiazul miró curioso el chico.

- ¿Quién eres tú?

- ¿No te acuerdas de mí? –Preguntó Magnus con dolor.

Alec sintió su pecho doler al ver la tristeza en los ojos de Magnus.

-Lo siento, pero yo... yo fui tu mejor amigo cuando estabas en primer grado ¿lo recuerdas?

Alec miró al chico sin poder creérselo.

-Tú... tú me dejaste... dijiste que serías mi mejor amigo por siempre y para siempre... pe-pero te fuiste... me dejaste sólo –el labio de Alec comenzó a temblar.

-No, no, no... fue así... mi padre...

- ¡Ya basta! –Gritó Asmodeus –imposible ¡Alexander lárgate de mi casa y aléjate de mi hijo! No puedo creer que cambiar a mi hijo del instituto por tu culpa y sigues buscándolo, ahora me toca hacer lo mismo.

-Pero padre...

- ¡Ya lo sé! Estás a punto de graduarte así que no lo haré, pero Alexander, aléjate de Magnus.

-Pero yo no... –el ojiazul miró a Magnus al borde del llanto –pensé que ya no me querías.

-Alexander yo te amo, te amo y siempre lo he hecho y siempre lo haré...

- ¡Ya basta! ¡Estás castigado por un año!

- ¿¡Pero por qué!? –Preguntó Magnus ofendido.

-Siempre te he dicho que Alexander no es un buen chico para ti, que te alejaras de lo has visto ¿Por cuánto tiempo no has visto este chico y sigues buscándolo desesperado? No más, déjalo.

-Papá yo no he buscado a Alexander, no sé porque... –el moreno mira confundido al chico–. ¿Por qué te cambiaste de instituto?

-Mis padres estaban preocupados por mí –explicó Alec antes de sonrojarse hasta las orejas –Magnus... desde que tú te fuiste no puede volver a tener amigos... te quiero mucho y perderte para mí fue devastador... no quiero hacerlo de nuevo...

Asmodeus quiso abrazar a Alec, aquel pequeño que había nacido entre la guerra, entre horrores, aquel pequeño que había amado y que había cargado en brazos por meses y años, el pequeño que amaba, estaba allí y necesitaba su hijo...

Pero no...

Magnus era el mayor y único amor de su vida ya que los padres de aquel ojiazul le habían arrebatado a su esposa. Magnus era lo único que tenía y no lo perdería por la red de mentiras de un Lightwood.

No, no lo haría...

-Alexander vete por favor.

-Pero Magnus...

-Vete Alexander...

- ¿Volveré a ver a Magnus?

-Asmodeo suspiró.

- ¿Quieres a mi hijo Alexander?

El chico asintió con fervor.

- ¡Por supuesto que sí!

-Entonces cámbiate de instituto.

- ¡Papá! –Reprendió Magnus horrorizado, pero Asmodeus lo ignoró.

-Por favor Alexander, eres malo para él, eres una persona mala al igual que tus padres, eres mentiroso, no eres bueno para mi hijo, si lo quieres aléjate.

- ¡Yo no soy así! –Dijo Alec al borde del llanto.

- ¡Papá! –Riñó Magnus espantado–. Alec es un buen chico...

- ¿Al igual que sus padres? Magnus, tú no conoces a esa familia, yo sí, así que ya cállate y no intervengas.

-Pero mi Alexander...

-Pero mi Magnus...

Los dos chicos hablaron al unísono y se lanzaron una mirada de amor

- ¡Nunca ha sido tuyo! ¡No son nada!

Alec suspiró.

-He sido de Magnus desde el momento en que lo vi y lo amo... y quiero estar con él...

-Ahora escúchame bien –Asmodeus miró molesto a Alec mientras lo tomaba de los delgados hombros de apenas un niño de trece años –si tanto amas a Magnus, te irás porque tu familia le hizo daño a la mía, te irás y no lo buscarás más, déjalo en paz, eres malo, además... –Asmodeus se odió por lo siguiente que diría –no eres lindo, eres un tonto, eres un niño solitario, un perdedor, Magnus es increíble ¿de verdad harás que se conforme contigo?

Alec comenzó a llorar con fuerza.

- ¡Alexander no le creas! Para mi eres perfecto, para mí...

-No le creas –interrumpió Asmodeus –lo dice porque te tiene lástima, él siempre te ha tenido lástima porque nadie y nunca nadie lo hará, mi hijo es un gran chico, pero en realidad Magnus merece mucho más, vete de su lado y no vuelvas, eso será lo mejor para Magnus conseguir a alguien digno de él ¿está bien? No arruines su vida así.

Alec asintió entre sollozos y salió corriendo de la casa. Magnus intentó seguirlo pero Asmodeus lo tomó en brazos con fuerza hasta que se escuchó la puerta de la casa sonar al cerrarse. El moreno miró a su padre con ira.

- ¡Te odio! –Gritó con rencor–. ¡Lo has alejado de mí de nuevo! ¡Lo buscaré de nuevo!

- ¡Ese chico es malo para ti! –Afirmó Asmodeus, Magnus negó.

- ¡Estás equivocado! Perdí a mi madre y ahora por tu culpa perdí al amor de mi vida y todo porque eres un egoísta, porque tú partiste el tuyo.

Asmodeus miró con ira a Magnus.

-Tú no sabes nada y nunca más lo volverás a ver –dijo con furia antes de salir de la habitación para cerrarla con llave.

Lo había perdido, de nuevo lo había perdido.

Magnus se derrumbó en su cama y lloró como nunca antes lo había hecho.










▽≦ Casa Lightwood ▽≦










Alec se derrumbó en su cama para llorar como nunca antes lo había hecho y Maryse lo miró preocupado.

-Mi niño bonito... ¿Qué pasó?

Alec sintió su corazón romperse dolorosamente una y otra vez.

-Lo que pasa es que odio ese instituto, lo odio, todo va mal, quiero volver a mi antiguo instituto con mis hermanos...

-Pero Alexander...

-No mamá, por favor te lo suplico, no me siento bien allí.

-Pero mi niño...

- ¡Por favor!

-Pero yo creía que todo estaba bien.

-Intenté aparentar que todo estaba bien, pero ya no aguanto más –Alec miraba su madre suplicante –por favor, seré mejor, rendiré bien en el colegio, intentaré hacer amigos pero por favor no me obligues a estar más allí, lo odio, odio todo en ese lugar.

Maryse suspiró y acarició el cabello de su niño.

-Está bien mi amor, hablaré con tu padre... si eso es lo que quieres por mí está bien –la mujer besó suavemente la cabeza de su hijo ¿Estás seguro que es sólo eso?

Alec asintió mientras las lágrimas seguían cayendo por su rostro, su madre lo abrazó y acarició su cabello mientras lo consolaba. Alec agradecía a su madre por estar junto a él, aunque lo que dijera fuera una mentira, pero nunca lo diría...

Nunca le diría a nadie la verdadera razón por su nuevo traslado...

Magnus...

Porque lo amaba tanto que debía dejarlo libre...

Porque lo amaba tanto qué lo haría por él, para que aquel hermoso moreno tuviera a alguien digno a su lado.

Porque el padre de éste tenía razón, él era un perdedor, un niño tonto y feo que no se merecía a alguien tan maravilloso como Magnus y nunca lo tendría, ese sería su mayor secreto, nunca estaría con Magnus... o al menos eso creía...

Pero el destino le tenía preparado otros planes a los chicos, después de todo, cuando hay un amor tan fuerte como el de Malec, no hay nada que pueda romperlo.

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